Haz click aquí para copiar la URL
Críticas de Archilupo
<< 1 4 5 6 10 88 >>
Críticas 439
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
5
20 de abril de 2011
51 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
1) El sello de Egoyan es muy característico. En sus películas más representativas (Liquidador, Exótica y Felicia, entre otras) el espectador se halla enseguida sin suelo bajo los pies, arrastrado por corrientes de sexualidad heterodoxa a un mundo ambiguo, irreconocible, que oscila entre lo misterioso y lo perverso, lo fascinador y lo malsano.

El ritmo es lento, todo parece detenerse, y entonces afloran destellos de algo que está ahí, dentro y fuera de los personajes, desconocido, inquietante.

2) En el comienzo de “Chloe”, tres personajes aparecen por orden.

El primero, la propia Chloe, es un cuerpo joven vistiéndose ante el espejo mientras su voz se presenta y habla del trabajo que ejerce, los pormenores físicos de ese trabajo, encarnar fantasías de los hombres.

El segundo es una ginecóloga que atiende a una bailarina anorgásmica y le promete información útil sobre el clítoris.

El tercero, un profesor de música que habla a sus alumnos de la ópera “Don Giovanni”, el coleccionista de amantes.

3) El segundo personaje duda de la fidelidad del tercero, su marido, y contrata al primero, la prostituta, para ponerle a prueba: quiere saber cómo se comporta a sus espaldas.
Los informes son detallados, calientes, excitantes. Desbordan cualquier cálculo de la contratante.

Ingredientes de un thriller de enredo sentimental, pero es Egoyan quien los maneja, así que cabe ponerse a la expectativa.
Las de Julianne Moore y Liam Neeson son fisonomías muy elocuentes. Dan enorme juego a la cámara. Hablan poco y bajito. Nadie se apresura. Añádase algún desnudo estilizado en los reflejos. La música suave, deslizando sugerencias. La impresionante residencia del matrimonio, bien moderna. Fragmentos de Vivaldi y Beethoven en sala de conciertos. La arquitectura señorial y fría del centro de la ciudad…

Todo parece listo para despegar hacia la inquietante dimensión de lo imprevisible con Egoyan, a punto de quitar el suelo al espectador en el siguiente giro.

4) Pero no sucederá.
El argumento estaba prefabricado.
Es producto industrial, remake de una historia vulgar, exagerada y moralista. Poco menos que lo opuesto a la línea de autor acreditada durante años por el armenio canadiense, que aquí se ha limitado a poner estilo, de indiscutible calidad, visualmente rico, pero no ideas, que son ajenas.

Nada que objetar si un cineasta quiere hacer una operación comercial o aplicar estrategias de marketing a su carrera. Pero, para no despistar a quienes le identifican con trabajos artísticamente comprometidos, en casos como éste debería usar pseudónimo.

Ngoyan, por ejemplo: suena a vietnamita, y facilita el engañar como a chinos.
Archilupo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
18 de abril de 2011
27 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
1) La comparación con los maestros de la Nouvelle Vague, especialmente Rohmer (y también Chabrol, por el hombre tosco enamorado de una maestra en ambiente provinciano, remitiendo directo a “El carnicero”), es inevitable. Y desventajosa.

La Nouvelle Vague se apoyaba en el minimalismo para conseguir la mayor intensidad significativa con la menor cantidad de recursos.

En “Mademoiselle Chambon” hay minimalismo: mucho sonido directo, con alternancia de silencios y ruidos, y conversaciones extremadamente parcas. Pero falta la fuerza sugeridora de los diálogos de Rohmer, con sus trasfondos pascalianos poniendo el azar en juego; con su ritmo metronómico; con esa depurada naturalidad que, contra las apariencias, resulta de una compleja elaboración estilística, una medición exacta de las palabras.

2) Faltan también primeros planos que den cuenta de los que sucede en los personajes: se trata de un relato intimista, acentuadamente sentimental.
Los personajes pueden estar definidos por su parquedad, pero los actores son muy expresivos, de modo contenido, sobrio, y la cámara lo pierde al no pasar casi nunca del plano ¾ o del medio, del medio corto como mucho.
Es, junto con otras, una limitación rígida, no justificada, porque deriva en tiempos muertos, en ahorro de recursos por elementalidad y no por estrategia artística. En pobreza.

3) Son los personajes la maestra, una mujer refinada, sutil, casi celestial, y el constructor, buena persona, básico, noblote, pero incapaz de reaccionar (exceptuando una pasajera y alarmante cólera).

4) La música, Elgar sobre todo, simboliza todo lo elevado y romántico.

En lo estilístico es la apuesta fuerte de la película.

Primero tiene presencia sólo diegética. Un personaje toca el violín, un disco reproduce un concierto. Pronto la música se añade de fondo, en dos o tres pasajes, como cargando la suerte.

No basta para incorporar la intensidad que pide el relato, y menos si su final se ejecuta telegrafiándolo, de forma ya vista docenas de veces.

Si alguna vez el final sorprendente es un punto a favor de una película, el de ésta podría aspirar a ser unos de los menos sorprendentes de los últimos tiempos.

5) Cuando dicho final ha terminado y, mientras desfilan los créditos, escuchamos de qué manera canta la gran Barbara (1930-1997) ‘Quel joli temps’ recordamos de golpe qué es el arte, cómo no consiste en nombrar las emociones sino en recrearlas con sensibilidad estética, matices, modulaciones, talento, riqueza, entrega y profundidad sentimental.
Archilupo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
7 de abril de 2011
147 de 160 usuarios han encontrado esta crítica útil
Susanne Bier ha alcanzado gran madurez en esta obra reflexiva. Expone con perfecto dominio una constelación de temas, conectados entre sí por el principal: la violencia.

-La relación entre padres e hijos; incomunicación entre las partes, pervivencia de residuos autoritarios.
-La orfandad, la viudez; el dolor que fermenta en el vacío.
-Los conflictos conyugales, el horizonte de la reconciliación.
-El acoso escolar, la miopía de las autoridades.
-La violencia adolescente, sus distintos modos: el físico y directo, o el retorcido y maquiavélico.
-Los trastornos del carácter en la pubertad.
-El abismo entre el Primer Mundo (primerísimo: Dinamarca) y el Tercero, una mísera aldea africana.
-El valor ético de la cooperación solidaria.
-La dificultad de abstenerse de la agresión, aun en defensa propia.
-La delgada lámina entre la vida y la muerte.
-La duda sobre si, en determinadas situaciones extremas, la violencia se justifica.

Podría parecer un planteamiento denso, pero su exposición, regida por una lúcida sabiduría narrativa, es de principio a fin sencilla y fluida, según un ritmo sereno, una suave ondulación que acerca y aleja los temas en gradual progresión dramática, en sucesión totalmente coherente, apoyándose para los enlaces en una soberbia fotografía del paisaje, y aprovechando el alto rendimiento de los actores de escuela danesa, que dan excelentes primeros planos.

La película contempla lo que está bien y lo que está mal en relación a la violencia, sí, pero sin traza alguna de maniqueísmo. Rastrea los focos, la génesis de esas emociones que se acumulan como grisú en los corazones y convierten a las personas en material inflamable, explosivo.

Contrasta la violencia sofisticada del mundo acomodado con la brutal del mundo hambriento y paupérrimo. Sirve de enlace el abnegado doctor, abocado a serios conflictos personales en ambos ámbitos.

Una noción básica se decanta: en general, el principio de la civilización está en inhibir la respuesta violenta ante las agresiones y provocaciones del matón o el idiota de turno, y que se entienda que esa inhibición no es cobardía sino coraje ético. En general. Hay muchos matices, y la película sabe reflejarlos equilibradamente, sin excluir dudas e incertidumbre.

Es una propuesta de meditación seria para una Humanidad que aspire a ser justa.
Archilupo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
6 de abril de 2011
57 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia de esta película tiene un sugerente prólogo, ajeno a lo cinematográfico. En 1944 Terence Young no era aún director de cine, tal vez ni lo había pensado. Era miembro del ejército británico, herido en la batalla de Arnhem. Le cuidó una enfermera voluntaria muy joven, de 15 años, más que delgada flaca, casi escuálida: Edda van Heemstra Hepburn-Ruston, de familia aristocrática angloholandesa expoliada, estudiante de ballet que soñaba con dedicarse a la danza.

Años después, la joven enfermera era mundialmente conocida como actriz, brillante en todos los registros del arte interpretativo, desde la comedia al drama pasando por el musical (la lista quita el hipo: “Vacaciones en Roma”, “Sabrina”, “Desayuno con diamantes”, “My fair lady”, “Guerra y paz”, “Historia de una monja”, “Dos en la carretera”…): Audrey Hepburn.
El soldado, por su parte, había dirigido unas cuantas películas, entre las cuales los primeros títulos de la triunfante saga de 007.

Audrey Hepburn recibió la oportunidad de llevar más lejos, si cabe, su arte como actriz en un papel de enorme dificultad técnica: el de una ciega asediada en un apartamento por gangsters dispuestos a someterla a engaños, amenazas y maltrato. Para detectar los trucos, la invidente despliega un sexto sentido, en realidad viva inteligencia, procesamiento óptimo de los datos obtenidos a través de una atención alerta.

El pulso con los atacantes se desarrolla mediante gran ritmo y una tensión magnífica.

Es debido al ajustado guión, que aprovecha la obra dramática original (de Knott, guionista de “Crimen perfecto”) y su compacta unidad de espacio y tiempo; a las buenas actuaciones del reparto; a los detalles de creatividad en la realización de Young, como la extraordinaria secuencia en pantalla negra, con acontecimientos cruciales narrados a través de sonidos, secuencia que, al prescindir de la imagen, anticinematográficamente en apariencia, funde al espectador con el proceso mental de la protagonista, en magistral maniobra al servicio de la narración.

Pero es debido, sobre todo, a la inspirada presencia de Audrey Hepburn. Hay palpitación extrema. Un ser encantador afronta con admirable coraje una trampa mortal. El suspense se multiplica a causa de su especial fragilidad, su indefensión. No es un sufrimiento efectista ni barato. Como la actriz cautiva al espectador, éste vive en acentuado vilo el peligro y la incertidumbre.

Si alguien no se ha enamorado todavía de Audrey, ésta es la película.
Archilupo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
24 de marzo de 2011
47 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el feliz mundo huxleyano todos disfrutaban un bienestar de píldora, menos el Salvaje, obstinado heredero de Shakespeare, atrapado en pasiones fieramente humanas, hamletianas contradicciones, y por eso el único candidato a ser verdadera y genuinamente feliz.

En el mundo de “Never Let Me Go”, la ingeniería genética garantiza la salud. Diversos procedimientos sociales han erradicado las enfermedades, entendidas en términos físicos.
El argumento es Philip K. Dick pero el estilo es Attenborough, o incluso Ivory: atmósfera elegantemente descrita, y con vigor al mismo tiempo. Apunta a esteticista, pero es inquietante. Más: es chocante. Un cruce entre Blade Runner y Enid Blyton.
Una historia difícil.

‘Chocante’, dicho con deliberación.
La experiencia de ver esta película consiste en colisionar con ella, inesperadamente, y sufrir diversas lesiones internas, que no son de las que se curan enseguida.
Es un choque a bocajarro: con formas exquisitamente sencillas, amenazadas en su fragilidad por lo siniestro, se deja atravesar y vivificar por el hálito de un amor absoluto.
La sencillez permite, en modo directo, un profundo enfoque platónico, tan clásico como inagotable: las almas que se reconocen, aun atrapadas en lo más sombrío de la existencia.

También de los tiempos de Platón era el debate acerca de si los esclavos tenían alma.
En esta película la ciencia-ficción reserva para los personajes un destino de parias, pura fatalidad, pero demuestran poseer alma y ser, a diferencia de quienes les gobiernan, capaces de estar juntos, caminar juntos, tal y como se es, humildemente: amar con toda esa alma, lo único que tienen; suyo, no tienen nada más.

Contado con apenas un suspiro, un suspiro que deja esquirlas.
Archilupo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 4 5 6 10 88 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow