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Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3.333
Críticas ordenadas por utilidad
8
24 de diciembre de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tanto que nos esforzamos a diario por aprender cosas nuevas, cuando los grandes maestros han dicho que lo que necesitamos es recordar. Pues, si es cierto que existe el registro akásico donde está guardado a plenitud, con exactitud y veracidad el conocimiento accesible a la humanidad, al ser nosotros fuentes de ese poder, sólo requerimos un concentrado ejercicio rememorativo para traerlo a la memoria.

Me da la impresión de que, Lynn Belvedere, ha sabido como usar certeramente este poder. Aunque su educación formal se limitó a dos semanas en la guardería, él habla en 11 idiomas, incluido el lenguaje de señas; es experto cocinero, deportista, bailarín, judoka, prestidigitador, pianista… y es también autor de un libro titulado, “La colina del colibrí”, que batió récords de ventas. En resumidas cuentas, el conocimiento no ofrece obstáculo para Mr. Belvedere… Bueno, sólo hay una palabreja, MODESTIA, que no es que no pueda aprenderla, sino que no le interesa ejercerla:
-Nunca había comido un pavo como éste. – Le dice la señora Chase.
-Nunca se lo había cocinado yo. –Responderá, Mr. Belvedere.
Y su frase favorita es: “Si no me equivoco, Y NO LO HAGO NUNCA…”

Después de la genial, “Sitting Pretty”, Lynn Belvedere regresa a sus andadas, esta vez con la necesidad de hacer una carrera universitaria, pues, le han pedido como requisito un título profesional para poder reclamar un jugoso premio que se ha ganado como escritor. Su primer paso es acudir a la Universidad de Clemens (cualquier alusión a Mark Twain, es bastante probable), donde tendrá que hacer saber que dispone de una gruesa suma para conseguir que le hagan el examen de admisión. Además, él promete que podrá hacer la carrera en un solo año, retando así hasta al mismo rector, quien también se graduó con una cierta ventaja.

Y he aquí, a un hombre que arreglará entuertos, causará uno que otro… y que parece llamado a descrestar a mucha gente con ese ingenio lleno de picardía y de innegable buen gusto, al que queda perdonarle su pizca de machismo y su absoluta falta de humildad.

El director, Elliott Nugent, logra mantener en alto a Lynn Belvedere -el personaje al que el actor, Clifton Webb, ha inmortalizado con su gallarda e irreverente presencia-, y de principio a fin, logra una aventura colegial llena de gracia y de ocurrentes pilatunas. Los diálogos son estupendos y, Webb, se mueve como pez en el agua haciendo un papel que no anda muy lejos de las muchas experiencias (cantante, bailarín, pintor, actor de teatro y cine…) que él mismo desempeñó en la vida real.

“Lux mentis, lux orbis” (“La luz de la mente es la luz del mundo”) es la frase latina que, Belvedere, traduce para unos estudiantes, y con ella quizás quiere recordar que no hay placer más grande que obtener el conocimiento, y que no hay nada que abra tantas puertas como la búsqueda de la verdad.

Tienen que verse la trilogía… y les aseguro que el sistema curativo de sus cuerpos se pondrá 100% a tono.

Título para Latinoamérica: GENIO ÚLTIMO MODELO
Luis Guillermo Cardona
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7
28 de octubre de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ni siquiera soñando se es completamente libre. ¡Cuantas veces soñamos que estamos haciendo algo que no logramos terminar por más que lo deseamos, o soñamos con algo que queremos sacar de nuestra mente, pero sigue asediándonos de manera obstinada u obsesiva! Estamos atados por normas, leyes, tradiciones culturales, por el deber ser y por nuestra conciencia… y a todo esto le debemos un grado de respeto del que es imposible sustraerse, y al fin y al cabo, nos queda entender que, la libertad no es hacer todo lo que queremos sino solo lo que debemos, pues la capacidad, y decisión, de elegir lo que es correcto en contra de lo que puede interesarnos, es el más alto grado de libertad que puede alcanzar el individuo.

Ni siquiera, en ese onírico y anárquico manifiesto que recrea el joven Jean Vigo en su película “CERO EN CONDUCTA”, consigue ser tan libre como, de seguro, él deseaba, porque sino, creo que hubiera dado rienda suelta a dos o tres cosas que, en particular, se nota que le interesaban.

Hijo de padre anarquista, muerto en prisión cuando él contaba apenas con doce años, Vigo tuvo que pasar por varias escuelas del Estado donde sufrió toda clase de vejámenes y se enfermó de tuberculosis. Esto lo marcaría para siempre, y por eso, su cine se manifiesta contra el sistema, contra la cultura dominante, contra el pudor… y contra la falta de libertad.

Su película está hecha con muy escasos recursos y eso se le nota en el caminado. Pero Vigo se las ingenia para meterle gracia; simpáticas caricaturas como la del niño con barbas que hace las veces de director o la del profesor que ostenta sus habilidades gimnásticas; críticas objetivas a las pobres condiciones en que se tiene a los niños en el internado (estrechez, mala alimentación, irrespeto…); y claras alegorías a la libertad, en escenas como la batalla de las almohadas o la de los niños caminando por el tejado.

Me parece demasiado generoso catalogar esta película experimental como una obra maestra, pero creo que da cuenta, sin duda, de la gran esperanza que, Jean Vigo, representaba para el cine francés. Infortunadamente, su muerte por leucemia a la corta edad de 29 años, truncó una promisoria carrera que hubiera dado mucho que hacer a las juntas de censura, las mismas que se ensañaron con la escasa filmografía que logró realizar.

Me surge al paso esta reflexión: Una juventud difícil es, con frecuencia, la escuela preparatoria para convertirse en un artista crítico que sabe de lo que habla. Se trata tan solo de saber aprovechar cualquier ocasión que surja en el camino… y puedes tener confianza de que surgirá.
Luis Guillermo Cardona
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8
24 de octubre de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El 20 de abril de 1999, en Littlelon, Colorado, EEUU, los estudiantes Eric Harris y Dylan Klebold ingresaron armados hasta los dientes a la Columbine High School donde estudiaban, y a sangre fría, como si estuvieran jugando un real X-Box de exterminio, asesinaron a doce estudiantes y a un profesor e hirieron a otros veinticinco alumnos de la institución. Seguidamente, ambos se suicidaron… y una vez más, en un eterno diálogo de sordos, el gobierno reabrió el debate sobre el derecho a portar armas con que cuentan sus ciudadanos. Pero, el armamentismo es uno de los negocios más sólidos y prósperos de los United States… y ya ustedes saben quienes son los que lo manejan.

Este deplorable suceso, sirvió de base a Gus Van Sant, uno de los directores más interesados en el mundo estudiantil (“El indomable Will Hunting”, “Descubriendo a Forrester”) para mostrar lo frágil que es la existencia y lo fácil que alguien puede protagonizar una masacre en la tierra del tío Sam. No se necesita estar loco ni drogado, solo hace falta el deseo de querer hacerse famoso con un solo acto o querer expresar la inconformidad contenida, y ya tienes a uno o dos muchachos comprando armas vía internet y listo(s) para sembrar el pánico y traer desgracia cualquier día soleado. Esa metáfora del cielo claro que de repente comienza a opacarse, se oye un trueno y las nubes se oscurecen por completo, luce muy semejante a la vida.

Pero, Van Sant, se propone algo adicional que resulta tanto o más interesante que su alegato anti-armamentista, cuando arriesga a aprehender el juego de la existencia con ese entrecruce de chicos que se desplazan por los senderos del instituto. Es la primera vez que veo en el cine largos desplazamientos plenos de sentido pues, se trata aquí de mostrar, eficaz y lógicamente, como diferentes vidas que, cotidianamente, apenas vemos -y en lo que poco pensamos-, se enmarcan en un destino para el que han sido elegidas como si se estuviera armando un rompecabezas.

Resulta muy apreciable, ver como el director se las ingenia para hacernos plenamente partícipes del proceso: nos hace seguir de espaldas a algunos personajes; nos permite, sin prisa alguna, ubicarnos plenamente en el espacio donde transcurren los hechos; y además, deja a varios de los chicos y chicas que nos ha dado a conocer, para que nosotros decidamos que suerte queremos que ellos corran.

Se escapa, causalmente, del hado fatal como le ocurre a John; se va, decididamente, al encuentro con el destino como le sucede a Benny… o se tropieza uno, por más que quiera huir, con ese momento ineludible que, en todo caso, tenemos reservado.

Creo que “ELEPHANT” no es un filme fácil y quizás lleva ese título para decirnos que, igual que cuando se mira a un paquidermo, no es posible apreciarlo plenamente viéndolo desde una sola perspectiva. El cine inteligente no busca complacer tu paradigma visual, su afán es sobretodo removerlo.
Luis Guillermo Cardona
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8
15 de octubre de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fue, quizás, en los antiguos cuentos de hadas, y de brujas, donde comenzó la limitada e injusta idea de dividir a los seres humanos en buenos y malos, víctimas y victimarios, hijos del bien y engendros del mal. Los primeros inmaculados y los segundos sin un ápice de bondad en su corazón. ¿A quién le se le ocurrió preguntar por qué la bruja que crió a Rapunzel era tan egoísta en su comportamiento? O ¿por qué las hermanastras de Cenicienta eran tan duras y envidiosas con ella?... o ¿por qué la reina Ravenna estaba dispuesta a envenenar a Blanca Nieves? ¡A nadie! Eran malas, requetemalas y punto. Los narradores nunca nos daban razones y nosotros tampoco aprendimos a pedirlas.

Para bien de la humanidad, los nuevos tiempos han venido elevando en algo nuestro nivel de entendimiento y de conciencia, y ya es común ver historias donde el blanco y el gris los encuentras en ambos bandos, con la única diferencia de que, en un lado se acentúa un poco el blanco y en el otro pesa más la sombra. Y lo mejor de todo, es que ya no nos sentimos poca cosa cuando apreciamos al héroe o heroína, ni nos sentimos mejores cuando vemos las salidas en falso de su agresivo oponente. Esto, siento yo, nos hace más humanos, más comprensivos y más tolerantes ante las adversidades de la vida.

Se le abona, muy positivamente, a “BLANCANIEVES Y LA LEYENDA DEL CAZADOR”, este importante cambio que se ha hecho al tradicional cuento de los Hermanos Grimm, quienes escribían sus narraciones casi tal y como las oían, y su aporte se ceñía a algunos añadidos y/o modificaciones, y al estilo literario que los caracterizaba.

Rupert Sanders, ha logrado además un filme con una magnífica puesta en escena, estupendos efectos especiales y un reparto donde, Charlize Theron, resalta a plenitud colmando de belleza y de fuerte carácter a su personaje de Ravenna, la poderosa reina que, tras muy difíciles experiencias vivenciales, termina convertida en una mujer ávida de juventud, dispuesta a preservarla a como dé lugar. Se necesita envejecerla con particulares efectos de maquillaje, para poder admitir que la más bella del reino es, por momentos, la Blanca Nieves de Kristen Stewart. Y ni siquiera el espejo mágico se atreverá a pronunciar tales palabras y sólo advierte que, con la joven, su reino se verá en peligro.

La película tiene un toque adulto que, en definitiva, la aleja de los más pequeños, pero con sus atinadas modificaciones gana una nueva fuerza, convirtiendo al antiguo cuento en una historia colmada de matices que toman su esencia de esa vida real, contradictoria y mágica a la que, un día, necesariamente, habremos de acceder. De poder verlo, Jacob y Wilhelm Grimm, se hubieran quedado asombrados de ver como su corta y sesgada historia, ha adquirido tantos relieves y tan especiales connotaciones.

Queda la puerta abierta para una segunda parte que, probablemente, estaremos viendo en un corto tiempo.

Título para Latinoamérica: “BLANCANIEVES Y EL CAZADOR”
Luis Guillermo Cardona
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7
29 de septiembre de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque no lo creamos, aunque no lo sepamos, o no lo entendamos, la vida siempre termina por hacer que cada cosa y cada persona encuentren su lugar. A veces temprano, y otras veces más tarde, cada situación se va transformando hasta que toma el rumbo preciso en el que cada quien obtiene la consecuencia precisa por sus actos. La llamada, Ley de Resonancia, hace que se cumplan los objetivos: Cada acción, una reacción; cada refuerzo, un resultado; según lo que tú des, será lo que recibas.

De esto nos habla, el director Michael Curtiz (firmaría, aquí, como Michael Kertész), en su último filme en Europa, pues, mientras realizaba este rodaje llegó el cable de Jack L. Warner, con quien se había contactado personalmente en París, un año atrás, ofreciéndole el contrato que Curtiz ya esperaba. Una suerte de cuento de hadas, un drama social con una de aquellas niñas abandonadas que, criadas en una familia pobre, donde la riqueza es el amor y el respeto, de pronto terminan inmersas en un mundo de lujos y abundancia que pareciera compensar lo que un día les arrebataron.

Una joven madre muere en casa de una humilde lavandera, dejando a una niña recién nacida que, al no saber cómo ocuparse ella, la mujer abandona en el coche N°13 que conduce un buen hombre llamado, Jacques Carotin, quien, cual si se hubiera encontrado un tesoro, la lleva para su casa y junto a su familia la cría como a su propia hija. Cuando, Liliane, cumple 18 años y es ya una atractiva adolescente, su mundo comenzará a transformarse, al conocerse el descubrimiento de viejos documentos que ha encontrado por causalidad, François Tapin, un estafador que ha dejado su manchada huella en unos cuantos países.

En ajustadas locaciones que ilustran primero a la gran París donde transcurren los hechos... pasando luego al barrio pobre donde, la chica, vive su infancia junto a su padre adoptivo... hasta llegar a la lujosa casa donde habitará con su progenitor. Con una iluminación que resalta con precisión el sentir y el clima de cada escena; y con una fotografía que logra un eficaz uso de los primeros planos, los distanciamientos y las sobreimpresiones, para ilustrar los momentos más intensos, el director húngaro, va bordando con acierto esta historia de, <<EL COCHE N°13>>, basado el guion en la novela de, Xavier de Montépin (publicada en 1880), en la que discurre sobre las sabias jugadas del destino protector.

La bella, Lili Damita (futura esposa de, Errol Flynn), tiene aquí su tercera y última aparición junto a Michael Curtiz, y su sugerente figura nos deja plasmado el fetichismo por los pies que dominaba a este especial director, quien no tardaría en demostrar que, en América, también sería uno de los grandes.
Luis Guillermo Cardona
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