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España España · santa cruz de tenerife
Críticas de argonauta
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Críticas 39
Críticas ordenadas por utilidad
4
28 de diciembre de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Imaginen por un momento que en la profesión que ustedes practican, esperamos que con cierto grado de profesionalidad, le colocan a un “adolescente” un poco “tontorrón” como su superior inmediato. ¿Cómo se sentiría? Pues ese sentimiento podría extrapolarse a lo que nos solemos encontrar cuando nos enfrentamos a “otra comedia estadounidense más”. Pese a la búsqueda de cierta originalidad en su arranque inicial, muy pronto, nos vemos “navegando” entre los tópicos y clichés habituales. El pacto de “sólo sexo” sin compromiso entre los dos personajes principales, no parece una decisión especialmente “madura” para quienes se “quejan” precisamente de “sufrir” constantemente el abandono de sus respectivas parejas. A pesar de ello, esta es la excusa argumental sobre la que gira toda la historia. Es cierto que la búsqueda del humor nos puede ofrecer “ciertas” licencias a la hora de abordar relaciones interpersonales, pero no hasta el punto de “esquematizar” hasta la extenuación el carácter de los personajes. Por eso, y a pesar de “mencionar” algunos antecedentes difíciles en la vida de los mismos, no acabamos de creernos del todo lo que se nos dice, por lo que, la operación de “pintura fácil” de embadurne “argumental” no funciona, y aparece la “desconexión emocional” con las “vidas que se nos cuentan”. No obstante, resulta grato apreciar cómo una actriz puede “contagiar” de cierta “gracia” al inexpresivo Timberlake, y transmitir, más allá de todo lo dicho, su carisma y encanto al otro lado de la pantalla. La presencia de Mila Kunis -¡y los estupendos secundarios Patricia Clarkson y Richard Jenkins, claro!- son los elementos que salvan a este producto mediocre, que “arrojamos” al inmenso “vertedero” de comedias “tontorronas” que Hollywood parece empeñado en “fabricar” en “cadena”.
argonauta
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8
21 de diciembre de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este es uno de esos trabajos purificadores para el alma. Es asombroso lo que Mahammat-Saleh Hauron puede conseguir con los mínimos elementos. Desde su escena inicial, donde presenta a los personajes principales, podemos apreciar que no hay nada superfluo. Se aprecia inmediatamente que estamos ante un autor reflexivo que sabe escoger la esencia de lo que quiere contar. La historia es muy sencilla. En un país centroafricano amenazado por una guerra civil, un hombre maduro es relegado de un trabajo que ama. Este hecho desata un conflicto interno en el personaje. Ante él se plantea un terrible dilema; su elección para resolverlo derivará en un cúmulo de circunstancias inesperadas para él. A pesar de los ecos de la guerra, que nos llega a través de la radio del protagonista, percibimos el “lento” transcurrir de unas vidas sencillas y tranquilas. La cámara “funciona” como un ojo “objetivo”, pues la mayor parte de los planos son fijos, sin apenas movimientos, lo que dota al trabajo de un “verdadero” y “falso” aire documental. El uso fluido e indistinto de dos idiomas -¡francés y árabe!- por parte de los personajes nos ubica en una sociedad de pasado colonial. Se nos cuenta una historia muy “pegada” a su complicado presente, pues el Chad es uno de los países más pobres y “marginados” del planeta. Por eso resulta, tan meritorio que un ciudadano chadiano, aún con la ayuda de la producción franco-belga, haya podido “levantar” un proyecto tan estimulante como este. La dignidad del personaje principal es como un “faro” que alumbra entre tanta pobreza material. Cuando las circunstancias atentan contra esa dignidad, podemos comprender las “motivaciones” que le hacen tomar la decisión que cambiará su vida por completo. A día de hoy no creo que resulte difícil para muchos de nosotros ponernos en la piel de este personaje, y por lo tanto sufrir y llorar con lágrimas amargas, que nos han traído, paradójicamente, “alegría” a nuestra vida.
argonauta
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3
30 de noviembre de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Terrence Mallick trabaja desde el impulso. Se deja llevar por esas pulsiones inconscientes que todos tenemos y las utiliza en su desorganización del trabajo. El arte, para él, se ha convertido en el “camino”. Es decir, vive según se siente en cada momento. Debe existir algún tipo de guión, sin duda, pero es más una excusa y, sobre todo, una justificación para los que ponen el dinero. Mallick sólo valora el presente. Por eso es capaz de llenar la pantalla durante los primeros veinte minutos con imágenes tomadas con puestas de sol. No le importa que su utilización sea redundante y reviente el discurso “natural” de lo que se “pretende” contar. Incluso su “fascinación” por la vida, en su conjunto, es tan poderosa, que no le importa en abandonar a los “personajes” que acaba de presentar y adentrarse en los territorios embriagadores de un documental del inicio, desarrollo y sublimación estética del mundo natural. Su mirada, su anhelo por integrar todo aquello que le conmueve, le lleva a crear un pastiche estéticamente fascinante pero que consigue que nos perdamos en el universo “Mallick”. Todo ello ocurre por la valoración suprema que el director hace de su propio inconsciente. Creo que estamos ante un trabajo que podría calificarse de surrealista, donde lo onírico, el ensueño, tiene más importancia que lo consciente, lo racional. En un momento dado, consigue hilar un discurso cuando vuelve a mirar a sus personajes, y los coloca en un espacio cronológico coherente. Es ahí donde el cine aparece por primera vez. Por fin, nos podemos “identificar” con las emociones y circunstancias que “viven” los personajes. Es una pequeña concesión. Mallick no está demasiado interesado en lo que les pasa. Su verdadera obsesión es su conciencia de la fragilidad de la vida y su temor a la muerte. Utiliza sus personajes como marionetas al servicio de sus obsesiones. Por eso la dirección de actores y movimiento de cámara es tan anárquica y arbitraria. Para él sólo vale el momento, la inspiración del ahora, por que el futuro es algo muy lejano con lo que no se puede contar. Es un celebrador del Carpe Diem. El drama para él es que, aplicado al arte de contar historias en imágenes, se olvida de una parte importantísima de la misma: el público. Lo maravilloso del arte está en su capacidad para comunicar. Respeto y valoro los procesos inconscientes en la creación de una obra artística, pero esta película es una clara demostración del fracaso cuando gran parte de lo que se hace se realiza desde el inconsciente. Estoy convencido de que gran parte de las personas que vean esta película se sentirán ajenas a lo que ocurre en la pantalla, ni más ni menos por que son el reflejo de las angustias personales de un creador que pone el cine al servicio de su propio Yo. Terrence Mallick debería salir un poquito más de sí mismo.
argonauta
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4
26 de diciembre de 2011
6 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizás la principal pega que le veamos a esta historia sea la de su “frialdad cerebral”, es decir, los personajes están sometidos a un control “riguroso” de emociones y sentimientos. Puede que sea intencionado, que el director y autor, George Clooney, haya pretendido “retratar” de “esa forma” a la clase política norteamericana, donde, por encima de todo, lo que “vale” es la consecución del “poder”. Pero al hacerlo así, nos “deja” al margen de lo que da sentido al arte: la comunicación. No conseguimos identificarnos con ninguno de los personajes por que su “retrato” está carente de lo que nos mueve fundamentalmente en la vida: el “corazón”. Por eso, cuando uno de ellos se enfrenta a un terrible dilema y toma una decisión de consecuencias dramáticas, no conseguimos creernos del todo que esté “argumentalmente” justificado. Pese a todo, debemos valorar que el plantel de actores es formidable. Clooney ha conseguido reunir a la pléyade del actual cine norteamericano: Gosling, Seymour, Giamatti y Tomei trascienden la pantalla y “brillan” a una altura considerable, componiendo unos personajes “complejos”, que están dotados de un terrible “cinismo” y “moralidad” dudosa. El “naufragio moral” del personaje de Gosling, ni siquiera puede ser “salvado” por un final que más parece una “impostura” que la consecuencia “lógica” del retrato que se nos “acaba” de hacer de él. No acabamos de creernos del todo lo que se nos cuenta, quizás por que en el fondo, no se nos explican los motivos “poderosos” por los que ese “grupo” de seres humanos “renuncian” a la esencia de lo que somos.
argonauta
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5
17 de diciembre de 2011
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El circo es un “mundo de color, lleno de ilusión”.. y de posibilidades “narrativas”. A pesar de ello, esta historia se centra “casi” exclusivamente en desarrollar un “triángulo” amoroso, o “cuadrángulo”, si incluimos a una elefanta en el mismo. El inicio de la historia se ve con interés: un viejo desorientado comienza a desgranar sus recuerdos y nos “traslada” al año 1931, en plena depresión económica en EEUU, cuando sufre un terrible “golpe” emocional y vital. Como consecuencia de esto, se instala como peón en un circo. La fotografía “preciosista” de Rodrigo Prieto ayuda a “recrear” el mundo de “fantasía” cirquense y, al mismo tiempo, nos “acerca” al color “brillante” y “asfixiante” de las toneladas de “bosta” acumulada. El juego de metáforas acaba de empezar. Muy pronto “percibimos” la rígida organización jerarquizada, donde la “crueldad” y “fuerza” del líder manejan con mano de hierro el destino de toda la “familia” de “artistas”. El amor aparece ante los ojos del protagonista, y su “lucha” por conquistarlo “moverá” hacia delante el destino de todos ellos. El joven actor Robert Pattison, no consigue del todo que nos creamos los “difíciles” y “felices” acontecimientos por los que tiene que pasar. La actriz Reese Witherspoon, sin embargo, pone más empeño y talento para hacernos llegar su personaje. Pero será la aparición de Christoph Waltz, el elemento que “engrase” los mecanismos de la historia. Su recreación, como director del circo, está llena de matices y “latigazos” interpretativos que “elevan” la fuerza de las escenas clave. Para ello, recibe una ayuda especial de “Rosie”, a la que podríamos calificar como “actriz” revelación, a pesar de su condición de paquidermo y sus toneladas de peso. La historia se ve con cierto interés, a pesar de algunos “tempos” mortecinos, y su “final felíz” nos hará “soñar” con que el circo sigue cumpliendo con su función de “creador” de ilusiones. Nos queda, sin embargo, un cierto regusto amargo por no haber podido asistir a la “recreación” de otras “vidas” de los muchos “artistas” que habían debajo de la carpa. Una pena, che.
argonauta
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