Y es que nos encontramos ante una película con luces y sombras ya que tiene (escasos) momentos buenos y también malos, ya que el pobre guión no acaba a enganchar al espectador e intenta abarcar tantos puntos que no aprieta en ninguno. De esta forma, transcurrida una hora de metraje da la sensación que la historia aun no está definida y llegando a la hora y media lo que está por venir resulta redundante.

A subrayar una excelente música del genial Hans Zimmer que, a mi parecer, le viene como anillo al dedo a las geniales escenas de acción a raudales y también cuando al señor Ritchie le da por utilizar su nuevo juguetito y deleitarnos con unas escenas en cámara lenta que resultan impresionantes (a destacar la huida por el bosque). Aunque también hay que tener en cuenta (sin ánimo de quitar méritos) que con esos elevados fotogramas por segundo hasta peinarse frente a un espejo resultaría visualmente extraordinario.

Además el personaje de Sherlock Holmes acaba por resultar un pelín repelente con ese toque de humor facilón y con esa sensación de que en vez de investigador acabe pareciendo adivino y lo resuelva todo con un abrir y cerrar de ojos. Tampoco su primer encuentro con el profesor Moriarty es nada del otro jueves ya que, en vez de con su enemigo, parece que se ha encontrado con un vecino en el portal de su casa, aunque acaba contrarrestando con su duelo final.

En definitiva: Una película de buenas escenas y buena música, pero en su totalidad algo floja y pesada. Tampoco el casting en general no me pareció muy acertado y habría cambiado entre otros, a Moriarty y a la encasillada Noomi Rapace que esta vez poco aporta.