En esta película carcelaria, en la que no sólo llama la atención la famosísima escena de la apuesta de los huevos (suena mal, ya lo sé); nos encontramos con algo más; el ser uno mismo, le pese a quien le pese, y acatando las consecuencias que esta actitud pueda traer. Un estoicismo mayúsculo el que nos muestra el gran Paul Newman en una de sus mayores películas, a mi parecer.
Grande tambien George Kennedy, en un maravilloso trabajo, que le hizo merecedor de un oscar, y al que, con el paso del film, le cogemos tanta ternura y cariño como al propio Luke (Newman).
Un toque de atención al totalitarismo, y a la brutalidad del sistema; Se espera que el recluso se adapte y sea servil, bajo la amenaza del castigo físico creciente. Lo que ahora mismo, podríamos extrapolar a nuestra sociedad, en la que nos mimetizamos con lo políticamente correcto y a lo que los demás esperan de nosotros, bajo la amenaza de crítica o casi de exclusión social, y de esto hay ejemplos (friki, facha, rojo, etc...)
Luke sigue siendo él mismo, para bien y para mal; incluso en una genial parrafada con Dios, le aclara su conducta y por qué ha decidido conducirse así por la vida.
Una filosofía de vida, difícil de seguir, pero que merece la pena, al menos, para no perder la eterna sonrisa de Luke; tanto en la cara como en el alma.

Como bien dice la voz en off al finalizar la película: "...Hay historias de amor en las que no hay un sólo te quiero..." (disculpen si la cita no es literal, el sentido es inalterado), éste es el caso.
Jean Becker formula una preciosa fábula en la que asistimos al despertar espiritual de un ser sencillo y rudimentario, atenazado por una infancia difícil y plagada de traumas que lo hacen atrincherarse en una existencia anodina. Su mentora y maestra, una adorable anciana, amante de la lectura, que le ofrece todo un mundo de sabiduría y autoestima que se esconde entre las páginas de los libros.
Buen trabajo de la pareja protagonista, con un Depardieu, que es capaz de mimetizarse y hacer creíble cualquier personaje, y una Giséle Casadesus, que realiza una actuación nada sencilla y sale airosa del trance evidenciando que es una gran actriz.
Geniales varios detalles: La ensoñación por parte del protagonista de los pasajes de "Las Ratas", la escena del diccionario, y, para mí, los cultismos de barra que el protagonista suelta con sus amigos en el bar.
Agradable película, de metraje más bien corto, y que algunos tacharan de ñoña y sensiblera, pero da gusto ver una historia de amor diferente: Amor a la cultura, a la vida, a la amistad, al respeto a uno mismo, y por que no, aunque no haya ningún "te quiero".

Sí, parece el inicio de una fábula, pero...oh, sorpresa¡ se ha hecho realidad; esta serie producida por Canal+, es, no digo un soplo de aire fresco, sino un huracán en el panorama de las series de producción propia en España. Dirigida por Jorge Sánchez-Cabezudo, director de la notable, al menos para mí, "la noche de los girasoles", y apoyado por un equipo de guionistas que hacen de diez su trabajo, consiguen tejer una densa maraña de intereses y corrupciones muy actuales en el panorama actual. Con una duración adecuada de los capítulos, unos 50 minutos, y una sola temporada, la serie muestra unas cuidadas facturas en lo técnico y en lo artístico; destacando la fotografía y la localización de exteriores.
No me puedo olvidar del enorme trabajo de Pepe Sancho, en el papel de Rubén Bertomeu; el cual, parece hecho para él. El resto de actores están con mayor o menor acierto, en una línea muy correcta.
Recuerda a esas grandes series de las cadenas mencionadas en el título, y las cuales, cuando las veíamos, siempre nos asaltaba el mismo pensamiento: ¿Por qué no podremos hacer algo así aquí? ¿Tan difícil es?
Pues no, Canal+ muestra el camino, esperemos que todos sigan esta senda.

Reconozco que cada vez pongo títulos más raros para mis mini críticas, pero es lo primero que se me ocurrió al terminar de ver este film. La verdad es que no defrauda para nada, te podrá gustar poco, mucho, regular o te encantará; todo según la capacidad de sorpresa del individuo y, para mí, lo que es más importante, la capacidad de "leer entrelíneas".
Una historia con matices sutiles y algo tramposilla, directa como un puñetazo, te enganchará desde el principio, eres como el pez que ha mordido ya el anzuelo y, ay amigo, te tragas toda la peli sin rechistar, acompañado por unas interpretaciones poderosas, (Charles Laughton ha subido desde esta peli,al olimpo de mis dioses, casi justo al lado de Peter Ustinov en Quo Vadis). Marlene Dietrich, elegantísima, durísima y varios epítetos que acaben en "ísima", nos define lo que es una mujer de carácter en el celuloide, y un Tyrone Power, que lo mejor que se puede decir de él, es que alimenta perfectamente la dualidad entre la culpabilidad y la inocencia.
Unos diálogos brillantes, con un sarcasmo muy inglés y que te hacen sonreír en medio de la tensión del film, una dirección técnica muy acertada y un guión que no hace caer la tensión en todo el metraje, son los "mimbres" de los que hablaba en el título, y una "santísima trinidad" en estado de gracia en la parte artística, conforman esta pieza de la que han bebido y se han copiado muchas cintas, pero creo que muy pocas, han sabido captar la elegancia, la maestría y la hondura de "Testigo de cargo".

Sí, otra "peli" de maestros que se ganan el respeto de sus alumnos y consigue que todos se lleven bien, y haya buen rollo en el cole, etc..... Un momento, para, para. Esta no.
En "Adiós Mr. Chips" además hay otras cosas; y muy buenas, cosas que desgraciadamente para el que suscribe, no se ven en el cine actual ni en la sociedad de hoy en día. Se habla de rigor, lealtad, educación, ternura, vocación, seriedad, compañerismo, tesón. Virtudes que como esta película parecen haber quedado antiguas y olvidadas, pero cuando les echamos la vista encima, nos damos cuenta de lo importantes que son y te llevan a lamentar que ningún Mr. Chips nos hubiera ayudado a descubrirlas y a llevarlas orgullosos presentes en la vida.
Descubrí a un actor Robert Donat que realiza un gran trabajo encarnando a un profesor que llega a un colegio inglés muy elitista, donde empieza a tener problemas con el alumnado y terminará por hacerse una institución dentro del mismo, pero lo más importante; mostrando un amor por la docencia y un cariño por el trabajo casi tan grande como el que siente por sus alumnos.
Considero que debería ser de visión obligada para los que quieran ser docentes y, una vez visionada, volver a planteárselo; si la respuesta es afirmativa; adelante.
Brillante, evocadora y a veces te hará sonreír, dos horas con un profesor que desde la eternidad y el celuloide todavía imparte sus clases desde Brookfield.
Esto debe ser la magia del cine¡