Y es que nos encontramos ante una película con luces y sombras ya que tiene (escasos) momentos buenos y también malos, ya que el pobre guión no acaba a enganchar al espectador e intenta abarcar tantos puntos que no aprieta en ninguno. De esta forma, transcurrida una hora de metraje da la sensación que la historia aun no está definida y llegando a la hora y media lo que está por venir resulta redundante.

A subrayar una excelente música del genial Hans Zimmer que, a mi parecer, le viene como anillo al dedo a las geniales escenas de acción a raudales y también cuando al señor Ritchie le da por utilizar su nuevo juguetito y deleitarnos con unas escenas en cámara lenta que resultan impresionantes (a destacar la huida por el bosque). Aunque también hay que tener en cuenta (sin ánimo de quitar méritos) que con esos elevados fotogramas por segundo hasta peinarse frente a un espejo resultaría visualmente extraordinario.

Además el personaje de Sherlock Holmes acaba por resultar un pelín repelente con ese toque de humor facilón y con esa sensación de que en vez de investigador acabe pareciendo adivino y lo resuelva todo con un abrir y cerrar de ojos. Tampoco su primer encuentro con el profesor Moriarty es nada del otro jueves ya que, en vez de con su enemigo, parece que se ha encontrado con un vecino en el portal de su casa, aunque acaba contrarrestando con su duelo final.

En definitiva: Una película de buenas escenas y buena música, pero en su totalidad algo floja y pesada. Tampoco el casting en general no me pareció muy acertado y habría cambiado entre otros, a Moriarty y a la encasillada Noomi Rapace que esta vez poco aporta.

Antes de nada, no se quien ha tenido las pocas luces de llamar a esta película desde París con amor, ya que en ella encontramos poco amor,
poco París, y mucho disparo.

Y es que, para que nos hagamos una ligera idea (aunque tenga poco que ver), nos recuerda un poco a Trainning Day donde hay un novato que no sabe ni pegar un chip con un chicle debajo de una mesa y se le asigna un compañero bandarra (100 kilos de Travolta), que parece que hace todo a la ligera y no es así: sabe estar en el momento adecuado, sabe pensar rápido y hacer las cosas bien, las balas parecen que le esquivan. Así que todo ese conjunto acaba resultando bastante inverosímil y a pesar de sus evidente defectos la peli se disfruta, aunque eso si, siendo bastante benevolente.

En el macarra guión podemos encontrarnos con una sorpresa final sacada de la manga, que acabará por poner la guinda en este irregular aunque comestible pastel. Poco mas a añadir, salvo un montaje bien construido y dinámico que le acaban de dar a la película un aire desenfadado y sin grandes pretensiones.

Ingredientes para una mala película:
- Actores jóvenes, poco conocidos, y en horas bajas.
- Música estridente con su respectiva subida de volumen cuando se quiere asustar.
- Un guión que parece que esté escrito por un grupo de amigos en una noche de borrachera.
- El disfraz de monstruo del Carnaval del año pasado para un malo malísimo con complejo de Hannibal Lecter.

Y es que en el primer tercio parece que vaya a ser una americanada mas con sangre a borbotones y una lucha sin tregua por la supervivencia, y es mas, se mantiene la intriga de saber con quien se están enfrentando lo protagonistas. Pero mientras se va desarrollando el argumento, cojea por todos los lados y es cuando se empieza a utilizar recursos fáciles
del tipo:

- Cada 23 años sale y come durante 23 días.
- Se alimenta de ojos para ver y de pulmones para respirar.
- Lo he visto en un sueño.

Estos entre otros mas deberían ser los motivos que hacen que toda la película tenga sentido, pero contrariamente la vuelven risible y pesada, dando la sensación de estar viendo una película de muchos años atrás de cuando es realmente. Aunque lo cierto es que para el espectador todo cobra sentido cuando ve que uno de los productores es Francis Ford Coppola: Ese director que empezó muy bien pero ha ido tomando un camino que le ha llevado a un enorme precipicio del que le es difícil salirse.

Se esperaba entre consumidores de cine fantástico con los brazos abiertos, por no hablar de los que acabamos fascinados completamente con su Saw y su correspondiente corto en el que James Wan demostró al mundo que en nueve minutos podía meterte en una historia como su fueras partícipe de ella, y es que este director sabe como hacer que luzcan sus películas con una puesta en escena con garra que te atrapa desde el primer fotograma.

Y de esta manera empieza Insidious: Con unos créditos iniciales en los que parece que vayas a comenzar un viaje al mismísimo infierno, dejándote en seguida en ascuas ya que los inicios de la historia rozan lo convencional y hasta pasados unos quince minutos no comienzas a interesarte por la historia donde el director sabe crear una terrorífica atmósfera donde todo cuenta: Ya sean juegos de cámaras, luces o sonido. Recalcar también que en ocasiones el guión no aporta nada nuevo ya que en el se pueden encontrar referencias a películas como “Los otros”, “El orfanato” o “Al otro lado de la escalera” por poner algunos ejemplos.

Y todo funciona mas o menos bien hasta que en el último tercio al director le da por mostrar mas que insinuar, de este modo adulterando todo lo que se había conseguido ya que se estira tanto la goma que acaba por romperse, y el film que podría haberse recordado como una buena obra acaba rozando el ridículo.

A destacar:
- La pareja de “cazafantasmas” que aportan un aire bastante cómico y friki.
- El cameo de Billy como viene siendo habitual en las películas de James Wan.(el monigote de Saw). Mirar en la pizarra del colegio.
- Los créditos finales y esa peculiar música tan estridente que los acompaña.

Después de ver y alabar la gran “Man on the moon”, hablando con un amigo me aconsejó que viese un film independiente llamado “Entre copas” del actor Paul Giamatti, y cuando esta película se cruzó en mi camino, me fié de su criterio (una vez mas) y no dudé en adquirirla y envolvérmela para el regalo de reyes.

Tengo que reconocer que al principio no me llamó demasiado la atención ya que empieza algo sosa y no sabes por dónde cogerla, además el actor Thomas Haden Church lo ví en la película Don McKay, y se lució lo equivalente a lo que se puede lucir una hormiga en un parque.

A medida que van pasando los minutos empiezas a notar que la película funciona, a pesar de la falta de interés por el tema de los vinos que (creo yo) que tiene un ochenta por ciento de la población. O a pesar de su fotografía desgastada que te hace que te preguntes si estás viendo una película actual o una en VHS de los años setenta. Pero la película funciona.

Y luego piensas: Oh cine independiente! A ver si aparecen personajes extravagantes como los que aparecen en Pequeña Miss Sunshine…. O a ver si me encuentro con ese humor extrafino, que se emite en una frecuencia difícil de sintonizar pero igualmente disfrutable, como el que hay en algunas películas de los Cohen (por poner un ejemplo). O momentos desternillantes con situaciones en las que no te gustaría estar pero te hacen muchísima gracia…Y dejas de buscar a la media hora de metraje.

Sencillamente te dejas llevar por la historia de dos hombres que emprenden un viaje para hacer una despedida de soltero. El que se va a casar que es un pillo y el protagonista (Giamatti) que aunque ha salido de una relación, le quedan resquicios latentes y este viaje posiblemente sea una ocasión para cambiar el rumbo de su vida.

A esto le sumamos una música acertada, un guión nada exigente, una muy buena interpretación del personaje principal y dos horas de metraje que no se hacen nada pesadas… Porque la película FUNCIONA y seguramente como un buen vino gane con los años en la estantería de cualquier cinéfilo.