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España España · Palma de Mallorca
Críticas de Robert Denigro
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Críticas 212
Críticas ordenadas por utilidad
7
2 de octubre de 2023
23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay algo que me llama poderosamente la atención en "Golpe de suerte" y me impide concentrarme en la historia. Me refiero al derroche de lujo. De unos años a esta parte se ha producido en Woody Allen (si me permiten la expresión) una radical "aristocratización" de su cine. Sus personajes ya no son intelectuales burgueses charlando en sus pequeños apartamentos sino directamente parientes de la realeza. Intento concentrarme en la historia pero no hay manera, solo tengo ojos para ese modo de vida exquisito. Además no se trata de un lujo vulgar como el que hace ostentación la familia Kardashian en su reality. En absoluto. Es un lujo de buenos modales, educación y cultura. Los protagonistas han vivido entre Nueva York, Londres y París y se rodean de amistades que viajan a La Polinesia y celebran cumpleaños de alto copete en Venecia. Beben vinos caros, compran cuadros de Caravaggio y organizan partidas de caza en sus mansiones solariegas. Para rematar tanta belleza todo ocurre en un París otoñal bañado por los colores cálidos del maestro de fotografía Vittorio Storaro.

"Golpe de suerte" no es graciosa sino más bien irónica, con un tono similar al cine negro de Claude Chabrol. Pero entre ambos directores hay una sustancial diferencia. El cine de Chabrol era una incómoda crítica contra la alta burguesía. En cambio Woody Allen se siente estupendo ofreciendo su personal Trip Advisor de la buena vida.

"Golpe de suerte" no es oscura como "Match Point" y tampoco lo pretende. Más bien al contrario, todo es placentera frivolidad. La película nunca saca los pies del estereotipo. Un ejemplo: la guapa protagonista, asfixiada por el lujo se siente atraída por la vida bohemia de su amigo escritor. Una alternativa que la libera de su vida falsa y superficial. Ocurre sin embargo que la supuesta vida auténtica del escritor es de nuevo un tópico monumental. El escritor, como no podía ser de otra manera, es guapo, soñador, vive en una boardilla y recita versos en voz alta. En fin, el espectador se dará cuenta de que todo aquello tiene menos profundidad que una piscina Toy.

"Golpe de suerte" es muy entretenida. Un relato perfecto, de compresión inmediata y muy fácil de seguir. Un juguete lúdico de extrema ligereza para dejarse llevar por el enredo. En ese sentido recuerda a las comedias negras de los estudios Ealing, como "El quinteto de la muerte". Pero no se dejen engañar: el argumento no es el asesinato, tampoco el adulterio ni los caprichos del azar. El verdadero argumento es un modo de vida, "la joie de vivre" de un artista octogenario acomodado en sus placeres sibaritas. Woody Allen está en plena forma y de nuevo nos ofrece una bonita postal...muy entretenida.
Robert Denigro
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8
25 de enero de 2024
32 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay algo muy contradictorio en el nazismo. Su oscura mecánica de muerte pretendía construir una sociedad luminosa. Los nazis no eran bárbaros sino que defendían la ciencia y la razón. Resulta incomprensible que el mayor genocidio de la historia se perpetrara desde el imperativo de la civilización. Por eso muchos pensadores siguen buscando respuesta a semejante aberración. El filósofo Theodor Adorno y la escuela de Fráncfort investigaron a fondo las causas del Holocausto. La herida fue tan profunda que algunas corrientes sionistas consideran, todavía hoy, que no se puede hablar del Holocausto. Una especie de respetuoso tabú destinado a sacralizar el trauma. Porque intentar explicar semejante atrocidad es imposible.

La grandeza de “La zona de interés” es precisamente este cuestionamiento ético sobre la forma de abordar un asunto tan sensible. La película, basada en la novela de Martin Amis, narra el día a día del coronel Rudolph Hoos durante su jefatura en el campo de exterminio de Auschwitz. Pero la película no muestra el Holocausto sino la vida de la familia Hoos en la villa que ocupaban a escasos metros del campo. El director Jonathan Glazer cancela la representación del Holocausto al tiempo que dirige la mirada del espectador hacia lo anodino. La cámara de Glazer acompaña los movimientos de la familia Hoss dentro de la casa. Vemos a la familia reunida para desayunar, a los niños jugar en su habitación o al matrimonio paseando entre los rosales del jardín. La vida es perfecta en el lado bueno del muro.

La pantalla queda dominada por la banalidad doméstica y el horror queda en el fuera de campo. En la película no aparece ningún nazi malvado ejecutando reclusos, ni judíos esqueléticos hacinados en sus barracones. “La zona de interés” evita el emocionalismo exagerado de las películas sobre campos de concentración, pero provoca un malestar aséptico. No podemos ver el Holocausto pero podemos sentir su presencia al igual que escuchamos el susurro siniestro de la valla electrificada. En algunas escenas las chimeneas de los crematorios asoman al fondo del plano. También los gritos de los reclusos rebasan los muros.

El debate moral ya no apunta al Holocausto sino a su representación. El acierto de Jonathan Glazer es contar las cosas sin contarlas. El Holocausto cobra más fuerza precisamente porque no se ve. Una ausencia que instala la culpa en la conciencia del espectador. Todos sabemos lo que ocurre al otro lado del muro, pero como estamos en el lado bueno es muy cómodo mirar para otro lado. A la familia Hoss le ocurría lo mismo.
Robert Denigro
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4
29 de agosto de 2023
23 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como ustedes sabrán Mario Casas es actor. Un chico guapo. Ídolo de chicas. Empezó luciendo cuerpazo en la serie de acción "Los hombres de Paco". Porque Casas es un hombre de acción. En su vida real hace surf, boxea y vive a tope. En definitiva, un macho alfa. Pero España no es Hollywood. Aquí tiene más porvenir el hombre corriente, como en su día Antonio Resines o en la actualidad Javier Gutiérrez.

A falta de películas de acción al estilo Hollywood, Mario Casas sigue buscando su lugar en el cine. El actor ha encajado bien en la comedia pero en papeles dramáticos le falta profundidad. Tal vez por eso ha dado el salto a la dirección.

Su primera película como director es una extensión, no disimulada, de su trayectoria como actor. Cine adolescente que proclama el espíritu de rebeldía. "Mi soledad tiene alas" es un drama de violencia juvenil que mira directamente al cine quinqui. El gran problema es que Mario Casas no es Eloy de la Iglesia y su hermano Oscar no es El Vaquilla. El cine quinqui de los años 70 transmitía una verdad casi documental. Sus protagonistas eran delincuentes reales. Todos acabaron fatal, víctimas del alcohol, la heroína y la violencia en la cárcel. Vidas muy tristes que en pantalla alcanzaron un patetismo sublime. Pero Mario Casas no es patético. Muy al contrario, Mario Casas mola. Es guapo y hace surf. Es difícil creer en su tragedia. De hecho hay en ella algo exagerado, un poco infantil, como ya ocurría en su película como actor "Tengo ganas de ti".

Resulta imposible separar el Mario Casas real de su propio personaje. Su empeño por ser auténtico resulta desmesurado. En sus excesos vigoréxicos Casas asume la dirección como quien agarra unas mancuernas, un espacio donde continuar descargando adrenalina. Sus declaraciones a la prensa también son un chorro de potencia grandilocuente. En su promoción de la película Casas busca expresiones elevadas y metáforas poéticas: "como director he tenido que lanzarme al vacío", "para ser actor me nacieron alas". Precaución, porque de lo sublime a lo ridículo hay un paso.
Robert Denigro
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8
13 de diciembre de 2021
35 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la primera escena Dios sobrevuela Nápoles y San Genaro viaja en Rolls Royce. Realismo mágico lleno de extrañeza, sarcasmo y pellizcos de trasgresión. Sin duda una de las películas más evocadoras del año. El cine italiano acierta cuando vuelve una y otra vez sobre el neorrealismo. Un retorno a lo mismo que siempre alumbra películas inolvidables. Un género en continua evolución, más nuevo y más real que nunca. El neorrealismo es para los italianos una filosofía de vida sin fecha de caducidad. "Fue la mano de Dios" no es un simple entretenimiento, es un fragmento de vida. De hecho es la biografía del director convertida en manual existencial sin caer en la cursilada de la autoayuda. Un viaje iniciático de juventud, entre la felicidad y la tristeza, en el Nápoles de los años 80, con el famoso fichaje de Maradona como telón de fondo.

Sorrentino se libera de la pedantería de "La gran belleza" y gana fluidez narrativa. En esta ocasión domina el naturalismo muy en línea con el cine italiano de postguerra, en especial "La Familia" de Ettore Scola. Fellini como inevitable horizonte formal pero también Tornatore, Bertolucci o De Sica. Hay en la película el esperpento de "La dolce vita" y la sensualidad de la "dona" italiana pero es imposible reducir a Sorrentino a un vulgar imitador. El director demuestra un estilo indiscutible y nos regala epifanías cuyo lirismo interrumpen la prosaica realidad y roban el corazón del espectador. Sin darnos cuenta la rutina de lo banal se convierte en poesía. Una película que desde lo terrenal busca la fuga constante hacia la trascendencia. Al verla nos embriaga la misma emoción que sentimos hace más de 30 años con "Cinema Paradiso". No se la pierdan, cine en estado puro (disculpen el tópico).
Robert Denigro
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6
27 de agosto de 2020
39 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
Digamos que mi inteligencia, ni mucha ni poca, es la justa para montar un mueble de Ikea. Sin embargo a Christopher Nolan le importan un pimiento las entendederas del espectador medio, proponiendo un enrevesado ejercicio mental de paradojas temporales y espionaje nuclear.

De nuevo la puesta en escena de Nolan es brillante. Un desfile de tecnología y lujo como un sofisticado anuncio de El Corte Inglés. El punto fuerte de "Tenet" es la innovación formal, en este caso escenas de acción inquietantes ocurridas en el llamado torno temporal, donde una misma situación se desarrolla simultáneamente en tiempos inversos, como las dos caras de un espejo de movimientos opuestos. La estructura de situaciones complejas y montajes paralelos recuerdan demasiado a "Origen", otro alambicado cubo de rubik donde los personajes eran fichas de ajedrez al servicio del laberinto argumental.

La traición imperdonable de Nolan a su público es presentar este galimatías como si se tratara de un entretenimiento para toda la familia. El desafío de comprensión que propone nos aleja de la película y termina por convertirla en una provocación que nos llama tontos a la cara. De tanto pensar el espectador naufraga en un mar de datos de presunta complejidad intelectual. Lo peor es intuir que bajo su pretensión científica se oculta la retórica vacia de frases de camiseta.

Con cada nueva película Christopher Nolan se postula como heredero de las fantasías de Georges Meliès, un mago ambicioso que entiende el cine como si fuera un gran truco. Pero como todos los magos necesita engañar a su público con señuelos irritantes.

"Tenet" me obliga a plantearme preguntas tan absurdas como la película: ¿qué utilidad puede ofrecer un arma que funciona retrocediendo en el tiempo?
Robert Denigro
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