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España España · Madrid
Críticas de Pedro
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Críticas 265
Críticas ordenadas por utilidad
Earthlings
Documental
Estados Unidos2005
7,8
4.706
Documental, Intervenciones de: Joaquin Phoenix
1
12 de marzo de 2009
68 de 136 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curioso documental en supuesta defensa de los animales que poco o nada aporta artísticamente, con realización simplemente correcta que basa su fuerza en imágenes truculentas grabadas con cámara oculta en mataderos, laboratorios o similares (como si de una "snuff movie" del reino animal se tratara), y que ideológicamente no es más que un panfleto propagandístico de un sector de practicantes del vegetarianismo -afortunadamente minoritarios incluso entre los vegetarianos- que hacen un uso radical de sus ideas mediante una manipulación sutil al espectador y la introducción de un vocabulario propio ajeno a los diccionarios o a los usos habituales del lenguaje con el fin de remarcar y fijar la doctrina: "earthling", "animal no humano", "animal humano", "especismo", etc...

"Earthlings" no plantea la reflexión, sino que directamente, como haría cualquier elemento sectario, parte de lo que considera la verdad absoluta para intentar convertir a los demás mediante el miedo, llegando incluso a dictar desde la primera secuencia los pasos para alcanzar dicha verdad que empiezan según nos afirman en la oposición inicial y terminan en la "iluminación" que finalmente acepta esa única certeza. Para ello el director no se inmuta a la hora de incluso igualar el hecho de comprar fiambre en el supermercado con el holocausto y considerar un nazi a cualquiera que ose comer una loncha de jamón; habiendo dejado previamente claro antes que los animales son iguales que los humanos. De este modo comer carne o pescado se da a entender que es lo mismo que asesinar a un semejante. Lo mismo.

La defensa de los animales bien entendida denunciaría ciertos abusos de los que se ven en el documental -muchos de ellos hace tiempo incluso ilegales en numerosos países-, pero desde luego sin ir tan allá hasta esa identificación persona-animal.

Si en una situación de peligro tuviera usted que elegir entre la vida de una persona o la de un animal, ¿cuál escogería?

Ante esta disyuntiva, quienes defienden esa ideología a ultranza no saben qué responder. Optar abiertamente por un humano antes que por un animal sería para ellos admitir que son lo que llaman “especistas”; es decir, admitir que la especie humana es normal que sea para los humanos más importante que cualquier otra especie animal, cuando eso es algo que precisamente combaten y la película asocia a ser “racista” para identificarlo con el mal. Por eso suelen evadir la contestación con indiferencia y aires de superioridad moral, irritarse como sintiéndose agredidos, o perderse en circunloquios: "depende", "habría que ver la situación", "eso es una pregunta tramposa"..., si no reconocen tranquilamente que daría lo mismo uno que otro. Cuando usted realmente alguna vez dude un ápice la respuesta a esta cuestión, empiece a preocuparse por su salud mental.
Pedro
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3
15 de octubre de 2011
20 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sabría contar exactamente cómo empezó todo. Creo que comía palomitas, igual que muchos en la sala. Apenas recuerdo qué ponían ese día; quizás una de un tal Soderbergh -quien tanto prometiese con “Sexo, mentiras y cintas de vídeo” y que incluso llegó a rodar “Traffic”-. Me parece que había un reparto de lujo -Matt Damon, Kate Winslet, Gwyneth Paltrow, Marion Cotillard, Jude Law…-. Mas apenas me acuerdo del título. ¿”Epidemia”? ¿”Virus”? ¿”Estallido”? ¡Ah, no…! Esta última era parecida y también algo floja… No sé… Las cosas banales suelen caer en el olvido, aunque sobre todo influyó, claro, aquel extraño contagio.

Las primeras respiraciones profundas surgían filas atrás, de la décima o novena. Luego algo adelante, sobre la segunda o tercera, escuché algún respingo. Pronto se convirtieron en alternos ronquidos por aquí y por allá, hasta que finalmente yo mismo me sorprendí transponiéndome. Se me caía la cabeza por los lados del respaldo, un bandazo a la derecha, otro a la izquierda, un ligero despertar, de nuevo se cerraban los ojos… Lo último que alcancé a vislumbrar entre sueños proyectado en la pantalla fue el rostro pasmado de Damon, inmutable, porque tres o cuatro veces que medio desperté veía la misma cara, como si la cinta se hubiera detenido entre cabezada y cabezada.

Minutos después, nada; silencio, profundo silencio, antes de que los servicios médicos entraran para sacar uno por uno a todos los espectadores en camilla, inertes. A mí entre ellos.

Ninguno pudimos ver cómo aquella película que comenzara hasta cierto punto con interés se había ido desvaneciendo entre buenas interpretaciones que no contaban nada reseñable, entre un documental de pandemias producido por la OMS y un serial de catástrofes de TV, entre las películas de reparto estelar sobre aeropuertos o virus amenazando pasajeros de tren de los años setenta, y un poco -sólo un poco- del Soderbergh que disecciona personajes de carne hueso. Pero el lastre de los minutos insulsos llenos de tópicos debió pesar demasiado, dados los acontecimientos…

Las autopsias no revelaron gran cosa y los periódicos publicaron el caso de la película que misteriosamente provocó el letal sopor. La revista “Más Allá” sacó un número especial del suceso e Iker Jiménez lo aprovechó para nuevas ediciones de su programa. No obstante, los vigilantes del cine habían apreciado al revisar las grabaciones cómo la dependienta del bar llegaba con una planta que trajo de sus vacaciones en algún lugar de África y la colocaba en la parte trasera del mostrador, junto a la máquina de palomitas. Después se la veía despachar varias bolsas hasta instantes antes de comenzar la sesión. Sin embargo, ni vigilantes ni policía dieron mayor importancia al vídeo de seguridad. Tal vez porque sólo con una buena ampliación de imagen que a nadie se le ocurrió se hubiese apreciado, revoloteando desde una de las hojas de la planta africana hasta la máquina de palomitas, a aquella maldita mosca tse-tse.
Pedro
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10
25 de agosto de 2005
7 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tanto monta, monta tanto, Michael Caine como Laurence Olivier. Y es así porque paralelo al magnífico duelo dialéctico y psicológico que enfrenta a sus personajes se desarrolla un aún más magnífico duelo interpretativo entre dos grandísimos actores de escuela inglesa. Todo, por supuesto, con el imprescindible mérito del guión y obra teatral de Anthony Shaffer.

Jugando a jugar, los dos protagonistas actúan como quien abre una caja de sorpresas, o mejor como quien juega con muñecas rusas... Siempre se esconde otra dentro y no sabes cuándo llega el final. Y el final, en este caso, nos sorprenderá con fuerza y genial sarcasmo.

Uno no sabe si quedarse con ésta como La Película –con mayúsculas– de Joseph Mankiewicz. Si no existiese “Eva al desnudo”, sería la cumbre de su carrera. Dejémoslo en este caso pues como una cumbre con doble cima. Mientras que “Eva al desnudo” es cima del desarrollo de personajes, la sublime narrativa fílmica y la ambición desmedida, “La huella” lo es de la intriga, el juego como arte, la sorpresa y el diálogo con talento. Ambas tienen en común una sobresaliente y medida puesta en escena y el ser cine en estado puro: obras maestras.
Pedro
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8
27 de junio de 2011
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Variopinto retrato de personajes en el que la planificación de fotografía y puesta en escena es tan importante como los diálogos y unas intensas interpretaciones; las cuales se mueven entre la lágrima y la sonrisa que nos provocan tanto las situaciones recreadas por los actores como sus expresiones trabajadas al detalle, y recogidas con eficacia por una cámara que dedica buena parte del metraje a los planos cortos y medios.

El Max interpretado por Cluzet -el anfitrión- es tal vez el papel más extremo, que roza lo imposible en un carácter entre detestable, risible y candidato a la compasión del espectador. A partir de él como pivote se desarrollan las historias corales de un grupo de amigos donde cada uno aporta escenas que van poco a poco desentrañando las intrigas que esconden los protagonistas siempre moviéndose entre el amor y el odio, la pelea y el abrazo, las carcajadas y los sollozos, secretos y confesiones, confidencias y traiciones...

Buenos y malos ratos aparte, o precisamente por la medida mezcla entre ellos, las pequeñas mentiras sin importancia nos recordarán probablemente otros ratos de nuestras vidas con algunos de nuestros amigos, e igualmente nos hará pensar si alguna vez no habremos sido injustos con alguien o si merecimos cuando alguien lo fue con nosotros. Así que esta película se muestra como un reflejo tal vez algo histriónico de las relaciones entre personas allegadas, pero al fin y al cabo espejo de nuestros propios sentimientos.

Y es posiblemente esa universalidad, ese común denominador, lo que ha dado una buena acogida a esta película tanto dentro como fuera de las fronteras francesas. Desde un arranque impactante por el mérito del rodaje casi subjetivo acompañando la introducción del personaje de Ludo, hasta un final emotivo donde de nuevo Ludo será el nexo de la catarsis colectiva, no hay ni un solo minuto de desperdicio en este collage sobre la amistad.
Pedro
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6
9 de marzo de 2010
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizás es porque me parece más complicado y complejo en registros el papel de un cínico que en el fondo esconde el corazón dañado de un perdedor solitario, que el papel de un alcohólico solitario que encuentra esperanza para seguir adelante sin cinismos, por lo que creo que el Oscar que este año fue a parar a Jeff Bridges debió recabar en manos de George Clooney por "Up in the air", además de porque este último personaje así como la película en sí misma están más laboriosamente escritos y contados.

No obstante, valía de sobra tiene sin duda la sentida interpretación de Jeff Bridges, que es quien sobre todo levanta este producto firmado por un director y guionista neófito. Jeff y por supuesto nombres de sabor tejano como Ryan Bingham, Buck Owens, T-Bone Burnett, Stephen Bruton, George Jones, Kitty Wells, entre otros... El sonido del country. Con una aparición de reparto más que interesante de Colin Farrell en el papel de estrella del género musical. Ambos -Bridges y Farrell- ponen su propia voz a varias de las canciones, y lo hacen con bastante mérito.

"Corazón rebelde" se deja ver con cierta nostalgia por el ocaso del talento, la fuerza para recuperarse y resistirse a perder, una botella de whiskey McClure's, y los acordes de una guitarra acústica de seis cuerdas acompañando a una voz rota que habla de su propia vida.

Una película sencilla sobre una historia entre bares, boleras, locales de conciertos y escenarios unidos por la carretera desde la que nuestro protagonista siempre llega conduciendo medio decrépito su vieja furgoneta. ¡Señoras y señores, con todos ustedes, el hombre que me enseñó a tocar! Bad Blake...

"Your heart’s on the loose
You rolled them seven’s with nothing lose
And this ain’t no place for the weary kind"
Pedro
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