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Críticas de Manospondylus
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Críticas 85
Críticas ordenadas por utilidad
InuYasha: The Final Act (Serie de TV)
SerieAnimación
Japón2009
7,5
486
Animación
6
16 de julio de 2016
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esperado tanto porque después de un parón de 5 años que dejaba la serie inconclusa había ganas de que volviera el anime, como, porque después de ser alargada todo lo posible, hacía falta que se le diera un desenlace digno y definitivo.

InuYasha: The Final Act (o InuYasha Kanketsu-Hen), más que una secuela, es en realidad la última temporada del anime Sengoku Otogi Zōshi InuYasha (o simplemente InuYasha), constituido por los 167 episodios que preceden a esta etapa y adaptan los primeros 36 tomos del manga de Rumiko Takahashi. Y puesto que continúa la historia desde donde se quedó al finalizar el primer anime de InuYasha, es necesario haber visto la serie anterior (o haber leído el manga).

A diferencia de lo que ocurría en el anime previo, en Kanketsu-Hen no hay historias originales. Todo lo que se muestra está extraído de las páginas del manga (con la única excepción de los pequeños añadidos en el episodio de Hitomiko). Es más, se omiten algunas historias secundarias del manga para centrarse en la principal que, además, está comprimida en 26 episodios (para 20 tankōbon). Por este motivo, el ritmo de los primeros episodios es excesivamente rápido, atropellado, y no se dedica a determinados momentos importantes el tiempo que merecen (incluyendo situaciones tan variadas como entrenamientos y la obtención de nuevos poderes, y muertes). Además, algunas de las historias que se cierran en esta temporada concluyen de forma decepcionante, por un motivo u otro, aunque aquí la culpa está en la propia mangaka que no supo o no quiso terminarlas de otra forma (ver spoiler).

Tampoco hay personajes nuevos, excepto secundarios que apenas aparecen durante un episodio y Byakuya, una de las escisiones de Naraku. Al contrario, el elenco principal se va reduciendo al ir concluyendo las diferentes subtramas. Hay personajes que mueren y personajes que se retiran, hasta que sólo continúan la lucha los miembros del grupo de InuYasha; y junto a ellos el grupo de Seshōmaru. Efectivamente, el hermano mayor de InuYasha ha ido ganando importancia en la trama de la serie pasando de personaje esporádico (en las primeras temporadas) a principal, y de villano a antihéroe, construyendo a su alrededor un equipo paralelo al de su medio-hermano, también con yōkai y humanos. De esta forma, InuYasha y Kagome comparten protagonismo con Seshōmaru en varios de los momentos determinantes de esta temporada, llegando a desempañar un papel fundamental en el desenlace. Eso sí, el clímax de la serie es para los que son protagonistas absolutos desde el primer episodio, InuYasha y Kagome, e incluye pequeños añadidos respecto al manga donde quedaba algo incompleto.

Un punto a favor de este anime (en el que supera ampliamente a la serie previa) es que tanto el dibujo como la animación mantienen un nivel más constante que en anteriores temporadas y, en general, mejor. Destacando los detallados fondos, mucho más cuidados en esta temporada puesto que se emitió en HD. Pero, por otro lado, se abandona casi definitivamente (aparece una sola vez) el llamativo efecto de estela que se utilizaba en InuYasha cuando Seshōmaru se movía a gran velocidad (quien viera la serie sabe a qué me refiero) y que ya había ido desapareciendo gradualmente a lo largo del anterior anime; y también desaparece el "látigo de luz" de este personaje que se creó expresamente para el anime convirtiéndose en una de sus técnicas más recordadas. El resultado son unos combates mucho menos vistosos de lo que deberían ser para un personaje como Seshōmaru quien, dada su importancia en esta última etapa, participa en muchas de las batallas más importantes.

El diseño de los personajes es muy similar al del anime anterior y, afortunadamente, diferente al de las tres primeras películas y prácticamente idéntico al de la cuarta. Los cambios respecto a la primera serie con muy sutiles y casi insignificantes, salvo quizá el color del pelo de Kagome, que es más claro y azulado, distanciándose del de Kikyō (lo que hace que se parezcan aún menos cuando deberían ser casi clónicas).

Respecto a la banda sonora, se han recuperado los temas compuestos por Kaoru Wada para el primer anime, pero desafortunadamente no incorpora ninguno nuevo (se echa en falta especialmente un leitmotiv para Byakuya). Cuenta con un opening a cargo del grupo Do As Infinity, que ha estado muy vinculado a este anime (intérpretes de los endings 2 y 5 de la primera serie y del ending de la cuarta película), correcto tanto en la música como en el apartado visual, aunque por debajo de los mejores de InuYasha. Y tres endings igual de correctos.

En cuanto a su distribución por España, este anime jamás fue doblado al castellano y, cuando no hay planes de que vaya a hacerse años después de finalizada, lo más probable es que nunca llegue a doblarse, así que no ha llegado a emitirse por televisión ni ha salido a la venta. En cambio sí se dobló al catalán para su emisión por la televisión autonómica (donde se emitió, creo que acertadamente, como una temporada más de InuYasha), manteniendo el reparto original y la calidad del doblaje de la anterior etapa; y también el maldito defecto de traducir y versionar los openings y endings (único fallo destacable de esta edición).

En definitiva, InuYasha Kanketsu-Hen finaliza definitivamente la historia de InuYasha después de 167 episodios, 4 películas y 1 OVA (ver spoiler). Tiene un ritmo más ágil, lo que tiene ventajas, pero también presenta inconvenientes, especialmente en lo rápido que despacha algunos eventos importantes. Supera visualmente a la anterior serie, sobre todo en los preciosos fondos; y cuenta con los grandes temas musicales de Kaoru Wada, aunque no añade ninguno nuevo. Y es, ante todo, una serie (o, mejor dicho, una última temporada de una serie) imprescindible para cualquiera a quien le gustara InuYasha y quiera ver animado el final de su historia.

(Sigue en el spoiler, sin spoilers hasta que se indique)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Manospondylus
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6
19 de septiembre de 2019
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los cortos derivados de películas y sagas cinematográficas son un recurso utilizado en varias franquicias para premiar de alguna forma la fidelidad de la fanbase (único público objetivo de estas obras), evitando además que decaiga el hype y la expectación entre las entregas de la saga; y por ello son casi siempre muy bien recibidos por dicha fanbase pero, generalmente, no tienen repercusión alguna fuera de ella. Después de algún tímido intento de spin-off que nunca llegó a fructificar, llega Jurassic World: Battle at Big Rock, el primer corto oficial y canónico de Jurassic Park/World; y se ajusta completamente a todo lo anterior.

Coescrito y dirigido por Colin Trevorrow (director solvente de la primera y guionista mediocre de las dos entregas de Jurassic World) que regresa a la silla de director tras cederle el sitio a J. A. Bayona en Jurassic World: Fallen Kingdom, Battle at Big Rock es un cortometraje sencillo y entretenido, que parece establecer la premisa de Jurassic World 3 e indicar por dónde podría ir, en líneas muy generales, la trama... y nada más. 8 minutos y medio no dan para mucho (excepto a Pixar).

La acción se ubica en el ficticio Big Rock National Park, un año después de los acontecimientos de Fallen Kingdom, cuando escaparon varias decenas de dinosaurios y unos pocos pterosaurios de la mansión Lockwood y se dispersaron por el estado de California. En este lugar se encuentra acampado un grupo de gente que no nos importa en absoluto porque lo que queremos es ver dinosaurios y, dada la brevedad del corto, estos no tardan en aparecer.

Sin embargo, quienes supusieron que el corto consistiría principalmente en una pelea épica entre un Allosaurus y un Nasutoceratops (sinceramente, no sé por qué hay tanta obsesión por ver peleas tipo kaijū en una serie fílmica sobre dinosaurios) se equivocaron. Algo de eso hay, sí, pero más bien estamos ante esa situación en la que un terópodo destroza algún vehículo intentando comerse a la gente de su interior, una escena que resulta ya todo un clásico en la saga desde aquella icónica set piece en la que la T. rex escapaba y destrozaba uno de los coches de la visita de prueba del primer Jurassic Park.

Al tratarse de un tipo de secuencia de acción que ha estado presente en todas las entregas salvo en la quinta, Battle at Big Rock parece una escena descartada de Fallen Kingdom que bien podría haber ido en el final de dicha película, si no fuera porque sería argumentalmente innecesaria y la alargaría en exceso. En cualquier caso, sea una escena reciclada de un guion temprano o sea algo escrito ex profeso, este corto funciona muy bien como epílogo a Fallen Kingdom y prepara bien el terreno para lo que pueda ser Jurassic World: Dominion.

Sin embargo, no hay nada que realmente destaque respecto al resto de la franquicia: ni el ataque de la Allosaurus está especialmente bien rodado, ni resulta tan tenso como debería. En parte se debe a que Colin Trevorrow no presenta la maestría de Spielberg a la hora de dirigir algo así, aunque calque planos de lo que este rodó en las caravanas de The Lost World, y en parte a que los personajes son unos completos desconocidos para nosotros y no nos importa demasiado lo que pase con ellos (una vez más, vamos a preocuparnos mucho más por un dinosaurio CG, en este caso la cría de Nasutoceratops, que por un personaje humano). La escena termina rápido (lógico, dada la duración del corto) y sin consecuencias importantes de cara a la próxima película (lógico, puesto que es una especie de spin-off al margen) y con una resolución bastante loca y anticlimácica.

Sin embargo, el hecho de ver varios ejemplares de una nueva especie de dinosaurio y el fanservice que supone tener un Allosaurus por ahí (el terópodo y, de hecho, el dinosaurio debutante más desaprovechado de Fallen Kingdom), junto al puñado de guiños a las películas, entusiasmarán a cualquier fan. Y, al final encontramos lo mejor de todo el corto y es algo que justifica su visionado: un montaje de escenas breves durante los títulos de crédito en las que vemos un "what if... ?", en este caso sobre cómo sería si hubiera dinosaurios y otros grandes reptiles mesozoicos deambulando por el mundo en la actualidad. En este caso, tenemos la recreación de 5 vídeos de YouTube pero con animales de la saga, todo ello acompañado por el tema principal de The Lost World compuesto por John Williams.

Además de la acertada recuperación de esa melodía de la segunda entrega (un leitmotiv terriblemente infravalorado que sólo volvió a sonar fugazmente en Jurassic World), el resto de la música se compone de temas de Jurassic Park y de Jurassic World y distintas variaciones de los mismos. Desde las primeras notas, que son idénticas a las que abren la primera película de la saga (cuando aparece el título), a la suave irrupción de la melodía más representativa de la segunda trilogía, Battle at Big Rock esconde varias referencias musicales para deleite de su específico público. Eso sí, la nueva música incidental compuesta por Amie Doherty no pasa de ser una especie de copia superficial de la música de acción de Williams sin ningún atractivo especial.

Por otro lado, los efectos visuales están correctos (no olvidemos que es un corto que ni siquiera se exhibe en cines), con un animatrónico espectacular y un CGI casi a la altura del de Fallen Kingdom (y por lo tanto un poco mejor que el de Jurassic World), resultando en un par de planos realmente buenos a los que no se le pueden poner pegas, como cuando la Allosaurus aparece a contraluz.

Por último y como siempre, me gusta dedicar unas líneas a comentar por encima la exactitud (o no) de la apariencia de los animales extintos que son recreados. Obviamente, los dinosaurios con más presencia en el corto son el Nasutoceratops y el Allosaurus, buenas elecciones para no desgastar a los dinosaurios más populares (y explotados) de la saga y de paso ayudar a popularizar otras especies menos conocidas.

(Continúa sin spoilers)
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Manospondylus
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9
22 de diciembre de 2019
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras el rotundo éxito que supuso Frozen allá por 2013, la llegada de un segundo largometraje parecía inevitable. Por supuesto, así ha sido: poco después de la notable secuela de Rompe Ralph, encontramos la tercera continuación de un Clásico Animado Disney que no da náuseas (bueno, salvo a los haters clásicos que nunca han ocultado que su desprecio hacia la película original es producto de su excesiva fama y que, sin duda, van a odiar también esta). Jennifer Lee (guion y dirección), Chris Buck (direccción), Robert Lopez y Kristen Anderson-Lopez (canciones) y Christpohe Beck (música incidental) regresan para esta nueva entrega junto al elenco principal.

Frozen II es más o menos lo que se podría esperar, es decir, una historia que intenta ser más madura, aunque resulta en conjunto menos original que la de la anterior película (excepto en su, de nuevo, poderoso mensaje que me pilló completamente por sorpresa), con momentos que pretenden ser mucho más dramáticos pero sabemos que finalmente no serán para tanto, más acción y espectacularidad, canciones buenas (y una genial), los personajes de siempre, humor a veces pertinente y a veces sobrante, una sensible mejora en el CGI y mucha más Elsa. Por ello, es una película dirigida a quienes disfrutaran de la primera, a la que referencia en multitud de ocasiones, y ni siquiera intenta disimular su completo desinterés en captar nuevos espectadores, pues sólo el público converso verá que sus virtudes brillan mucho más que sus no escasos defectos.

Como consecuencia de lo anterior, Frozen II depende mucho de Frozen, Afortunadamente no se limita a repetir lo mismo (como sí hicieran en cierto modo ambos cortos) sino que lleva la saga literalmente hacia lo desconocido (en la franquicia), sacando a los personajes de los escenarios habituales, enfrentándolos a situaciones nuevas y sugiriendo algunos conceptos completamente inesperados. Desarrolla el esquema previo y lo transforma, pese a los guiños y las abundantes miradas al pasado, consiguiendo al mismo tiempo no ser una de esas secuelas que traicionan a su predecesora o la empeoran en algún sentido (como podría haber sido si se hubieran cumplido las teorías fan de ponerle poderes a Anna y movidas por el estilo). Al mismo tiempo, parece ser el final de esta historia, ya que tiene un desenlace bastante rotundo tras el que no parece necesaria otra entrega más, de hecho, quizá no sea posible hacerla y que esté a la altura (aunque quién sabe, Toy Story 3 fue un gran final y entonces llegó la 4 para volver a cerrar la saga por todo lo alto).

Frozen II no es una película exenta de fallos, porque Olaf, aunque mucho mejor empleado, arruina algún momento que no requería chiste alguno, y la subtrama de Kristoff y Anna queda muy al margen de la principal. Esta última gira en torno a unos espíritus de la naturaleza, libremente basados en criaturas del folklore escandinavo, que representan los cuatro elementos clásicos (algo muy visto), y el misterioso Ahtohallan relacionado tanto con el origen de los poderes de Elsa como, convenientemente, la muerte de sus padres. Sin embargo, en las películas de Disney (por estar enfocadas al público infantil) priorizo siempre el mensaje al guion, es decir, me importa más lo que cuentan que el cómo lo cuentan, y en ese sentido Frozen II ha superado mis expectativas.

Como he adelantado, la película parte de la idea de mostrar por qué Elsa tiene esos poderes (con un montón de foreshadowing en los números musicales). Ya escribí en la crítica de Frozen (una de las primeras que hice y, como no he cambiado de opinión, no he modificado pese a lo mal redactada que está) que no era necesario explicar la procedencia de la magia en un contexto de fantasía tipo cuento de hadas, pero parecía algo que sin duda se abordaría en una secuela debido a las injustas críticas. Es decir, en un universo fantástico la magia forma parte de la propia naturaleza; no es como conseguir poderes random en una historia de superhéroes y por ello se puede prescindir de las explicaciones (de la misma forma que nunca se esclarecen los poderes de la Madrastra de Blancanieves, la hechicera de la Bella y la Bestia, Jafar... creo que no hace falta que siga). Sin embargo, Frozen II se aventura a darlas porque esos poderes son parte esencial de la trama y dicha aclaración se vuelve ineludible. Obviamente, se relaciona las habilidades de Elsa con la naturaleza de ese mundo y, aunque por supuesto no es algo que vaya a contentar a todo el mundo, por lo menos es compatible con lo visto anterior película. Por otra parte, este asunto me hizo temer que la película se dirigiera hacia otra historia de "el elegido" (un cliché que me cansa bastante aunque me gusten Harry Potter y Star Wars) y ciertamente se puede interpretar así, pero me complace cómo lo han resuelto sin que quede arbitrario, presuntuoso o incoherente.

Por lo menos, con Anna como una estupenda deuteragonista, Elsa al fin es convertida en protagonista absoluta de la historia (siendo el personaje más reconocido de la franquicia, en la primera película su rol es el de deuteragonista antagónica) y experimenta un impresionante viaje físico y mental de autodescubrimiento que termina en una de las escenas más espectaculares que pueden encontrarse en la animación y expone el contenido más interesante de la película. Su personalidad neurótica e insegura, con tendencias depresivas, ansiedad social y una colección de miedos y traumas, todo ello generalmente escondido tras una fachada, la convierten en un personaje realmente complejo y creíble, y su desarrollo, epifanía mediante (obviamente, no en el sentido religioso), es satisfactoriamente arrollador.

Además, Frozen II incluye un descarado (en el buen sentido) mensaje anticolonialista centrado en el conflicto con una presa (inspirado en la controversia de Alta) y una alegoría del impacto de la actividad humana en el medio natural (simbolizado en los espíritus) bastante más escondida.

(Sigue sin spoilers)
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Manospondylus
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Dragon Ball Z (Serie de TV)
SerieAnimación
Japón1989
7,8
75.616
Animación
4
8 de junio de 2016
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
He aquí una serie casi intocable. No cabe duda de que es uno de los manga y anime más influyentes de la historia y ciertamente tuvo un éxito arrollador: años después de su finalización aún cuenta con una descomunal legión de seguidores. Pero hay un detalle significativo en ello y es el hecho de que la inmensa mayoría lo son desde su infancia.

Aunque parezca increíble, algunos no vimos Dragon Ball/Dragon Ball Z cuando, en los noventa, fue todo un fenómeno (y, sí, tuvimos infancia y crecimos con normalidad). Años después, ya en el presente siglo y pasada la niñez, nos decidimos a ver esta, para muchos, "mejor serie anime de la historia" y la decepción fue generalmente superlativa.

La trama sigue el esquema característico del shōnen en el que un grupo de personajes se enfrenta a una serie de villanos progresivamente más poderosos. El problema en Dragon Ball es que dada su duración, los niveles de poder se disparan hasta el absurdo y la sucesión de combates y entrenamientos se vuelve repetitiva y aburrida. Para colmo, la posibilidad de traer de vuelta a la vida a cualquier personaje le quita cualquier tensión y le resta emotividad.

Eso es Dragon Ball, un compendio de las virtudes y defectos del shōnen, y una serie que ha inspirado a otros muchos autores. Hay compañerismo, amistad y rivalidad; también peleas y más peleas sustentadas por tramas cada vez más endebles y plagadas de incoherencias. Trabajo, esfuerzo y mucha musculatura hipertrofiada (todo un canto a la vigorexia). Infinitas formas y transformaciones para cada personaje (algunas muy poco inspiradas), y situaciones calcadas que se repiten una y otra vez. Y es que siempre, sin importar la fuerza de los protagonistas, aparece alguien aún más fuerte.

Los combates tan recordados son uno de los atractivos del anime, pero también pueden verse como un defecto pues llega un punto en el que se vuelve sólo una sucesión de peleas, estiradas y reiterativas. Las luchas contra los típicos villanos que amenazan al mundo o en torneos que se celebran simplemente para ver quién la tiene más grande (la fuerza).

La trama adapta la del manga de Akira Toriyama, a partir del tomo 27. Relleno aparte, hay cuatro sagas principales: la de los Saiyajin, en la que descubrimos el origen de Gokū mientras se ve obligado a defender la Tierra de los de su especie (idea sospechosamente similar a algunas andanzas de Superman, y también en este caso parece que se habla el mismo idioma en todo el universo); la de Freezer, en la que viajamos al planeta Namek y es la más apreciada por los fans; la de los Androides y Cell, con una interesante historia con distintas líneas temporales; y la absolutamente innecesaria saga de Boo que ocupa casi media serie (baste decir que los antagonistas reciben nombres como Bibidi, Babidi y Boo). Por supuesto no falta el relleno, también es esto Dragon Ball creó escuela (eliminado en la reedición de 2009, Dragon Ball Kai), pero es aún peor el hecho de que la misma trama del manga está tan estirada como es posible (nada menos que 291 episodios para 15 tankōbon). Así, hay episodios en los que no pasa nada. Desde luego, quien soporte a Gokū corriendo el millón de kilómetros del Camino de la Serpiente tiene una paciencia infinita.

Los personajes tan recordados tampoco son especialmente atractivos. El protagonista, Gokū, es un buenazo realmente estúpido salvo por momentos de lucidez que sobrevienen cuando son necesarios. Su eterno rival Vegeta, un compendio de arrogancia y egoísmo, es de los favoritos de todo el mundo pese a que es tan jodidamente imbécil que ayuda a Cell a completarse. Luego están los hijos de Gokū, Gohan, que desafortunadamente pierde toda la importancia después de la saga de Cell, y Goten, que es un segundo Gokū sin más; y el hijo de Vegeta, Trunks, uno de los personajes más interesantes de todo este anime al menos hasta la conclusión de la saga de Cell (es decir, en su versión adulta). También encontramos a un digno secundario: Piccolo (otro personaje medianamente interesante que podría haber dado para más). Por otro lado, Muten Rōshi queda reducido a un viejo salido cualquiera, y Krilin anda por ahí sin hacer gran cosa (morir y revivir repetidas veces). Yamcha y demás están de relleno, mientras que el carismático Mr. Satán es un mero alivio cómico (papel que realiza estupendamente, dicho sea). Por otra parte, apenas hay personajes femeninos y todos quedan relegados a un papel muy secundario: Chi-Chi, estereotipo de madre gruñona que es ignorada (a menudo durante años) por Gokū; Bulma, que cada vez pinta menos; y un par más que, si bien cuando son introducidas gozan de cierta independencia, pronto se convierten en simples consortes sin importancia alguna (Videl y A-18).

El soundtrak no llega a sobresalir salvo por contados momentos. Tampoco destacan ninguno de sus openings ni endings salvo por una honrosa excepción: el famoso "Cha-La Head-Cha-La", que, si bien no es tan bueno como defienden los nostálgicos que se obstinan en encumbrarlo sobre todos los openings de la historia (lo cierto es que hay decenas mejores en otras series), sí es de los más reconocibles y encaja perfectamente en este anime.

En cuanto al doblaje español, sí, es un maldito desastre. Cambios de voces constantes, traducciones nefastas y nombres inexplicablemente alterados respecto al original. Y en su paso por las cadenas de televisión también fue víctima de la censura (como viene siendo habitual, los ignorantes de los medios de comunicación, pese a su supuesta defensa de la propiedad intelectual, se dedican a alterar y mutilar el trabajo de otros). Es cierto que parte de la culpa la tienen quienes importaron y adaptaron la serie para Francia, de cuya versión procede la española, pero también es cierto que en España no se hizo nada por remediarlo ni se intentaron corregir los disparates en la traducción (cambiarle el nombre a Kaiōshin por Dios Neptuno, o Deu Neptú en catalán, es de los gordos).

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Manospondylus
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Jurassic World Dominion: Prólogo (C)
CortometrajeAnimación
Estados Unidos2021
5,9
692
Animación
7
25 de abril de 2022
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es curioso que en la franquicia sobre dinosaurios por excelencia, con 5 largometrajes, una serie y otro corto anteriores, nunca hubiera aparecido ni una sola escena que mostrara una recreación (más o menos acertada) de la era Mesozoica, tiempo en el que los grandes (y pequeños) dinosaurios no avianos poblaban el mundo y, ya dentro de esta franquicia, origen del material genético de las estrellas de la saga. Finalmente, The Prologue llegó para cambiar eso.

Estrenado inicialmente en cines (una versión incompleta que terminaba con un adelanto de la siguiente parte en plan pequeño tráiler) antes de una entrega de Fast and Furious (nunca me pareció una gran idea eso de meter un corto antes de una película con la que no tiene ninguna relación) y distribuido posteriormente en YouTube (aquí sí, quien lo vea es porque tenía la intención de hacerlo), The Prologue es el segundo cortometraje de la franquicia jurásica, tras Battle at the Bog Rock, y como el anterior cumple la función de servir de adelanto para Jurassic World: Dominion, pero sin dejar de ser, en forma de corto, una entrega más de la saga por derecho propio (si bien argumentalmente no es completamente independiente, como sería de esperar en una franquicia así), contando con un metraje que no muestra nada de la película que le sigue (si bien posteriormente fue rescatado para la versión extendida), y que, sobre todo, es de nuevo un regalo para el fandom (literalmente, ya que ambos cortos han sido distribuidos de forma gratuita).

Este llamado "prólogo" comparte varias características con Battle at the Big Rock, empezando por el logo híbrido entre el de Universal Pictures y el Jurassic Park; y también el hecho de que, si Battle at the Big Rock servía de correcto epílogo a Jurassic World: Fallen Kingdom (un epílogo que casi parece descartado de la propia película por tener en ella un difícil encaje), The Prologue sirve en efecto de prólogo a Dominion (fue concebido para abrir dicha entrega, pero se cayó del montaje final para cines).

Con una duración de apenas cinco minutos y medio, The Prologue se divide en dos segmentos muy diferenciados: el primero, corresponde a una secuencia que muestra por vez primera en la saga el mundo durante el Mesozoico, a finales del tiempo de los dinosaurios no avianos, para lo que se ha recurrido a los espectaculares paisajes de Socotra y un CGI bastante convincente; mientras que el segundo, ubicado tras un salto de 65 millones de años (que debieron ser 65.5), consiste principalmente en una escena de minuto y medio que sigue a Rexy después de los eventos de Jurassic World: Fallen Kingdom, muy del estilo del cine de aventuras más familiar de los 80 y principios de los 90, con una fotografía que recuerda a la del cortometraje previo (Battle at the Big Rock), y que trata de replicar el impacto y la magia de la primera Jurassic Park. Ni que decir tiene que no lo consigue, pero nunca está de más una escena extra con la T. rex original.

Obviamente, es el segmento más extenso que muestra a los dinosaurios y demás fauna contemporánea a ellos viviendo en su tiempo el más interesante (y el que más ha dado que hablar).

Para recrear el entorno se ha acudido a la isla de Socotra (Yemen) y, aunque quien entienda un poco del asunto verá que el paisaje es algo árido y la vegetación no encaja (los árboles son Dracaena, conocidos como dragos o árboles dragón, que aparecieron durante el Neogeno, mucho después del periodo en el que se ambienta este corto), es espectacular y da bastante el pego como escenario de otro tiempo; y agradezco que no hayan caído en el cliché de poner volcanes activos de fondo (ni Caminando entre Dinosaurios se libró de eso).

En ese particular contexto se desarrollan una serie de escenas cortas e inconexas con distintas especies realizadas en un CGI que supera al de las dos primeras entregas de Jurassic World. Esta secuencia exhibe un particular filtro de color en amarillo ámbar que referencia precisamente a los fragmentos de ámbar con los que comenzó todo en esta saga. Por otra parte, la música es escasa (la poca que hay, obra del compositor de la trilogía, Michael Giacchino), y no hay ningún texto ni narración en off que haría parecer a esta secuencia un documental. Tampoco se necesita ninguna explicación para hacer comprensible lo que estamos viendo.

La idea de Trevorrow era la de mostrar dinosaurios (y demás fauna) reales, es decir, más reales que los vistos en cualquiera de las entregas previas de la franquicia, sean películas, la serie o el otro corto. Algo conseguido un poco a medias, pues, si bien es cierto que son algo más realistas, varios animales reutilizan los modelos de las películas de Jurassic World con cambios menores, por lo que quedan algo alejados de las reconstrucciones científicas: los Nasutoceratops están pasables, los Pteranodon están regulares y Tyrannosaurus queda un tanto raro con su diseño de siempre (se entiende que para que resulte reconocible) y esas plumas especulativas, pero, sin duda, los peores son los Ankylosaurus desactualizados. Por no mencionar que muchos de estos animales vivieron en distintas partes del mundo y, peor, en distintos tiempos (han juntado géneros de casi todo el Cretácico, abarcando un lapso de tiempo de 60 millones de años, nada menos).

En esta secuencia hacen su debut en la franquicia seis especies de dinosaurios y pterosaurios, ninguna es nombrada (insisto, no hay texto), pero todas han sido identificadas por el director o sencillamente resultan perfectamente reconocibles. Encontramos varios saurópodos titanosaurios que presentan el diseño de saurópodo más realista de la saga (aunque la piel sigue siendo muy elefantina), el pterosaurio azdárquido Quetacoatlus (seguramente el más exacto de todos), el terópodo tiranosauroideo Moros (un ejemplar muy joven, se supone, porque es demasiado pequeño) y el famoso hadrosauriforme Iguanodon; pero hay un par de casos que merecen especial consideración.

(Continúa abajo sin spoilers)
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Manospondylus
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