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Críticas de PETER COHELET
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Críticas 31
Críticas ordenadas por utilidad
8
21 de marzo de 2011
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Partir de dos presupuestos tan espinosos como son la actividad más allá de la muerte y la capacidad de algunas personas para contactar con dicha actividad, no es nada fácil. Navegar entre la fe y la razón sin irse a pique es muy difícil, y Clint Eastwood quizás zozobra pero no se hunde.

Eastwood toma partido, eso es evidente. Pero se trata de una película, no de un ensayo de filosofía ni de una encíclica papal. Y, como película, es excelente. Excelentes imágenes, excelentes interpretaciones, excelente ritmo y muy buen guión, aunque el final del filme puede resultar un tanto forzado.

A título personal, confieso mi escepticismo. Creo que tanto las bestias como los humanos comparten la misma suerte; del polvo nacieron y al polvo volverán. Y creo imposible saber si nuestro aliento subirá hacia arriba mientras el de las bestias se perderá en la tierra.

Pero no poder compartir las premisas de Eastwood no significa no saber valorar un magnífico trabajo. En otras de sus películas, como “Million dollar baby” o “Mystic river”, Eastwood, entre otras cosas, evidenciaba su pesimismo hacia la carne. Ahora, con igual maestría tras las cámaras y sin caer en sectarismos, evidencia su esperanza y optimismo hacia el espíritu. Optimismo que yo no comparto pero que celebro y alabo.

Una película muy recomendable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
PETER COHELET
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2
4 de abril de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En Bilbao, a... de... de...


Estimada Srta. Coixet,

La fórmula, esta vez, no funciona. “Mapa de los sonidos de Tokio” es una pretenciosa, inverosímil e innecesaria película que no engancha ni emociona al espectador en ningún momento.

Toda la obra parece un rebuscado ejercicio de estilo adornado con clichés metafísicos y sentencias profundas, un ritual de poses de intensa melancolía a cargo de personajes autocomplacientes y vacuos: marionetas al servicio de un argumento manipulador cuyo nada disimulado sufrimiento espiritual parece estar continuamente insinuando que su reino no es de este mundo, que ellos proceden de una dimensión superior, muy superior... tan superior que terminan ofendiendo al espectador.

Da la sensación de que no es el guión el que da aquí la profundidad, sino que es la profundidad la que busca dar el guión, convirtiendo así una grata consecuencia en una pretenciosa causa que consigue llenarlo todo de una grandilocuencia vana.

En cualquier caso, Srta. Coixet, no se preocupe si considera mi opinión exagerada o injusta: cuando una crítica resulta polémica o es muy visceral, generalmente consigue en el lector lo contrario de lo que se propone, esto es, un desgraciado “efecto rebote” que, por aquello de “ver para creer”, le hace sentir el deseo irresistible de ir al cine. Un motivo más, si me permite la observación, por el que yo estoy a favor de la legalización de las drogas.

La curiosidad mató al gato pero, ¿qué podía hacer el gato si era curioso?

Sin duda, si de boicotear su película se hubiese tratado, habría sido mucho más efectivo por mi parte adoptar una actitud como la de Villasante en su “Hª de la Literatura Vasca” donde, con cuquería franciscana, ningunea en vez de estigmatizar aquello que no le gusta y, por ejemplo, define “La ahijada” de Jon Mirande como “una especie de novela de factura simple y fácil” sin mencionar nada de su contenido erótico ni de que por primera vez en la literatura vasca se abordaba el tema del incesto, la pedofilia o el suicidio.

Por, eso, Srta. Coixet, no piense que lo que persiguen estas palabras es torpedear su película, nada más lejos de la realidad: su objetivo es advertirla de que como continúe en esta línea tan intencionada y tramposa, toda su con justicia ganada reputación e influencia se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia.

Atentamente, Peter Cohélet.
PETER COHELET
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3
2 de abril de 2011
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ahora que un par de nonagenarios con un pie en el sepulcro y el otro en la tumba levantan sus cachavas amenazadoramente y llaman a la juventud a la insurrección, es interesante la visualización de esta película como complemento a ese librito de Hessel con prólogo de Sampedro que pretende ser un revulsivo contra la indiferencia para, a través del diálogo, el debate y la imaginación (¿se perderían el mayo del ’68?) conseguir una revolución pacífica que haga un mundo más justo y más humano. Amén.

Qué gran lección nos han dado. Sólo he echado en falta, ya puestos a sumar nonagenarios rojos, a Santiago Carrillo como tercer mosquetero, pero por lo visto terminó agotado de sonreír y darse abrazos con Fraga y el Rey en el aniversario del Golpe de Estado y no pudo ir. Una pena, las ventas serían aún mayores. Otra vez será.

Supongo que para cuando mis fans lean esta crítica, los editores del librito ya serán requeterricos y sus autores estarán requetemuertos y olvidados. En fin, la vida es así, como nos enseña “Leones por corderos”; una gran película con la que la Izquierda comprometida de USA pretende que nos indignemos y, en efecto, lo consigue.

Nos indigna su almibarado mensaje que busca una indignación moderada de la conciencia colectiva y, de esa forma, paradójicamente, la tranquiliza. Así, el espectador, que no es tonto y en el fondo sabe que su Sistema sólo es democrático y liberal de puertas para adentro, esto es, a nivel nacional, pero que a nivel supranacional es explotador y manipulador, se tranquiliza al ver que su conciencia aún está viva y se molesta con lo que está viendo en la pantalla: una denuncia muy civilizada pero que no se propone ninguna solución más allá de la mera declaración de intenciones, lo mismo que los domingos en la iglesia (“Te pedimos, Señor, por los que sufren, por los que pasan hambre…”)

Mensaje intencionadamente comedido y sensato, escrito por y para una clase media cada vez más poderosa y con mejor calidad de vida que aspira no sólo a la perpetuación sino a la mejora de sus posibilidades (“trabajo para que mis hijos vivan mejor de lo que yo he vivido…”) y que, por tanto, se echa las manos a la cabeza cada vez que su nivel de vida se ve mínimamente amenazado pero que, al mismo tiempo, pretende que llegue la paz, la justicia y el amor a todos los rincones del mundo.

Esto es así y la película es lenta y aburrida, pero yo por mí alabo la alegría.
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PETER COHELET
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9
22 de marzo de 2011
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fabulosa película en la que la vida de un hombre contemporáneo, que ejerce de pistolero de la mafia y se conduce según el código de honor samurái, sirve para ofrecer al espectador una serie de enseñanzas filosóficas extraídas del “Hagakure” (libro del bushido) y que están, en muchos momentos, a la altura de los mejores versos del “Tao te King”, las “Meditaciones” de Marco Aurelio, o el “Eclesiastés”.

Temas como la brevedad de la vida, el paso del tiempo, la inevitabilidad de la muerte, la lealtad, el valor o la bondad son abordados con maestría entre disparos, ejecuciones, traiciones y música rap.

Absolutamente recomendable.
PETER COHELET
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6
21 de marzo de 2011
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inhabitual e interesante mezcla de comedia familiar, comedia independiente con toques de humor negro y drama que va entrando en el espectador como sin querer, enganchando al sofá lenta pero firmemente.

El problema está en que, aunque se pasa un buen rato, es difícil sacar conclusiones en una película que parece tener la pretensión de querer darlas o, mejor dicho, se pueden, debido a lo enrevesado del guión, sacarlas todas y anularlas entre ellas, terminando la película con la cabeza hecha un lío y una sensación difícil de describir pero desagradable.

Así, y esto es lo peor de todo, la tesis principal, luchar siempre por los sueños, se anula de forma subrepticia por otro mensaje que apunta a que en el fondo hay que aprender a resignarse a ser lo que se es, como por ejemplo un inteligente e hiperactivo adolescente feo y pobre que sólo puede aspirar a una mujer de su estilo, porque en esto, aunque duela, consiste pasar de la adolescencia a la madured.
Y mientras todo parece una fiesta en la que se cumplen los sueños, en el fondo no se cumple nada pero todos sonríen satisfechos como si se cumpliera, dejando en la mente del espectador la desagradable sospecha de que le han divertido pero engañado.
PETER COHELET
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