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España España · Barcelona
Críticas de Pablo
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
9
17 de octubre de 2020
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La imagen de uno niño jugando con unas cucarachas que tiene atadas a unos hilos, nos introduce a la vida de Las Piedras, un pobre pueblo sudamericano en el que sobran unos cuantos grados de temperatura y falta mucho trabajo.
Cuando se produce una fuga de gas en los canales de una compañía petrolera, cuatro personas se ofrecen voluntarias para llevar dos camiones cargados hasta arriba de nitroglicerina hasta el lugar donde se ha producido la fuga, a cambio de 2000€ para cada uno. ¿El inconveniente? Cualquier pequeño movimiento les hará saltar por los aires.

La primera mitad de la película nos introduce el pueblo y las personas que lo habitan. Provenientes de todos lados del mundo, franceses, alemanes e ingleses, se pasan el día bebiendo en el bar, deambulando por el árido pueblo, y quejándose de la temperatura, mientras esperan algo de trabajo para seguir tirando. Aquí es donde aparecen los cuatro personajes principales: Jo, ya mayor, quien ha huido de su país llevándose solo lo que tenía encima. Mario, que lleva un tiempo viviendo allí, está decidido a llevar a cabo la misión o morirá en el intento. Por otro lado, Luigi se entera de que si sigue trabajando en la obra no vivirá más de un año, lo que lo incita a llevar a cabo la peripecia, y finalmente Bimba, quién se mantiene igual de misterioso a lo largo de toda la película.

Dirigida con una asfixiante tensión digna de una obra hitchcockiana, la segunda parte nos muestra la odisea que emprenden estos cuatro hombres para llevar los camiones a su destino.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Pablo
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9
8 de abril de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Richard (John Marley) y Maria (Lynn Carlin) son un matrimonio típico. Richard es un directivo de una empresa o algo por el estilo y Maria..., Maria es simplemente Maria, su esposa. Es un matrimonio ordinario, average, como dicen en América. El aburrimiento inunda sus vidas. Después de un extraño encuentro con una prostituta y un amigo suyo, Richard vuelve a casa para anunciarle a su mujer que quiere el divorcio. Grabado en seis meses en casa del propio Cassavetes, utilizando dinero de su bolsillo y unos cuantos amigos como equipo técnico, Faces nos muestra la desintegración de un matrimonio, bajo un crudo y granulado microscopio de 16mm, en esta cuarta película del director americano.

Escenas que se estiran hasta la infinitud y charlas irrelevantes, Cassavetes expone un retrato propio de un matrimonio americano cotidiano, de mediana edad y clase media. Citando una frase de Roger Ebert: “They don’t do anything, or make anything, or create anything. They use.” Los personajes desprenden una falta de amor y de realización personal. Son víctimas de un sistema que no da soluciones para aquello que no se puede comprar. Dirigen esta frustración a través del alcohol y el adulterio, buscando una vía de escape. En la noche en la que ocurre toda la acción, Richard se va en búsqueda de la prostituta mientras que Maria sale con sus amigas a un club donde conocerán a un gigoló.

Intensos e incomodos larguísimos planos en cámara en mano, en los que los personajes hablan y hablan y hablan. No callan. Pero, ¿qué dicen realmente? ¿Dicen algo importante? A quien le importa… Ellos mismos son conscientes. La incomunicación está presente en todo momento. Son diálogos sin salida que desembocan en íntimos silencios en los que los personajes se desnudan y se muestran sin malicia. Muestran su honestidad, su soledad, eso que intentan acallar a base de compras y actos superfluos. Ninguno de los personajes dice lo que siente. Se ocultan bajo unas máscaras, unos rostros falsos. Hacía el final del encuentro entre María y Chet (el gigoló), este último dice: “Nobody cares. Nobody has the time... to be vulnerable to each other. So... we just go on. I mean, right away our armor comes out like a shield and goes around us…and, uh, we become like mechanical men.”

Cassavetes firma una película liberadora, espontanea, impulsiva, física y tierna. Con un enorme peso sobre la actuación, en ocasiones íntima y en ocasiones frenética, que acaba explotando en repentinos cambios de humor. Trazando un cuadro emocional y un reflejo de una sociedad que no deja espacio para emociones; la estupidez de la vida.

Acabaré citando una frase de Cassavetes: “Our film are not necessarily photography, it’s feeling, (…) And if we can capture a feeling of a people, of a way of life, then we’ve made a good picture. That’s all we wanna do. We wanna capture a feeling.”
Pablo
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7
31 de octubre de 2020
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
“We’ll meet again, don’t know where, don’t know when… but I know we’ll meet again some sunny day…” (We’ll meet again, Vera Lynn)
Cantan los compañeros, mejor dicho, los excompañeros de Willie Parker (Terence Stamp), durante el juicio en el que los delata de sus crímenes pasados para poder salvarse y retirarse a la Costa del Sol, asilo habitual para criminales británicos jubilados (Sexy Beast). La canción funciona casi como una cicatriz o como un reloj de arena que empieza a contar bajo la promesa de que se volverán a encontrar, quizás en un año, quizás en dos o quizás en diez, pero se volverán a encontrar.
La película nos muestra la tranquila vida que lleva Willie en un pueblecito español. Le gusta leer, ir al mercadillo, pasear por el pueblo… Una vida de paz. Un día es atacado por unos jóvenes que lo raptan y lo llevan a otro vehículo, en el que se encuentran Myron (Tim Roth) y Mr. Baddock (John Hurt), que pretenden llevarlo hasta París para ver una última vez a su antiguo jefe, para después ejecutarlo. Willie canta irónicamente la canción. El reloj ha llegado a su fin. Los otros jóvenes son engañados y en vez del dinero que les habían prometido, les dan una bomba que los mata, iniciando una persecución policial que seguirá los pasos de Willie y compañía.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Pablo
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10
18 de marzo de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
“We may be though with the past, but the past isn’t through with us”
Esta frase se repite tres veces a lo largo de la película por diferentes personajes y resuena en uno de los temas principales de esta monumental obra de Paul Thomas Anderson: la reconciliación con el pasado.
Leí una entrevista en la que P.T.A comentaba el título de la película, ‘Magnolia’. Aparte de ser un bulevar en San Fernando Valley (ciudad en la que sucede la acción) donde se entrecruzarán todas las historias hacia el final; hace referencia a Magonia, un lugar mitológico en el que barcos extraviados en alta mar acababan allí, antes de reaparecer en la otra parte del mundo. Casualidad.

‘Magnolia’ sigue la vida de nueve personajes diferentes a lo largo de un único y catártico día. Desde un presentador de un concurso de televisión de niños que se entera que tiene cáncer (Philip Baker Hall), un gurú del sexo obsesionado con ser un dominador-seductor de mujeres (Tom Cruise), la hija del presentador del concurso con un problema de adicción a las drogas (Melora Walters) y un policía que se esfuerza por encontrar el amor (John C. Reilly), entre muchos otros personajes. El día que se nos presenta, no es un día cualquiera, es un día lluvioso, algo poco habitual en San Fernando Valley. Este día significará un cambio importante en los personajes, como si se tratase de un recorrido purificador, que culminará con el famoso suceso final, que prefiero no desvelar.

Pese a ser una multitud de historias y personajes diferentes, la sensación es de una gran y única historia (en parte debido a la fantástica edición y dirección, que enlaza una línea narrativa con otra a la perfección) y también debido a que estos personajes comparten una serie de similitudes. Son personajes solitarios, que buscan amor y cariño. Buscan ser escuchados. Aquí es donde entra otro de los grandes temas de la película, la incomunicación. Estos personajes se encuentran aislados, ya sea por un intento de ocultar quien realmente son detrás de una máscara, como Frank o Officer Jim, o por un pasado que vuelve a ellos, como es el caso de Jimmy Gator o Earl Partridge. Es justamente este pasado asociado generalmente a una relación paterno filial fallida; esta culpa y remordimiento en algunos, y una carga y una cruz en otros, que nos devuelve al punto en el que arranqué al inicio. La reconciliación con el pasado. Somos un producto de nuestro pasado. Como remarca P.T.A en un momento dado ‘But it did happen’. Para mejor o para peor aquello que nos pasa, nos marca y lo arrastramos hacia adelante. En el caso de los personajes, ciertos traumas infantiles que causan el aislamiento que comentaba anteriormente. Es una parte inseparable de ellos y no encontrarán la paz hasta que se acepten a sí mismos.

Paul Thomas Anderson demuestra un dominio total, tanto en la movilidad, en ocasiones vertiginosa, de la cámara, como en esos momentos de pausa y contención que consiguen robarte la respiración. El guion me parece magistral. Consigue dotar a sus personajes de una veracidad muy natural dentro de su exotismo, también gracias al nivel de actuación que va más allá de lo imaginado, destacando sobre todo la actuación de Tom Cruise y de William H. Macy, en sus dos mejores papeles (en mi opinión). P.T.A no juzga a sus personajes, los muestra tal y como son, con sus pros y sus contras, aunque finalmente si que les de un respiro, dándoles una cierta redención.

En definitiva, Paul Thomas Anderson utiliza este relato coral y espontáneo para hablarnos de cosas tan sencillas como la familia, perdonarse a uno mismo y el pasado. Mezclado con la locura casualidad de la vida que se manifiesta a lo largo del film, sobre todo al inicio y en ese apoteósico y “lluvioso” final.
Pablo
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10
28 de octubre de 2020
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
“You don't make up for your sins in church. You do it in the streets. You do it at home. The rest is bullshit and you know it.”
Así abre la tercera película del infame director neoyorquino, en la que se nos plantea el dilema que ronda por la cabeza de su protagonista Charlie a lo largo de todo el film. Una encrucijada que se divide entre el entorno violento en el que vive, y la moral de su educación católica. Como ya reflejaba Roger Ebert en su crítica, Mean Streets no es tanto una película de gangsters, sino una trágica historia de cómo es vivir en un entorno gangster. Los dos personajes principales son Charlie (Harvey Keitel) y Johnny Boy (Robert De Niro). Mientras que el primero no es suficientemente duro como para ser miembro de la mafia, ni tan fuerte como para resistir la tentación, el segundo es inestable, imprevisible y violento como tantos otros personajes en la filmografía de Scorsese (Taxi Driver, Raging Bull, Goodfellas). La ciudad es una parte más de los personajes. Se mueven por ella en un continuo aburrimiento, diversiones esporádicas y la incierta posibilidad de morir.

+ Mean Streets tiene una energía única y personal, que cuesta de encontrar en el resto de su filmografía. Como el propio director remarcó: “it was an attempt to put myself and my old friends on the screen, to show how we lived, what life was like in Little Italy. It was really an anthropological or a sociological tract”.
+ El conflicto interno de Charlie que se manifiesta magníficamente en momentos como cuando pone la mano sobre el fuego y se pregunta sobre las llamas del infierno, reflexionando sobre la redención, la fe y la penitencia. “It’s a story of a modern saint, a saint in his own society, but his society happens to be gangsters.”
+ La historia se mueve a través de los personajes, sin nada que los impulse tras un objetivo concreto más allá del de sobrevivir a su día a día. Esta estructura serpenteante dota la película de una mayor sensación de vacío (similar a ciertas películas de Fellini como I Vitelloni o La Dolce Vita) y de preguntas sin respuesta sobre cómo puede convivir la moral con una sociedad corrupta.
+ Scorsese apuesta por una cámara más viva, que se manifiesta a cada pulsación y aporta una mayor sensación de improvisación y de naturaleza. A destacar la brillante escena del billar.
+ El uso de música popular (con temazos como Be My Baby de The Ronnettes o Rubber Biscuits de The Chips), que ha tenido una enorme influencia, marcando una nueva manera de usar ciertos tipos de música en el cine contemporáneo.
Pablo
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