Liam Neeson nuevamente interpreta un papel que parece haber sido escrito pensando en Harrison Ford, esta vez en un plagio de la saga de Bourne que hasta pasaría como mockbuster directo a video si no fuera por el reparto de lujo, que incluye a Diane Kruger y al gran Bruno Ganz (quien a pesar de su larga y exitosa carrera en el cine alemán, será siempre recordado por haber interpretado a Satán Hitler). La historia se ve prometedora al principio, pero a medida que se alarga, las preguntas permanecen sin ser respondidas y las situaciones bizarras aumentan, así mismo disminuye el interés en la historia. Absurda a veces, videoclipera a ratos, fría, llena de giros argumentales que no se los cree ni Shyamalan, sin embargo, ayuda para pasar el rato.

Antes de que me tachen de hipócrita, vale aclarar que sólo visioné este remake en plan L Word de la exitosa película de Matías Bize porque una amiga (sobra decir "una amiga no heterosexual") me obligó a hacerlo. No, no fue porque se cayó Redtube.

Pues sabiendo de antemano que el director de esta joya del cine LGBT era el mismo de Lucía y el sexo, sabía a lo que iba: lesploitation descarada.

Y aunque se nota que Medem hizo lo posible por llevarse todos los premios posibles cual Brokeback Mountain en clave lésbica, algo falla. Hay algo en el argumento que no convence; se tiene el gancho, el concepto, pero, pero, pero... No se puede mezclar así como así el cine, el teatro y el cine porno.

Regular documental de Animal Planet sobre la vida salvaje de Guadalcanal, curiosamente interrumpido a ratos con escenas de guerra y cameos de conocidos actores de Hollywood (John Travolta, George Clooney). O bien: película de guerra rodada por un hippie que nunca sale de su casa y que se la pasa todo el día viendo películas suecas y francesas de los años 50.

Ya en serio. Cuando veo una película bélica espero lo mismo que cuando veo un blockbuster éxito de taquilla: entretenimiento, sin demasiadas pretenciones. Quiero ver escenas de acción, balas, explosiones, sangre, heroísmo, una que otra frase memorable, el ocasional soldado cobarde, tal vez escenas de crímenes de guerra que dejen un mensaje pacifista. Pero no una soporífera cinta de casi 3 horas de duración, con manga de soldaditos filósofos casi indistinguibles física y psicológicamente que más parecen sacados de Apocalypse Now. Lo peor son esas malditas escenas sin asunto que sólo buscan provocar el aplauso de los admiradores del "verdadero cine", mientras se quiebran la cabeza buscando simbolismos y significados ocultos (largos primeros planos de cortinas, pastizales, olas marinas, palmeras y animales, pero mi favorita es esa secuencia en la que hay un pájaro volando... ¡y la puta cámara lo sigue!) y finalmente pocas escenas de acción, poco emocionantes y poco creíbles.

No me importa lo que diga Scorsese, prefiero mil veces la del soldado Ryan. Sí, es estúpida y ultrapatriótica. Pero eso ya me lo esperaba antes de verla.