Haz click aquí para copiar la URL
Argentina Argentina · Buenos Aires
Críticas de Charly Barny
<< 1 20 29 30 31 39 >>
Críticas 195
Críticas ordenadas por utilidad
9
10 de noviembre de 2019
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este nuevo film estrenado ayer en Argentina tiene ya más de un año de haber sido realizado en los Estados Unidos. Problemas de distribución derivadas de discrepancias en la interpretación sobre el acoso sexual, el clima de persecución estallado en Hollywood, y el involucramiento judicial de Woody Allen, determinó que la empresa productora Amazon haya postergado su estreno en la medida que el tema fue cobrando resonancia pública.
No obstante ello, ha llegado esta semana a los cines de Argentina. Si bien la temática del film versa sobre una pareja de jóvenes que pasa un fin de semana en Nueva York, por otro lado, parecería ser una reflexión sobre la sociedad que habita la Gran Manzana y sus criterios morales donde la más amplia libertad prevalece sobre cualquier tipo de prejuicios.
Vayamos al argumento. Ashleigh Enright (Elle Fanning), una apasionada estudiante de periodismo) y Gatsby Welles (Timothée Chalamet), un desapasionado estudiante de ciencias, mantienen un romance universitario cuando Ashleigh tiene la oportunidad de reemplazar a una compañera para realizar un reportaje a un director de cine famoso que está filmando en Nueva York. Ashleigh siente tocar el cielo con las manos. porque considera que se la dado una gran oportunidad. Gatsby, a quien le importa poco su estudio, y lo obsesionan los juegos de azar, la noche anterior ha ganado una pequeña fortuna jugando al póker. Nada mejor que acompañar a Ashleigh y pasar un fin de semana a lo grande en Nueva York.
El azar es uno de los grandes temas de Woody Allen. Match Point ya desplegaba todo un discurso al respecto. Y en “Un Día Lluvioso…” vuelve a tener la oportunidad de desarrollar este tema en una comedia lujosa, repleta de pequeñas vueltas donde la suerte decide y nadie es quien parece ser.
Desde el momento mismo que la pareja pisa Nueva York, todo parece volverse un sueño hecho realidad. Pero pronto comenzará a llover. Y con la lluvia, todo aquello que parecía perfecto comienza a mostrar sus flaquezas. El caos se apodera de cada uno de los personajes. Ya nada volverá a ser igual.
Ese día lluvioso en la ciudad limpiara y dejara al descubierto cada situación, cada rostro, como si cada persona desnudara a su otro yo y lo dejara salir en un acto colectivo de una catarsis mayúscula. Todos tienen algo que esconder. Desde lo más pequeño a lo más grande. Deseos insatisfechos, engaños, chicanas, mentiras, pasiones y hasta vidas ocultas.
Solo un gran cineasta como Woody Allen puede realizar un film tan pequeño como abarcativo. Son 90 minutos en los que su exactitud en la pintura de cada personaje, delineado con pequeñas pinceladas, desarrolla una trama que siempre mantiene la coherencia buscando no perder ese delicado equilibrio de fresco social que forma parte de un todo que llamamos gran ciudad, en un día de lluvia, cuando de repente, esa inmensidad parece empequeñecer como consecuencia que la lluvia y la bruma hacen volver todo más íntimo y personal, dando lugar a que secretos y mentiras salgan a la luz desnudado la verdad.
El cineasta neoyorquino trabajo esta vez con la colaboración inestimable del fotógrafo italiano Vittorio Storaro, aquel que dio luz a Appocalysis Now. Su trabajo es extraordinario dado que la atmosfera de encierro que consigue es un logro tan importante como la precisión misma del guión. Ambos elementos logran sacar a luz historias, secretos, mentiras y sobretodo, insatisfacciones que parecen difíciles de ocultar en una ciudad tan grande como Nueva York. Completan el cuadro la maravillosa elección de temas de Errol Garner, cuyas melodías consiguen dar el clásico toque de ambientación jazzística del autor y sobretodo, una atmosfera de intimidad, y finalmente un elenco, en el cual destaca ese inmenso actor que es Liev Schreiber, junto a Judd Law, Diego Luna, y Rebecca Hall.
Charly Barny
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
14 de junio de 2019
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Blindado es una nueva y muy interesante incursión de Meneghelli en el film de género. Lo hace través de una historia con un personaje monolítico, Luna (Gabriel Peralta), un conductor de un camión que transporta caudales y que en sus noches de insomnio, repite un sueño como pesadilla donde se ve a sí mismo conduciendo un auto donde en el asiento de atrás lleva a una mujer con un niño pequeño.
Esta pesadilla que altera el sueño de Luna es una clave de la película que juega como una premonición que el protagonista creerá poder hacer realidad a través de una relación incipiente que comienza con una compañera de trabajo, Selva (la brasileña Aline Jones) que casualmente tiene un hijo tal como Luna ve en su sueño.
Luna es un tipo cerrado, un solitario al cual le apasiona la cocina, y sobretodo, hacer empanadas que lleva al trabajo y comparte con sus compañeros de trabajo. Es un solitario que tiene un pasado que esconde y que también lo tortura. En Selva, una compañera de trabajo, ve no solo una posibilidad de tener una pareja, sino también hacer un acto de redención por algo que ocurrió en el pasado y lo tortura.
Meneghelli trabaja este material con suma inteligencia porque dada las características del personaje (conductor de un camión blindado), aprovecha esta situación para mantener al film dentro de la característica de un policial con algo de acción y bastante suspenso cuando en realidad lo que está narrando o más bien describiendo, es el comportamiento atípico de un hombre que arrastra una culpa y no puede encontrar su salvación.
Como consecuencia de ello, el film se va transformando de a poco y con suma sutileza pasa de una película de acción a la de un film intimista que utiliza el suspenso para desarrollar una historia de redención de características imprevisibles que lo vuelven muy atractivo.
Este film de Meneghelli tiene un mérito importante en su gran sinceridad. Acude a la nostalgia como atmosfera y a la narrativa pura y concreta, sin pausas, que va al grano y no se distrae en nada que no sea el relato que está desarrollando. Tiene un look del cine de otra época, posiblemente se inspira en el cine americano de los 70, concretamente en el policial y el western de directores como Donald Siegel y especialmente de Sam Peckimpah. La narrativa seca y directa del primero, y la atmosfera poética del segundo.
Completan el elenco Luciano Cáceres, Luis Zembroski, y Gonzalo Urtizverea como miembros de la tripulación del camión blindado. Es excelente la banda musical de Guillermo Pesoa, la fotografía de Gustavo Biazzi y el montaje de Juan Pablo Docampo y Guille Gatti. Un film muy parejo en todos sus rubros.
Charly Barny
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
15 de febrero de 2019
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Corren los años 50. Tony Vallelonga (magníficamente interpretado por Viggo Mortenssen) queda transitoriamente sin trabajo por reformas en el Night Club de Manhattan en el cual se desempeña. Afortunadamente, consigue costearse la vida durante un par de meses, haciendo de chofer de un hombre de piel negra (el Dr. Don Shirley, en otra gran actuación de Mahershala Ali), que es un virtuoso pianista. La gira que emprenden será por el sur y el medio oeste de los Estados Unidos. Para ambos será un viaje iniciático.
Inevitablemente, el film recuerda a Conduciendo a Miss Daysi, un film de 1989 que trataba el mismo tema en forma invertida, y que además ganó el Oscar a la Mejor Película. En ambas, si bien se pregonaba la igualdad racial, inconscientemente, aparece la supremacía blanca. Mientras Daysi transformaba a Hoke Colburn (Morgan Freeman) en un hombre educado, en esta última, Tony Vallelonga le da al Dr. Don Shirley calle y sentido común.
Tal vez por un énfasis altruista que atraviesa ambas, en el sentido que el que enseña y abre camino siempre es la persona de raza blanca, e incluso es también la persona portadora del prejuicio, como road movie la película se centra más en las diferencias que en el camino por recorrer. En ese sentido, queda muy lejos de otras road movies que han hecho historia como Esay Ryder (1969), de Dennis Hooper con Peter Fonda, tal vez el mayor manifiesto de la generación beat, o de Paris, Texas (1984) del alemán Wim Wenders filmando en Estados Unidos la historia de un hombre solitario que ha perdido el rumbo y decide volver a conectarse con la sociedad, consigo mismo y su familia en un viaje a través del desierto americano. O Thelma y Louise (1991), de Ridley Scott donde dos mujeres insatisfechas de su cómoda vida hogareña inician un viaje iniciático dejando atrás la sociedad de consumo internándose en el Gran Cañón del Colorado.
The Green Book es un film que no avanza porque es un film pretencioso. La búsqueda de la igualdad racial se centra en el argumento en la mutua enseñanza que se brindan los personajes. Mientras Tony es el hombre que tiene calle, entendiendo calle como experiencia de vida (es el hombre que se gana la vida todos los días haciendo el trabajo sucio que otros no quieren hacer), Don es todo lo contrario. Es un músico de formación profesional, un pianista virtuoso que ama lo clásico, que tiene consciencia de lo social, que respeta el orden público y las leyes, pero es incapaz de cuidarse a sí mismo.
Es paradójico que en el film el guión elija una época (los años 50) y un lugar (el sur de los Estados Unidos) para que una empresa discográfica dé a conocer mediante una gira a un nuevo pianista de raza negra y los introduzca en un medio hostil a través de una serie de recitales donde el público puede ser culto en lo musical pero a la vez está lleno de prejuicios e intolerancia. Ello produce una inevitabilidad de los hechos que hacen de la película un film absolutamente previsible que queda reducido a la relación de ambos personajes.
En este aspecto, la enseñanza mutua del uno hacia el otro, es lo mejor del film. Allí aparece lo que será un canto a la amistad, uno abriéndose hacia la cultura aunque más no sea aprendiendo a redactar una carta, y el otro, abandonando su mundo frio y solitario, acercándose a compartir algo más que su música. Hay en ello un sentido de convergencia que es el nacimiento de una amistad en un medio que todavía excluía mediante el prejuicio racial.
El Libro Verde queda como una película deudora porque transita un camino trillado, llena de convencionalismos, que no la diferencian de otras películas que han transitado el mismo tema, y que aunque no lo parezca, es un tema aún vigente en algunos Estados de la Unión. La cuestión racial sigue existiendo en el sur de los Estados Unidos. E incluso, la famosa intención de Donald Trump de levantar un muro en el sur en la frontera de los Estados Unidos con México, no es otra cosa que una expresión de un sentimiento segregacionista que gracias a Dios por ahora no ha pasado de ello, solo una intención.
Como curiosidad, cabe destacar que El director Peter Farrelly, también guionista junto a Nick Vallelonga y Brian Currie, trabaja por primera vez en la dirección sin la compañía de su hermano Peter. Juntos había coguionado y codirigido la mayoría de las películas que habían producido juntos.
Finalmente, lo más destacable de la película es su superlativo nivel interpretativo. Tanto los dos actores principales como el resto del elenco realizan una labor descollante. Seguramente el Oscar al Mejor Actor estará rondando la cabeza de alguno de ellos.
Charly Barny
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
9
13 de octubre de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No conocía la dilatada trayectoria de Martín Sulik, un director muy sólido, que maneja con maestría el material que coescribió con Ondrj Sulaj, ambos nacidos en Checoslovaquia y hoy residentes en Eslovenia, logrando un film en todo momento ameno y entretenido, en función de un drama de características históricas que todos conocemos que ha dejado secuelas que todavía hoy en día, a más de 70 años de ocurrido, mantiene vigente su recuerdo por la gravedad y la injusticia de lo sucedido.
Sulik arranca el film con un formato de policial negro para enseguida transitar hacia una road movie que se vuelve comedia de opuestos y terminar en un drama de toma de conciencia. El director maneja a la perfección todos esos registros, da dinamismo a su relato y mantiene enganchado al espectador desde el inicio hasta el final del film a pesar que basa su relato en un contexto que vuelve predecibles algunas situaciones.
Jiri Menzel, el afamado director checo que en 1967 ganó el Oscar a la Mejor Película Extranjera en Hollywood con aquella maravilla que se llamó Trenes Rigurosamente Vigilados vuelve como actor al tema de la Segunda guerra Mundial. En El Intérprete es Alí Ungar, un anciano de unos 80 años, que al leer un libro sobre las actividades de un oficial alemán durante la guerra en Eslovaquia reconoce a quien ha matado a sus padres y emprende un camino hacia su búsqueda con el propósito de ejecutar su venganza. Pero a quien encuentra no es al viejo oficial de las SS, sino a su hijo Georg, un profesor jubilado, magníficamente interpretado por Peter Simonischerk (el extraordinario actor de Tony Erdman), quien niega saber de su padre y le propone investigar que ha sido de él siendo su intérprete de alemán.
Los dos ancianos, una pareja muy despareja, emprenderán un viaje alocado, lleno de peripecias que bordean el humor absurdo, para darse cuenta que la mayor parte de la gente que los rodea o que conocen circunstancialmente en el viaje ha olvidado o ignora lo que ha ocurrido en el pasado, o no quiere enterarse ni tampoco le interesa. Europa ya es otra. No solo ya no es la Europa de la pos guerra sino que ni siquiera es la Europa de después de la caída del Muro de Berlín. El hoy es una nueva situación, una status inédito que solo les permite observar que la vida ha pasado frente a ellos sin que ellos se dieran cuenta de los cambios. Un cambio que sucede tan rápidamente que somos incapaces de percibirlo.
Ello lleva en forma inconsciente a los protagonistas a un momento de profunda reflexión. Frente a esta situación, Alí Ungar comienza una catarsis que purifica su ánimo a la vez que va descubriendo a Georg, un hombre grande lleno de vida que paradójicamente comienza a saber la verdad sobre su padre. El viaje de dos viejos de más de 70 se transforma en una travesía de sí mismos donde uno comienza a entender lo ocurrido y comprender que la venganza solo lleva a más violencia, y el otro a hacer una toma de conciencia sobre quién es. Pero si durante el film se mantiene una atmosfera de violencia contenida, reprimida, en el final de ese viaje iniciático, ambos ancianos, lejos de reprimir aquellos sentimientos, comenzarán a sentir una necesidad de redención, de asumir que tal vez no haya perdón, pero por sobre todo, sabrán que no puede haber venganza.
Estamos ante uno de los grandes films del año. Tengo entendido que Eslovenia la ha propuesto para competir por los Oscar a la Mejor Película Extranjera en la próxima edición de entrega de premios que hará la Academia de Hollywood. Sin lugar a dudas, una distinción inobjetable.
Charly Barny
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
3 de agosto de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El chileno Sebastian Lelio, autor de Gloria (2013) y Una Mujer Fantástica (2017), se ha concentrado en el retrato de mujeres maduras de entre 30 y 45 años, y lo ha hecho de tal forma que este año la Academia del Cine de Hollywood lo ha premiado con el premio a la mejor película extranjera presentada en los Estados Unidos.
Paralelamente a estos logros, Lelio ahora ha accedido a una producción británica, y esta semana se ha estrenado en Buenos Aires su séptimo film rodado enteramente en las afueras de Londres, donde Lelio vuelve a penetrar a ese mundo femenino que tanto le interesa desde un punto de vista religioso plagado de condicionamientos sociales. Estelarizada por Rachel Weisz (El Jardinero Fiel, 2005; La fuente de la Vida, 2007) como Ronit Krushka, Rachel Mc Adams (Midnight in Paris, 2011; Spotlight, 2015) como Esti Kuperman, y Alejandro Nivola (Jurasic Park III, 2001; La gran Estafa Americana, 2015) como el Rabino David Kuperman el film se interna en la descripción de un triángulo amoroso jaqueado por la culpa y los prejuicios.
La acción del film se concentra en un pequeño barrio de judío de Londres donde acaba de morir el Rabino Krushka, un hombre respetado y admirado por toda la comunidad. Como consecuencia de ello, su hija Ronit que ahora vive en Nueva York trabajando como fotógrafa independiente, regresa para la ceremonia del sepelio y se instala en la casa de los Kuperman. Lo que sucede después es la descripción de la pérdida de un equilibrio de un mundo prestablecido por un hombre aparentemente ejemplar a partir de la falsa ruptura de un triángulo amoroso no convencional.
Manejada como una obra de suspenso en la que prevalece el buen gusto y la educación de sus personajes, Lelio con gran soltura irá rompiendo ese falso equilibrio en que se mueven sus personajes para dar lugar a la liberación de las pasiones escondidas que hay entre ellos. Sus criaturas son seres sufrientes que se han formado y educado bajo normas clásicas y rígidas de convivencia que no contemplan las desviaciones ni las preferencias sexuales.
El mundo que describe Lelio es un mundo pequeño regido por las estrictas leyes de la Torá que el viejo rabino que acaba de morir ha interpretado y aggiornado con el pasar de los años pero que nunca ha convalidado ni transado con sus aspectos más tradicionales, particularmente los relacionados al sexo y la privacidad.
La ida de su hija a Nueva York ha sido vista por él como una ruptura de la ley aunque de alguna manera le ha facilitado la necesidad de convivir con una bomba de tiempo a su lado. La vuelta de su hija para su sepelio vuelve a poner las cosas en su lugar donde los aspectos más miserables y retrógrados de un hombre aparecen aún después de su muerte. También aparecen los viejos fantasmas de un triángulo amoroso que parecía haber muerto y que sin embargo se mantiene intacto a pesar de la distancia y el paso del tiempo.
Film complejo poblado de personajes cargados de culpa y prejuicios que le impiden llevar una vida digna y libre de ataduras, prácticamente no da lugar la felicidad de los mismos. Todos ellos se sienten igualmente ligados a atavismos que no pueden superar. El miedo al escándalo en una comunidad pequeña, el carácter inmaculado y regente del rabino muerto, encierra a todos los personajes dejándoles a cada uno solo una salida que no puede ser otra cosa que dolorosa.
Buen debut de Sebastian Lelio en su primer film internacional. A la capacidad narrativa de Lelio se le nota una disponibilidad de recursos técnicos, especialmente en lo relacionado a sonido y montaje, que lucen en la narración. El film es de una prolijidad y una coherencia sorprendente que mantiene el equilibrio y el buen gusto durante toda la proyección. El tema, difícil y espinoso, está tratado con altura y respeto. Los personajes nunca pierden su humanidad, su carácter vulnerable frente a algo que no entienden pero sobre todo, la falta de tolerancia de quienes los rodean, es patética. Los prejuicios de toda una comunidad los condiciona en su carácter de seres humanos, en su ejercicio de una libertad que se les vuelve esquiva.
Charly Barny
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 20 29 30 31 39 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow