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España España · santa cruz de tenerife
Críticas de argonauta
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Críticas 39
Críticas ordenadas por utilidad
8
6 de diciembre de 2011
23 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Debemos destacar la capacidad de Jean-Pierre Ameris para reflejar lo esencial de una historia en imágenes y palabras. El pulso de este director es firme e inteligente. Sabe extraer lo mejor de su grupo de actores, lo que unido a un guión inteligente y embadurnado con un humor sutil, nos provoca una sonrisa casi permanente. Los dos personajes principales comparten una problemática parecida, que les dificulta la comunicación personal, y por tanto su integración social. De forma muy hábil y fluida se explican los antecedentes de ambos, y se nos prepara para empatizar con ellos. ¿Quién no ha sentido tímidez en su vida? ¿Cómo no vamos a comprender e incluso a disfrutar con los malentendidos que esos miedos interiores provocan a lo largo de una historia de amor con situaciones aberrantes y realmente ridículas? ¿Cómo no vamos a ser capaces de sonreir abiertamente y al mismo tiempo a emocionarnos por la candidez e ingenuidad de dos torpes enamorados? Por que en realidad esta historia nos llega por que habla de nosotros, y su mirada es la de un “viejo sabio” que sabe que el amor que merece la pena siempre prevalece. No importan las dificultades a las que se tenga que enfrentar. Es de agradecer comprobar que hay cineastas que miman la construcción de historias y personajes, y que lo hacen desde la sencillez e inteligencia, sin ningún alarde ni impostura, tan solo por el amor y compromiso a una profesión que devuelve el esfuerzo realizado de manera generosa, quizás con millones de sonrisas en todo el mundo.
argonauta
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5
15 de diciembre de 2011
25 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay historias que no admiten el uso del eufemismo; The Help es una de ellas. Para cualquiera que conozca un poco las condiciones de vida de la población negra del sur de los Estados Unidos a inicios de los 60 resultará chocante asimilar como “suficientes” los hechos que aquí se narran. El uso de la fotografía, con sus colores pastel y brillantes, parecen “apoyar” un “cuento” de Andersen dirigido a un público infantil, aún cuando algunos de los contenidos puedan “reflejar” cierto trasfondo de crueldad del mundo de los “adultos”. Este es el problema del enfoque de la historia. Parece estar dirigida como un acto “benéfico” que procurase no herir sensibilidades. De la misma forma, que se pretende ridiculizar a esa “clase” blanca femenina con sus fiestas “benéficas” para recaudar fondos, la película bascula constantemente en busca de un equilibrio para resultar “políticamente” correcta. Por eso, las anécdotas que salpican la historia parecen quedarse tan sólo en la “superficie” de los trágicos y desgarradores padecimientos de un núcleo importante de la población del Estado de Mississippi de finales del siglo XX. No hay fuerza crítica ni en las imágenes ni en las palabras del guionista y director, Tate Taylor. Y eso es un asunto mayor cuando se pretende “comunicar” o “reflejar” el daño que los prejuicios racistas y clasistas pueden causar en un grupo amplio de seres humanos. Pese a lo dicho, y para quien desee pasar un rato entretenido, esta historia será lo suficientemente atractiva para tomarse un té con galletas sin ver que sus jugos gástricos resulten alterados.
argonauta
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7
11 de diciembre de 2011
22 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para millones de seres humanos de este mundo, ésta será una historia ininteligible, lo que no quiere decir que las consecuencias de los hechos que se cuentan no les afecten. Algunas empresas financieras del mundo occidental son capaces de “manejar” y “poseer” cientos de miles de millones de dólares en activos financieros. El director y guionista, J.C. Candor, nos relata veinticuatro horas en la “vida” de una de esas compañías. Asistimos pasmados a la rigurosa descripción de los hechos que llevaron a la quiebra de Lehman&Brothers (¡aunque no se menciona este nombre!). Lo extraordinario, lo trágico, lo indignante del asunto es cómo un pequeño grupo de personas son capaces de organizar en muy poco tiempo una estafa de proporciones gigantescas. Es cierto que algunos de ellos tienen fuertes reticencias a hacer lo que se les pide. En este sentido, merece una mención especial el trabajo de Kevin Spacey, como uno de los responsables ejecutivos, y Zachary Quinto, como el responsable de destapar el “gran agujero”. En el polo opuesto, Jeromy Irons, nos regala a un personaje “despreciable” por su impudicia. Causa pavor comprender el extraordinario “poder” que unas pocas manos pueden acumular, afectando a las condiciones de vida de millones de personas en todo el mundo. Aquí reside el valor de esta historia. Las consecuencias de las políticas neoliberales salvajes de hoy día, han provocado la ruina de millones de ahorradores de todo el mundo, y amenazan con hacer saltar por los aires los últimos rescoldos de los derechos de los trabajadores que tantos siglos de lucha han costado en Occidente. Hubiera sido deseable algún tipo de apunte en este sentido. No es suficiente con mostrar “la nocturnidad” en la que se desarrolla la historia, ni en resaltar la pulcritud y elegancia de la vestimenta de los “personajes”, ni verlos en sus “nidos de pájaro” con la gran urbe a sus “pies", ni siquiera en conocer sus salarios y prebendas de escándalo. Más cercano y empático hubiera sido ver el “sufrimiento” que los actos de estos “humanos depravados y triunfadores” han causado en millones de vidas. El sistema, sin embargo, los recompensa, para seguir formando parte de las “legiones” de expertos financieros que siguen enriqueciéndose a costa de su esfuerzo y el mío ¿Hasta cuándo?
argonauta
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5
4 de diciembre de 2011
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algunos aficionados se sentirán decepcionados si ven esta película por creer que pertenece al género de la Ciencia-Ficción. No lo es más que en un grado ínfimo. En realidad, la invención de la otra Tierra es una excusa argumental para ofrecer a los personajes el recurso de la segunda oportunidad. La trama gira en torno a la culpa y a la pérdida, y en el viaje interior para superar ambos sentimientos. La fotografía contribuye, en general, a crear una atmósfera grisácea y oprimente que acompaña el estado anímico de Rhoda y John. Nos falta, sin embargo, una definición mejor de Rhoda para poder entender su caída en los sentimientos de culpa y aislamiento. No es suficiente con mostrar el hecho crucial que rompe “interiormente” a los dos protagonistas. Necesitamos, como en la vida, comprender los mecanismos interiores que justifican un comportamiento. En el caso de Rhoda, hubiera sido deseable explicar su carácter confrontado con los miembros de su familia. Sin embargo, el director pasa de puntillas por este asunto. Esto provoca una falta de identificación con ella y sus sentimientos, que se arrastrará a lo largo de todo el metraje. Pese a ello, conseguimos cierto grado de empatía con su sufrimiento. Esto nos permite seguir con cierto interés lo que van experimentando los personajes. El avance de la esperanza en sus corazones es equivalente al tamaño de la otra Tierra en el horizonte. Esta graduación progresiva está bien reflejada, incluso por la actividad que Rhoda ejerce profesionalmente, que es como una expiación personal por su “pecado”. Su incapacidad de expresar su dolor le resultará un “vía crucis”, y sólo al final, reunirá el coraje suficiente para hacerlo. El premio, como suele pasar en la vida, es la liberación interior. Para que todo no resulte tan fácil, Mike Cahill nos regala, en una escena final, una imagen que cuestiona la historia que nos acaba de contar, dejando un interrogante flotando sobre el horizonte.
argonauta
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4
28 de enero de 2012
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es la primera vez que en el cine alguien afronta las consecuencias de la ambición desmedida. Quizás lo mejor de esta historia esté condensado en los primeros veinte minutos, donde sin apenas diálogos, el protagonista muestra su carácter inquebrantable para conseguir un objetivo. Posiblemente, sea uno de los mejores retratos de aquellos “pioneros” emprendedores de inicio del siglo XX que se beneficiaron del pujante capitalismo estadounidense que se hayan hecho nunca, pero el problema surge cuando se abunda en la misma línea argumental. De esta forma, nos encontramos ante un inmenso retrato megalomaníaco que utiliza todos los resortes expresivos a favor del retrato “fiel” de la personalidad del “magnate”. Esto produce un desequilibrio de “fuerzas” - ¡incluso la música se convierte en ruido distorsionador!-, que convierten las imágenes y palabras en un simple “reflejo” de la personalidad “enferma” de Daniel Plainview. Poco a poco la “deshumanización” parece contaminarlo todo, y la historia se convierte en una repulsiva sucesión de acontecimientos que son el reflejo del “interior” del alma del personaje. Es posible que el guionista y director, Paul Thomas Anderson, haya conseguido, en esta oscura obra, un acercamiento sincero y descarnado a las consecuencias de la codicia, pero no hubiera estado de más pensar que cualquier relato necesita del equilibrio para poder conseguir un mínimo de eficacia. De esta manera, no resulta creíble tanta oscuridad dentro de un corazón, aunque aquél se dedique al negocio del petróleo. ¿Acaso los demonios no fueron alguna vez ángeles?
argonauta
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