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Críticas de Lafuente Estefanía
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Críticas 1.719
Críticas ordenadas por utilidad
8
7 de septiembre de 2021
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Veintisiete años después de Ford, Gordon Douglas se atreve con una nueva versión de "La diligencia". Una más porque son muchas las que han bebido y siguen bebiendo de esa fuente.
Y hacen bien, porque no es mala el agua que de allí mana. En el arte, como en la vida en general, son algo de lo más común los "tributos", las versiones o las copias descaradas. No hay que olvidar aquello que lo que no es tradición es plagio. También el propio Ford tuvo sus correspondientes "fuentes" de inspiración. Y no pasa absolutamente nada.
Personalmente tenemos la suerte de plantarnos ante la pantalla y centrarnos en lo que vemos sin ocuparnos demasiado en buscar comparaciones. Disfrutamos más de la cinta, por eso lo hacemos así.
Sobra hablar del argumento, de los prejuicios sociales o del perfil de los personajes, porque aquí hay pocas novedades respecto al modelo. Pero el guion tiene su propia personalidad, como la tiene también la realización e, incluso, la interpretación que, en general, en nada desmerece a Wayne y compañía.
En la obra de Gordon, además, brillan con luz propia los paisajes, la fotografía, la música y la ambientación. Lo que no es grano de anís. Tiene escenas espeluznantes como el viaje nocturno de la diligencia al borde de peligrosos precipicios en medio de la lluvia, o la carrera del coche a galope tendido perseguido de cerca por los sioux.
A destacar el papel del Dr. Josiah Boone (magnífico Crosby), por el que sentimos debilidad. Bebedor y parlanchín, "Doctor, si el hablar fuera dinero, sería usted el mejor cliente de mi saloon", se hace inseparable del vendedor de bebidas alcohólicas, Peacock (Buttons), al que administra localmente unas gotas para la garganta mientras le escamotea la mercancía. También aquí había curado una fractura a un hermano de Ringo Kid (Cord), como le espeta sin contemplaciones a un atildado dandi "La semana pasada saqué una bala de la espalda de una persona que le había disparado un 'caballero'", como filosofa sobre su porvenir que oscila siempre entre "una mala bala o una buena botella". Igual que en la cinta fordiana atiende con éxito el parto de Lucy Mallory (Powers), después de despejar su borrachera con café bien cargado de sal o de "desinfectarse" las manos con whisky, para luego extraer con igual fortuna la flecha que alcanza a su protegido. Un manitas.
En fin, una obra más que notable que debe verse sin pensar mucho en el modelo que le sirve de inspiración. ¿No es acaso la denuncia de los prejuicios sociales uno de los pilares que sustenta la cinta de Ford? Pues vamos a liberarnos nosotros también de esta atadura, porque segundas o terceras partes no tienen porque ser necesariamente malas.
En el cine, como en la música clásica, debemos acostumbrarnos a que sobre una misma partitura o argumento, los directores puedan ofrecernos sus versiones personales.
Lafuente Estefanía
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8
29 de junio de 2020
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Completamente de acuerdo con las reseñas (¡qué pocas para el valor de la cinta!) que describen sus méritos cinematográficos. La ambientación de cada época, música, fotografía, colorido, paisaje y, especialmente, la interpretación de los dos principales protagonistas Cimarrón Yancey (Ford) y Sabra (Shell), pero sin descuidar los grandes secundarios.
De acuerdo también sobre los dos planos de la trama argumental, la descripción histórica y la difícil convivencia en el seno de la familia Cravate, donde deben armonizarse caracteres tan opuestos como el idealismo y rectitud moral (y gratuito afán de aventura también) de Cimarrón, con la estabilidad pragmática que desea para su casa su esposa Sabra. El racismo que se halla en la misma entraña de la sociedad americana con escenas espeluznantes como la expulsión de la niña india de la escuela (todavía más que el linchamiento de su padre).
Pero de nuevo miramos con envidia la facilidad de los novelistas y de los guionistas americanos para contarnos la historia de su país. Aunque sea a su manera. La colonización del Oeste con las grandes carreras de los pioneros, el nacimiento de los primeros núcleos urbanos, su consolidación y los problemas de convivencia que planteaba, el desarrollo posterior ...
Ahora bien, en este punto conviene que conozcamos mejor lo sucedido en la famosa (para los americanos) batalla de las Colinas Españolas, aunque solo sea porque sirvió para que Cimarrón fuera recibido en su pueblo como uno de sus héroes. En realidad estamos hablando de la batalla de las Lomas de San Juan en la mal llamada "guerra hispanoamericana", donde el 1 de julio de 1898 un grupo de 300 soldados españoles recibieron la orden de resistir la ofensiva estadounidense que alineó entre 15 y 20.000 hombres, que durante un día entero de asedio fueron mantenidos completamente a raya. Naturalmente la "hazaña" fue magnificada hasta la exageración en la joven nación americana, mientras en España no pasó de una de tantas escaramuzas del desastre general de 1898. Esa es la diferencia con la que se cuenta el pasado en una y otra nación. ¡Cuánto tenemos que aprender de los americanos!
Lafuente Estefanía
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7
5 de junio de 2020
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es la primera vez que oímos decir que conocemos mejor los españoles la historia de EEUU que la nuestra propia, y eso es en buena parte debido a las cintas del Oeste. Al menos en lo que se refiere a la segunda mitad del siglo XIX. ¿El motivo? Que muchos guionistas tienen el buen gusto de destacar en sus obras el trasfondo histórico en que se desarrolla la trama que plantean. Por supuesto, siempre arrimando el ascua patriótica a su propia sardina. También en esto dan un poco de envidia.
"La última patrulla" se desarrolla en un pequeño lugar de Texas poco después de la guerra de Secesión, cuando el estado está todavía pendiente de reincorporarse a la Unión de la que había sido apartado. Sometido a una rigurosa ley marcial, los especuladores sin escrúpulos aprovechan la situación para hacer fortuna a costa de los pequeños cosecheros de algodón.
Los soldados del vecino fuerte constituye toda la autoridad, civil y militar. Y ahí viene el problema, porque una vez más la injusticia es el caldo de cultivo adecuado para que aparezcan los pistoleros que se toman la justicia por su mano. Para satisfacción de todos sus vecinos que los admiran y apoyan sin fisuras.
El Ejército se ve en la obligación de tomar la iniciativa a través de dos de sus capitanes: un veterano tejano que entiende y comprende a sus paisanos, y otro joven y atractivo que acaba de llegar desde Westpoint con la galantería y don de mundo del excadete. Ambos constituyen dos de los vértices del discreto triángulo amoroso que forman con la joven y bella esposa del primero, pronto roto por las acometidas donjuanescas del segundo que se saldan a tortas.
En un segundo plano queda una pequeña acción detectivesca para desentrañar un crimen. Y aquí encontramos uno de los fallos del guión, que empieza por decirnos quien es el asesino cuando perfectamente podía haber esperado un poco a decirlo manteniendo la intriga en el espectador. Tampoco está muy bien resuelta la pelea entre los capitanes, de la que salen con gruesos moratones que han desaparecido en la escena siguiente. Todo lo cual no quita que nos encontremos con una buena película, una muy buena película. Bien ambientada, con excelentes cabalgadas de los soldados y, sobre todo, sabiendo mantener en todo momento la atención del espectador.
Concluye la cinta el 18 de agosto de 1869, un año antes de la reincorporación de Texas a la Unión, cerrando así una etapa difícil para el estado de la Estrella solitaria. Como dice el protagonista en un momento dado: "Perder la guerra no significa renunciar a la dignidad".
Recomendamos vivamente revisar esta cinta tan poco conocida.
Lafuente Estefanía
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10
17 de marzo de 2023
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Qué bien recoge el cartel lo que es el contenido de la cinta! Aquí sí, la imagen vale lo que muchas palabras.
Allí vemos a Don Pietro (Fabrizi), el párroco de San Clemente, y a Pina (Magnanani) la viuda y madre a punto de casarse en unas segundas nupcias que ha retrasado la invasión alemana. Ambos miran temerosos al soldado amenazante.
¡Que gran cartel!
Lo demás es la lucha por la supervivencia en la Roma ocupada de 1944.
Los trabajos de la resistencia que aquí parecen desarrollar en exclusiva los comunistas, la solidaridad de muchos vecinos, el hambre y la carestía que provoca el pillaje en los hornos. Mientras tanto ocupantes y colaboradores viven en la abundancia y el exceso, con morfina a cambio de favores lésbicos, el terror y la violencia de la policía política alemana, el colaboracionismo italiano ...
Un magnífico fresco de la guerra en una zona ocupada.
Y todo tratado con un realismo dramático, sí, pero que deja espacio a la nota cómica de Agostino (Bruno), el buen sacristán que también atiende por Purgatorio, o a la esperanza de los niños silbando "Mañanita florentina" mientras suenan las balas de la ejecución o que caminan tristes en hilera con la ciudad de Roma al fondo confiados en un mañana mejor.
Dramatismo remarcado con una música que recuerda a ratos la de "M", "El vampiro de Dusseldorf".
Hay que volver a Don Pietro para reconocer en él al buen pastor que no abandona a sus ovejas aun en los momentos de mayor peligro, que lo mismo hace de árbitro en un partido de fútbol infantil que ayuda a la resistencia.
Y a Pina. A esa buena madre que quiere regularizar su situación sentimental trastocada a causa de la guerra, "Vale más que nos case Don Pietro que es de los nuestros, a que lo haga un funcionario fascista".
Después de muchos años hemos vuelto a ver esta película y nos reafirmamos plenamente en la condición de obra maestra que le dimos entonces. Por todo.
No se la pierdan.
Lafuente Estefanía
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7
25 de octubre de 2020
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Así de claro responde el jefe sioux Nube Roja (Franz) a su amigo el inquieto aventurero Johnny Hawks (Douglas), en una de sus disputas. La cinta va de indios, colonos y los soldados del fuerte Laramie. Como de costumbre enfrentados los primeros con los restantes, para los cuales se cumple que "Los indios no son personas, son animales". En medio, tratando de contener a unos y a otros Johnny, Nube Roja y su hija Onahti (Martinelli).
Las magníficas montañas boscosas de Oregón constituyen el marco ideal para las cabalgadas, los movimientos de carretas por ríos y cuestas o para escuchar bellas baladas a la luz de las hogueras, aunque la música no sea precisamente lo mejor de la obra. Excelente ambientación, vestuario y caracterización de los sioux. En cuanto a intérpretes anotar cierta sobreactuación de Douglas y desaprovechamiento de Matthau que, nos da la sensación, en algunos momentos parece un poco comediante.
Sin estar mal el guión destacan mucho más los diálogos, con alguna frase ingeniosa como la conversación que mantienen Johnny y Nube Roja a cuenta de la recién concluida guerra de Secesión: "Hombre blanco contra hombre blanco, esperábamos que os matarais todos. -No hubo tiempo para ello".
Otro de los grandes aciertos de la película lo tenemos en la pintura que se hace de los indios. Sensatos y prudentes incluso cuando se hallan en pie de guerra. Buenas escenas de ataque al fuerte o de la lucha al estilo de los caballeros en los torneos medievales lanza en ristre.
Merece asimismo destacarse la sensibilidad medioambiental que mantienen los indígenas, ocultando los yacimientos de oro para evitar la llegada masiva de mineros que ensucian las montañas y los ríos y estropean las praderas donde pastan los bisontes. Algo parecido parece pensar también Johnny cuando charla amigablemente con Briggs (Cook jr), fotógrafo ambulante que colaboró con Brady en la guerra civil. Extasiado ante los paisajes que contempla, el pequeño Briggs quiere fotografiarlos para difundir su belleza por toda la nación y atraer así a nuevos colonos. A Johnny no parece entusiasmarle la idea aunque piensa que para que otro difunda esas montañas, mejor que lo haga él. Cuando pierda su vieja cámara el retratista, no dudará en recuperarla para el.
Es interesante la alusión al gran fotógrafo Mathew B. Brady, famoso por sus retratos al daguerrotipo y por la documentación fotográfica que dejó de la guerra civil americana, donde utilizó un gran equipo técnico y contrató más de 20 fotógrafos que recorrieron todos los frentes de batalla.
Resumiento, uno de tantos westerns poco conocidos que alegra la tarde con su contemplación.
Lafuente Estefanía
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