La desoladora barbarie humana mostrada a través de los ojos de un hombre sencillo. Roman Polanski consigue meter al espectador en la terrible segunda guerra mundial sin necesidad de recrear campos de batalla, pero mostrando una realidad aún más dura, la de la gente que solo trata de vivir o más bien sobrevivir. Gente buena y mala de todos los bandos y calañas.

Triste y desoladora, excepcionalmente bien contada y, si uno lo llega a ver, con un toque de esperanza.

Una vez cada mucho tiempo te encuentras con una joya como esta, te atrapa desde el principio y te va sorprendiendo poco a poco hasta la traca final. Pocas películas consiguen provocar una empatía semejante con sus personajes. Incluso los no humanos.

Es una de esas películas con las que tras terminar los títulos de crédito te quedas callado con la mirada perdida y solo pudiendo decir: Jo! Tierna y terriblemente dura a la vez, a ratos divertida y con un poso de melancólica tristeza de esa que provocan las buenas películas como La lista de Schindler o El pianista.

El humor de las situaciones cotidianas que poco a poco y por razones lógicas se van yendo de las manos hasta que se tornan desternillantes. Una visión cómica sobre conflictos bélicos, contrabando de marfil y diferencias culturales que muestra al espectador lo ridículo de algunos de los pilares de la sociedad occidental. ¿Ecología?, ¿Crítica social?, ¿O solo humor?... En cualquier caso una divertida película entrañable de la que se puede aprender mucho.

Surrealista, en el buen sentido, es decir, pretendiéndolo. Tiene personajes interesantes algunos cargados de humor, como Enrique San Francisco pretendiendo cambiar el personaje al resto, o Ngué que camina en zigzag para tener tiempo de pensar donde va, situaciones cómicas, como los hombres que nacen en los campos, la Guardia Civil que supervisa que la gente se emborrache como es debido o el examen sobre las ingles. Sin embargo, la ausencia de una línea argumental sólida, convierte la película en una sucesión de sketch que alternan escenas desternillantes con otras que han envejecido mal.

Desde el primer instante Steven Spielberg nos presenta un personaje icónico, reconocible desde el sombrero al látigo solo por su sombra, una historia apasionante y unos personajes con pasado, todo ello aderezado por una reliquia milenaria y mucha, mucha acción. Acción de esa que parece creíble, en la que el protagonista sangra y sufre, nada de superhéroes que ni se despeinan.
Para mejorar el resultado, la excepcional banda sonora de John Williams acompaña cada escena transportándonos de la acción al romanticismo o a la épica y llegando a ponernos la piel de gallina con temas como “The miracle of the ark” casi al terminar la película.
Cine del bueno, sin prejuicios, para disfrutar hasta los créditos y querer más. Un grán guión y algunas frases míticas, "No son los años querida, es el rodaje..." Escenas que han quedado en la memoria social... Una muy buena película.