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España España · Madrid, Jaca
Críticas de jaly
Críticas 779
Críticas ordenadas por utilidad
7
1 de octubre de 2010
23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las siete nominaciones al Oscar que obtuvo en su día En un Lugar del Corazón, parecen hoy algo exagerado. El filme, sin ser desde luego una mala película, hoy parece algo anticuado y descuidado, y además su historia ya es de sobras conocida por otras muchas películas.

Pero situándola en su contexto histórico, es lógico que En un Lugar del Corazón impresionara en su momento. Por un lado, forma parte de una corriente de cine muy presente en los ochenta (El Color Púrpura, Tallo de Hierro, El Rey Pescador, Tomates Verdes Fritos), que miraba a las épocas de pobreza y depresión en un tiempo de boom económico y social como fue esa década. Por otro lado, su protagonista, Sally Field había ganado hace unos escasos cuatro años su primer Oscar (y repetiría por ésta) con Norma Rae y era una de las grandes estrellas del melodrama; y a su director Robert Benton, también le llovían los premios (Kramer vs. Kramer).

Por eso, aunque hoy su estética y su resolución estén muy vistas, y su guión se diluya en subtramas sin mucho sentido, En un Lugar del Corazón es una película correcta e incluso necesaria sobre el derrumbe emocional de una nación y una mujer, sobre la caída de una sociedad económica sustentada en el racismo y las nuevas formas de esclavitud de los años 30.

Como es evidente, su estrella, Sally Field, está fantástica. No sólo porque sea lo mejor de la película, y el papel de Madre Coraje, tan presente en su carrera, sea su favorito, sino porque su interpretación es realmente buena. Una mujer pequeña e indefensa, expuesta a la pérdida de todo lo que tiene, que se arma de valor por conservar todo lo que le importa: a su familia y su lugar en el mundo.
jaly
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9
25 de enero de 2010
23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una vez vista Nine, no me sorprende (tanto) el batacazo comercial, y en parte crítico, que se ha llevado la película. El tema central de la misma, el interior de un artista, su relación con el mundo, y la relación del mundo con él, puede que sea demasiado complejo para una sociedad de espectadores como la de hoy en día, en buena parte devaluada por la industria en vez de alimentada por el arte.

Por ello, como ocurre con otras cintas del mismo tema (como, por ejemplo, Muerte en Venecia), una importante parte proporcional de quienes vean Nine, no sepan ver más allá de su suntuosa factura de musical de lujo, y la encuentren una película desordenada, vacía.

Pero Nine es todo menos eso. Es cierto que no alcanza la perfección formal de Memorias de una Geisha; o la milimetrada agilidad de Chicago, las anteriores obras del realizador, pero la encuentro infinitamente más profunda.

Nine trata sobre las luces y sombras de una personalidad en estado de bloqueo. Las mujeres de la vida de Guido Contini simbolizan los triunfos y los fracasos de su propia esencia: en todas ellas hay tal arrojo de pasión, que lo amargo y lo dulce se dan la mano en cuanto a su relación con Guido. Por ello, la estructura de Nine es como hallarse en el interior de la cabeza de un creador de arte. Y por si eso no fuese suficiente, ese pulso creativo se encuentra en el aciago y angosto camino sin salida del vacío.

Ahí se encuentra lo realmente apasionante de Nine, en el ansia por crear y la dificultad para hacerlo, sin, por supuesto, desmerecer a un aspecto formal perfecto, capaz de transportarnos a la Italia de “La Dolce Vita”, a la era de oro del musical y al fascinante y complejo mundo del cine.

Y el reparto, afronta tal reto técnico (en cuanto al musical), y actoral (en cuanto a la historia que cuenta), con una profesionalidad que deja la boca abierta. Es cierto que alguno de los actores no cantan ni bailan a la altura de otros, pero cada uno de los 8 protagonistas aprovecha sus momentos en pantalla por todo lo alto. (Lo comento en Spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
jaly
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10
22 de junio de 2007
28 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los puentes de Madison, se merece, por derecho propio, un lugar en el limbo de las obras maestras de las historias de sentimientos, que más que películas acaban convirtiéndose en en referentes para todos aquellos que viven conforme a los intrincados caminos del amor, que sufren sus caprichos y gozan de sus únicas e incomparables bendiciones.
Comenzando por la pausada y epistolar narración de Eastwood, donde vuelve a demostrar pese a los muchos detractores que tenga, que su modo de filmar es único y excepcional. La pasión del director por sus personajes acaba creando un mundo único y sin embargo universal, en el que quedan enmarcadas las relaciones que se dan entre ellos, entre hermanos, entre padres y entre amantes. En ese sentido el uso del flashback y la elipsis, dos de los más clásicos recursos, lo confirman como un verdadero maestro. Por otro lado la naturalista plasmación tanto de su personaje como el de Streep, especialmente esta última, convierte sus interpretaciones en algo que va más allá de lo meramente cinematográfico. En este sentido hay que destacar a esta última en uno de los mejores papeles de su carrera, que domina lo cotidiano, convirtiéndolo en una fuente inagotable de matices, desde la manera de lavar los platos, mirarse en un espejo o mirar con curiosidad a ese intruso de su nueva vida. Y en lo ocasional nos ofrece una de las escenas más tensas, dolorosas, reales (gracias a un prodigioso guión) y conmovedoras del cine romántico: ese reencuentro a través de la lluvia, en dos coches que se separan... y como este hay tantos momentos como metraje: cada salida a "Los puentes de Madison", Francesca - Streep - disfrutando de su soledad, los bailes de Robert y Francesca, su viaje en coche, su desayuno...
Los puentes de Madison es asímismo uno de los dramas románticos más humanos y realistas que se han hecho, y es eso precisamente lo que le confiere un poder extraordinario. En esa realidad como base, se erige una historia de amor cuya pasión los hace construir una relación basada en lo que no se ha dicho, en lo que está por venir. La película habla de decisiones, habla de dos personas cuyos caminos se cruzan, cuyas vidas se alteran, pero cuyo destino debe continuar. Habla de la fidelidad y de la felicidad insular, de la posibilidad de escape y de las pruebas de amor que se nos imponen y nos llevan a vivir los momentos de mayor euforia y de mayor amargura. Habla del encuentro entre dos personas que se han unido, no pueden permanecer juntos y sin embargo acabarán por reunirse. Habla de la intimidad, de los espacios de regocijo solitario, y de aquellos que compartimos con quienes amamos. Y ante todo habla de la vida, de su curso, del cauce por el que nos movemos y el mar al que llegamos. Los puentes de Madison debe ser apreciada sobre todo por el respeto con el que aborda la dificultad de continuar una vez ha ocurrido, esa clase de certeza solo se presenta una vez en la vida...
jaly
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6
17 de mayo de 2007
26 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
El niño de Barro es una curiosa e intrigante muestra de cine de intriga, que parte de un punto de partrida interesante y difícil: A principios del pasado una serie de asesinatos asolaron la ciudad de Buenos Aires, pero el dato más escabroso no es el asesinato en sí, sino la crueldad con las que estaban ejecutados y el hecho de que todas las víctimas fuesen... niños.
La película esquiva con acierto la morbosidad a la hora de mostrar los crímenes y las víctimas, pero no escatima en violencia, lo que en ocasiones la hace algo difícil de ver sobre todo por la edad de las víctimas.
Si a alguien hay que agradecerle esa virtud es sin lugar a dudas a su director, que consigue hacer intrigante lo cotidiano y convertir la violecia en algo habitual. Además, en muchos de los planos demuestra que desde luego sabe como poner y mover la camara, gracias a bellísimas fotos fijas e Hipnóticos travellings o cambios de estilo de cámara (las escenas oníricas). Su labor es con diferencia lo mejor de una cinta desigual en algunos factores, ya que por ejemplo no consigue dotar de un desarrollo esencial a sus personajes, por lo que sus actos en ocasiones parecen forzados y sus decisiones poco creibles. Tampoco lo hace en la mezcla entre thriller histórico y sobrenatural, ya que ambas partes no parecen quedar bien enmarcadas. Sin embargo la atmósfera cláscia y sin embargo decadente del filme y sus excelentes intérpretes levantan el interés del filme de princio a fin.
Maribel Verdú resuelve con acierto un sufrido papel llevando de nuevo consigo el añadido del acento, los secundarios están todos más que correctos en sus papeles, pero destacan ante todo los dos jóvenes argentinos que ejercen de factor central de la función: Juan Ciancio como el protagonista, en una interpretación sensible y atromentada y Abel Ayala como ambiguo joven en un difícil papel resuelto de manera creíble y profesional.
jaly
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6
11 de noviembre de 2011
23 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
No podemos decir, honestamente, que Penny Marshall sea una maestra de la sutileza. En los tiempos en que se rodó Despertares, un par de películas suyas triunfaron también (Big y Ellas dan el Golpe), y eso provocó que alguien la pusiera al frente de esta cinta, una decisión errónea pero que se tradujo con un nuevo éxito de público y de crítica, que sin lugar a dudas sobrevaloró un poco Despertares .

Y puede decirse esto, además de por el desarrollo posterior de la carrera de su realizadora, porque el indudable interés de la historia real que cuenta nunca llega a convertirse en algo verdaderamente extraordinario cinematográficamente, cuando los hechos que tuvieron lugar fueron un verdadero hito en la historia de la medicina. El desarrollo de Despertares es, por una alarmante falta de riesgo típica de los melodramas hollywoodienses de los ochenta, plúmbeo, monótono y con cierta tendencia a la sensiblería.

Pero Despertares no es una mala película, ni mucho menos. Y eso es porque el guión cuenta, como decía, una historia que merece la pena ser contada, con una carga emotiva, científica y humana irreprochable. Y el autor es, nada más y nada menos, que Steven Zaillian (La lista de Shindler, Gangs of New York).

No obstante, si Despertares es recordada por algo, es por la labor de su pareja protagonista. Dos actores de método puro que en ese momento se encontraban en la cuesta de la ola de su carrera y que en Despertares son el verdadero motor de la historia. Robin Williams y Robert De Niro, crean, con una humanidad y una compasión que tira de espaldas, las dos caras del espejo de la aislación social. Dos hombres enfrentados a sus soledades por causas muy distintas, y unidos de por vida por el afán último de curarse, mutuamente, aunque ambos no lo sepan. Sus caracterizaciones, o creaciones, matizadas, sensibles y emocionantes, son dos ejemplos perfectos de la importancia, la potencia y la sabiduría que puede demostrar un actor que cree en su trabajo, y que lo hace para entretener, pero también con razones más elevadas, puras, e importantes.
jaly
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