La pretendida espectacularidad de la catastrófica San Andrés choca inevitablemente con la candidez de su argumento, salido de la mollera de sus autores como los chorizos o salchichas salen de una fábrica de embutidos; cada uno igual al anterior e idéntico al que vendrá después. Nada de lo que este nuevo blockbuster nos ofrece llama a la reflexión, emoción o siquiera mínimo trabajo del cerebro: toda ella es una sucesión de escenas espectaculares surgidas de la informática para excitar los sentidos, en la que la muy estúpida y manoseada hasta el fin historia deviene en la nada. Para colmo, cada palabra de su guión no se sale del trillado camino de la corrección política, desde el inevitable patriotismo final hasta el niño que desearía tener 20 años para "ligarse" a la chica guapa. Moralina y humor americano para aburrirnos un poco más.

Empero, es eso lo que buscaban los autores, y nada más: una película para pasar un rato bajo el muy agradable y potente aire acondicionado del cine en plena ola de calor, comer comida insana y sentir ruidos, explosiones y edificios que se derrumban como lo hicieran las torres gemelas de Nueva York, junto con un guión prefabricado que permita el espectáculo. ¿No es eso entonces lo que buscan -buscamos- quienes acudimos a ver estas películas? La respuesta es sí. No nos vende gato por liebre. Nos vende gato por gato... y lo compramos.

PS1: Me pregunto hasta qué punto estamos alienados inevitablemente para horrorizarnos con las catástrofes del Telediario y para divertirnos con la muerte de mentirijillas de esta clase de cine: calculo que en San Andrés mueren varios millones de personas, lo cual no tiene ningún peso moral en su conclusión, salvo para desplegar la bandera en el enésimo acto de patriotismo onanista americano.

PS2: La participación de Kylie minogue es incomprensible. ¿Alguien le ha preguntado la razón por la que trabajó en esta película?

Es inevitable: no puedo ni quiero evitar comparar los tics regionalistas de Pride con el novísimo movimiento europeo de los tópicos territoriales en el cine. Desconozco si los autores del filme se inspiraron en éxitos como Bienvenidos al Norte, Bienvenidos al Sur u Ocho Apellidos Vascos para retratar la película, pero los paisajes, la cultura y la idiosincrasia galesas son también protagonistas de la historia. Aunque otras comedias y dramas británicos han retratado las particularidades del RU (las vicisitudes norirlandesas, pero también con películas como Trainspotting o El inglés que subió una montaña y bajó una colina) creo que Pride puede bien enmarcarse en esta corriente regionalista del cine europeo.

Pero lo importante es la historia en sí. Reconozco que me gustan especialmente las películas que con tono de comedia tratan graves problemas o temas trascendentes. Exige un "plus" de inteligencia y experiencia lanzarse a contar algo difícil con el desenfado de la buena comedia. Cuando el resultado es aceptable nos encontramos con un raro espécimen: una película (o libro, o serie, o...) que además de provocar buenas risas da que pensar, que emocionar, que reflexionar.

Este es el caso de Pride, con un añadido además excepcional: se trata de una historia completamente real. Desconocida para mí como español, la peripecia de la LGSM (Lesbians and Gays Support Miners) es una escena tan humana y rocambolesca del conflicto minero en los tiempos de Margaret Thatcher que necesariamente necesitaba su réplica en el cine. Sólo podía ser en tono cómico, a pesar de la dureza de la historia. Y sólo podía salir bien.

Podría extenderme más, pero sería innecesario. En vez de eso animo a todo el mundo a ir a ver Pride, una gran película europea.

Toda una cohorte de neoinquisidores salió en tromba bajo el palio de la jerarquía eclesial para denostar esta película, al parecer, porque les resultó blasfema. Pues qué pena. Ante todo, yo defiendo la libertad de creación artística e intelectual. Si a algunos no les gusta la manera en que Ray Loriga ha recreado la vida de la santa de Ávila... que se rasquen... o que se integren en el ISIS.

A mí, personalmente, me gustó mucho. La ambientación -vestuario, fotografía, decoración- es excelente. Mención expresa hago a las recreaciones vivas de las tallas de Cristo muerto y crucificado, verdaderas émulas de las de Salzillo. Una exquisita recreación de nuestra cultura y arte a través de la iconografía cristiana. Un ejercicio perfecto y medido de cinematografía. ¿Genial? No, es mucho decir genial. Pero sí eficaz y completo para una película.

Si el guión, dirección e interpretación reflejan la verdadera imagen de Santa Teresa, creo que poco importa. Más allá de que algunos bajo sus mitras se quieran apropiar del personaje (¡como si los genios de la literatura les pertenecieran!), la película es interesante para cualquiera que quiera impregnarse de Historia y literatura españolas. Debería ser exhibida en los institutos para que los jóvenes se empapen de la cultura de sus antepasados y de su espíritu, recreado con donosura por Loriga y Vega.

A destacar las estupendas interpretaciones de Geraldine Chaplin y Eusebio Poncela.

Infame, repugnante, vergonzosa y denigrante película en la que se pretende trasladar la cochambre de American Pie al mundo homosexual, con indignantes resultados.

Pocas películas como ésta me parece que sitúan en peor lugar a las persona homosexuales sensatas, sanas, no obsesionadas compulsivamente por el sexo ni por las prácticas sexuales insanas, como no usar el preservativo. Vender una comunidad homosexual únicamente preocupada por el sexo es sencillamente infame y aleccionador a su persecución y cuestionamiento.

Las escenas de sexo, simplemente copiadas de la película matriz American Pie, son ya de por sí estúpidas y ridículas. Pero es que además algunas de ellas contienen mensajes que, si de mí dependiera, llevarían directamente a la cárcel a quien las promueva y fomente.

Normalmente, cuando acudo al cine, voy condicionado a que me guste la película. Escojo temas o autores que me interesen, lo que unido al formato del cine (y al precio, que no es barato) hace que salga contento de la película.

No es éste el caso. La calidad de la película no es para mí motivo de queja. No lo es la actuación de los actores, la manera en que se dirigen las actuaciones musicales o el desarrollo de la película. No me ha gustado que me hayan querido vender una "moto" sobre la historia de un artista mundial, contada por él mismo como productor de la película en forma de auto-panegírico.

Básicamente, el tema versa sobre los traumas emocionales de Elton John desde su infancia y a su innato talento artístico, trasladados a su edad adulta y convertidos en adicciones de todo tipo: al alcohol, a la droga, al sexo, a la comida. Finalmente, la película concluye con un panegírico epílogo sobre las actividades filantrópicas del personaje y su felicidad tras casarse y ser padre; su curación de las adicciones y sus giras por la defensa de causas sociales. Muy bien, pero... ¿todo esto qué nos va? A mí, poco. Me pueden gustar las canciones de Elton John, no niego su talento artístico, la película está bien hecha... pero esto es una "moto gripada" sobre su vida. No me interesa.

Sinceramente, me sorprende que el mismísimo Arturo Pérez-Reverte animara en un tuit a ver la película.

La película gustará a sus más incondicionales fans. Punto.