Bien, no sólo es que el argumento de "Gordo mentiroso" sea inconcebible sino que tiene muy poca gracia. Se suceden caídas, gestos y muecas, baños de pintura azul, tretas y demás pero ni con esas consiguen levantar un espectáculo demasiado pensado para niños que están entrando en la adolescencia. Supuestamente hay una condena de la mentira pero al mismo tiempo hay cierta defensa del descaro, la desfachatez y el engaño. Incluso nos cae bien el petulante director Marty Wolf (Paul Giamatti), que aunque es despótico, grosero e hiriente, no deja de confiar en su equipo, que le paga con una vil puñalada trapera en tropel. Pobrecito.

Como habréis intuido el verdadero motivo para ver esta obra es que sale la sin par bella Alexandra Breckenridge, aunque eso de salir es relativo porque tan sólo tiene una escena de unos 44 segundos de duración, de los que sólo sale en pantalla en unos diez. Luego al final se la ve de extra en un cine. O sea, no nos queda ni su presencia como consuelo. Eso sí, hay más caras famosas, como la de Jaleel White, el famoso Steve Urkel de "Cosas de Casa" (1989-1998), sin contar con los protagonistas, Amanda Bynes, que coincide con Alexandra en "Ella es el chico" (2006), o la de Frankie Muniz, que qué hermanita que le han puesto aquí.

Fusión de varios cuentos, Cenicienta, Caperucita Roja. Rapunzel (éste nunca encuentra su verdadero sitio en el relato) y Jack y las Habichuelas Mágicas, en una nueva historia. Primer inconveniente: que se trata de un musical, género como norma cargante. Aquí encima "Into the Woods" se destaca por la cantidad enorme de números y porque ninguna canción te llama la atención. Uno acaba agotado con tanto gorgorito. No en vano, se trata de la adaptación cinematográfica del musical homónimo de Broadway. Segundo, que el casting es delictivo. Ya de entrada aventuré que Emily Blunt no podría hacer de ningún personaje de cuento, ni siquiera de bruja, porque es demasiado atractiva para ello, estas son las nuevas ideas que rondan en Holywood y en otros lares. Pero es que encima nos colocan una Caperucita Roja y sobre todo, una Cenicienta sin ningún tipo de encanto. Alguien debería haber avisado de que Cenicienta era guapa y Anna Kendrick no lo es.

Con estas mimbres tenemos casi dos películas en una. En la primera mitad, pues tiene su gracia, sobre todo gracias a la presencia de la Panadera, es decir Emily Blunt, que dota de encanto a su personaje. Ahora bien, pasada la hora llegamos al asesinato de esta "convencional" primera mitad. Es lo nuevo, bueno lleva años ya, de Disney, cargarse el cuento tradicional, sus valores, enseñanzas e ilusiones, en mor del feminismo más desatado, en el que todos los tópicos progres vuelven a aparecer. Pero aquí incluso dan un nuevo paso: ahora es el hombre el que tiene que "emanciparse" de las mujeres digamos que tradicionales, de esas que por ejemplo, sueñan con un príncipe o quieren ser madres. De esta forma vuelve a destaparse que la principal víctima del feminismo son las mujeres que no se pliegan a su filosofía. Así que si la primera mitad podría llevarse un cuatro de nota, la segunda no debería pasar de un dos. En total, un tres de media y gracias.

Trayecto: Los Ángeles-Chicago. Duración del viaje: 113 minutos. Pasajeros principales: Gene Wilder, Richard Pryor, Jill Clayburgh, Patrick McGoohan y Ned Beatty. Género: De todo un poco. Hecha la broma, efectivamente los trenes tienen mucho glamur aunque ya a mediados de los 70 eran una segunda o tercera opción frente al avión. De todos modos, lo prefiero respecto a cualquier otro medio para recorrer el mundo, aunque Tolstoi dijera aquello de que el tren es para viajar lo mismo que la prostituta para el amor. Se ve que el escritor ruso sólo admitía ir a pie, carro o a caballo de un sitio para otro.

Dicho lo cual está claro que va a pasar algo en el expreso. Por un lado, romance por el otro... no, no lo digo pero algo malo que pondrá en riesgo la vida de los protagonistas. La trama no es que no sea muy apasionante pero sí tiene cierta intriga aunque a mi parecer se abusa del recurso de "bajar" del tren. En una de estas salidas es cuando aparece el personaje de Richard Pryor, que aunque tiene un papel tirando a secundario, es de lo más recordado. De hecho, esta fue la primera colaboración de este dúo cómico formado por Gene Wilder y Pryor, con sólo cuatro películas juntos. En resumen, se deja ver.

Primera película de los hermanos Groucho y compañía, del 1929, inspirada en el musical homónimo de Broadway de George S. Kaufman, interpretado por los mismos hermanos Marx. Sabiendo esto no es de extrañar que buena parte de la media hora que dura la película la ocupen diversas canciones y danzas, lo cual en efecto ralentiza el ritmo y hasta llega a hacerse un pelín pesado. Yo de todas estas actuaciones destacaría la primera, con las chicas botones del hotel, que trabajar, trabajan poco pero, además de llevar un uniforme muy mono, hacen un número de baile sencillo pero original.

La película, pues no es muy buena. De acuerdo, hay algunos diálogos, réplicas y ocurrencias graciosas sueltas por aquí y por allá, pero sin mucha convicción, dentro de una trama muy vista, además de irrelevante, aunque en su defensa como ésta fue la primera la culpa sería de las siguientes que la acabarían copiando. Como mejor secuencia señalaría la de la explicación de las parcelas, plano en mano, más su posterior venta en subasta, que me veía venir lo que iba a pasar. En fin, risas no muchas pero glamur sí que hay. Observad el vestuario o como van las chicas a la playa, con zapatos de tacón.

Con ésta doy por concluida la trilogía del ruiseñor, que comienza con "El pequeño ruiseñor" (1956), acaba con "El ruiseñor de las cumbres" (1958) y entremedias cuenta con "Saeta del ruiseñor (1957), todas ellas a cargo de Joselito como voz cantante y Antonio del Amo en la dirección. De todos modos, la pareja volverá a coincidir en unas cuentas películas más, "Escucha mi canción" (1959), "Los dos golfillos" (1960), "El pequeño coronel" (1960), "Bello recuerdo" (1961) o "El secreto de Tomy" (1963), aunque me temo que las más famosas son precisamente las de su tripleta inicial de los ruiseñores.

De todos modos, ninguna de las tres es gran cosa, al no ser que seamos unos fans totales de Joselito y su arte, que sí, tenía muy buena voz pero entre que no lo entiendo bien y la canción castiza no es que me apasione, pues me deja más frío que caliente. Creo que la mejor es la primera, "El pequeño ruiseñor", precisamente porque tiene una mejor historia, que es lo que se hecha en falta en las otras o en esta misma, que peca de excesivamente simplista o buenista o las dos cosas. Por no hablar del tiempo que pierden con las festividades populares. Por lo menos, la niña ciega desprende ternura.