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España España · Somewhere Far Beyond
Críticas de Richy
Críticas 1.320
Críticas ordenadas por utilidad
8
11 de diciembre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra emblemática de Barry Levinson y una de las mejores películas de los ochenta, especialmente recordada por la inolvidable interpretación de Dustin Hoffman.

“Rain Man” es la historia de Charlie Babbitt (Tom Cruise), un tipo creído y egoísta que se entera de que tiene un hermano autista, Raymond (Dustin Hoffman), al que su padre le ha dado toda su fortuna en herencia. Charlie decide ir a conocer a su hermano, que vive en un centro especial, y se lo lleva para reclamar su parte de la herencia, pero por el camino ira conociéndole y se replanteará su codicioso objetivo.

A pesar de que la historia de “Rain Man” podría encajar perfectamente en cualquier telefilme de sobremesa, Levinson logra hacer de lo simple todo un ejercicio narrativo de estilo y de ritmo. El filme cuenta un drama que no es lacrimógeno pero que invita a la compasión, sobre todo por la gran interpretación de Dustin Hoffman: su Raymond autista es realmente bueno, sus gestos, sus movimientos, sus comportamientos, son realmente creíbles y ayudan muy mucho a prestar no sólo la fuerza dramática requerida, sino también escenas de humor necesario para no hacer de la cinta un insufrible discurso de ñoñería inútil que haría un flaco favor al colectivo de esos discapacitados mentales.

Cruise, en un papel correcto, encarna a un tipo egoísta, un yuppie autosuficiente despegado de la familia hasta el punto de que su propio padre prácticamente lo deshereda. Es importante el contraste que Levinson hace aquí entre un hermano y otro: mientras que uno busca el lucro de forma sistemática (negocios, herencia y casino), el otro considera el dinero menos importante que estar en la cama a las once o ponerse sólo calzoncillos que sean de K-Mart. Este desinterés por el dinero que su enfermedad le provoca supone un bálsamo de humildad en el personaje de Cruise, al que se le ve una evolución clara conforme avanza el filme.

Levinson ofrece momentos y escenas para el recuerdo que se han quedado grabados en el imaginario colectivo, como la escena en el aeropuerto, la de los palillos, el baile en el hotel, y los planos en los que Cruise y Hoffman caminan juntos acompañados por la magnífica partitura de Hans Zimmer, también inolvidable.

“Rain Man” es, por tanto, un filme clave en las filmografías de todos sus responsables: Levinson, Cruise y, sobre todo, Hoffman, además de ser una de las películas más aplaudidas por crítica y público, un maridaje que pocas veces se ve en el cine de gran formato. Inolvidable.
Richy
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7
2 de diciembre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gus Van Sant, director esteta y siempre dispuesto a la experimentación, dirige una cinta de lo más convencional de su filmografía para adaptar un guion escrito por Matt Damon y Ben Affleck.

“El indomable Will Hunting” trata de un joven, Will (Matt Damon), que trabaja fregando suelos en el MIT mientras que en sus ratos libres resuelve complejos problemas matemáticos. Un profesor (Stellan Skarsgârd) se da cuenta de sus facultades e intenta convencerlo para que ingrese en Harvard. Pero Will tiene una personalidad muy revolucionara y rebelde que lo predispone a meterse en líos, lo que le dificulta sobremanera para sentar la cabeza y decidirse a dar el paso o no. Para ello, después de que muchos psicólogos tirasen la toalla ante la conducta “indomable” de Will, se presentará uno, Sean Maguire (Robin Williams), cuyos métodos serán más efectivos.

Cuando el filme lleva apenas unos quince minutos de metraje, se hace evidente que su gran baza es el guion. La historia en sí no es nada del otro mundo, resulta altamente previsible y no contiene nada original, pero la forma en la que está narrada y, sobre todo, sus bien construidos diálogos, son el mejor ejemplo de cómo escribir un guion bueno con una base simple. La fuerza del discurso reside en la relación entre Will y Sean, en los mensajes y las reflexiones personales, los ejemplos vitales de los dos personajes y las anécdotas. Ambos se necesitan aunque uno de ellos no es consciente al principio, pero verá que las cosas no son todo blanco o todo negro. En realidad, estamos ante el desarrollo de una mente intelectualmente brillante pero afectivamente pobre en su viaje hacia el equilibrio.

La cinta se desarrolla generalmente a buen ritmo aunque a ratos decaiga un tanto, a pesar de sus dos horas de diálogos y conversaciones trascendentales, gracias principalmente a las buenas interpretaciones de casi todo el elenco. Tanto Robin Williams como Matt Damon están magistrales, además de Ben Affleck aunque en menor medida. También Minnie Driver pone su grano de arena dramático en un papel muy importante en el devenir del personaje de Damon, sentando un antes y un después en su concepción egoísta del mundo y su apatía general por el género humano.

Gus Van Sant realiza así su cinta más estéticamente “normal” y quizás de las más aplaudidas, si no la que más, de toda su estrambótica filmografía. Será porque el motivo, y sin quitarle méritos a su reconocido talento, reside en que ha dirigido su película con una base de oro. Muy buena.
Richy
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8
2 de diciembre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de que “Acción mutante” (1993) removiera el dormido panorama del cine fantástico español, Álex de la Iglesia dio el definitivo do de pecho con su siguiente película. “El día de la bestia” no es sólo la mejor película de De la Iglesia, sino que es todo un referente en el cine español y una consolidada película de culto.

El filme cuenta las vicisitudes de un sacerdote (inolvidable Álex Angulo) que ha descubierto que el Anticristo nacerá en Madrid en Nochebuena. Para buscarlo, contactará con José Mari (Santiago Segura), un vendedor heavy de una tienda de discos. En sus pesquisas conocerán también al profesor Cavan (Armando de Razza), un ocultista que presenta un programa de televisión. Este pintoresco grupo será el centro en el que se desarrolla una de las películas más locas, entretenidas y disparatadas que ha dado nunca el cine español, gracias al negrísimo humor que despide y a su absoluta falta de pretensiones.

De la Iglesia hace una sátira de todo: el consumismo navideño, el poder estupidizador de la televisión, el milenarismo, las tribus urbanas y las sectas, demoníacas o no. La crítica se contagia al respetable y es tratada con un extraordinario sentido del espectáculo, ofreciendo un ritmo vertiginoso y llevadero. Las secuencias se suceden sin respiro, pero sin saturar. Eso sí, De la Iglesia no esconde ese gusto por los excesos que le llevaría a perder el norte en sus últimas películas, pero en “El día de la bestia” esos excesos son pinceladas de artista, de maestro de ceremonias en un show de variedades, locuras divertidísimas que sacan lo mejor del humor patrio: la parodia social.

Uno nunca se cansará de ver los aprietos en los que se mete el sacerdote, empeñado en hacer el mal para atraer al Maligno, con esa cara de bueno que no le sale ser malo… impresionante Álex Angulo en uno de sus papeles más recordados, la verdadera alma de la película, rodeado por dos actores no menos inolvidables: un excelente debutante, Santiago Segura, heavy satánico y de Carabanchel, cuyo deje chulesco a lo Torrente le llevaría a ser seña de identidad en el futuro, y Armando de Razza, actor italiano que con su profesor Cavan alcanzó su registro más famoso.

El filme cuenta además con momentos inolvidables que se han quedado grabados en la imaginería colectiva: el abuelo que se pasea desnudo por la casa, el tiroteo en un encuentro con los Reyes Magos, la aparición del macho cabrío, y sobre todo, la escalada por el letrero de Schweppes de la Gran Vía madrileña.

Álex de la Iglesia aún ofrecería dos o tres buenos títulos más antes de comenzar su imparable decadencia, pero siempre nos quedaremos con su mejor obra, aunque sólo sea por recordar a un viejo amigo, Álex Angulo, que nos hizo reír tanto en su momento y que lo seguirá haciendo eternamente. Va por ti, Álex.
Richy
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7
5 de noviembre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Delicioso largometraje de un debutante que no lo parece, Duncan Jones, nada más y nada menos que el hijísimo de David Bowie. No es de extrañar por tanto que Duncan, siendo el descendiente de “Ziggy Stardust”, haya crecido en medio de la cultura pulp y la ciencia-ficción haya entrado a borbotones en su vida, como demuestra en esta estupenda “Moon”, repleta de referencias al género.

La historia que narra “Moon” es muy humana, pero no mundana. Un astronauta (grandioso Sam Rockwell) tiene un contrato de trabajo de tres años en los que debe permanecer en una base lunar para controlar la extracción de minerales. Su soledad la comparte con un robot, “Gerty”, que le ayuda en sus necesidades y le pone caritas (emoticonos) según su estado de ánimo. Le queda poco para que su contrato acabe y pueda regresar a la Tierra, donde le espera su mujer, con la que habla de vez en cuando por un monitor. En su última salida con su vehículo rover, tiene un aparatoso accidente que lo deja inconsciente, pero cuando despierta se ve metido en una situación de lo más inesperada y aterradora.

Jones empieza a construir su relato con un hipnótico estilo contemplativo, donde vemos al astronauta vivir su día a día en la estación como lo haría en cualquier lugar de la Tierra. Su soledad conmueve, sus ansias de regresar a la sociedad, a la humanidad, son compartidas por el espectador, y así también el dolor posterior al enterarse de su verdadera condición. Esa parte de la película, en donde se desarrolla la trama principal, está expuesta y resuelta de forma brillante por un guion elaborado y fácil de seguir pero de implicaciones profundas y filosóficas: la soledad, el sentido de la vida, el conocimiento del propio final… concepciones muchas de ellas que recuerdan a las de los replicantes de “Blade Runner” (1982), y no precisamente por casualidad.

El diseño y escenografía van acordes con las intenciones de Jones de hacer una obra realista dentro de los cánones del género. No por ser más humana deja de ser ciencia-ficción, tal como pasaba con “Atmósfera cero” (1981) de la que también bebe unos sorbos. Siguiendo con las referencias, los pasillos de la base lunar no son tan limpios e impolutos como la pulcritud que se veía en “2001: Una odisea del espacio” (1968), sino más bien como la Nostromo de “Alien” (1979). Pero de “2001” también coge algo en el robot “Gerty”, aunque más cercano y con mejores intenciones que el frío “HAL9000”.

Sam Rockwell es otro de los motivos por los que merece la pena disfrutar de “Moon”. Su estilo histriónico y pseudo-cómico viene muy bien a su personaje, ofreciendo grandes momentos y una dualidad interpretativa muy interesante. Una gran baza para una buena película, bastante buena para un debutante aunque sea hijo de quien es. Enhorabuena, Duncan.
Richy
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7
2 de octubre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tercera entrega de la serie Bond, con Sean Connery en el papel que sin duda ha hecho del agente 007 el gran icono del cine de acción y espionaje que hoy es. Guy Hamilton realiza con esta “James Bond contra Goldfinger” una de las obras más míticas y completas de la serie, gracias a la introducción de elementos que se repetirían de forma influyente en el resto de películas.

La misión de Bond (Sean Connery) es la de vigilar a Auric Goldfinger (Gert Fröbe), un contrabandista con una obsesión enfermiza por el oro. Conforme avanza en sus pesquisas, descubrirá que Goldfinger planea algo bastante gordo, por lo que se pone manos a la obra para desbaratar sus planes megalomaníacos.

El filme de Hamilton supone un gran avance dentro de la serie, siendo la representante más pura del espíritu del personaje. Su desarrollo es elegante, fluido y repleto de los clichés propios de la serie, pero con una sensibilidad especial y una puesta en escena notable. Para el recuerdo quedan momentos como la muerte áurea de Jill Masterson (Shirley Eaton), el sombrero cortacabezas de Oddjobs (Harold Sakata), o el láser que amenaza con partir en dos a un Bond mucho más peligroso, mujeriego y elegante que nunca.

Memorable es también el villano, Goldfinger, magníficamente interpretado por el alemán Gert Fröbe, convirtiéndose en el más conocido de los enemigos de Bond junto con Blofeld de SPECTRA. Ya sólo su nombre y apellido indica una influencia de los villanos de seriales televisivos y de cómics, y no en vano deja frases tan mitómanas como “¿Espera de mi que hable? No, Sr. Bond. ¡Yo espero de usted que muera!”.

La banda sonora, del siempre formidable John Barry, hace grandes honores al conocido tema principal. Viene acompañada, además, de la canción “Goldfinger” con la especial voz de Shirley Bassey, alcanzando tal éxito y popularidad que ha llegado hasta nuestros días.

Guy Hamilton legó al cine de espías su mayor representante, y a la historia del cine un icono para recordar. Memorable.
Richy
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