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Críticas de Carlos Muñoz Muriedas
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Críticas 21
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
4
20 de febrero de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia de las andanzas de un sacerdote mayor al que se le ha diagnosticado un cáncer terminal y que se le envía a un pueblo para investigar los supuestos milagros de cierta persona muerta misteriosamente daba para una gran película. No es así, en parte debido a la torpeza de la realización de Guy Green, director con alguna obra estimable, pero que siempre abordaba de manera superficial lo que caía en sus manos.

Cinematográficamente solo es estimable su comienzo que promete, incluso hay recursos potentes como el de la fotografía y el del pueblo retratado en contraste con el sacerdote y el obispo. Pero a los diez minutos se acaba todo y se opta por la introducción de una serie contínua de pesados flashbacks. La película es una adaptación de la obra de Morris West (Las sandalias del pescador) y en ella como suele ser su norma, busca ir más allá, sin embargo no lo consigue, y eso que él mismo colaboró.

Todo lo analizado queda retratado de manera superficial, vacía y confusa. Pero lo peor de todo es que incluso se llega al ridículo al querer abarcar tanto y difundir cierta crítica que queda eclipsada por su mediocre resultado.
Una verdadera lástima, el tema de dudar en su fe de un sacerdote al final de su vida, buena persona y cumplidor está muy bien interpretada por John Mills, pero el guion no le ayuda. El resto del reparto ofrece unas actuaciones pésimas, salvo los siempre cumplidores Raf Vallone (que le quedaba muy bien siempre el hábito) o Romolo Valli.

Temas como la religiosidad popular, el contraste entre los curas de pueblo y los de despacho, las crisis existenciales y los valores firmes en las personas modestas en oposición con los de las capas altas son explotados para añadir morbosidad y cierta comercialidad de la época más que en querer abordar un riguroso estudio de estos por lo que el resultado final es totalmente vacío.

El mismo Morris West colaboró en la película, hay un momento que Mills dice que le asombra estar tan poco preparado para su muerte, precisamente él que se dedica a trabajar para los demás y hablarles de esta. Yo añadiría que sorprende también que estuviera tan poco acertado para la adaptación de su obra, la cual escribió en 1959.
Carlos Muñoz Muriedas
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5
21 de abril de 2020
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ópera prima de Pedro Olea que más tarde nos obsequiaría con notables títulos como "Tormento" (1974) o "Un hombre llamado flor de otoño" (1978), su filmografía también contaría con filmes irregulares como el presente, pero no por ello desdeñables.
Probablemente, la película acusa el paso del tiempo y las condiciones de vida que se daban, es una época de más prosperidad, la España del 600 y del boom turístico. Olea declaró en su momento que su intención era un “intento serio de hacer comedia española con personajes de verdad”. Estamos, pues, ante una nueva apuesta de cine que se desmarcaba de lo que a veces con justicia y otras con injusticia se llamó “españolada”.
La película, que cuenta con la participación en el guion, entre otros, de Antonio Giménez Rico sitúa la acción en unas vacaciones de Semana Santa, he aquí la primera novedad, la cual implica cierto aperturismo. Durante el metraje hay referencias críticas implícitas a un tiempo en que durante estos días apenas se podía hacer mucha cosa, como cuando uno de los chicos pone la música habitual de las fechas en la radio y otro le manda apagarla. También es original el momento en que Luis (Andrés Resino) entra en una iglesia donde están oficiando la misa de Jueves Santo y el momento del lavatorio de pies porque le atrae la chica, recordemos que ese día se lee en el Evangelio el famoso mandamiento de Jesús de “Amaos los unos a los otros”, otro momento es la espera a que ya sean las 12 de la noche del sábado de gloria para poder abrir las salas de fiestas.
Merece destacar el tratamiento cromático que hay, los tres protagonistas van con camisas y polos de diferentes colores llamativos como si de un filme de Jacques Demy se tratara. La influencia del cine francés es clara, no obstante, Olea abusa demasiado y mide mal los tiempos como en la escena de la fiesta psicodélica, cuyo máximo interés es reconocer a Miguel Picazo, Massiel, componentes de Los Brincos, etc.
Encontramos en la película la participación de un joven Luis Eduardo Aute cantando en francés o el grupo de Los Relámpagos también en escenas igualmente larguísimas. Ya no estamos, pues, escuchando las características músicas que García Abril, García Segura o Algueró compusieron para el cine español.
La película supone el debut, según los créditos, de Luis García Berlanga como actor, aquel año aparecería en otra producción con algunas similitudes como "Tuset Street" o en la comedia "No somos de piedra", pero en esta última en plan cameo, como había hecho anteriormente. Compone un personaje que se mueve en el mundo del contrabando y del que uno espera más, pues se queda en plano totalmente.
En definitiva, es un producto de un director con bastante inexperiencia aun, pero con momentos que presagiaban un autor considerable. Los contrastes de la música con los silencios del amanecer, de las juergas costeras con la rutina de la ciudad o las escenas melancólicas en la playa y la frustración del amor son temas que como he mencionado en el principio, Olea los inserta en "personajes de verdad" (a partir de ahí que el espectador juzgue). Para ello no contó con un reparto de grandes figuras, ahí tenemos a Andrés Resino, más popular en la televisión y que varias generaciones lo recordarán como el malo de la serie “El súper” de Tele 5, o Cristina Galbó, la eterna adolescente del cine patrio que cayó luego en el olvido.
Carlos Muñoz Muriedas
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8
12 de abril de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película mítica del cine español, "El último cuplé" con el paso del tiempo gana todavía más en sus intenciones de recordar y evocar aquellos tiempos del cuplé y a quienes lo hicieron posible. Rodada elegantemente con un peculiar uso cromático donde domina el color rojo y con coreografías muy vistosas (por ejemplo. el número de "Valencia" es de los mejores que se hayan rodado en el cine español, incluso en Italia se la llamó así), "El último cuplé" supone un ejercicio de visión nostálgica de tiempos que ya no volverán, de la juventud que pasa, de la decadencia de las estrellas, de la frustración amorosa...Rodada en los desaparecidos estudios Orphea de Barcelona, podemos disfrutar del mítico teatro El Molino, así como de vistas de un Paralelo prácticamente desaparecido en la actualidad. La interpretación de Sara Montiel como María Luján es de las mejores de su carrera pues aquí se muestra muy natural y transmite al espectador toda la sensibilidad del personaje. La dirección de Orduña tendría mucho que ver, así como la de no haber convertido la película en un folletín más. "El último cuplé" supuso también el nacimiento de un subgénero: el de la película con su protagonista. A veces con suerte y otras con no tanta, Sara Montiel fue repitiendo el mismo esquema prácticamente durante dos décadas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Carlos Muñoz Muriedas
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7
11 de abril de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Divertida comedia, se trata de una adaptación de "Las entretenidas" de Miguel Mihura de 1962 bajo la batuta de la dirección de Ramon Fernández. Con gran ironía ridiculiza tanto al hombre como a la mujer que caen en los mismos errores. Es también una crítica a los dictados de la moralidad imperante, a pesar de que la película es de 1969 son muchos los tópicos que podemos encontrar en la actualidad. La obra está llena del humor habitual de su autor, inteligente y ácido, frases como "los hombres no pueden estar solos, de niños la teta y de mayores los santos óleos" reflejan el maestro que era Mihura. La dirección de Fernández es bastante correcta, los actores están perfectos, el ritmo es ágil a pesar de la dificultad que siempre lleva trasladar el lenguaje teatral al cinematográfico, la película apenas dura 80 minutos. Entre los reparos está el no haber explotado más algunas situaciones cómicas, su divertido final queda algo corto. Patty Shepard probablemente hace su mejor actuación como protagonista, Fernán-Gómez cumple como casi siempre y Gómez Bur muestra el gran actor que era. El director aprovecha el aperturismo de la época, aunque no cae en la vulgaridad del destape que vendría durante la transición. En definitiva, una película bastante olvidada y poco valorada a juzgar por las notas que se ven. Es una excelente oportunidad de reivindicar a Miguel Mihura, un autor que si hubiera nacido en otro país se estudiaría en todos los sitios, aquí en España tristemente apenas se le lee en las Facultades de Filología.
Carlos Muñoz Muriedas
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9
20 de febrero de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuarto largometraje de Truffaut y uno de los más despreciados en su momento. La ventaja de la obra del director francés es que esta gana con el paso del tiempo. Y es que "La piel suave" no es un simple filme sobre el adulterio en plan folletinesco como muchas veces caen en la tentación varios directores.
Su cuarto largometraje ratificaba su maestría cinematográfica, en esta ocasión y tal como él mismo dijo, la influencia hitchockiana estaba muy presente. Como decía su admirado Renoir, el problema no es la historia sino en cómo se cuenta. Suspense, lirismo, drama y comedia se van combinando de manera inteligente.
Ya por comenzar la escena de tener que ir al aeropuerto corriendo está rodada con una efectividad intrigante, como si de una película de misterio se tratara. La influencia y su admiración por el mago del suspense estaba clara.
Temas como la soledad, el sentimiento de culpa, la incomunicación, el egoísmo o la hipocresía son tratados. Así pues, los tres personajes principales están solos por una u otra cuestión, pero sobre todo por el problema de la incomunicación, que es lo que conduce a todo lo negativo que tendrán.
Por una parte, estamos ante un matrimonio convencional que no ha sabido comunicarse ni mostrarse afecto, el director reparte culpas a los dos. Por otra parte, su relación extramatrimonial con Nicole (François Dorléac) sufre también los mismos problemas derivados de la timidez y cierta inmadurez del protagonista que es incapaz de afrontar los hechos.
Aunque Truffaut calificaba el filme de demasiado amargo, creo que era injusto con su obra. La película consigue transmitir una fuerte carga lírica en escenas como el fundido en negro mientras hay el contacto epidérmico entre él y Nicole, la bella música de George Delerue contribuye a ello. Es de destacar que en toda la película no hay sexo explícito, incluso en una escena en que deducimos que va a haber vemos en su lugar como ella pone la bandeja de comer al gato y luego cierra la puerta.
El sentimiento de culpa, otro de los grandes temas, se da también en todos los personajes. No creo que pretenda ser moralista Truffaut como en algunas ocasiones se ha dicho sobre esta película. Creo que refleja lo que ciertamente nos puede pasar a todos. Por ejemplo, el escritor es incapaz de defender a Nicole mientras la están acosando por la calle porque tiene miedo, o irá a un hotel bastante modesto para que no le vean. No sabrá comunicar a su mujer el adulterio, engañándola, y todas sus decisiones las toma porque otros se lo han dicho.
El azar, de hecho el avión en el que conoce a Nicole lo coge mientras ya están retirando la escalerilla, la llamada telefónica, el traje de la lavandería, etc. conduce a esta gran tragedia que es el matrimonio convencional con poco afecto y prácticamente sin amor verdadero.
Carlos Muñoz Muriedas
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