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España España · Shangri-la. Andalucía
Críticas de Maggie Smee
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Críticas 376
Críticas ordenadas por utilidad
5
7 de marzo de 2020
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que más me llama la atención de “Lo mejor está por llegar”, producida, escrita y dirigida a la limón por Alexandre de La Patellière y Matthieu Delaporte, es su habilidad narrativa. A nivel de guión, esta comedia dramática, a raíz de una anécdota algo forzada, monta todo un entramado, que se va sazonando con otras subtramas para aderezar lo que sería un simplismo imposible de sustentar. En la dirección hace que, sobre todo, los reyes de la función que son el dúo protagonista masculino, se sientan como en casa, rozando el límite de lo que es la cara dura con la naturalidad. Y lo afirmo sin acritud, ya que era la única manera de que el conjunto brillara, porque de otra manera hubiera quedado como un trabajo actoral tan aburrido como pretencioso.

De la Patellière y Delaporte, hace varios años, consiguieron un sonado éxito con “El nombre”, que para mí estaba más lograda, e incluso fue llevada al teatro en España, ya que era un guion muy interesante y abiertamente más comedia que en este caso. La pretensión de “Lo mejor está por llegar” es que han querido jugar con el dramatismo y la comedia, como hacían los grandes del cine americano, y aunque parezca que logra su objetivo entre el público menos exigente, o más comercial, (en Francia ha funcionado muy bien), también ha sido un intento válido de que Patrick Bruel, actor querido en Francia y asiduo a comedias rentables pero no muy notables, dé el paso como actor también dramático, ampliando el registro al que estamos acostumbrados a verle, como sí le ocurre a su compañero, Luchini, al que podemos ver en todo tipo de registros.

En un segundo plano, juega en su contra aunque el espectador medio no sea consciente, que parece que la sombra de la película “Intocable”, también dirigida y escrita por dos: Nakache y Toledano, es alargada, y esta pareja protagonista a veces nos recuerda el tono empleado, aunque sea menos irritante, al menos para mí, ya que “Intocable” en su aspecto ético me parece más intolerable.

Es cine comercial bien facturado, con buenos momentos. Es un cine de evasión, con alguna que otra buena intención. No me incomoda ni me resulta un latazo, por ello me parecería injusto desaconsejarla aunque no me parezca nada del otro mundo. A los pocos espectadores que acudieron a verla parece que les hizo efecto y participaron de ella yo diría que hasta con entusiasmo. Luchini y por supuesto Bruel hacen un trabajo muy lucido, dejando la faceta más cerebral y contenida a sus compañeras de reparto, encabezada por una atractiva Zineb Triki y seguida por Pascalle Arbillot. Ahora brevemente en el espacio del spoiler termino.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Maggie Smee
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3
5 de noviembre de 2016
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me ha gustado esta nueva película de Kirill Serebrennikov, aún sin título oficial en español, “The Student”. Y eso que es la típica producción arropada y astutamente promocionada, con amplio recorrido a través de festivales internacionales, sean Cannes, Chicago, Londres, Sevilla o Karlovy Vary entre otros, donde se está ganando su prestigio a través de la crítica. Serebrennikov, con trabajos realizados como actor, guionista o dirigiendo para la televisión, cuenta también con largometrajes como director, que, salvo error, ronda la media docena, y que prácticamente son desconocidos por estas latitudes. Parece que, al fin, ha dado el salto definitivo a la “fama” con este film, que se va a exhibir en casi toda Europa y en otros continentes. Todo un mérito más que programado, no hay nada casual en todo este proceso.
El cine actual ruso, tras etapas de gloria, vive, salvo excepciones, en el más profundo anonimato. Puede que se intente por todos los medios revitalizarlo, medios tienen más que de sobra, e insisto en que ignoro los anteriores trabajos de Serebrennikov, pero mal asunto si tenemos depositadas serias esperanzas al menos en este film que me ha sonado a desfasado y pretencioso. Si hubiese sido rodado a mediados de la década de los sesenta o primeros años de los setenta, para un posterior debate en un colegio católico, igual hubiera resultado interesante, posiblemente más el debate que la película, pero en serio, a estas alturas, en pleno siglo XXI, me da la sensación de que llega tarde, su olor a naftalina impregna todo el metraje, aunque cuente con una vistosa factura técnica.
En resumidas, un estudiante preuniversitario tiene problemas personales con su madre, que es separada. Constantemente cita pasajes de la Biblia, porque padece una supuesta crisis u obsesión religiosa y se niega a recibir clases de natación, porque le parece inmoral mezclar chicos y chicas en bikini. En otras materias desconocemos si tiene algún problema, no se nos cuenta, pero en la clase de biología discute con su profesora, sobre todo por el tema de la evolución humana. Evitamos contar más y el spoiler. Lo que podía sonar a parodia algo irreverente cercana al cine italiano, se va tomando en serio a sí misma, repitiéndose hasta la saciedad y sin progresión alguna en sus personajes. Además, siempre vemos algún rótulo en pantalla que nos indica qué fuente o apóstol fue el que escribió la parábola aludida, como si se tratara de un ejercicio de documentación profunda.
Su dirección es correcta, pero sin objetivo. Lo peor es su guión, que además de mezclar conceptos peligrosos me resulta reaccionario. ¿Qué postura se defiende? ¿Se intenta dejar que elija el espectador con unos hechos tan obtusos y unos personajes anclados en el limbo? Y para colmo con un final que concluye todo sin haber contado nada, con un toque pretendido para provocar una reflexión, sobre todo ante la actitud de, por ejemplo, la profesora, que suena más a canción protesta pasada de rosca que a cine con cierta seriedad.
Eso sí, al menos el reparto, tanto jóvenes como maduros, en especial su protagonista en el papel de Veniamin, Pyotr Skvortsov, por aprenderse esos monólogos imposibles y darle credibilidad, defienden sus personajes. Pero todo, insistimos, es lo mismo, machaconamente, como la escasa música heavy utilizada. No hay idas y venidas, es puro estancamiento en una propuesta, en la que no entiendo como encuentra interés entre críticos especializados. Me resulta más moderna "¡Arriba Hazaña!" , aunque a priori nada tenga que ver con esta "The Student" y que vaya sobre otra revolución.
Maggie Smee
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El viento se levanta
Japón2013
7,2
15.343
Animación
7
30 de abril de 2014
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
No soy tan fan del cine animado como para ir habitualmente al cine a ver los últimos estrenos. Es más, exceptuando a Miyazaki y centrándonos en el dibujo animado asiático, creo que la última película que vi fue… ¡madre mía! “La guerra de los planetas (Space Crusier Yamato)”, de Masuda, estrenada a lo largo del verano de 1978, una interesante incursión en el género de la ciencia- ficción y que hacía un buen uso del scope, realzando la espectacularidad tanto de sus dibujos como el colorido empleado. Aunque tuvo su serie incluso, en España esa película ni fue comercializada y creo que ni siquiera emitida. Lejos queda, desde luego, tanto por temática, por tratamiento e incluso por reconocimiento, ya que ese respeto que se la ha da al cine de animación japonés es relativamente reciente y Miyazaki sin duda ha sido su máximo exponente. En esta ocasión, quizás, porque el mismo Miyazaki ha decidido retirarse definitivamente del cine y ante las estupendas críticas en los primeros días desde su reciente estreno, (no lleva ni una semana en cartel), me han animado, nunca mejor dicho, la ocasión la pintan o la dibujan calva para hacer el chistecito, a acudir a verla. Como dato curioso decir que había media sala llena de público adulto sin un solo menor como espectador. Me ha sorprendido que para cerrar su carrera con “El viento se levanta” Miyazaki se alejara de mundos de fantasía o de leyendas para adentrarse en el género del melodrama histórico puro y duro, con influencias que oscilan (quizás esa sombrilla que sale volando por el viento nos evocara a “La hija de Ryan”) entre el cine de David Lean, pasando por el mejor cine italiano (sobre todo por el estilo de su gran partitura musical) o incluso nos pudiera llegar a recordar al Spielberg de “El imperio del sol”. Y quiero recalcar que son influencias pero no estilos o imitaciones ya que Miyazaki tiene la personalidad suficiente para hacerlo suyo. Quedan ciertos cabos sueltos, como la pérdida de relevancia de la madre del protagonista o que la pasión que siente Jiro por diseñar aviones no logra ser transmitida con la misma intensidad al espectador, que puede que ese es el motivo de que algunos achaquen que su duración es algo excesiva, cosa que no pienso. En su notable guión cuentan muchas cosas y todas ellas con una madurez y profundidad inusuales en el cine de animación. Además de utilizar sabiamente referencias literarias, en los momentos en que se podía retorcer al espectador ante situaciones realmente dramáticas, Miyazaki las resuelve con una gran sutilidad, de manera limpia y sabia, sin caer en lastres lacrimógenos habituales en series o en otras películas, como en el clásico (según algunos) de “Sin familia”, de 1970 de Yugo Serikawa, una película manga supuestamente infantil y que, al menos para mí y junto a algunos títulos de Disney y “Saló” de Pasolini son ejemplos de un cine que se adentra en el sadomasoquismo. “El viento se levanta” es una hermosa despedida, y aunque no sea la mejor de su autor, tiene una honradez y una belleza que hacen de ella una buena película, capaz de figurar entre otros títulos relevantes, y no necesariamente de animación, entre los mejores estrenos del año.
Maggie Smee
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6
8 de julio de 2017
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El futuro post apocalíptico está más de moda que nunca. Ya es casi un género habitual, quizás porque, de entrada, el que tengamos una serie de mandatarios mamarrachos que no hacen nada para preservar nuestro planeta de tropelías y de salvajadas, están facilitando que se produzcan cambios climáticos y toda clase de pandemias, a lo cual parece que hasta nos estamos acostumbrando, que ya nos vale, pero bueno, eso es otro tema...

Del cine independiente surge esta “Llega de noche”, de Trey Edward Shults, que es, tras varios cortos, su segundo largometraje, que cuenta con un modesto presupuesto que ronda los cinco millones de dólares, presupuesto, que dicho sea de paso, equiparable a muchas producciones nacionales, incluso en algunos casos más barata, sin nunca dar el aspecto de cutre, lo cual es más meritorio y resultando ser, como justa recompensa, muy rentable en taquilla.

La situación que nos plantea “Llega de noche” no reviste demasiada originalidad. Sus fuentes de inspiración podrían ser múltiples: desde “Zombi” de Dario Argento, es decir, personajes que se resguardan en un sitio seguro, ya que el exterior es hostil, a ese instinto de supervivencia que viene de la saga “Mad Max”, o de una las más desconocidas películas de Luc Besson, “Kamikaze 1999 (El último combate)”, entre muchos ejemplos.
Pero uno de los aciertos en su guión (y en su atmósfera) es no haber incurrido en la comercialidad más absurda, como en el caso de la reciente y para mí imperdonable “Calle Cloverfield 10”, si no que me ha evocado a uno de los dramas apocalípticos más devastadores y realistas que recuerdo, que nunca contará con el reconocimiento popular, “Testamento final”, de la directora maldita Lynne Littman, que contaba, sobre todo, con una aplastante interpretación de su protagonista, la gran Jane Alexander.

Y pienso que esa es la línea que ha seguido en gran parte Trey Edward Shults, ser parco en personajes, en localizaciones y virtuosismos gratuitos, para revestir este thriller de realismo, que logra resultar claustrofóbico incluso en los espacios abiertos. Además posee un trabajo interpretativo muy serio, que da empaque y credibilidad a una película, que tratada de otra manera, se hubiera ido a pique desde el principio, tanto por carecer de verdad como por no resultar asfixiante.

Y poco más, aunque por supuesto ni mucho menos. Está bien escrita, aunque tampoco nos lleve a ningún sitio nuevo, dirigida e interpretada con bastante pulso. Tanto su música como su fotografía hacen un buen trabajo, así como su meritoria labor de montaje o maquillaje, dando como resultado un film arriesgado y casi sin concesiones, algo a lo que el público con más tendencia comercial no le va a perdonar. En ella no hay chistes fáciles o convencionalismos que la hagan más potable, en ese sentido es muy áspera. Por ello pienso que, de nuevo, podríamos tener a un director que podría darnos obras interesantes que escapen de la desidia reinante, a menos que la gran industria acabe imponiéndole sus antojos, cosa a la que, por cierto, se negó la citada directora maldita Lynne Littman, y que por eso se quedó ahí, dejada de la mano Dios y de la memoria del cinéfilo.
Maggie Smee
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6
1 de abril de 2017
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Según narra San Mateo (Mt 4, 1-11) Jesús estuvo en el desierto cuarenta días y cuarenta noches con el fin de ayunar además de meditar, donde fue tentado por el diablo. Esta es la premisa del film de Rodrigo García “Últimos días en el desierto” que nos llega con algo de retraso, pocas copias y en plena cuaresma. Su finalidad ha sido hacer algo de taquilla, pero no nos engañemos, no es una película para el gran público. Es más, será uno de eso títulos que incluso con el paso del tiempo no va a contar con muchos adeptos, incluyendo a los que se consideren creyentes practicantes. Su visionado no resulta fácil y para colmo no está del todo conseguida, pero en ella hay ciertos aspectos interesantes.

Hay que reconocer que Rodrigo García al menos se la ha jugado, aunque no le haya salido bien del todo. Le ha echado valor, aunque en su contra hay que decir que también le ha echado pretensiones, pero en su esfuerzo se aprecia “seriedad” y una sobriedad por la que pocos hubieran apostado, que era la línea más acertada a seguir. No le veo ningún paralelismo, como algunos han señalado, con Scorsese y su “Última tentación de Cristo” afortunadamente. Más bien ha sido, al menos yo lo veo así, un intento de acercarse a la austeridad de Pasolini o a Dreyer. Nada que ver con los títulos épicos de De Mille, de la época dorada de Hollywood o de George Stevens con su “La historia más grande jamás contada”, que era un proyecto acariciado por el mencionado Dreyer y que acabó convirtiéndose en una de las últimas superproducciones religiosas, sorpresivamente todo un fiasco en taquilla, a pesar de contar con uno de los repartos más relumbrantes que se recuerden.

Pero el objetivo de emular a los directores mencionados le ha venido grande, que es donde García ha errado. No ha tenido la capacidad aunque sí, en algunos momentos, honestidad, y eso, para los tiempos que corren, es más de lo que en principio pudiera parecer aunque no haya redondeado su objetivo.

García ha sacado partido de su equipo. El reparto, que no llega a la media docena de personajes, sin aspavientos de ningún tipo, cumple, sobre todo Ewan MacGregor en su doble cometido, aunque mejor como diablo que como Jesucristo. Y no es que esté mal como Jesús en absoluto, pero creo, y esto es muy subjetivo, que cuenta con una sonrisa demasiado contemporánea, piel pálida y una mirada pícara más que benevolente, además de resultar terrenal, incluso con tatuajes (¿?). Todo esto hubiera estado bien, este alejarse del posible “cliché” al que estamos acostumbrados si la película hubiera funcionado, pero al no ser así desde luego no juega a favor.

Curioso que el desierto en que han rodado, Emmanuel Lubezki, uno de los mejores fotógrafos del cine, haya sido capaz de darle un aire a tierras lejanas, de una nada adivinable California. Pero no la ha fotografiado como si se tratara de un film de Malick. Ha sido capaz de darle otro registro, como cuando trabaja con otros autores, que es capaz de adaptarse a otras necesidades, imprimiéndole un clima agreste pero sin preciosismo. Y la banda sonora que firman Danny Bensi y Saunder Jurriaans también es destacable, desarrollando un trabajo que nada tiene que ver con la maravillosa labor de Peter Gabriel para el mencionado film de Scorsese.

Una película que posiblemente no pasará a la historia del cine, pero que como decíamos, tiene ciertos valores. Sobre todo para estudiosos del tema que bien les vendrá para ilustrar cualquier posible debate, sobre todo en tertulias para seminaristas.
Maggie Smee
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