Comedia bélica sobre las vicisitudes de un sargento convertido en general y unos cuantos soldados a punto de ser atacados por los alemanes.
No es una película que destaque por nada, pero el buen hacer de los secundarios (Dean Jones antes de entrar en plantilla de la Disney) y del director consiguen hacernos pasar un rato entretenido.

Hacia mucho tiempo que no había visto a alguien tan chulo y con tanta "facilidad" para hacer amigos como Glenn Ford cuando llega a este pueblo del oeste para instalarse como ovejero.
La película no es un western cómico (como las de Terence Hill, por ejemplo), pero el personaje protagonista se toma las situaciones con un desparpajo impresionante.
Aunque Glenn Ford es más recordado por sus papeles serios (Gilda, Los sobornados), tampoco es raro encontrarle en papeles divertidos (Un gangster para un milagro, El noviazgo del padre de Eddie) y aunque Leslie Nielsen queda inmediatamente relacionado con comedias de consumo fácil, tiene una larga filmografía llena de films bélicos, policíacos o de ciencia ficción.
La película es entretenida, se deja ver y además está bien hecha, por algo el director, George Marshall, es uno de esos todo terreno que lo mismo te dirige una comedia con Jerry Lewis, que una policíaca con Alan Ladd, que 4 de diferentes géneros con Glenn Ford en 2 años (Furia en el valle, General improvisado, Empezó con un beso y Un muerto recalcitrante).

Probablemente, la frase del título, dicha por 007-Lazenby al principio de la película (Esto nunca le pasó al otro colega) y traducida aquí como "Esto nunca le pasó al otro Bond" sea de lo mejor de un buen film, en el que se intentó cambiar algunas cosas, pero con mal resultado final (desde el punto de vista económico).
Como se ha dicho en más de una crítica, esta es de las mejores de la saga Bond, con una buena historia, banda sonora, reparto, fotografía...
Vayamos por partes Lazenby no es el mejor Bond, pero tampoco es el peor. Peter Hunt, editor de montaje de los 5 Bond anteriores, tampoco es Guy Hamilton (por ejemplo) pero los hay peores que han repetido en la saga. Telly Savallas no es el mejor villano, pero aporta un Blofeld con el toque de locura necesario (Como en 12 del patíbulo o los violentos de Kelly). La que sí que es una de las mejores chicas Bond es Diana Rigg, que después sería la Sra. Peel de los televisivos Vengadores.
Por cierto que la relación Bond-Vengadores es larga: Joanna Lumley (una de las pacientes de Blofeld) también fue compañera de Patrick MacNee en la serie, el mismo MacNee apareció en Panorama para matar y otra de sus compañera en la serie de TV fue Honor Blackman, la Pussy Galore de Goldfinger.

La primera Stomp the yard no es que fuera una maravilla, pero tenía un poco más (tampoco mucho) de "algo" que esta ya no tiene. Ese "algo", que (tampo mucho) si tienen las de la franquicia Street Dance.
Si la hubieran filmado hace 40 años hubiera sido una serie Z de la blaxploitation (aquel cine de afroamericanos para afroamericanos) que dió algunos films interesantes i/o entretenidos como Shaft o algunas de Pam Grier o Jim Brown. Dentro de 40 años nadie se acordará de esta película, que por no tener no tiene una historia creible, ni unas interpretaciones presentables.
Los 3 puntos son por alguna escena de baile, pero claro, para eso también podemos mirar unos videoclips y tan a gusto, porque ni el planteamiento, ni la trama y mucho menos el desenlace valen el papel en que los escribieron.

Hay muchas razones por las que acabamos viendo una película que en otras circunstancias no veríamos ni hartos de vino. En este caso es por ser padres de adolescentes.
Ese mismo factor es el que hace que tenga un amplio bagaje para comparar con otros títulos del género. Y ahí es donde pierde este Ritmo salvaje, en la comparación con, por ejemplo, los films de la saga Street Dance.
La historia del joven rebelde de gran ciudad que acaba en una universidad de un estado del Sur de los EE.UU.; más chico encuentra chica, chico pierde chica, chico reencuentra chica; más lo-que-cuenta-no-es-el-individuo-sino-el-grupo, son temas más que trillados, pero que continúan funcionando. Si a eso le añadimos unas interpretaciones correctas para lo que se pide y coreografías bien bailadas ya tenemos un producto de fácil consumo para el público al que se dirige.
Por otra parte, tampoco no es que me pareciera que los que al final ganan sean los mejores, pero claro, eso es la opinión de un "anciano".