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Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3.333
Críticas ordenadas por utilidad
7
17 de febrero de 2014
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Cuántos hombres han adquirido su poder y su riqueza a costa de arrebatarles sus pertenencias a los demás... dejando en la ruina a familias enteras... asesinando a seres inocentes… y mintiendo, aquí y allá, constantemente, para poder justificar lo que ahora tienen! ¿Serán acaso ahora, más felices? ¿Será que consiguen tener un sueño tranquilo, sin pesadillas que atormenten, noche a noche, su limitada conciencia? ¿O acaso tendrán que tomar, cada tres horas, algún tranquilizante, y dormir con una radio o un televisor encendido donde haya voces que les ayuden a espantar los fantasmas que acechan incesantemente?

No resulta fácil odiar a esta clase de hombres, ni desearles más castigo del que ellos mismos se labran... ¡a menos que se haya sido una víctima directa de sus infames acciones! A la luz de la holística, los hombres han carecido de afecto y/o de un ejemplo digno, y muy probablemente, fueron subestimados y maltratados, física y psicológicamente, por sus progenitores o por las personas que les tuvieron a cargo.... y esto, en vez de trascenderlo y rechazarlo, lo repiten torpemente con sus hijos, y así, de generación en de-generación, se va gestando una casta de verdugos que sembrarán dolor y despojos cada medio siglo.

Joe Sutton, es de esta calaña. A punto de que, el gobierno estadounidense, comience a hacer registro de las tierras que les fueron dadas a los colonos que se asentaron en ellas, él quiere asegurarse de que 50 millas de un magnífico valle, le pertenezcan a él solito… y está dispuesto a sacar a quien sea y matar a quien se le oponga con tal de salirse con la suya. Ese es su delirio de grandeza.

Pero, llega el día en que su hijo, Jack, y sus pistoleros a sueldo, cometen el error de matar a un colono, dejando vivo a su hermano… porque va a ser, Trace Jordan (Tab Hunter) -un joven con ímpetu de venganza, invencible perseverancia y agudeza de ingenio-, quien, aliado con la valiente María Cristina (Natalie Wood), una joven mestiza (madre mexicana y padre yanqui) que también vio morir a su padre a manos de los Sutton, quienes, paradójicamente, van a poner a peligrar su sueño.

<<COLINAS ARDIENTES>>, es la adaptación cinematográfica, encargada a Irving Wallace, de una de las muchas novelas que escribiera, Louis L’Amour (seudónimo de Louis Dearborn LaMoore, 1908-1988), uno de los más exitosos autores de historias western que haya tenido el cine hollywoodense, pues, a la fecha 2010, se dice que vendió 320 millones de copias de sus obras. A, L’Amour, también lo conocemos por “Hondo”, “Four Guns to the Border”, “East of Sumatra” y otras tantas historias.

Fue, Stuart Heisler, el encargado de realizar este western ideológicamente correcto, donde las cosas y los personajes lucen bien puestos en su justo lugar; donde no hay héroes inmaculados ni todopoderosos; tampoco indios malísimos, ni pistoleros de los que nunca fallan, sino que veremos a un puñado de seres comunes que, con empeño, pretenden que la justicia llegue por fin a donde hace rato que no llega.

La trama consigue atraparnos porque es fácil identificarse con sus protagonistas; podemos entender su miedo y su arrojo, porque los vemos muy cercanos a lo que, nosotros mismos, somos; y algunos, sobre todo los latinoamericanos, podemos sentir que lo que allí sucede, no está muy lejos de cosas que ¡más de un siglo después!, siguen ocurriendo a diario en algunos de nuestros países.

¡¿Cuándo será por fin que, el hombre entienda, que la lucha no es contra los demás sino contra uno mismo?!

Título para Latinoamérica: <<COLINAS DE FUEGO>>
Luis Guillermo Cardona
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10
13 de enero de 2014
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El llamado, Síndrome de China, es, al parecer, una inexacta teoría según la cual, si el material fundido de un reactor nuclear norteamericano se fugara de las barreras que lo contienen y consiguiera expandirse, podría llegar a atravesar la corteza de la tierra y alcanzar las antípodas de los Estados Unidos asociadas a China. Esto, se afirma ahora, sería imposible porque sin propulsión alguna, el material nuclear no podría hacer su recorrido en contra de la gravedad. Puede ser una exageración, pero Chernobyl ya ha demostrado que los daños de un derrame nuclear son atroces e incalculables.

Sin duda más exagerado –y además mentiroso- es lo que nos han dicho siempre de las plantas nucleares, sosteniendo que todo se tiene bajo absoluto control, pues “están diseñadas contra toda posibilidad de un accidente”. Lo ocurrido en la planta de la Kerr-McGee de Oklahoma en 1974, que le costaría la vida a la trabajadora denunciante Karen Silkwood; y el grave accidente de Browns Ferrys, Alabama, en 1975 -incidentes en los que se ha basado la película-son pruebas fehacientes de que la humanidad está en grave peligro, cada día, por cuenta de la energía nuclear.

Y miren lo curioso: Como si todo el mundo se hubiera ya olvidado de aquellos graves hechos, cuando se estrenó el excelente filme de James Bridges, <<EL SÍNDROME DE CHINA>>, los ejecutivos de las plantas nucleares salieron lanza en ristre contra su exhibición, arguyendo que era “pura ficción” … y pasados ¡tan solo 12 días desde su estreno en los Estados Unidos de Norteamérica!… el 28 de marzo de 1979, ¡ocurre otro delicado accidente en la planta de Three Mile Island, en Dauphin, Minnesota!

Fue como si la Providencia estuviera de lado de Bridges, pues, esto disparó las alertas… y, el filme se convirtió en un éxito de taquilla que animó grandes movilizaciones y toda suerte de exigencias por parte de la comunidad estadounidense… y digámoslo ya: lo que ha realizado, James Bridges, es un thriller ejemplar, brillantemente escrito, y estupendamente actuado (Jack Lemmon y Jane Fonda, son magníficos); y los secundarios, Richard Herd (como el presidente del concejo, McCormack) y Wilford Brimley (el viejo amigo y compañero, Ted Spindler), sostienen sólidamente la estructura; y para acabar de redondear esta brillante película, también en su realización la buena fortuna jugó un papel importante, cuando Bridges y Douglas (también productor) acordaron rechazar la partitura musical que, Michael Small, escribiera para el filme, y entonces decidieron que solamente se oiría la música que saliera del bar, de los radios de los coches o de las imágenes de televisión. Esto hizo que la tensión y el suspenso del filme, se sustentara plenamente en los hechos y en las interpretaciones, alcanzando unos niveles magníficos sin necesidad de servirse de las habituales trampas instrumentales.

En lo argumental, en lo técnico, en lo actoral, en la sensibilización, y en su alegato político (magnífica denuncia de la relación medios-poder), esta es una película redonda.

Título para Latinoamérica: <<SÍNDROME DE CHINA>>
Luis Guillermo Cardona
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9
23 de diciembre de 2013
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El éxito que significaran “Quarteto”, “Trio” y “Encore”, deliciosas adaptaciones de cuentos del célebre escritor W. Somerset Maugham, animó, cuatro años más tarde, a otros directores ingleses a realizar algo por el estilo, pero esta vez con cuentos de diferentes autores, siendo solo el tercero (“Lord Mountdrago”) de la autoría de Maugham. Los otros dos son de Roderick Wilkinson (“In the picture”) y de Brett Halliday (“You killed Elizabeth”). Y los tres cuentos fueron reunidos con el título “3 CASOS DE ASESINATO”.

“IN THE PICTURE” fue dirigido por Wendy Toye (1917-2010) una prestigiosa exbailarina considerada niña prodigio y quien hizo cinco películas más, algo para la tv y unos cuantos cortos que me gustaría ver, no solo porque vienen, en parte, muy bien recomendados, sino porque me dejó bastante satisfecho con su participación en este cuento que resulta original por donde se le mire.

Se trata aquí de un cuadro muy particular que se encuentra en un museo, y cuyo cristal cada tanto aparece roto, sin que las autoridades del recinto logren explicar que es lo que sucede, como tampoco han podido saber a donde han ido a parar una serie de cuadros y esculturas que han estado desapareciendo. Lo que sigue, hay que verlo, porque resulta mágico, poético y de una inventiva sorprendente. *********

“YOU KILLED ELIZABETH” del cual se encargó David Eady (1924-2009) alude a un triángulo amoroso en el cual un hombre le quita la novia a su mejor amigo, y con muy buenas interpretaciones de John Gregson, Emrys Jones y Elizabeth Sellars, veremos como éste hombre se las ingeniará para cobrar venganza por lo que su novia y su socio-amigo le han hecho.

El corto sorprende un tanto menos, y quizás es también el de menor solvencia en sus aspectos técnicos, pero el par de socios resultan bastante singulares. *******

“LORD MOUNTDRAGO” (apellido que podría traducirse como dragón del monte y que se pronuncia en inglés maundrego. No dreigo ni draigo) fue dirigido por George More O’Ferrall (1907-1982) y es un magnífico relato de fuerte carga psicológica, sobre la obsesión de un político con un hombre al que, en algún momento, le arruinó su carrera. Con fuertes interpretaciones de Orson Welles y de Alan Badel (a quien veremos en los tres segmentos), la historia está brillantemente contada y deja muy bien ilustrados los especiales poderes de la mente.

Lo hemos dicho ya en otras ocasiones: No hay peor castigo que el que trae cada día una conciencia atormentada… y aquí, esto vuelve a corroborarse. **********
Luis Guillermo Cardona
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10
11 de diciembre de 2013
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
“The milk train doesn’t stop here anymore” (El tren lechero ya no se detendrá más aquí) fue una obra escrita por Tennessee Williams en 1963, y entre los que la pusieron en escena, se encuentran los renombrados directores Tony Richardson y Michael Wilson, quienes la tenían en alta estima. Pero, parece ser que al igual que la película que, con guión del mismo Williams, dirigiera Joseph Losey (titulándola "Boom!"), a los críticos no les agradó mucho y ambas recibieron más palos que flores en tierra inglesa y norteamericana.

¿Razones? Me da la impresión de que la obra, y por supuesto la película, pone a mucha gente frente a un triste y frustrante espejo… y a nadie le agrada que desnuden sus miserias cuando solo ha ido a entretenerse. Y otra razón, es la ya sabida de que, al común de la gente, no le gusta el lenguaje cargado de alegorías y sutilezas que impliquen un gran esfuerzo de comprensión por su parte.

Y es precisamente en estos dos aspectos, donde se centra la gran valía de esta obra que es toda una delicia en sus diálogos y donde el sentido de la vida queda tan bien plasmado, que mucha gente sentirá, quizás, unas cuantas punzadas que le dolerán por un largo rato. Y para complementar la riqueza inherente a sus profundas ideas, el director ha puesto a sus personajes en un set que me recuerda al de “El león en invierno”, donde cada objeto, cada pared y cada estructura, complementan perfecta y delicadamente lo que va ocurriendo entre los personajes.

Esa suntuosa isla convertida en jaula; ese lujo de vajillas donde se deniega una tostada con mantequilla; esa abundancia de joyas y de cristales donde tan solo hay soledad; esa arrogancia ante la vida donde solo hay miedo y afanes de apariencia, deja muy bien sentado el vacío existencial que suele cubrirse con ostentaciones.

“Sissy” Goforth (el nombre bien podría aludir a la categoría de reina) es la clase de ser que lo tiene “todo”… pero nada de lo que tiene le merece ese mínimo de afecto por el cual estaría dispuesta a unos cuantos sacrificios. Su incapacidad de dar hace que su vida luzca ahora como un enorme desperdicio, y es quizás por esto que llega “L’angelo de la morte” (El ángel de la muerte) encarnado en Christopher Flanders, un singular poeta de un solo libro, quien le ha tomado la palabra de visitarla la única vez que había hablado con ella. Y entre ellos estará “El brujo de Capri”, una suerte de barón que resulta muy bien informado y sabe a qué apunta aquella particular visita, y la joven Blackie, la secretaria contratada para escribir las memorias de la “reina”.

La película emana una magia indescriptible, y para quien sea capaz de entregarse sin restricciones a la búsqueda de significados, los encontrará por doquier en las ropas (bata negra de samurai, vestido transparente, gorro colmado de piedras preciosas…), en las estancias (sombrías, apagadas…) y en cada uno de los objetos que llegan a manos de los personajes (el libro de poesía, citófonos, la espada, los papeles en blanco…) o que se ponen a nuestra vista (el abismo que lleva al mar, la comida que nunca se consume... y hasta la chica que descubre cada una de las mentiras), y en conjunto, “LA MUJER MALDITA” es a plenitud una suerte de tesoro por descubrir. Terminé con ganas de volver a verla.

Y en las actuaciones, Elizabeth Taylor, Richard Burton, Noël Coward y Joanna Shimkus, avalando cada uno lo suyo con irreverente precisión.

Título para Latinoamérica: “EL ÁNGEL DE LA MUERTE”
Luis Guillermo Cardona
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9
16 de julio de 2013
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La joven nicaragüense, Carla Delgado, ha decidido quedarse en Glasgow, Escocia, luego de que, con su grupo de bailarines viajara hasta allí en busca de dinero para la causa sandinista, pues, su país, en ese año 1987, todavía sigue en una cruenta guerra ya que, Estados Unidos de Norteamérica, no se muestra dispuesto a permitir que un gobierno socialista se les asiente en América Central. Por largos años, los estadounidenses sostuvieron y protegieron a la brutal dictadura de Anastasio Somoza, y ahora, la CIA financia y organiza la guerra sucia de los Contra, para que derroquen del poder al gobierno sandinista que está en manos del presidente, Daniel Ortega.

En Glasgow, Carla conocerá a George Lennox, un conductor de autobús que se obsesiona con la intención de ayudarla, y será él quien, al verla traumatizada y con fuertes impulsos suicidas, termine animándola a que vayan juntos a Nicaragua para que ella pueda enfrentar la realidad y quizás logre reencontrarse con aquellos seres a quienes tanto ama.

<<LA CANCIÓN DE CARLA>>, es otro plausible título en la filmografía del director, Ken Loach. Como historia, es importante por su eficiente recuento de uno de los episodios más deplorables del pasado latinoamericano; recrea un sensible drama donde la solidaridad y el compromiso brotan de seres sencillos sin más poder que su espíritu de unión, su buena voluntad y su corazón enorme; y nos da cuenta de cómo el imperialismo se sostiene con la fórmula del arrasamiento y patrocinando la infamia y la crueldad contra la gente del pueblo.

Comienza, aquí, una nueva y notable sinergia. Esta vez, entre el director, Ken Loach, y el guionista escocés, Paul Laverty, quien se convertirá en la fuente literaria de casi todos sus filmes posteriores.
Abogado y comprometido defensor de los derechos humanos (tres años en Nicaragua, y otros más en El Salvador y Guatemala), Laverty será “representado” en la película con el personaje de Bradley que se le encargó a Scott Glenn, pero, quedé con la impresión de que su rostro se asemeja más al de Robert Carlyle, quien lleva el mayor peso del filme con impagable carisma, como el conductor rebelde dispuesto a dejarlo todo atrás para salvar la vida de la sufrida muchacha de la que se ha enamorado.

A, Carla, la representa, Oyanka Cabezas, una legítima hija de Nicaragua, diseñadora de vestuario que tiene aquí su primer y único filme como protagonista, y cuyo rol logra conmovernos con su traumática existencia, dejando bien presente el inconmensurable sufrimiento que causan a la humanidad los usurpadores del poder.

<<LA CANCIÓN DE CARLA>>, reafirma a, Ken Loach, como un director comprometido con la historia y con la causa de los oprimidos. Es cine testimonial de primera línea.
Luis Guillermo Cardona
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