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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de Charly Barny:
7
Romance. Drama Una mujer que se crió en una familia ortodoxa judía regresa a su hogar con motivo de la muerte de su padre, un rabino. La controversia no tardará en aparecer cuando comienza a mostrar interés por una vieja amiga de la infancia. (FILMAFFINITY)
3 de agosto de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El chileno Sebastian Lelio, autor de Gloria (2013) y Una Mujer Fantástica (2017), se ha concentrado en el retrato de mujeres maduras de entre 30 y 45 años, y lo ha hecho de tal forma que este año la Academia del Cine de Hollywood lo ha premiado con el premio a la mejor película extranjera presentada en los Estados Unidos.
Paralelamente a estos logros, Lelio ahora ha accedido a una producción británica, y esta semana se ha estrenado en Buenos Aires su séptimo film rodado enteramente en las afueras de Londres, donde Lelio vuelve a penetrar a ese mundo femenino que tanto le interesa desde un punto de vista religioso plagado de condicionamientos sociales. Estelarizada por Rachel Weisz (El Jardinero Fiel, 2005; La fuente de la Vida, 2007) como Ronit Krushka, Rachel Mc Adams (Midnight in Paris, 2011; Spotlight, 2015) como Esti Kuperman, y Alejandro Nivola (Jurasic Park III, 2001; La gran Estafa Americana, 2015) como el Rabino David Kuperman el film se interna en la descripción de un triángulo amoroso jaqueado por la culpa y los prejuicios.
La acción del film se concentra en un pequeño barrio de judío de Londres donde acaba de morir el Rabino Krushka, un hombre respetado y admirado por toda la comunidad. Como consecuencia de ello, su hija Ronit que ahora vive en Nueva York trabajando como fotógrafa independiente, regresa para la ceremonia del sepelio y se instala en la casa de los Kuperman. Lo que sucede después es la descripción de la pérdida de un equilibrio de un mundo prestablecido por un hombre aparentemente ejemplar a partir de la falsa ruptura de un triángulo amoroso no convencional.
Manejada como una obra de suspenso en la que prevalece el buen gusto y la educación de sus personajes, Lelio con gran soltura irá rompiendo ese falso equilibrio en que se mueven sus personajes para dar lugar a la liberación de las pasiones escondidas que hay entre ellos. Sus criaturas son seres sufrientes que se han formado y educado bajo normas clásicas y rígidas de convivencia que no contemplan las desviaciones ni las preferencias sexuales.
El mundo que describe Lelio es un mundo pequeño regido por las estrictas leyes de la Torá que el viejo rabino que acaba de morir ha interpretado y aggiornado con el pasar de los años pero que nunca ha convalidado ni transado con sus aspectos más tradicionales, particularmente los relacionados al sexo y la privacidad.
La ida de su hija a Nueva York ha sido vista por él como una ruptura de la ley aunque de alguna manera le ha facilitado la necesidad de convivir con una bomba de tiempo a su lado. La vuelta de su hija para su sepelio vuelve a poner las cosas en su lugar donde los aspectos más miserables y retrógrados de un hombre aparecen aún después de su muerte. También aparecen los viejos fantasmas de un triángulo amoroso que parecía haber muerto y que sin embargo se mantiene intacto a pesar de la distancia y el paso del tiempo.
Film complejo poblado de personajes cargados de culpa y prejuicios que le impiden llevar una vida digna y libre de ataduras, prácticamente no da lugar la felicidad de los mismos. Todos ellos se sienten igualmente ligados a atavismos que no pueden superar. El miedo al escándalo en una comunidad pequeña, el carácter inmaculado y regente del rabino muerto, encierra a todos los personajes dejándoles a cada uno solo una salida que no puede ser otra cosa que dolorosa.
Buen debut de Sebastian Lelio en su primer film internacional. A la capacidad narrativa de Lelio se le nota una disponibilidad de recursos técnicos, especialmente en lo relacionado a sonido y montaje, que lucen en la narración. El film es de una prolijidad y una coherencia sorprendente que mantiene el equilibrio y el buen gusto durante toda la proyección. El tema, difícil y espinoso, está tratado con altura y respeto. Los personajes nunca pierden su humanidad, su carácter vulnerable frente a algo que no entienden pero sobre todo, la falta de tolerancia de quienes los rodean, es patética. Los prejuicios de toda una comunidad los condiciona en su carácter de seres humanos, en su ejercicio de una libertad que se les vuelve esquiva.
Charly Barny
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