Busco algunas de las perdurables sensaciones sobre la vida y la existencia que me provocó "Aguas tranquilas" (2014) y no las encuentro en los loables intentos de provocarlas de esta directora nipona ni en su anterior trabajo "Una pastelería en Tokio" (2016) ni en esta pausada reflexión sobre las imágenes y las palabras.
Dice el refrán que: "una imagen vale más que mil palabras". Encontrar solo un puñado para incentivar la imaginación de los que no pueden ver y recrear no ya solo esa imagen sino aquello que pudiera provocar dicha imagen es la labor, subjetiva, titánica y la mayoría de las veces imposible de una joven que graba audios para describir películas. Entramos en un terreno fascinante donde los lenguajes se superponen y el amor por la luz y la imagen, por el cine en definitiva está presente en la propuesta de Kawase.
Sin embargo todo ello intenta maridarlo o sostenerlo sobre una relación amorosa entre quien se ve privado de su corazón (es un fotógrafo) al quedarse ciego y la joven y la cosa, a mi juicio, no funciona. Como tampoco funciona la escasa subtrama de la madre de la protagonista y su pasado, hilvanado todo ello por esa luz crepuscular conque la directora baña los rostros excesivamente extasiados en una abundancia de primeros planos que no me aportan las sensaciones que subraya. Me marean las escenas cámara en mano que intercala sin saber cual es su intención estética o dramática. Algo queda del rumor del viento en las hojas de los árboles, de la fragilidad de la vida que se filtra por nuestros sentidos. Lo suficiente para esperar la próxima entrega donde Kawase vuelva a brillar con el resplandor que posee.

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Al final en su quinto largo de ficción el director almeriense Martín Cuenca ha encontrado su particular piedra filosofal en la novela corta de Javier Cercas ("El móvil" / 1987) y en un actor, Javier Gutierrez absolutamente comprometido con su personaje. Ambos Javieres sostienen y elevan una propuesta que en lo formal anda algo escasa, con algunos baches (la relación entre el personaje central y su mujer no funciona) repeticiones y quizás a mi juicio algunas escenas innecesarias. Con todo y con ello Cuenca y su coguionista de cabecera Alejandro Hernández articulan una narración tensa que mantiene el interés al tiempo que reflexiona sobre la creación literaria y hasta donde puede llegar la mezcla de ficción y realidad en la mente de quien la compone. Un ejercicio metaliterario, donde la historia novelada va modelando la realidad a su capricho para retroalimentarse como un monstruo despiadado que nunca acaba de satisfacer el "hambre" y en este caso las frustraciones personales del autor.
El epígrafe de Flaubert que Cercas pone en su novela: 
«Hay una frase latina que significa aproximadamente: 'Coger con los dientes un denario de entre la mierda'. Era una figura retórica que aplicaban a los avaros. Yo soy como ellos: para encontrar oro no me detengo ante nada.»
—Gustave Flaubert, carta a Louise Colet. Epígrafe.

define a la perfección la fiebre que invade al personaje central. Una acertada y notable labor de los actores que encarnan a los personajes secundarios redondea una propuesta notable que podría haber sido sobresaliente.

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No sé si con todos sus superpoderes esta Liga no ha salido molida de tantos palos como le ha dado la crítica, a mi juicio injustamente. ¿Que esperaban? Los tebeos de buenos y malos que vuelan, rompen de todo, echan rayos, y un largo etc, son solo eso. Nada más y nada menos. Es un género como otro cualquiera con unos códigos para contentar a sus fans y entretener en general con tramas y argumentos poco exigentes donde la acción espectacular es el meollo del cogollo y esta traslación del papel a la pantalla tiene todos los ingredientes, mejor o peor combinados, no es Dostoievski por mucho que lo cite Flash en un gag cómico.
Sabido es que Zack Snyder que firma la dirección abandonó el rodaje por el suicidio de su hija y Joss Whedon acabó de rematar la faena jurando que sería fiel al estilo de Snyder pero sin poder evitar darle "su" toque personal. Ambos con sobrada experiencia en el género. El resultado es un metraje más comedido de lo que últimamente nos tienen acostumbrados tanto Marvel como DC, cosa que se agradece y una estructura clásica (inspirada en los "Siete Samurais" de Kurosawa) en el que se reúne al equipo, cada uno va a los suyo pero al final se unen para esperar la llegada del malo y darle pal pelo o casco o lo que lleve. DC siempre ha sido más sombría, más "adulta" que Marvel y en la pantalla va a remolque de los éxitos de su competencia, tratando de imitarla sin perder su identidad. Hasta la fecha está teniendo menos suerte. y no acaba de cogerle el truco al humor y los diálogos. 

Lo de formar equipos de "all star" siempre está cantado y llegará el día que, como ocurrió en el papel, habrá un crossover (cruce) entre ambos universos y Vengadores y Liga harán caja en taquilla. Al tiempo. Gal Gadot como Wonder Woman y Ezra Miller como Flash parecen ser los que están más agusto con sus personajes.
La liga surgió en 1960 en el número 28 de "The Brave and the Bold". Como todo hijo de superhéroe han ido cambiando y evolucionando con el tiempo, de nombre y de integrantes. El cine incorpora a Cyborg desde el principio y deja a la espera a Linterna Verde y Detective Marciano. Y si hay que modificar la historia de algunos de sus componentes pues lo hace, tampoco hay que ponerse puristas. Y a partir de ahí, gadgets y cachivaches, el mundo en peligro una vez más y actores populares enfundados en trajes llamativos. !Que comience el show!

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Penelope Fitzgerald (Lincoln, Inglaterra, 1916-2000) publicó "The Bookshop" en el 78 llegando a ser finalista del prestigioso premio Booker que alcanzaría al año siguiente con "Offshore" (A la deriva), ambas novelas inspiradas en sus propias experiencias vitales.
El material es delicado y sensible, no exento de crítica social donde el amor por los libros es el epicentro de una historia localista en la que la auténtica cultura de alcance popular y universal como son los libros, es devorada por las llamas ("Farenhait 451" está muy presente) por otra cultura de apariencias y más elitista representada por ese centro de arte para lustre y vanagloria de unos pocos poderosos a los que realmente poco o nada les interesa que los más desfavorecidos se distraigan de sus obligaciones de "clase inferior" aprendiendo, formándose y soñando con un mundo diferente entre las páginas de los libros.

Nos encontramos a finales de los 50 en una comunidad cerrada y dominada por el señor o señora de turno. Pronto la nueva década de los 60 cambiaría las cosa. Mientras tanto la protagonista Florence Green asumirá su sacrificio dejando una semilla que florecerá como su nombre en manos de una niña que tiene muy claro que hay que ser tan duro y taimado como el enemigo cuando se quiere ganar la guerra.
Coixet lo cuenta pasando de puntillas por un material merecedor de mayor riesgo formal y un guión de la propia Coixet que desaprovecha el enorme potencial actoral que tiene entre sus manos, sobre todo de Bill Nighy y Patricia Clarkson. Es a la postre la emergente actriz infantil (ocho trabajos en el 2017 entre cine y televisión) Honor Kneafsy, quien saca mayor partido de su personaje. Es, con todo, una buena película que podría haber sido una gran película.
Comprendo que en los últimos premios Goya no era cuestión de que "Handia" se lo llevase todo (o sí) pero en cualquier caso "La librería" y Coixet se llevaron tres de los gordos, entre ellos mejor película. No era para tanto. Por otro lado también comprendo que la directora elija casi siempre repartos internacionales por aquello de la mejor distribución foránea, pero uno no puede menos que entretenerse imaginando en la "cuadra" nacional "con perdón, a Marisa Paredes, como la malvada aristócrata, Sacristán como el caballero lector y Lola Dueñas como la ingenua bibliotecaria. Entre otros muchos.

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Este segundo festival de Pencak Silat (artes marciales nativas indonesias) tuvo que esperar turno por falta de presupuesto. El galés Gareth Evans director, guionista, editor y sobre todo coreografo de artes marciales tuvo que inventarse un guión de bajo presupuesto (The Raid / 2011) para demostrar que la cosa de estar sacudiéndose unos a otros durante todo el metraje tenía su aquel y podía funcionar. Automáticamente se convirtió en una película de culto dentro del género de artes marciales, gracias a unas coreografías limpias y elaboradas, espectaculares que Gareth ha sabido editar con primor y profesionalidad ejemplar. El guión, cercano al encefalograma plano es otra cosa que carece casi de importancia. Si uno sabe lo que va a ver no saldrá defraudado.

En esta nueva entrega de lo que ya es a día de hoy una trilogía, exprime el incremento de presupuesto y no solo añade más metraje sino que tomando como referente probable "Election" (Johnnie To / 2005) intenta alzar el punto de vista narrativo con ese entramado básico de poder entre la Yakuza o Mafia, en este caso indonesia. La cosa consigue algo de empaque, pero son las peleas el autentico leitmotiv del asunto que Gareth desarrolla en diversos espacios y circunstancias muy bien aprovechados y que sin lugar a dudas están en lo más alto del escalafón del género. Variopintos personajes que se van escalonando a modo de videojuego son los rivales siempre pintorescos que el protagonista ira venciendo por el orden que corresponde. Cada uno de ellos con un enjambre de sparrings que deben desconocer que se han inventado las armas de fuego y que van cayendo como moscas en un alarde de acrobacias y violencia. Violencia por la cual en algunos países la cinta ha sido total o parcialmente censurada.
Con más aceptación por parte de la crítica que del publico este tipo de películas entretienen que no es poco a los no iniciados en las artes marciales si uno sabe administrárselas con moderación. La cadencia de cuatro años con las que Evans las produce a mi me vale.

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