Alberto Rodríguez es sin duda uno de los mejores y mas interesantes directores en España actualmente y lo vuelve a demostrar en esta fantástica serie de época ambientada en el siglo XVI que a mi me recuerda en ciertos aspectos a "El nombre de la rosa", esa investigación de asesinatos por un hombre con bastantes conocimientos y un joven acompañante por orden de la iglesia se presentan similares. Toda su fuerza se encuentra en un guion muy notable y que lo parece aún más si lo comparamos con otras series históricas de televisión o incluso de cualquier genero que por cierto el mismo director también es responsable del guion, entre otros más.

La serie goza de un gran presupuesto y eso se nota, no he vivido en el siglo XVI como para juzgar bien la ambientación pero su diseño de producción es una maravilla como lo es también el vestuario, hasta el más mínimo detalle se ha cuidado en esta serie. Estoy seguro de que si "La Peste" fuera una película y compitiera en los premios Goya arrasaría con todo cual incendio en Agosto.

A las series hay que juzgarlas por su conjunto final con estas ya terminadas, no hay que sacar conclusiones precipitadas, pero ya con sus dos primeros episodios se podría decir que "La zona" es una serie de esas que se cocinan a fuego lento y que cuida todo al mas mínimo detalle.
La metafórica crisis nuclear que se vive le da una cierta fuerza visual a la serie recreando una especie de chernóbil o Fukushima a la española, en ese ambiente de clima toxico, agobiante y tono de thiller policiaco trata una historia coral que pasa un momento duro donde se respira un ambiente desesperanzador, a un ritmo pausado, recreándose en los escenarios y en sus personajes aquejados de melancolías y depresiones, todo muy oscuro y turbio hasta ahora. Que tenga un ritmo lento no es malo, es más su ritmo es el adecuado para lo que la serie quiere ser y las sensaciones que quiere transmitir incluso su música le va ni que pintada ya que tiene el mismo tono de la serie como podrían ser los sintetizadores de blade runner.
Si no acaba estirándose como una goma elástica que es en lo que suelen hacer las series españolas por la audiencia, puede que se convierta en un producto más que digno y nada desdeñable.

El cine. ¿Que es el cine?, quizá sea una expresión artística como la pintura y la literatura o un medio de evasión como también lo son los videojuegos, es plasmar un pensamiento o unos sentimientos, un reflejo de la sociedad o del propio cine, pero sobre todo es un medio para contar historias, es ficción.

Se podría decir que el cine es una religión y nosotros los cinéfilos somos sus fieles creyentes, Quentin Tarantino es uno de sus mayores devotos y su sentimiento y pasión hacia el séptimo arte lo ha dejado claro desde siempre en su filmografía, pero en esta película de metacine le ha escrito su mayor plegaria, se mezcla todo tipo de genero pasando por la comedia, el drama, incluso rozando el terror. Nunca la meca del cine había tenido tan buen aspecto como aquí, extasiando al publico como a santa Teresa la cinéfila.

La cinta en cuestión tiene alma de cuento o fábula, de esos que empiezan con un "érase una vez..." como su título indica ( también ha tenido algo que ver Sergio Leone) y que terminan con un "vivieron felices y comieron perdices", con esto crea una utopía social parafraseando a Platón al mostrar que un estado es ideal si en el reina la justicia, una justicia poética según el director. Una cosa que me llama la atención del cine de Tarantino es el gusto que tiene por el ocio en general y los bares en particular, como canta Gabinete Caligari "bares, que lugares, tan gratos para conversar", en sus películas casi siempre sale a escena algún bar, partiendo de la escena inicial de Reservoir Dogs, el momento de los silencios incómodos de Pulp Fiction, el monologo de Kurt Russell sobre los bares en Death Proof, o la tensa situación que se produce en la taberna de Malditos Bastardos. Aquí, el director se recrea con planos detalle de diferentes bebidas, incluso organizando una quedada con el fucking Rick Dalton y el agente de apellido impronunciable en un bar para hablar ¿de qué? pues de cine, claro está.

Esta visión poco romántica de los conquistadores firmada por Agustín Díaz Yanes sufre una leve falta de rigor histórico, pero lo compensa con unas potentes escenas de acción y una magnifica fotografía, aun que demasiado oscura.

Se podría decir en términos cinematográficos que la ciudad de el dorado o ciudad de oro como le dicen en la película es un macGuffin, pues lo único que hace es dar pie a la trama. La odisea de esta columna de hombres es contada de una forma cruda y verista recreando aquellos ambientes hostiles donde no busquéis la figura del imponente conquistador con su reluciente armadura, ni esta ni se le espera, en cuenta de eso tiene una atmosfera sucia y claustrofóbica que le acompaña muy bien al carácter de sus personajes, personajes aparte, por no hablar de la horrible actuación de Ana Castillo desentonando entre el resto del reparto, la película se llega a lastrar narrativamente en el tramo final ya que se hace algo rutinario o monótono de escaramuza en escaramuza y algunas acciones injustificadas que desentonan un poco le restan a esta cinta dejando un sabor agridulce que aun que imperfecta tiene también sus buenos momentos y un destacable trabajo de Paco Femenia (habitual de Díaz Yanes),sus líneas visuales recuerdan a "El renacido" con esos planos largos y la cámara flotando en el paisaje continuamente metiéndonos en aquella selva.

En conclusión no alcanza las dimensiones mastodónticas de la infravalorada "El dorado" de Carlos Saura pero esta cruenta película merece también su respeto aun que sea solo por la intención.

El tiempo es clave en esta representación cinematográfica de la operación Dinamo que nos da todo el espectáculo que se espera de su director y al que tanto nos tiene acostumbrados, en tiempo de veraneo nos lleva a la playa de Dunkerque a presenciar los hechos ocurridos subjetivamente en una estructura narrativa poco convencional como hizo ya en Memento.

En otras películas del mismo género nos muestran como a protagonistas a personas en un contexto bélico pero en este caso el protagonista es la batalla y los puntos de vista de los beligerantes al experimentarla, como las tres historias que nos cuentan o sus personajes desesperados por sobrevivir. 400.000 personas arrinconadas entre la espada y la pared y un enemigo sin rostro que ataca sin piedad aéreamente a su presa desvalida, con unas poderosas escenas aéreas que son una maravilla para la vista, solo las supera el gran montaje de la película. La introducción del principal personaje en la playa en silencio, sin dialogo solo disparos y la música casi siempre presente a ritmo reloj convierte en thriller esta obra que te tiene en tensión continuamente, en especial he apreciado su alma clásica que evita los efectos digitales como acostumbran las superproducciones de ahora.

Esta obra maestra no es de las que se diseccionan al detalle como otras, esta hay que vivirla, sentirla, ya que es todo una experiencia como hizo ya Alfonso Cuarón con su Gravity