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Críticas de Wellesford
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Críticas 180
Críticas ordenadas por utilidad
10
8 de febrero de 2012
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra maestra de Murnau. La cantidad de logros técnicos es portentoso en esta película de textura lóbrega, donde los semblantes iluminados contrastan con el sombrío lienzo en el que se debate la batalla entre el poder del averno y el del amor. El clásico mito del hombre que vende su alma al diablo tiene aquí su máximo exponente cinematográfico, en una obra inundada de hermosa profundidad plástica con escenas y planos de gótica belleza, al mismo tiempo que construye una historia emocionante, tensa y coherente en todos los ámbitos que recorre; ya sea en la descripción de los personajes con una simple mirada o un gesto clarificador, o en el tramo final mostrando el destino de la mujer en un in crescendo tragicamente devastador.

En resumen, estamos ante una película poseedora de una magia adherida a sus imágenes, sin dudas prodigiosa. Un Mephisto, interpretado por Emil Jannings, que a pesar de algún momento burlesco, desprende auténtica malevolencia en un rol inolvidable, además de la dulce Gretchen (Camilla Horn), personaje que sufre una desgarradora transformación en su apacible y desconsolada composición. Tan sólo me resta recomendar esta gema del señor Murnau con la absoluta seguridad de haber visto una irreprochable obra maestra.
Wellesford
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6
9 de enero de 2012
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comedia muy efectiva en sus diálogos, con el mundo de las apuestas hípicas de fondo, en la que la pareja Gable-Harlow brillan en todas sus escenas, lástima que Jean Harlow falleciese antes de acabar la filmación. Utilizando una doble en algún plano de espaldas a la cámara, se terminó. La película no es una obra maestra, pero tiene buen ritmo y un guión bastante bueno, dirigida por Jack Conway, que era un buen artesano durante esos años (los treinta), cumple con lo que se le exije a una buena comedia romántica. Lo mejor es la mítica pareja de estrellas (con razón) en sus duelos dialécticos.
Wellesford
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9
17 de noviembre de 2012
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ichikawa incide en los horrores de la guerra utilizando una estética similar a la anterior El arpa birmana, en cuanto a iluminación y puesta en escena. En este caso deja a un lado el lirismo que daba un aura espiritual a la historia y muestra otro viaje a través de macabros episodios que la barbarie bélica produjo en Filipinas.

Un soldado enfermo de tuberculosis es rechazado por su compañía así como del hospital al que es enviado, lo que queda del ejército nipón huye en retirada y el protagonista se encamina en solitario. Sus tribulaciones le llevan a convivir con el hambre, la lucha ya no es contra el enemigo, se trata de sobrevivir a la locura, de conseguir unas botas aunque carezcan de suelas; la lucidez desaparece en el camino para transformarse en pesadilla.

Se muestran escenas de cruda violencia para la época de su realización; canibalismo entre soldados, cadáveres que abonan el camino, bombardeos, muertes en el fango... la cordura es una quimera cuando se matan compañeros sin conciencia a la que apelar. Un viaje caótico y devastador en el centro del horror, un lugar en el que el alma se degrada, anulando al hombre en la amoralidad.

Contiene momentos de gran simbolismo, como el del soldado que cambia sus raídas botas por las de un caído, las que ha dejado son recogidas por otro que lleva peor calzado que el anterior y más tarde el protagonista se hace con las últimas, decidiendo continuar descalzo. Sin duda una muestra inequívoca del abandono absoluto ante la derrota y la resignación en medio del caos.
Wellesford
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8
15 de noviembre de 2012
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo mejor de Lang queda plasmado en los magníficos encuadres que contiene este ágil y entretenido thriller sobre el nazismo. Una ficción argumental bastante llamativa en el año de realización (tuvo un remake televisivo en los setenta de Clive Donner, con Peter O'Toole): un hombre tiene a Hitler en el punto de mira de su rifle y...

... a partir de ahí se convierte en un filme pleno de intriga y suspense, intenso en su desarrollo, aderezado con detalles técnicos en la puesta en escena, como esa en que el protagonista torturado es interrogado por un cínico George Sanders, la cámara muestra al inquisidor mientras se refleja la sombra en el suelo del apresado Walter Pidgeon, que permanece fuera de plano. Pero contiene más momentos apreciables, aunque el punto flaco está en un final absurdo, teniendo en cuenta la coherencia de la trama hilvanada hasta ese momento. La presencia de Joan Bennet añade la dosis de romanticismo sin entorpecer la idea primordial del argumento.

Estamos pues, ante una obra menor del maestro alemán, pero dotada de sus mejores virtudes en cuanto a planificación, fotografía expresionista y ritmo. Un divertimento facturado a base de licencias argumentales que la sapiencia del director sabe llevar a buen puerto, con un borrón desafortunado en el colofón de la aventura.
Wellesford
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8
17 de septiembre de 2012
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
William Dieterle era un buen artesano que siempre ha estado a la sombra de los grandes de su época (Ford, Capra, Wyler, Hawks...) sin embargo consiguió la inspiración en un ramillete de películas, sobre todo colaborando con Paul Muni retratando personajes históricos como Pasteur, Juárez o Emile Zola. En esta ocasión logra transmitir de forma espléndida la perseverancia y tenacidad de un férreo defensor de la verdad y la justicia: Emile Zola.
Con un inicio ágil nos muestra los inicios del escritor al lado del pintor Cezanne, malviviendo con pequeños artículos, hasta alcanzar el éxito y una vida apacible con obras de realismo social, venerado por ilustres y admirado por el pueblo. Entonces se involucra en la defensa del militar Dreyfuss, falsamente condenado de traición por altos mandos militares. A partir de ahí la cinta nos absorve en un proceso histórico, donde los estamentos militares y el mismo tribunal utilizarán sus mezquinos poderes para desacreditar y condenar también al inefable escritor, en un juicio en el que Muni demuestra su inmenso talento en un alegato portentoso, reflejando los valores de la verdad y la justicia ante la audiencia, acusando las ignominiosas acciones del alto mando, así como del propio tribunal.
La puesta en escena es académica y se sustenta mediante un gran diseño artístico que representa el París de la última década decimonónica, un magnífico guión rico en diálogos de gran enseñanza moral y, sobretodo, la impagable labor de un reparto excelente del que sobresale sin duda Paul Muni en una caracterización llena de matices (él fue el espejo de futuras estrellas salidas del posterior Actor's Studio, palabra de Brando) pero recompensado con el oscar a Joseph SChildkraut en el papel del condenado Dreyfuss así como al guión y el más valioso a la mejor película que, incomprensiblemente, nunca se estrenó en España (durante el franquismo era obvio).
Así pues, una película altamente recomendable, de la recomendable época de los años treinta, en la que se nos da una lección de lucha por la búsqueda de la verdad y la justicia, con dignidad y sentido del deber moral.
Wellesford
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