Haz click aquí para copiar la URL
España España · Barcelona
Críticas de Lluís
1 2 3 4 5 10 14 >>
Críticas 66
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
23 de agosto de 2015
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Unn pensamiento hace tiempo que me ronda por la mente y sin embargo todavía no lo he exteriorizado por temor a represalias. Hablar de Yasujiro Ozu son palabras mayores, sin embargo, la libertad y la coherencia en la asociación de ideas nos permite atarlo a otros nombres que a priori pueden producir cierta sorpresa en el lector. Y es que Ozu siempre se ha caracterizado por hacer hincapié en los valores familiares dentro de un relevo generacional marcado por la abertura a Occidente, y sin embargo, lo que acaba por plasmar, es el paso naturalizado de la propia existencia, de la vida. Y algo así es lo que creo que hace surcoreano Hong Sang-soo, al que me gusta llamarlo el Ozu borracho. ¡Pero si Ozu es calmado, casi nunca mueve la cámara y se vale del montaje! El coreano por su parte utiliza el plano secuencia como continuación del devenir de la vida, usando el zoom para advertir un énfasis sin romper la ilusión de verosimilitud que sí podría hacer el montaje. No obstante, los dos acaban por hablar de lo mismo, por fijar su punto de vista en la cotidianidad vital de unos personajes que se enfrentan a sus propios problemas cotidianos. Pero en el caso de Sang-soo, todo ello está marcado por la woodyalleniana comicidad de la vida, resultando todo mucho más liviano, estúpido, divertido. Se pierde en la momentaneidad de los tiempos en los que vivimos, abandonándose en la eterna juventud, vaciando las preocupaciones más capitales como hacen sus protagonistas con las botellas de soju.

Con esta película de Jonás Trueba me pasa algo muy parecido. El carácter colorista de los verdes y los azules, la importancia del mar, y en definitiva, la eterna fusión del comportamiento humano de los protagonistas con el entorno natural que les envuelve, bebe indiscutiblemente del cine del francés Eric Rohmer. No es una influencia desconocida, las conversaciones imaginarias vividas en su ópera prima Todas las canciones hablan de mí (2010) ya no remitían a películas como El amor después del mediodía (1972). Pero el hijo del ganador de un Oscar Fernando Trueba no se queda aquí. No estamos ante un continuista, sino ante alguien con un bagaje cultural del cual no puede deshacerse, aunque tampoco limitarse a la mera imitación. Jonás juega a Rohmer, pero restándole seriedad y metraje. Lo que en el francés se desarrolla durante una hora y media o dos mediante meditadísimos diálogos, el madrileño lo reduce a tres historias que abandonan los componentes más filosóficos para sumergirse en la trascendencia que reside en la naturalidad de lo simple. Se vale de un humor absurdo que violenta las situaciones y que acerca a sus personajes a un escenario mucho más terrenal que por momentos rememora al logro de verosimilitud que consigue Richard Linklater en Antes del atardecer (2004), pudiendo incluso incidir en la escena de la cena que puede evocar a su secuela Antes del anochecer (2013).

Y entre tanto Rohmer, no borracho, pero si más liviano y llevadero, con sus ramalazos indies siempre ligados a la música de Tulsa, Los exiliados románticos se caracteriza por abarcar el nacimiento, el final, el estancamiento o el resurgir de las relaciones amorosas, acompañándose siempre de guiños burlones inherentes al carácter español y humano, regalándonos escenas como el plano secuencia rodado en París, mutando lo que en un principio es una comedia para finalizar en un alegato muy poderoso sobre los sentimientos más profundos y la desigualdad a la hora de corresponderlos. Volviendo a Todas las canciones hablan de mí, ya vivimos esa sensación en aquel doloroso plano de la novela de Milan Kundera La ignorancia. Y ahora, cinco años después, nuestros personajes se conocen como ridículos, pero no pierden la esperanza en si mismos, ni la ilusión. La vida, al igual que la escena parisina mentada, es una continua mutación, una tragicomedia constante, y entre salto evolutivo y paso atrás, viene bien darse un baño colectivo y limpiarse todas las impurezas que impiden seguir adelante.

Con soporte gráfico en: http://cinemonogatari.blogspot.com.es/2015/08/los-exiliados-romanticos-2015.html
Lluís
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
9
9 de marzo de 2015
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El semidesconocido director soviético Mikhail Kalatozov, ganador de la Palma de Oro de Cannes en 1958 por la inmortal Cuando pasan las cigüeñas (1957), estrenó en 1964 esta particular visión de la revolución cubana explicada a partir de cuatro historias independientes que ordenan cronológicamente los factores que favorecieron el movimiento revolucionario así como su puesta en marcha. Influenciado por su compatriota Sergei Eisenstein, no realiza un film exaltando la figura de los líderes revolucionarios como podrían ser Fidel Castro o Ernesto Guevara, sino que como podemos ver en Octubre (1927) del mentado Eisenstein, es el pueblo el que se levanta y lleva a cabo una revolución.

Contando con una de las direcciones más virtuosas en la Historia del Cine, con unos movimientos de cámara que si bien no son tan escandalosamente rápidos como en Como pasan las cigüeñas, sirven para movernos dentro del contexto de una Cuba, la cual se dirige al espectador mediante una voz en off, en plena efervescencia de un deseo colectivo de cambio, nos sumergimos en la primero de estos capítulos. Kalatozov sabe como reflejar el delirio y el componente más salvaje de la noche habanera prerrevolucionaria, un sinfín de derroche, una locura colectiva de alcohol, música y mujeres solo al alcance de los más ricos y de los estadounidenses que vienen a divertirse a la isla. El fluir de este tipo de fiestas parece la versión cinematográfica del desenfreno narrado sobre este tipo de acontecimientos en la novela del cubano Gabriel Cabrera Infante que firmaría tres años después titulada Tres tristes tigres. El episodio termina con unos de los norteamericanos abandonando el poblado de una joven prostituta, descubriendo un mundo nuevo para él, la Cuba real donde los pobres y la miseria sustituyen los casinos y los bares.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Lluís
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
9 de marzo de 2015
Sé el primero en valorar esta crítica
Norwergian Wood, que en su edición española se decidió traducir por Tokio Blues, que quizás sonaba más comercial que el clásico de The Beatles, es sin duda alguna una de las novelas más vendidas del escritor nipón Haruki Murakami. Éxito de ventas, parece que el japonés, al igual que el actor estadounidense Leonardo Di Caprio, están condenados a ser el candidato favorito de Internet para ganar el Nobel y el Oscar respectivamente, viéndose año tras años superados por otros colegas de profesión.

Los personajes distantes, intimistas y misteriosos, de los cuales pocas veces se puede adivinar lo que están pensando, llevan mediante diálogos el devenir de un relato adornado por un atmósfera la cual expande Murakami gracias a la lírica de su prosa. No es fácil pues llevar a la gran pantalla la esencia de esta novela, por lo que el director vietnamita Tran Anh Hung, conocido internacionalmente por El olor de la papaya verde (1993), ha decidido traspasarla de una disciplina artística a otra utilizando las herramientas cinematográficas que mejor ha sabido usar en lo largo de su carrera como cineasta. Los travellings que vienen siendo habituales en él, siguen a los personajes en un seguido de planos secuencia donde los elementos del paisaje, en la mayoría de ocasiones exteriores, dificultan la visión total de los jóvenes protagonistas, incomodando la mirada del espectador y ayudando a empatizar con el molesto silencio que no aclara nada acerca suyo. La frialdad en las relaciones humanas, así como forma de enfrentarse a ellas, se vive desde una manera distante, fría, como refleja una fotografía donde abundan blancos y azules, convirtiendo escenas de pasión amorosa en un frío intercambio amatorio debido a la iluminación de dichas secuencias.

Tran Anh Hung decide transformar toda la poética literaria en visual, inundando el film de escenas preciosísimas contando con una fotografía prodigiosa que intenta transmitir la belleza melancólica que evoca el recuerdo de juventud, la mirada a un tiempo pasado donde los movimientos estudiantiles y la liberación sexual de sesenta revolucionó un país que sembraba los cimientos de una sociedad futura que superaba la posguerra.

http://cinemonogatari.blogspot.com.es/2014/10/tokio-blues-noruwei-no-mori-norwegian.html
Lluís
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
9
9 de marzo de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Luis García Berlanga en sin duda uno de los pesos pesados de la historia del cine español. Títulos en su filmografía como El verdugo, película reconocida internacionalmente, así lo evidencian. No se queda atrás tampoco la película que aquí vamos a comentar, el segundo largometraje que llevó a cabo el valenciano. Con su mención especial en Cannes, evitó su retirada de las carteleras tras tres días de proyecciones y se convirtió en la segunda película más taquillera del director por detrás de La vaquilla (1985).

En un periodo de posguerra en una España que debido a su gobierno fascista se veía privada de las ayudas económicas estadounidenses del Plan Marshall, encontramos esta evidente crítica que por extraños motivos se le escapó a la censura del momento. Con un montaje de lo más dinámico y una fotografía en blanco y negro muy pulcra, se nos presenta a modo de retrato costumbrista los diferentes personajes, el alcalde, la profesora, el hidalgo o el representante de la joven promesa de la canción andaluza que se encuentran en Villar del Río (Guadalix de la Sierra), un pueblo de lo más rural de la España profunda.


Salta la noticia de que los estadounidenses van a visitar el pueblo para llevar a cabo sus medidas del Plan Marshall, lo cual revoluciona a un pueblo en el que sus más ilustres habitantes se reunirán para decidir que medidas tomar. Es aquí cuando podemos encontrar una diversidad de diálogos mordaces e inteligentísimamente divertidos, tanto por lo sagaz de estos como por el absurdo que resulta colocar un vocabulario tan excelso en boca de tan caricaturizados personajes. Se nota pues la mano en el guión de Miguel Mihura, cuya pluma 20 años antes ya nos regaló una de sus dramaturgias más inolvidables, Tres Sombreros de Copa, toda una obra culmen española del teatro del absurdo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Lluís
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
9 de marzo de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El jovencísimo Xavier Dolan, que a sus 25 años de edad ya ha cosechado triunfos por diversos festivales con sus cinco largometrajes, nos dejó con Laurence Anyways la que hasta ese momento fue su mejor película. Considerada el mejor film canadiense del Festival de Toronto de 2012, entró antes en la sección de Cannes Un Certain Regard llevándose, y con razón, el premio a la mejor interpretación femenina por la magnífica fuerza que entrega a su personaje Suzanne Clement.

Xavier Dolan nos presenta la historia de Laurence, un profesor de literatura de 35 años que harto de reprimirse revela a su novia, su familia y a su ámbito laboral su necesidad secreta, ser mujer. No por ello renuncia a su heterosexualidad. En este momento asistimos a un rechazo inicial, que bien podría antojárnose como el típico ejercico que relata las aventuras de una persona que por el mero hecho de ser diferente, es repudiado. Por suerte, Dolan trasciende y va más allá, nos regala una historia de un amor imposible a lo largo de diez años en la que se manifiestan todos y cada uno de los dilemas personales que tienen, sobre todo su novia, que sufre por el cambio de Laurence, rechazándolo, amándolo, preucupándose, abandonándolo y regresando a él durante el periplo de la década de los noventa.

Muchas pensarán que una historia que poco tiene a la hora de innovar, salvo por la cuestión del amor y el cambio de género (que no de sexualidad), se puede resumir en hora y media. No obstante, el cinéfago Dolan dota de una visión muy personalizada al tratamiento de la narración. Veremos escenas barroquísimas y ensoñaciones o visiones oníricas sobre los deseos amorosos de una manera muy felliniana, también diálogos entre enamorados con tratamientos lumínicos diferentes como Godard y unos ralentís que se recrean en la esteticidad de las imágenes al estilo Wong Kar Wai. Los planos con un único y central punto de fuga de lo más kubrickiano se fusionarán en su cercanía con la simetría propia de Wes Anderson. Además, el melodrama rebuscado y perfectamente reinventado de Almodóvar en los noventa protagonizado por transexuales será de lo más evidente.

El acierto de Dolan es el de contar una historia de la cual se nota su enfoque personal utilizando con acierto sus referencias cinematográficas más importantes, creando unas escenas de gran belleza visual, hablando con las imágenes y dotando a su film de poesía visual. No está nada mal para un chaval que por entonces tenía 23 años.


http://cinemonogatari.blogspot.com.es/2014/11/laurence-anyways-2012.html
Lluís
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
1 2 3 4 5 10 14 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow