Es una verdadera suerte que occidente esté tan alejado culturalmente de oriente. No tengo ninguna duda que ellos tienen más capacidad de fascinarnos a nosotros que al revés y, al menos en lo que nos interesa aquí que es el cine, y en concreto "Love and honor" de Yoji Yamada, tampoco hay duda que se trata de un cautivador ejemplo. La historia se presenta simple e incluso previsible, pero allí donde alguno puede tener mala vista y ver atrezzo y superficialidad yo veo poesía y por supuesto, una muestra de ética japonesa que merece toda nuestra atención.

No es fácil ofrecer tan claramente el camino correcto en imágenes, a través de una historia que merezca la pena. Como en todos los sitios, dentro del cine japonés hay cosas buenas y cosas malas. Aquí hay calidad, esto es cine bueno. La principal razón es que queda bien subrayado ese código correcto que todo japonés, en parte aferrados de forma lamentable a las castas, acepta desde que tiene consciencia y lleva hasta el límite el sometimiento a esa ética que a nosotros nos parecerá tan extraña.

"Love and honor" presenta algunas variables de ese código en los tres personajes principales: el protagonista, su mujer y el sirviente. No le quito importancia a ninguno, los tres presentan conductas fascinantes aunque, por supuesto, nuestro protagonista es quien más atención se lleva. No es fácil de olvidar sentencias tan sugerentes como las que se repiten antes de enfrentarse a su rival para reponer su honor. Y de qué manera. Pero lo que más me convence es que tras una actitud así podría derivarse un resultado solemne, un final hermético. Pues no, porque también hay amor, de manera que finalmente me rindo y declaro que esta película demuestra una originalidad notable.

La introducción inicial de la película es el primer síntoma de lo que nos vamos a encontrar en los siguientes minutos: ¿es necesario, salvo para quienes les guste que le mastiquen la comida, explicar que la sociedad está dividida en unos pocos privilegiados que viven en una fastuosa nave espacial que orbita alrededor de la Tierra y la inmensa mayoría que malvive en un densamente poblado planeta?; no me creo que sea necesario señalar con el dedo a la Luna para hacer ver que está allí arriba, ya la vemos... Pues no, aquí, como en casi todo cine espectáculo orientado a quienes no necesitan darle muchas vueltas a las cosas, lo que se nos ofrece no es nada especial, es un producto para la masa media sin pretensiones así que afirmo llanamente que padece del peor mal: es estúpidamente predecible.

No me creo a Jodie Foster accediendo a rodar esta película salvo por razones económicas, porque el mensaje que tal vez existe de denuncia por los desequilibrios actuales producidos por el capitalismo más salvaje es una excusa para acabar ofreciendo un espectáculo que también nos vemos obligados a llamar cine. No creo que no puedan invertir más en buenos guionistas: lo que creo que es que no quieren porque es más importante el 3D y las escenas de acción con las últimas novedades en efectos especiales.

Todo lo que hace Matt Damon es estúpidamente predecible, estamos tan acostumbrados a la incoherencia de tantos productos comerciales que es lamentablemente predecible. Puede que alguna escena de acción sea llamativa, pero es que hasta la lucha de machos no deja de caer en la ridiculez. Para mí, pereza absoluta.

No me esperaba una de las típicas de acción de esas con ritmo loco desde el principio, aunque no me hubiera importado: la etiqueta de "Cine independiente USA" no engaña, ya sabemos de qué va todo eso así que no han de haber sorpresas, es un tipo de cine especial hecho por raritos que se alejan del cine espectáculo con millones de euros invertidos en efectos especiales por minuto.

Aquí no hay ritmo, se le da más valor a la palabra puesta en boca de sus personajes, en la idea que hay detrás de esos chapuceros mafiosos que son un desastre en la vida y dentro del gremio. Los guapos y los infalibles pertenecen a otro tipo de películas... O no, que sale Brad Pitt, vaya, y no es como el resto, él no se equivoca y además cada vez que alza la voz es para decir algo importante y contundente... Venga va, pues la excepción de la película es él, y mejor que sea él que no ningún otro, que además de ser incompetentes no están ni la mitad de buenos que él.

El título, con ese adverbio ostentoso "suavemente" puesto tras un imperativo verbal que ocupa el espacio conceptual contrario ("matar") es una clara advertencia al espectador: avisados estáis caramba!!! Matar va a ser matar siempre, pero más vale que os vayáis de aquí si es que queréis ver más de lo mismo porque aquí cuando se mata, que quede claro, se hace de otra manera. Son camorristas, barriobajeros, mafiosos o como quieran llamarlos, pero reales como la vida misma, feos, huelen mal, yonkis, puteros y rebosantes en defectos. Menos Brad Pitt, eso ya lo he dicho. Así que pegarle una paliza a alguien aquí es diferente, no es como suele ser en la mayoría de pelis.

Y si no os gustaba la lentitud, pues cucharada doble, se le pone el freno a la cámara para verlo en slow motion si hace falta. Sangre, palabras, ideas repetitivas, suciedad, mal rollo, un atraco lamentable y en definitiva una película rara que se aleja de la normalidad y que por eso es por lo que tiene malas críticas. A mí no me ha disgustado, un poco pesado y cansino el asesino venido de lejos para no hacer nada... en fin, como siempre casi doscientas críticas y llego tarde a la fiesta...

Extraña producción italiana que ha de etiquetarse sí o sí como un Spaghetti western, aunque estemos muy lejos del calor y el desierto típico del género. En los primeros planos de los personajes no vamos a encontrar ni una gota de sudor en sus caras porque el entorno es gélido, en lugar de tierra y polvo hay nieve y lo más extraño, aparece un Jean-Louis Trintignant que habiéndolo visto aquí ya puedo decir que lo he visto en todo tipo de papeles. Faltaba un western, pues ya está.

Las rarezas suman alrededor de un loco (como en la vida real tal vez) Kinski del que poco se habla respecto a esta película y que encuentro tan importante como Trintignant. El cazador de forajidos alemán es clave, puede que cuando habla es como si no dijera nada porque los diálogos no son lo suyo, pero la actitud recta que muestra respecto a su oficio hace que la película valga la pena. Las cosas son como son: uno se gana la vida gracias a las recompensas que se ofrecen legalmente por unos seres humanos y vivos o muertos valen lo mismo.

Así pues alrededor de Kinski hay muerte, lo mismo da si te acercas siendo una mujer, un niño o un sheriff con algunos buenos chistes bajo sus mangas. Muerte, lo mismo si hablas como si eres mudo, tanto si vas armado como si vas desarmado y sin complejos si se trata de disparar por la espalda. Mi nota y mi valoración de esta película vienen dadas por el loco Kinski primero, por el mudo que los mata callando y por supuesto, por un final apoteósico que, vaya, recurriré al humor necio, me ha dejado mudo.

Intento imaginarme cómo debía ser un rodaje de una película así, de esta productora inglesa en concreto pero de la Hammer también por supuesto, con unos profesionales detrás de las cámaras capaces de ofrecer lo mejor de ideas muy sencillas y básicas con resultados a menudo extraordinarios. La historia de esta calavera, nada menos que perteneciente a un Marqués algo salvaje, se explica en cuatro líneas y daría para un buen cortometraje. Pero no, aquí se unen los esfuerzos de muy buenos currantes del cine y son capaces de realizar una gran película, un largometraje breve pero intenso que no debería faltar en la filmoteca de todo seguidor del género.

Nada menos que cincuenta años y fresca como una rosa. ¿Qué se puede decir a estas alturas de Peter Cushing?; si la película no es un desastre es porque en esos psicodélicos, mágicos y perturbadores últimos veinte minutos finales él lo da todo, se pone el mono de trabajo y es capaz de ofrecer una interpretación de lujo para que no decaiga. Muy sencilla, una película hecha exclusivamente en interiores, gótica, claustrofóbica a menudo, artesanal y en mi opinión merece más nota de la que tiene y de la que le doy. Como dicen por ahí tan acertadamente, me cago en mi calavera... Verla es invertir bien el tiempo.