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España España · Cinecittà
Críticas de Xavier Vidal
Críticas 640
Críticas ordenadas por utilidad
3
10 de septiembre de 2011
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Será que soy muy antiguo, pero realmente creo que El origen del planeta de los simios no es cine: es un entretenimiento que funciona más o menos, algo muy loable, no niego que necesario para la cartelera veraniega, pero 'esto' no es cine. Cine de verdad. En mayúsculas. Otra cosa son imágenes ensambladas por arte del montaje y el 3D. Porque en el film importan más los efectillos especiales que la historia: ya resultaba sospechoso que dos actores tan deficientes como James Franco y Freida Pinto se dejasen engatusar por semejante idiotez. En resumen: sólo se necesita media hora para desterrar todas las buenas críticas que ha recabado la película.

Ni me afecta ni me emociona. Veo imágenes pasar ante mis ojos; eso sí: aceleradas, atropelladas, con enormes vacíos argumentales. ¿Este es el futuro del cine de entretenimiento por culpa del dichoso 3D? Un film que tiene todos los ingredientes para que no me agrade ni un ápice: está James Franco, cuya cara retrotrae inevitablemente al bochorno de la gala de los Oscar; hay animales, seres que sólo me gustan en casa del vecino; es cine de acción, género por el que no me desvivo; y tiene ese tufillo de precuela, reabertura de saga, a fin de cuentas producto manufacturado previo crédito bancario que nunca pude soportar. A estos monos nadie les niega su revolución, incluso hay alguna escena con gancho, pero lo que se dice evolucionar, genéticamente o en términos estrictamente cinematográficos, nada de nada. ¿Para qué recurrir al origen, aún menos a la parodia burtoniana, teniendo el original?

Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities
Xavier Vidal
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3
17 de abril de 2011
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
De tal palo tal astilla. De casta le viene al galgo. En casa del herrero, por una vez, cuchillo de hierro. Jonás Trueba lleva el cine en la sangre y ya nos había sorprendido con el guión de la bastante solvente Vete de mí. Pero con Todas las canciones hablan de mí, título largo y egocéntrico, nos ha matado. La historia es muy básica: un chico que se cree melancólico y enamoradizo escribe poemas, habla con sus amigos y recuerda a una antigua novia. Señores, se acabó el argumento. No sucede nada más. Todo está contado de modo lento y engolado, como si un Woody Allen treinteañero sustituyese Nueva York por Madrid o como si al cine francés con tendencia al diálogo le hubiesen dejado las palabras pero vaciado cualquier tipo de contenido. Incluso cuando la película se desmelena un poco y encadena alguna frase con sentido (¿tanta clase de morfosintaxis para qué?) al pequeño Trueba se le nota la arrogancia de una rata de biblioteca, de un mono de filmoteca.

¿Cómo puede contarse una historia sobre el amor si todo carece de ritmo, pasión por lo que se está filmando? No me creo nada, y menos si el encargado de transmitir un sentimiento tan noble es Oriol Vila, uno de los actores locales con las expresiones de pasmarote más sosas. Conclusión: el talento no se hereda, si acaso la inquietud por crear. Que este muermazo de película haya estado nominado al Goya a la mejor realización novel da vergüenza. El apellido tenía que servir para algo, ¿no? Hay gravedad donde tendría que haber espontaneidad. Lo que se dice apuntar al blanco y disparar al aire.

Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities http://cachecine.blogspot.com
Xavier Vidal
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6
29 de septiembre de 2013
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mientras Chávez está agonizando, en la televisión venezolana emiten ritos de sanación dedicados al caudillo y programas de belleza para adormilar a la población. Una realidad mediática, surrealista y circense que choca con la pobreza que se observa en las calles. En ese mundo de contradicciones, Junior, el protagonista de Pelo malo, observa con la inocencia de la niñez un entorno que es difícil de entender. Su único objetivo es alisarse el pelo para parecerse a un cantante y poder hacerse una foto para el colegio, pero esa anécdota, que en otros niños, en otros contextos y en otros países sería una simple chiquillada, alcanza gracias a la directora Mariana Rondón la entidad de una gran metáfora, de una enorme lucha. El pelo malo del título, en definitiva, es un símbolo de rebeldía en un lugar donde se impone la ley del azote y del silencio. Rondón hubiera podido retratar la Venezuela de los últimos años mediante otros personajes, pero al ceñirse a un ambiente infantil la película gana enteros como festiva exploración de los sueños y a la vez como tristísima explicación de cómo funcionan los mecanismos sociales que imponen el miedo y erradican la diferencia.

Todo lo dicho sirve para calibrar qué tipo de película es Pelo Malo y por qué el jurado presidido por Todd Haynes le otorgó la Concha de oro este año. Estamos ante un film hacia el que es muy fácil sentir cierta simpatía porque todo está contado con delicadeza y elegancia. Con todo, Pelo Malo, más allá de su discurso, no acaba de atinar a la hora de concretar sus ideas en sólidas tramas argumentales. Si bien se entiende el ambiente de represión, no resulta tan armónico que ello se exprese mediante una disputa familiar y una ambigüedad sexual del niño protagonista que en lugar de sumar resta solidez al conjunto. Pelo Malo, recapitulando, acaba teniendo mejores intenciones que resultados, aunque su visionado propone interesantes reflexiones de carácter local y universal. Una película con imperfecciones, y aún así dotada de sinceridad y notable frescura. Este año el Festival de San Sebastián ha premiado al film que más necesitaba el galardón, tanto para su distribución como para la difusión de su noble discurso, no al que más lo merecía. Pero hay que ser justos: Pelo Malo dista de ser una mala película.

@Xavicinoscar, Cinoscar & Rarities
Xavier Vidal
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El ilusionista
Francia2010
7,3
10.865
Animación
8
30 de abril de 2011
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El ilusionista es una elegía casi muda, una cinta súmamente tierna, rica en gestos y matices; el devenir errante e indeciso de unos seres perdidos, a su manera marginales, en unas ciudades extrañas. Ello se suma a otra película de interés: el filmar de lo que se respira entre bambalinas y una reflexión de cómo la sociedad industrial de las grandes urbes fue cambiando a mitades del S. XX, tras las dos grandes guerras, sus gustos en pos de música rock (ergo 'el fenómeno fan') u otros divertimentos (esas televisiones que se ven en todos los escaparates de la ciudad).

Con la figura del mago entrado en años, Chomet reivindica lo antiguo, que no anacrónico, y brinda una pieza de arte que se nutre del propio Tati (referencia directísima a la colosal Mi tío) y del estilo personalísimo del propio director. El ilusionista es una historia íntima, muy personal, un auténtico prodigio aderezado con gotas de comedia ligera y drama existencial. No cuesta demasiado entender la batalla que se fragua dentro de ese ilusionista de expresión lacónica, siempre callado, confundido por el idioma y aturdido por los tiempos modernos. Humanidad y austeridad bien coreografiadas, aunque, como reza la nota final, 'los magos no existan'. Apunta a clásico.

Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities http://cachecine.blogspot.com
Xavier Vidal
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8
3 de junio de 2011
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Por qué la mosquitera? La mosquitera, dentro de la lógica de la película (que, por lo demás, es una cinta dominada por la sinrazón), puede tener dos significados. La primera, que la mosquitera sea esa red que se convierte en escudo o barrera, que nos separa de la realidad y que acaba afectando a nuestra rutina, reducida a un micromundo que en la cinta es también el espacio del desasosiego, la incomprensión, la sorpresa. Y como sus personajes vienen y van como una especie de naturaleza muerta, siluetas amorfas y mórvidas que navegan (y moralmente naufragan) en aguas estancadas, también es posible una doble lectura, y que la mosquitera sea ese filtro, esa capacidad de retener ciertos instintos primarios y convertir al ser humano en un individuo activo y racional, diferente a perros y gatos, algo que no ocurre con los personajes de la película. La mosquitera también habla de los límites y los deseos, pero sobre todo de los mecanismos que llevan a una familia más o menos pudiente a perder cualquier noción del tiempo y del juicio, como si la sociedad moderna sólo supiera crear monstruos incapaces de querer pero muy capaces de herir.

La mosquitera es la radiografía tarada de una familia que se derrumba, y sobre el papel una película suicida, llena de planos interiores y diálogos turbios. Tanta excentricidad y tantas ganas por describir los lazos afectivos y las relaciones de poder, así como un estilo cortante, con más interrogantes que respuestas, comedia oscurísima en sus situaciones más absurdas y una tragedia griega ante todo, convierten La mosquitera no sólo en la película española más radical del 2010, sino en una suerte de Canino local que logra desconcertar hasta el más resabiondo.

Retazos de decadencia y desapego, imágenes de tristeza, depresión, soledad e incomprensión. Una película provocadora, ligeramente ácida, siempre negrísima. Una metáfora del monstruo que todos llevamos dentro y que no parece contar con referentes cinematográficos españoles, algo que la convierte en una película pequeña de marcado acento europeo, carne de festival y centro tanto de las alabanzas como del azote de cierto sector crítico.

Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities http://cachecine.blogspot.com
Xavier Vidal
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