Por suerte, me tropecé con Handía en la 2 una aburrida noche y descubrí a este trío de directores. Confieso que jamás me habría acercado al cine a ver una película en euskera y sobre lo que a priori me parecía un tema tan local y restringido. Me equivoqué. Aquella película me pareció una pequeña delicatessen y me permitió seguir a este grupete de cineastas y esperar con anhelo su nueva creación.

Y la nueva creación ha resultado simple y llanamente una obra maestra. Su ritmo, su atmósfera, sus interpretaciones (si Belén Cuesta no se lleva el Goya es que no hay justicia), la historia que cuenta, su intimismo, su credibilidad...., prácticamente todo en esta película es sobresaliente. A modo de resumen, decir que, con muchas dudas llevé a mi niño de 11 años a ver esta película y, para mi sorpresa, mi vástago amante de Spiderman y Guardianes de la Galaxia, quedó absolutamente atrapado por la trama y sobre todo por su realismo y su absoluta credibilidad. Aquella tarde, tuve gratamente que contestar un sinfín de preguntas del pequeño sobre el periodo histórico que tan sútil y fielmente narra el filme.

Si las subvenciones al cine español tienen alguna justificación son precisamente para producir estas maravillas (que, por supuesto, nadie más va a hacer por nosotros).

CINE, con mayúsculas.

Pues siento mucho discrepar de la mayoría del personal, pero un servidor simplemente se ha aburrido.

Al parecer se trata de una historia cercana, real, próxima, doméstica, de gente corriente, intimista y reflexiva. No niego que hay algo de todo esto, puede que incluso bastante, pero también que al final resulta esencialmente insulsa, vacua y deja una sensación como de quiero y no puedo. Las vidas de la gente real pueden ser tan apasionantes o superfluas como las películas que las narran. Ésta ha renunciado claramente a ser lo primero y ha caído de pleno en lo segundo.

Y no empieza mal. El planteamiento tiene su aquel (la vida es mero devenir, unos llegan y otros se van). Pero cuando uno espera que el desarrollo vaya in crescendo y te atrape.... pues justo lo contrario, la trama se pliega sobre sí misma hasta prácticamente desaparecer. No digo que ir a ver esta peli haya sido una pérdida de tiempo completa, tiene sus cositas, pero no pasa de ahí y esto es intencionado. Sus razones tendrán los creadores. A mí no me las han logrado transmitir.

Lo mejor: Ramón Barea y sobre todo Susi Sánchez que le echan toneladas de (buen) oficio. Tanto que da lastima que prácticamente no se aprovechen. Es lo único que salva algo el resultado final.

Lo peor: la prota, Laia Costa, que está como la película. No transmite. Y la directora que intenta componer una obra tan mínima, que realmente se queda en casi nada. Decepción.

Karra Elejalde es evidentemente un actor como la copa de un pino y casi como Landa podría hasta dar nombre a un género. Además, y al igual que el gran actor navarro, cuando le han dejado actuar como actor dramático, también lo ha bordado. Pero estamos en 2022, no en 1962, y el bueno de Karra tiene ya más de 60 años. Creo que debería cuidar algo más la selección de las películas en las que decide participar, porque sin duda le aconsejan mal. No me puedo creer que no tenga mejores ofertas en la actual industria cinematográfica española.

Por su parte, Enric Auquer forma parte de esa genial generación de actores españoles jóvenes (Adrián Lastra, Quim Gutierrez, Emilio Palacios, Belén Cuesta...), a los que simplemente les faltan producciones a su altura.

Su participación conjunta en "La Vida Padre" podría entenderse en un principio como un duelo interpretativo entre lo mejor de dos generaciones actorales, pero son tan buenos que, en lugar de competir entre ellos, se compenetran a la perfección formando una pareja virtuosa. Lo que vemos en pantalla realmente es un duelo entre estos dos actorazos por un lado y una peliculilla menor con director menor, guion menor y elenco también menor por el otro (salen todos los habituales de las comedias vascas, lo que ya empieza a resultar un poquito cargante). El duelo lo ganan Elejalde y Auquer, sin duda. Salvan la película, te echas unas buenas risas y hasta sales con la sensación de haber pasado un rato agradable y dar por bien pagado el dineral de las entradas….pero, incluso ellos, poco más pueden hacer.

LO MEJOR: Elejalde y Auquer, sin duda. ¡Qué grandes actores para tan poca película! … Ah, y las punzadas a madrileños y catalanes (y soy madrileño). En boca de otro podrían quedar hasta incómodas, pero Elejalde consigue elevarlas a esa difícil categoría de chiste con gracia (pocos más que él pueden conseguirlo).

LO PEOR: La labor del director es gris, la labor de la mayoría de los secundarios es poco más que la de hacer bulto. Y lo peor de todo, el guion: simplón, soso y hasta confuso; resulta ser el peor enemigo de los dos protagonistas.

Últimamente parece que el tema de ETA está permanentemente sobre la mesa (no me parece correcto aquí usar la manida frase de "estar de moda"). Y entiendo que es buena cosa, pues discutir, discrepar, asentir e incluso gritar, llorar o murmurar (hablar, en definitiva) es lo único que puede ayudarnos a conseguir superar como sociedad este tipo de asuntos tan graves. Y que no pase como con otros terribles dramas de nuestra historia, cuyas heridas aún permanecen abiertas, porque se optó por pasar página (sin apenas leerla) para no molestar a los criminales del bando poderoso.

Y esta producción documental de 8 horas de duración es sin duda la más completa, plural, exhaustiva e incluso sorprendente (hay imágenes reales que ilustran e impresionan más que 1000 series de ficción) que se haya hecho y, creo, se pueda hacer en el futuro. Aparecen prácticamente todas las personas y personalidades que tienen algo que decir sobre el asunto: todos los presidentes de gobierno vivos, lehendakaris, periodistas, guardias civiles, policias, infiltrados, políticos, etarras de primera hornada, de segunda y de tercera (con las inmensas diferencias que saltan a la vista y al entendimiento entre unos y otros). Y por supuesto, las víctimas, en toda su crudeza y con toda la grandeza que muchas de ellas irradian.

No pretende el documental tomar partido por ninguna cara del tremendo poliedro que siempre es la verdad. Más allá del respeto y homenaje a las víctimas inocentes (prácticamente todas), las conclusiones las ha de elaborar el espectador. Para ello, esta producción aporta 8 tremendas horas de inigualable "food for thought".

Lo Mejor: Hay tanto que casi no se puede ni enumerar. Me quedaría con lo tremendamente plural del completísimo plantel de entrevistados, el montaje sobrio y efectivo y algunas imágenes reales inéditas que ilustran la verdad que se esconde detrás de atentados, preparativos, seguimientos, detenciones o maniobras políticas.

Lo Peor: Sinceramente no le veo ni un solo pero.

Perfectamente documentada, notablemente realizada y fenomenalmente interpretada. Y muy valiente.

Mariano Barroso se lanza valientemente a un tema resbaladísimo donde los haya. Y lo ataca con una honestidad digna de admiración. Se trata de la conversión de ETA en la banda de asesinos que arruinó la vida a muchos miles de personas, justo en el comienzo del fin (1968) de una dictadura totalitaria y criminal, que, a su vez, arruinó la vida de varios millones de otras, o las mismas, personas. Quien tenga ya hecha una composición de lugar de este periodo histórico de nuestro país basada en unos estereotipos apriorísticos e inamovibles no la va a ver con buenos ojos....o va a tener que cambiar su simplista visión.

Aparecen terroristas asesinos, sí, y torturadores de la represión franquista, también. E incluso aparecen víctimas inocentes que simplemente pasaban por allí para convertirse en carne de cañón de la incipiente pesadilla que montan tirios y troyanos. Pero sobre todo aparecen personas de carne, hueso y sentimientos con sus miserias, sus dudas, sus contradicciones, sus sueños y sus pesadillas. El éxito de Mariano Barroso es que detrás de los terroristas asesinos y de los torturadores fascistas vemos a las personas reales que los encarnaban, las seguimos, las escuchamos, comprendemos sus amores y sus odios, sus motivaciones, sus errores, sus pasos en falso, sus dilemas morales....pero siguen siendo terroristas asesinos y torturadores fascistas. Y esto nos hace pensar en una máxima incuestionable que a veces se nos olvida: la Historia la hacen las personas, no los clichés estereotipados. En los torpes (por reales) enfrentamientos violentos no sabemos quien es el bueno y quien es el malo, o quien es el malo y quien es el peor, o quien es el pobre diablo víctima de su tiempo, y que no por ello deja de haber elegido libremente convertirse en asesino. En definitiva, la complejidad de la vida misma, lejos de los tópicos holliwoodienses para menores a los que tan acostumbrados nos tiene la industria.

Muy bien dirigida y aún mejor interpretada. Antonio de la Torre, enorme, pero esto no es novedad. Emilio Palacios, Enric Auquer, Patrick Criado, Joan Amargós se esfuerzan en demostrar que tenemos la generación más grande de actores de la historia del cine español. Si no los conocéis puede ser interesante jugar a descubrir quién es vasco de verdad y quién simplemente interpreta ser vasco a la perfección, seguramente habrá sorpresas agradables.

En suma, gran serie de televisión y gran documental histórico, todo en uno. Como serie de ficción se ve facilmente episodio tras episodio. Como documental histórico deja abiertos muchos temas para posteriores análisis y eternas discusiones.

Iba ponerle un 8, creo que era una nota justa, pero la valentía necesaria para tratar tema tan peligrosamente minado y lograr un excelente producto, a pesar de la dificultad asociada a tal tesitura, hace que haya que subirla al 9. Hay que verla.

LO MEJOR: La valentía de Barroso. El realismo tras la Historia (con mayúsculas en este caso). Algunas interpretaciones sobresalientes. Las inevitables largas discusiones posteriores sobre el tema (mejor ver la serie acompañado, aunque también puede uno discutir consigo mismo).

LO PEOR: Creo que Anna Castillo no da la talla. Es buena actriz, pero me parece que no termina de adaptarse al papel. Sobra también la pequeña "charleta" del final, somos mayorcitos.