La pretendida espectacularidad de la catastrófica San Andrés choca inevitablemente con la candidez de su argumento, salido de la mollera de sus autores como los chorizos o salchichas salen de una fábrica de embutidos; cada uno igual al anterior e idéntico al que vendrá después. Nada de lo que este nuevo blockbuster nos ofrece llama a la reflexión, emoción o siquiera mínimo trabajo del cerebro: toda ella es una sucesión de escenas espectaculares surgidas de la informática para excitar los sentidos, en la que la muy estúpida y manoseada hasta el fin historia deviene en la nada. Para colmo, cada palabra de su guión no se sale del trillado camino de la corrección política, desde el inevitable patriotismo final hasta el niño que desearía tener 20 años para "ligarse" a la chica guapa. Moralina y humor americano para aburrirnos un poco más.

Empero, es eso lo que buscaban los autores, y nada más: una película para pasar un rato bajo el muy agradable y potente aire acondicionado del cine en plena ola de calor, comer comida insana y sentir ruidos, explosiones y edificios que se derrumban como lo hicieran las torres gemelas de Nueva York, junto con un guión prefabricado que permita el espectáculo. ¿No es eso entonces lo que buscan -buscamos- quienes acudimos a ver estas películas? La respuesta es sí. No nos vende gato por liebre. Nos vende gato por gato... y lo compramos.

PS1: Me pregunto hasta qué punto estamos alienados inevitablemente para horrorizarnos con las catástrofes del Telediario y para divertirnos con la muerte de mentirijillas de esta clase de cine: calculo que en San Andrés mueren varios millones de personas, lo cual no tiene ningún peso moral en su conclusión, salvo para desplegar la bandera en el enésimo acto de patriotismo onanista americano.

PS2: La participación de Kylie minogue es incomprensible. ¿Alguien le ha preguntado la razón por la que trabajó en esta película?