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Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3.333
Críticas ordenadas por utilidad
9
25 de abril de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay una atinada frase del celebrado escritor, Nathaniel Hawthorne, que reza: “Lástima que se herede la ignorancia y no la sabiduría”, y queriendo no ser uno de los que heredan esa ignorancia, él mismo modificó el apellido que lo ligaba a su familia (Hathorne), añadiéndole una w cuando se enteró de que, entre sus antepasados, estaba John Hathorne, aquel abominable juez, involucrado en los atroces juicios de Salem, que nunca se arrepintió de sus acciones.

El escritor también había nacido en ese territorio del condado de Essex, Massachusetts, conocido como, “La Ciudad de las Brujas”, porque, entre 1692 y 1693, se llevaron allí a cabo las condenas más infames contra las mujeres que haya conocido la historia estadounidense. Pero, debe ser que algo de ‘brujas’ había realmente en la antigua ciudad de Salem porque, en la novela de Hawthorne, “The House of the Seven Gables” (La Casa de los Siete Tejados, 1851), el mirar hacia las ventanas ajenas y la comidilla es la situación del día a día.

Esta novela, sería magníficamente adaptada por, Lester Cole y Harold Greene, quienes, conservando la esencia de la historia de Hawthorne, eliminan la presencia del narrador omnisciente que guía todas las escenas, y como es inevitable, restan a algunos personajes que no tienen lugar en el tiempo cinematográfico.

La historia se inicia rememorando que, la casa de las siete torres (o tejados) fue construida, en el siglo XVII, por Jaffrey Pyncheon, un poderoso líder del gobierno colonial quien, para hacerse con esas tierras de gran valor, acusó vilmente a su dueño, un humilde carpintero llamado Matthew Maule, afirmando que practicaba la brujería. Al ser llevada a la horca, la inocente víctima miró a su verdugo -quien se hizo presente para asegurarse de su muerte- y le lanzó una maldición: “¡Dios le ha dado sangre para beber!”.

Pasados 200 años -aquí comienza la historia de la nueva generación Pyncheon- los dos hermanos, Clifford y Jaffrey (atención a este nombre), comienzan a mostrar su rivalidad porque, el primero, pianista y altamente sensible, quiere que vendan la casa que ahora habitan con su padre para alejar la maldición que sigue pesando sobre la familia, pero, Jaffrey, abogado de profesión, no quiere venderla porque continúa creyendo que, dentro de ella, hay un tesoro escondido por sus antepasados que, un día, él descubrirá.

Pero, la ocurrencia de un incidente familiar dará ocasión, a Jaffrey, de volver a actuar como el juez que también llevara su nombre… y entonces veremos, una vez más, cómo hay quienes heredan la ignorancia y la superstición, y no la sabiduría.

La historia de, <<SIETE TORRES>>, es un claro reflejo de la suerte de oscuros pilares con los que se han levantado tantas grandes fortunas, y también dará cuenta de, cómo la calidad de la siembra al final determina la calidad de la cosecha. Los personajes están muy bien definidos, dándonos ocasión de sentir con unas cuantas acciones y palabras, lo que determina el ideal de cada uno y lo que llevan en el fondo de su corazón. De alto significado, el papel que juega en la historia, Hepzibah Pyncheon, la prima y novia de Clifford, quien será la que, con pequeños, pero muy precisos detalles, sentencie a la sociedad que le ha tocado padecer, mientras espera el tiempo que sea necesario para que, al fin, se haga justicia. Otros personajes, como Matthew Maule o Phoebe Pyncheon, también serán de gran valía en esta historia que resulta bien aleccionadora.

El director alemán, Joe May, atraído por Hollywood desde algunos años atrás -y a quien siempre se recordará por su excelente película, “Asphalt”-, tiene aquí otro notable acierto en su filmografía, logrando, además, muy buenas interpretaciones de, George Sanders, Vincent Price, Margaret Lindsay, Nan Grey y Dick Foran, entre otros.

Título para Latinoamérica: LA CASA MALDITA
Luis Guillermo Cardona
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8
17 de abril de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con sus empleados, Charley, Mose y Button, el ganadero Boss Spearman (al final sabremos porqué prefiere que lo llamen “boss” (jefe, ¡y le sobra razón!), conduce una manada por un hermoso valle de Montana. Charley Waite, es un exsoldado (nunca sabremos de qué bando), pero los años de, La Guerra de Civil, no parecen traerle buenos recuerdos y se advierte en él una cierta intención de zafarse de su pasado… pero no siempre es fácil asumir los cambios según sea la sociedad que uno padezca, y pronto, Boss y Charley van a tener que vérselas con el déspota barón de la tierra, Denton Baxter y sus matones, pues, no quiere que ninguna res ajena pise sus preciadas tierras… y en este caso, también lo anima el deseo de quedarse con el bonito ganado.

Como suele ocurrir, los hombres de ley son puestos como títeres por los “poderosos”… y también en Harmonville -el pueblo al que llegarán Boss y sus tres hombres-, el sheriff es otro monigote que solo sirve a los intereses del mandamás. Así que, el pueblo está a merced de Baxter… pero, el surgimiento de un líder que promueva el cambio, será siempre motivo de unión y esto hará que finalmente llegue un nuevo amanecer.

<<OPEN RANGE>> (título que podría traducirse como, En campo abierto, o mejor, A campo traviesa), surge de la novela, “The Open Range Men” que, en 1990, publicara el prolífico escritor de westerns Lauran Paine, quien, en la tercera década del siglo XX, ejerciera como cowboy y competidor en rodeos. Como protagonistas, Kevin Kostner y Robert Duvall resultan impecables, y Annette Bening (Sue) y Michael Jeter (Percy), quien falleciera antes de que se estrenara la película, son otros sólidos caracteres que dan mucho encanto a esta bonita historia.

Craig Storper, escribió el guion en el que se da un amplio espacio a la amistad, y también al romance que por fin encuentra, el atribulado Charley, con la ya madura, pero encantadora, Sue Barlow, la enfermera del doctor del pueblo. Para mi gusto, es esto lo que da gran valor a este filme con el que, el actor y director Kevin Kostner, vuelve a demostrar que le interesan más las relaciones humanas de calidad, que los parámetros convencionales del western de consumo. Por supuesto, para complacer al honorable habrá una gran secuencia de calificada planeación y donde las balas casi saltan hasta nosotros… y, al final, <<OPEN RANGE>> nos dejará esa sensación de cine bien hecho, donde todo está cuidado para lograr la trascendencia.

Y vuelve aquí a aplicarse el decisivo proceso revolucionario: No es rezando como se vence a los enemigos del pueblo, es enfrentándolos con sus mismas armas.

Título para Latinoamérica: PACTO DE JUSTICIA
Luis Guillermo Cardona
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8
15 de abril de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la década 1970-80 y, probablemente desde mucho antes, el gobierno de Alemania Occidental estuvo plagado de antiguos dirigentes del Partido Nazi. Unos cuantos miembros de la oligarquía, que habían sostenido las finanzas de Hitler, seguían controlando la industria, las instituciones militares, los ministerios, las magistraturas, y en general, manejaban al país a su antojo. El marco político preservaba, en consecuencia, la desigualdad, la represión, la discriminación… y los más altos privilegios para la clase en el poder.

Como suele ocurrir, éste sería el caldo de cultivo para el surgimiento de una organización armada que, en honor al Ejército Rojo de la Unión Soviética, decidiría llamarse, Rote Armee Fraktion -RAF- (Fracción del Ejército Rojo), la cual fue fundada por Andreas Baader y Ulrike Marie Meinhof, y operó entre 1970 y 1998, logrando un alto impacto en Alemania debido a que los principales líderes del grupo eran profesionales con una alta formación intelectual que les permitía escribir e intervenir con sólidos argumentos en las políticas de Estado… y también, porque lograron causar una crisis nacional e intimidar a las instituciones con sus ataques terroristas con los que causaron graves daños a las estructuras y originaron la muerte de por lo menos 34 personas.

Tras la detención y reclusión, en la cárcel Stammheim de Stuttgart, de la plana mayor de esta organización a la que también se conoció como, El Grupo Baader-Meinhof, el 21 de Mayo de 1975 se dio inicio al juicio con el que se buscó condenarlos a cadena perpetua… pero, las muchas cosas que pasaron durante los casi dos años que duraría el proceso, fueron de la más alta resonancia… y es lo que va a contarnos el director, Reinhard Hauff, en esta película escrita por Stefan Aust, y con un grupo de intérpretes bastante ajustado, incluyendo a Ulrich Pleitgen (el Juez), Ulrich Tukur (Andreas Baader), Therese Affolter (Ulrike Meinhof), Hans Kremer (Raspe) y Sabine Wegner como Gudrun Ensslin.

<<STAMMHEIM, EL PROCESO>>, obtuvo el Oso de Oro en el Festival de Berlín y a, Reinhard Hauff, también le fue entregado el premio FIPRESCI, por la fidelidad con la que registró el juicio partiendo de insertos documentales, las actas originales del proceso y situaciones ampliamente investigadas.

La trama resulta bastante dinámica, no obstante que la mayor parte del filme transcurre entre los estrados, pues, la beligerancia de los jóvenes acusados, y la rigidez del juez que preside la audiencia, mantienen los ánimos muy en alto… y la justicia alemana quedará bien reflejada en todo lo que aquí sucede.

Un hecho histórico del cual hay que enterarse, pues, su relevancia ha dado lugar a por lo menos una veintena de películas.

Título para Latinoamérica: <<EL PROCESO STAMMHEIM>>
Luis Guillermo Cardona
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6
10 de abril de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las cosas más positivas que he podido aprender en la vida, es a decirle a Dios: “Señor, estoy deseando… pero, por favor, concédemelo sólo si Tú estás de acuerdo en que lo necesito”. De igual manera, se puede decir: “Padre Universal, ansío poder amar y ser amado por… pero, si no es la persona con la que podré ser feliz, te ruego que la alejes de mi lado”.

Porque lo he experimentado, puedo afirmarlo: si se dice con el corazón y con plena confianza en el Ser Supremo, a su manera, Él nos mostrará el camino y no habrá nada que lamentar. Porque, paradójicamente, a veces ganar es amargarse la vida, y perder es, en ocasiones, liberarse de una penosa desgracia… y si no, piensen en los chicos que se jugaron los boletos antes de subir al Titanic.

Jay Gatsby, es un hombre culto, apuesto y galante que, tras dilapidar una herencia, se dedicó a negocios non sanctos para recuperar la fortuna… y cuando por fin lo ha logrado, su nuevo propósito es recuperar también a Daisy Buchanan, la muchacha rica que se olvidó de él y se casó con un hombre adinerado cuando supo que él se había convertido en un militar sin un centavo. Pero, Gatsby, aún confía en que, él, ha sido el único amor verdadero en el corazón de Daisy y que, con lo que ahora posee podrá reconquistar su corazón.

Tendrá entonces lugar, una suerte de tragedia shakesperiana de esas en las que, con toda su buena voluntad, el hombre quizás llegue a comprender que nunca supo elegir, y es por esto, que muchos se pasan la vida tras un ideal inalcanzable. De paso, el argumento hace una fuerte crítica a esa clase social para la que, el dinero lo es todo y por él sacrifica hasta lo más sagrado.

“Muéstrame un héroe y te escribiré una tragedia”, dijo alguna vez, F. Scott Fitzgerald (1896-1940), el autor estadounidense que tan bien recreara la suerte de cultura que padeciera su país natal en las primeras décadas del siglo XX, en novelas tan preciadas como “A este lado del paraíso” (1922), “El gran Gatsby” (1925), “Suave es la noche” (1934) … o “El último magnate” (1941).

Llevada primero al cine, en 1926, bajo la dirección de Herbert Brenon, <<EL GRAN GATSBY>>, conoció una segunda adaptación cinematográfica en 1949, con Elliot Nugent al timón; y esta tercera vez, es Jack Clayton (“Room at the top”, “The innocents” …), el responsable de una adaptación que supera a las anteriores en sus logros visuales y en su prominente puesta en escena, aunque, en sus aspectos dramáticos y románticos, todavía no consigue la fuerza que semejante historia ofrece en perspectiva.

¿Qué hizo falta? Ignoro si fue responsabilidad del guion de, Francis Ford Coppola, o del director Clayton, pero, considero que el filme se explaya demasiado en situaciones de menor relevancia como las fiestas (en las que ocurre muy poco), y la relación más dramática y profunda que pudo haber sido la de, Tom con Myrtle Wilson, se pasa en flashes demasiado rápidos. Después, y es quizás lo más lamentable, es que los momentos más fuertes, como el enfrentamiento entre Gatsby y Tom Buchanan, el accidente de Myrtle o el trastorno de Wilson, se malogran casi por completo, por el distanciamiento con el que se plantean; y por último, y no menos importante, es que la figura de, Mia Farrow, no corresponde, ¡para nada!, ni con la suerte de mujer que uno imaginaría para despertar tantas pasiones, ni para conseguir creerle los cambios emocionales que, en su momento, demuestra… y hasta Redford, con ese rostro ajado de adolescente descuidado, deja de lucir como el galán que esperaríamos. Todo esto lleva a que, la conexión con la historia y la empatía con los personajes, se dé tan sólo a niveles muy superficiales. Muchísimo mejor lucen, Karen Black como Myrtle, Sam Waterston (Nick) y Scott Wilson como el mecánico astado, y son, solamente ellos, los que dan alguna consistencia a la película.

Con todo, cierta privilegiada clase social queda bien puesta ante el espejo… y eso ¡bien vale la pena!
Luis Guillermo Cardona
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8
7 de abril de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En Wichita, Kansas, hay novedades: Está a punto de ser inaugurado el ferrocarril y se aproxima un lote de ganado que dará lugar a los placeres gastronómicos de los habitantes del pueblo… pero, con este regalo llegará también en tropel un grupo de jinetes “relajados” e impulsivos (muy buena la idea de no mostrar el ganado sino a los hombres que llegan como ganado), de aquellos que, lo que ganan con sudor, lo gastan en deshonor, y claro, los dirigentes del pueblo están preocupados porque, al que tienen de sheriff le faltan cojones y respetabilidad, y con aquellos visitantes los desmanes no van a hacerse esperar. Pero, el hado protector de la gente buena de Wichita, ha traído a un hombre que enseguida demostrará cómo se impone la justicia… y el destino también sabrá qué hacer para convencerlo de que proteja al pueblo. Se llama, Wyatt Earp, el comisario al que siempre se recordará por su legendario enfrentamiento en el Corral O.K.

Con un preciosismo visual que linda con lo pictórico, y en ese curioso y absurdo contraste entre el progreso y el atraso tan característico de la sociedad estadounidense, el director Jacques Tourneur, nos ofrece un valiente llamado a la civilización, haciendo que su personaje protagónico se convierta en un ferviente defensor del desarme de la población civil, pues, como bien claro lo tiene toda sociedad avanzada, las armas de fuego sólo deben estar en manos de los agentes del orden.

La historia de <<WICHITA, CIUDAD INFERNAL>>, escrita por Daniel B. Ullman (quien también se ocuparía de convertirla a guion) más allá de su aparente simpleza consigue definir unos personajes de fuerte carácter, y en algunos de ellos (McCoy, Masterson, Whiteside…) además del sheriff, se consigue aflorar rasgos de gran interés humano que le dan solidez a la historia. Como director, Tourneur aporta una gran dinámica narrativa; su puesta en escena no deja nada que desear, pues, complace de principio a fin; y en la dirección de actores, logra resultados muy positivos con mínimas falencias en las escenas de masas que, quizás, pasen desapercibidas.

Joel McCrea (quien tiene aquí su tercera y última aparición junto a Tourneur), representa a un Wyatt Earp recio y de fuerte carácter, pero sin perder esa cordialidad y simpatía que hace a los hombres sociables. Su fe y su persistencia en desarmar a la población civil y ese valiosísimo ejemplo de no disparar a matar, resultan de avanzada… y es una gran lástima que haya sido en vano este nuevo y apreciable esfuerzo por llevar a la gran potencia norteamericana hacia la civilización. Junto a él y para él, Vera Miles (Laurie), nos ofrece a una bella y encantadora dama de esas que cualquier hombre sensato desearía para casarse, capaz de poner luz, en aquel alborotado pueblo, en cada momento en que aparece; y Lloyd Bridges es Gyp Clemens, el obstinado malito que, absurdamente, sigue creyendo que, libertad es hacer lo que a uno se le dé la gana.

Una cita para recordar:

“La discreción es la mejor parte del valor”.

Título para Latinoamérica: RONDA DE LA MUERTE
Luis Guillermo Cardona
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