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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Drama La viuda Karen Stone es rica y hermosa. Sus éxitos como actriz son sólo un recuerdo. Vive sola en Roma, retirada de toda actividad artística, en un lujoso apartamento con vistas a las ruinas romanas, y se consuela de su soledad en brazos de jóvenes gigolós. (FILMAFFINITY)
16 de noviembre de 2013
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
“La primavera romana de la señora Stone” (1950) fue la primera de tres novelas que escribiera Tennessee Williams, y es la única que ha sido llevada al cine, a diferencia de sus diversas obras teatrales que son frecuentemente adaptadas para las tablas, el cine o la televisión.

El encargado de dirigir la versión cinematográfica, fue un hombre que por primera vez se ponía tras las cámaras y que ya nunca más volvería a dirigir una película, porque no obstante los ostensibles méritos de “LA PRIMAVERA ROMANA…”, y que la actriz Lotte Lenya se llevó un Oscar de la academia, José Quintero (Panamá, 1924-1999) sintió que las tablas seguían siendo lo suyo, pues fue donde cosechó los mayores éxitos como adaptador de las obras de Eugene O’Neill, el mismo Williams y otros grandes dramaturgos, siendo más de 70 las obras que representó en Broadway y otros lugares.

La historia vuelve a tener como protagonista a una mujer. Esta vez se trata de Karen Stone, una vieja gloria de las tablas que, tras el rotundo fracaso de su última representación, decide renunciar definitivamente… Entonces, se va de paseo a Europa con su marido, pero este fallece durante el trayecto en avión, obligando a una escala en Roma donde la señora Stone decidirá quedarse con la esperanza de sentir unos nuevos aires.

Una condesa, cuyo negocio es facilitar gigolós muy jóvenes a las turistas ricas, la detecta entonces… y así Karen conocerá a Paolo di Leo, un apuesto muchacho que pronto descubrirá que, además de dinero, la ex-actriz de teatro también tiene brillantez, encanto y un sólido carácter.

El rol de Karen Stone le vino como anillo al dedo a la actriz Vivien Leigh, pues de alguna manera era como representar su propia vida, aquejada por sus peleas con “su dueño”, el productor David O’ Selznick, por sus frecuentes ataques de neurosis, y por sus fracasos con casi todo lo que se proponía, lo que la llevaría a refugiarse, un día, en juveniles aventuras como habría de hacerlo el personaje que ahora representaba en este nuevo filme.

Más que referirse a la prostitución masculina, en boga ya por aquellos tiempos, creo que el filme profundiza más en la necesidad del ser humano de hacerse valer por lo que es (su personalidad, sus atractivos, sus logros…) que por el dinero que posee. Karen Stone lo dice con precisión: “Si llegase el momento de que nadie me quisiera por mi misma, preferiría la soledad a que me fingieran amor”.

A lo largo de la historia, hay un personaje silencioso pero muy significativo, que se pasará los días enteros sentado en las escalinatas que conducen a la casona de la señora Stone y funciona como ese hado sombrío que solo espera el momento para cumplir su misión. Este es un gran acierto de la película, sobre todo porque deja en el espectador la posibilidad de decidir que papel jugará realmente en la vida de la ahora desencantada actriz.

Vivien Leigh luce impecable con esa belleza otoñal que contra todo se conserva pulcra, y especialmente, por esa serenidad con que asume lo que se aviene en la vida, que ojalá le haya servido para su vida personal, pues era con crisis histéricas como ella asumía lo que a diario padecía.

Muy recomendable esta historia para aquellas personas que se hacen valer solo por su dinero, y para aquellas otras que creen que, el dinero, es lo único que cuenta de un hombre o una mujer.

Título para Latinoamérica: “PRIMAVERA ROMANA”
Luis Guillermo Cardona
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