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Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3.333
Críticas ordenadas por utilidad
6
19 de noviembre de 2013
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Circo Brumbach comenzó a finales del siglo XIX y se ha sostenido durante varias generaciones en diversas partes del mundo. Lo inició el austríaco Gustav Brumbach en 1846, quedando luego en manos de su hijo Philip y de su esposa Johanna, quienes tuvieron 15 hijos que siguieron sus pasos, y entre los cuales se contaba Katharina (Katie) por muchos años aceptada como la mujer más fuerte del mundo. Grandes capitalistas, ya que su éxito era de carácter internacional, cuando en 1948 los soviéticos se toman el poder en Checoslovaquia y se inicia la nacionalización de diversas empresas -con lo que se logró que este país tuviera la economía más sólida de la Europa oriental-, el circo de los Brumbach pasó también a manos del Estado, pero los Brumbach no se resignarán a convertirse en empleados de su propio circo y menos les interesa la causa comunista… y entonces inician un plan, que les tomaría tres años, hasta conseguir escapar a la Alemania occidental en 1950.

Este hecho es el que ilustra el director Elia Kazan en su película “FUGITIVOS DEL TERROR ROJO”, en la que el exitoso circo Brumbach se cambia por el Cirkus Cernik y se les hace aparecer como una empresa venida a menos, donde hasta las cuerdas para sostener a los artistas lucen bastante raídas. Esto, claro, hace ver las cosas como si el “infame” Estado estuviera quedándose con el ranchito del pobre Karel. Tampoco sabremos que sigue tras el “paso a la tierra de la libertad”, y la cosa queda como cuando en otras películas las parejas se casan, pareciendo que llegó la felicidad para siempre… pero se abstienen de mostrarnos como anda la guerra seis meses después.

Este filme haría parte de La guerra fría y fue dado a Kazan para que hiciera una “demostración” pública de que ya no hacía parte del comunismo como había declarado el año anterior ante el Comité de Actividades Antinorteamericanas. Sin embargo, obsérvese el carácter tolerante, permisivo, y casi bondadoso, con que el director recrea a los personajes del gobierno y a los militares, y para un buen entendedor...

En lo que respecta a la relación de equipo, “FUGITIVOS DEL TERROR ROJO” recrea un interesante ejemplo de unidad; el personaje de Karel Cernik (muy bien interpretado por Fredric March) posee bastante carisma y resulta un buen ejemplo de lo que se puede conseguir con tacto y perseverancia; y los personajes femeninos de su esposa Zama (Gloria Grahame) y de su hija Tereza (Terry Moore), estarán aspirando a la redención y al encuentro de sí mismas, porque ante ese colectivo circense, quizás tengan que entrar a representar roles protagónicos.

Con todo, Kazan no tendría nunca entre sus afectos a esta película, de la que evitaba hablar porque, bueno, nadie desea hablar de lo que en alguna forma le avergüenza. Pero si se logra dejar de lado los asuntos políticos y nos centramos en la relaciones humanas, en este filme hay cuestiones bien interesantes (la “pelea” entre Cernik y Barovik por ejemplo, imposible negar que resulta memorable).

Título para Latinoamérica: “EL CIRCO FANTASMA”
Luis Guillermo Cardona
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8
16 de noviembre de 2013
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
“La primavera romana de la señora Stone” (1950) fue la primera de tres novelas que escribiera Tennessee Williams, y es la única que ha sido llevada al cine, a diferencia de sus diversas obras teatrales que son frecuentemente adaptadas para las tablas, el cine o la televisión.

El encargado de dirigir la versión cinematográfica, fue un hombre que por primera vez se ponía tras las cámaras y que ya nunca más volvería a dirigir una película, porque no obstante los ostensibles méritos de “LA PRIMAVERA ROMANA…”, y que la actriz Lotte Lenya se llevó un Oscar de la academia, José Quintero (Panamá, 1924-1999) sintió que las tablas seguían siendo lo suyo, pues fue donde cosechó los mayores éxitos como adaptador de las obras de Eugene O’Neill, el mismo Williams y otros grandes dramaturgos, siendo más de 70 las obras que representó en Broadway y otros lugares.

La historia vuelve a tener como protagonista a una mujer. Esta vez se trata de Karen Stone, una vieja gloria de las tablas que, tras el rotundo fracaso de su última representación, decide renunciar definitivamente… Entonces, se va de paseo a Europa con su marido, pero este fallece durante el trayecto en avión, obligando a una escala en Roma donde la señora Stone decidirá quedarse con la esperanza de sentir unos nuevos aires.

Una condesa, cuyo negocio es facilitar gigolós muy jóvenes a las turistas ricas, la detecta entonces… y así Karen conocerá a Paolo di Leo, un apuesto muchacho que pronto descubrirá que, además de dinero, la ex-actriz de teatro también tiene brillantez, encanto y un sólido carácter.

El rol de Karen Stone le vino como anillo al dedo a la actriz Vivien Leigh, pues de alguna manera era como representar su propia vida, aquejada por sus peleas con “su dueño”, el productor David O’ Selznick, por sus frecuentes ataques de neurosis, y por sus fracasos con casi todo lo que se proponía, lo que la llevaría a refugiarse, un día, en juveniles aventuras como habría de hacerlo el personaje que ahora representaba en este nuevo filme.

Más que referirse a la prostitución masculina, en boga ya por aquellos tiempos, creo que el filme profundiza más en la necesidad del ser humano de hacerse valer por lo que es (su personalidad, sus atractivos, sus logros…) que por el dinero que posee. Karen Stone lo dice con precisión: “Si llegase el momento de que nadie me quisiera por mi misma, preferiría la soledad a que me fingieran amor”.

A lo largo de la historia, hay un personaje silencioso pero muy significativo, que se pasará los días enteros sentado en las escalinatas que conducen a la casona de la señora Stone y funciona como ese hado sombrío que solo espera el momento para cumplir su misión. Este es un gran acierto de la película, sobre todo porque deja en el espectador la posibilidad de decidir que papel jugará realmente en la vida de la ahora desencantada actriz.

Vivien Leigh luce impecable con esa belleza otoñal que contra todo se conserva pulcra, y especialmente, por esa serenidad con que asume lo que se aviene en la vida, que ojalá le haya servido para su vida personal, pues era con crisis histéricas como ella asumía lo que a diario padecía.

Muy recomendable esta historia para aquellas personas que se hacen valer solo por su dinero, y para aquellas otras que creen que, el dinero, es lo único que cuenta de un hombre o una mujer.

Título para Latinoamérica: “PRIMAVERA ROMANA”
Luis Guillermo Cardona
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6
16 de febrero de 2013
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Terminado “El hotel de los líos” con la RKO, Los Hermanos Marx regresaron de inmediato a las toldas de la Metro Goldwyn Mayer donde, recuperados de la pérdida de Irving Thalberg, les ofrecieron un contrato para tres nuevas películas… pero ya nada volvería a ser igual, pues, para Groucho el interés por el cine se esfumó de repente. Ya no le divertía entrar en un set, y ahora, como cualquier viejo cantante de aquellos cuya voz se torna desgarrada y apagada, seguía actuando interesado tan solo por el dinero.

Como productor, les asignaron nada menos que a Mervyn LeRoy quien, por entonces, además de tener experiencia como actor, desde 1924 se había convertido en escritor de gags y era un especialista en construcción de comedia. Después, su historial como director en la Warner es de sobra conocido. Y como director, Edward Buzzell, tenía ya un abundante fogueo en la realización de comedias, y proveniente de Broadway, sabía también como era el cuento con los manidos musicales.

Pero el punto débil de “UNA TARDE EN EL CIRCO” radica en el guión. El escritor, Irving Brecher, apenas hacía sus primeras tareas en Hollywood y es muy probable que, a petición de los productores, el objetivo fuera repetir ¡una vez más! el viejo esquema, cambiando solo el ambiente y añadiendo unas cuantas divertidas situaciones.

Así, se trata otra vez de salvar a alguien que está en peligro de perder su patrimonio… y su matrimonio (un joven dueño de un circo); los Marx, en cabeza del abogado Cheever Loophole (¡Sí, Groucho!) se convierten en los héroes que combatirán al enemigo; y ¿adivinen de quien saldrá el dinero que resolverá el problema?…… ¡Claro, de Margaret Dumont! Bueno, de la señora Dukesbury a la que representa de nuevo la estupenda actriz Dumont.

Lo curioso, es que todo esto se perdona fácilmente, porque se logra incluir un buen número de divertidas situaciones; Harpo es estupendo en su interrelación con los animales (foca, pavo, avestruz, gorila…); Chico le hace una estupenda partida a Groucho en las escenas que comparten, sobre todo en la entrevista que tienen con el enano del que pretenden conseguir la prueba del cigarro; y Groucho desacredita un poco la profesión de abogado, pero siempre se las ingenia para hacer llegar los buenos resultados.

Se extrañan un poco las frases punzantes; las sesiones musicales aburren cuando canta el chico enamorado, cuya relación con los Marx, cabe decirlo, apenas existe; el intermedio –¡Sinónimo de la MGM!- se salva porque Chico y Harpo toman esta vez su repertorio de títulos harto conocidos (La cucaracha, Barrilito…), pero que el ritmo decae, ¡decae! Se rescata también la original y novedosa intervención como cantante de Groucho con su tema “Lydia, the tattooed lady”, pero en mucho, es más y más de lo mismo. Entonces, recobra sentido la frase que alguna vez le dijo Irving Thalberg a nuestro querido Groucho, refiriéndose a sus primeras películas: ”Si, ustedes han hecho filmes muy divertidos, pero no eran verdaderos filmes porque carecían de argumento”.

Título para Latinoamérica: “LOS HERMANOS MARX EN EL CIRCO”
Luis Guillermo Cardona
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10
13 de diciembre de 2012
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
He leído diversos artículos acerca del legendario Rodrigo Díaz de Vivar (1048(?)-1099), mejor conocido como El Cid Campeador, el cual es sin duda una de las figuras más representativas de la historia española. Los cronistas y poetas antiguos veneran al personaje, lo exaltan y lo reivindican como el héroe por antonomasia, pero hay recientes investigaciones que se debaten sobre definir a Don Rodrigo más como un mercenario que como un excelso libertador, por la doble relación que sostuvo con moros y cristianos.

Encuentro ambigüedades, supuestos e imprecisiones en algunas de las cosas que se dicen, y sobre todo, creo que se apunta más a juzgar hechos sin tratar de asir razones, y es por esto que –aunque probablemente sea lo menos cierto- sigo prefiriendo a esa suerte de héroe inmaculado que se recrea en El Cantar del mio Cid y a esa suerte de Espartaco que deja bien plantado el guión cinematográfico escrito por Philip Yordan y Fredrich M. Frank. Y tiendo a esto, por la misma razón que me encanta el rey Arturo del que habla la leyenda inglesa: Porque ante la imposibilidad real de saber como vivieron, pensaron y sintieron cercanamente los grandes héroes de la historia antigua, prefiero que se preserven esas imágenes de hombres de toda probidad, pues nos sirven de perfecto ejemplo sobre cómo deberían ser los hombres del presente. Y si acaso, tan siquiera un solo hombre, consigue orientar su vida con base en estos modelos, la leyenda bien que habrá logrado su cometido.

Emociona, estimula y despierta poderosos sentimientos de respeto y valoración, ese soldado fiel a la verdad, ajustado en rigor a la justicia, y empeñado en la hermandad de aquellos hombres a los que, tan torpemente, separa una religión. Todo esto le significará perder a la mujer que ama, ser amenazado de muerte y desterrado, pero al tiempo que acepta con sabia entereza todo cuanto sucede, dando profundas muestras de benignidad, el Cid seguirá luchando para proteger a su tierra, mantener enhiestas las instituciones, y garantizar la supervivencia digna de sus coterráneos.

Anthony Mann logra un filme impecablemente realizado, combinando con precisión la lucha política de El Cid Campeador, con su trágica y eterna historia de amor junto a Jimena, la mujer de época sometida a los designios de la autoridad (padre, rey…) que siente doblegados y atragantados sus sentimientos más íntimos.

Charlton Heston nos brinda otro poderoso y edificante carácter, dejando para la historia cinematográfica a uno de esos héroes de ficción que jamás consiguen olvidarse. El resto, es un sólido reparto que complementa muy satisfactoriamente, una historia que deja un grato gusto a magnífico cine épico.

-Siempre ha habido guerras entre nosotros. –Dice Jimena a Rodrigo.
-Sí, lo sé –responde él- ¿pero no crees que podríamos pensar ya en vivir en paz?
Luis Guillermo Cardona
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7
23 de junio de 2012
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Claro que la soltería tiene sus encantos!, ¡Y vivir solo sí que es delicioso! Llegas a la hora que quieras, cuando quieras y con quien quieras. No tienes que ocultarte para hacer ciertas cosas, ni temer que te pongan problema por guardar la foto tal, el vídeo aquel o la carta aquella. Puedes mantener a tus amigas sin preocuparte cuando las llamas, donde les citas o como contestar al teléfono. Vives sin preocupaciones por las claves de tu correo o de la red social, pudiendo incluir en ellos a las personas que desees sin tener que limitarte… Y lo mejor de todo, es que puedes dormir a pierna suelta sin que nadie te empuje, ronque a tu lado o te esté pidiendo complacencias, cuando tú lo único que quieres es dormir.

Como podrás notar, esto vale tanto para hombres como para mujeres. Ambos deseamos lo mismo, porque una cosa es cierta y resoluta: en el matrimonio se pierde libertad… Pero ofrece Grandes compensaciones: se tiene siempre (que le trates bien) a quien besar, acariciar y hacerle el amor. Tienes con quien hablar, a quien comprender, alguien para establecer un proyecto de vida en común. Gozas de una pareja para compartir alegrías y tristezas, para crecer como ser humano y para ver aquellas cosas que debes aprender, corregir o mejorar en ti mismo… Y lo mejor de todo, es que con ese ser puedes tener unos hijos que serán la razón de tu existencia, pues si ambos son sensatos e inteligentes en la formación que les imparten, esos chicos traerán alegrías y satisfacciones por montones.

Yo sé que sabría vivir sin mi pareja, pero se me hace muy, pero muy difícil, pensar tan siquiera en no tenerla conmigo. Por eso, cuando vi los alardes machistas de este filme, me he reído bastante al ver al encumbrado dibujante de cómics, Stanley Ford, sintiéndose pleno por tener a un tipo feo poniéndole la chaqueta, haciéndole la comida o preparándole el baño, y creyéndose importante perteneciendo a un club de tipos calvos y barrigones, donde la presencia de mujer alguna es un pecado que se castiga con la expulsión definitiva.

Lástima que el director, Richard Quine, haya hecho del personaje de Virna Lisi, una mujer demasiado melosa y derretida, cuyo único atractivo es esa figura hermosa e inobjetable que sin duda posee. Con esto, se empantana la lezione vitale, porque la idea que queda sentada resulta fofa: el sexo es lo único que amarra el hombre a sus parejas. ¡A sus aventuras Quine, pero no a sus esposas!

Estupenda la escena del juicio, donde se hace rotundo el posicionamiento de Eddie Mayehoff (el abogado Harold Lampson) y de Claire Trevor (su esposa Edna) irradiando un histrionismo a la vez necio y desternillante, y donde la avidez de soltería de Lampson, Ford y los demás catetos que ocupan el recinto judicial, es perfectamente explicable, y bien que les sienta aquel club que funciona hace más de un siglo, pues con tipos así, cualquier mujer ha de vivir al borde de la histeria.

Título para Latinoamérica: “COMO ASESINAR A SU ESPOSA”
Luis Guillermo Cardona
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