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Críticas de Augusto Faroni
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Críticas 27
Críticas ordenadas por utilidad
6
27 de agosto de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La princesa prometida" es una película pura, virginal, que habla del amor como comunión de los espíritus, en la que es imposible imaginar al amado y a la amada practicando sexo en la cama con dosel, ella gritando de placer y él haciendo gruñidos de cerdo satisfecho. No podía ser de otra manera, claro, porque la película es un cuento puesto en imágenes: el que el abuelo le va leyendo a su nieto allá en el dormitorio de Kentucky, o de Colorado, que son todos iguales, con su póster del cochaco, y la tía buena en bikini, y un muñequito de Star Wars peleando en la repisa de los libros. El abuelo es el detective Colombo, ya retirado de sus pesquisas, y el nieto, el protagonista de “Aquellos maravillosos años”, qué dónde estarán, ay, aquellos años, aunque en realidad no fueron para tanto, todo el día enterrados entre libros, y ninguneados por las princesas prometidas, y tan mentecatos, y tan gaforros, y tan torpes para la poesía...

“Hola: me llamo Íñigo Montoya y tú mataste a mi padre” Todavía hoy, en alguna fiesta de talluditos se escucha esta letanía cuando alguien traspasa la quinta cerveza, o la cuarta mezcla poco prudente, y coge el botellín por el cuello como para batirse en duelo con el colega, ríndete, y tal, bellaco... Por la boca muere el pez, y por lo que dice, se adivina su edad.

Muy bonica y tal.

https://www.cinepasaje.es/
Augusto Faroni
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10
26 de agosto de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Review es la comedia más salvaje, más atrevida, más diferente a todas las demás que he visto nunca. No sé si la mejor -porque esto no es una carrera de caballos, como decía Carlos Pumares- y todas las comedias tienen su momento y su lugar en la biografía. A cada edad, y a cada estado del alma, su risotada. Pero el experimento de Andrew Daly es desde luego irrepetible, tan extraterrestre que resulta incluso difícil explicárselo a los gentiles.

¿Qué de qué va Review? Pues de un fulano que tiene un reality show en el que se dedica a vivir la vida y a criticarla. “Soy un crítico, pero no hago críticas de la comida, los libros o las películas. Analizo la vida en sí”, dice al inicio de cada episodio. Y la vida en sí no es, desde luego, la vida que llevamos casi todos los mortales a este lado de la tele, que en verdad sólo nos hemos mojado el culo un puñado de veces, y todo lo demás es criticar y perorar sobre cosas que desconocemos, que no hemos vivido en carne propia. Forrest McNeil ha dicho basta, quiere vivir, meter la mano en el fango, el pie en el charco, la nariz en el hoyo, y gritarle a su audiencia que por fin está experimentando lo que nunca soñó hacer, o nunca quiso hacer, porque era ilegal, o inconveniente, o le daba miedo, o tenía riesgo de acabar en su muerte. O prometía una felicidad inasumible.

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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Augusto Faroni
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Un día en Nueva York con Woody Allen
MediometrajeDocumental
España2024
6,2
407
Documental, Intervenciones de: Woody Allen, David Trueba
7
28 de febrero de 2024
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Rebajas de enero” –aquella canción de Joaquín Sabina que hablaba de los amores resignados-, terminaba con estos versos: “Emociones fuertes / buscadlas en otra canción”. Y así termina también, un poco, esta entrevista de David Trueba a Woody Allen. Al final de los títulos de crédito, justo después de declarar que ningún animal fue lastimado durante la grabación, pone que si queréis morbo leeros la autobiografía de Allen que publicó Alianza. Y si queréis morbo duro, sexo hardcore, pasaros por los foros de las podemitas cuando hablan del señor Konigsberg. Lo de Jesucristo en la cruz les parece poco castigo para él.

David Trueba ha venido a Manhattan a hablar de cine y nada más. Y de cine en plan directores de cine, nada de preguntas de aficionado. Germanía de rodajes: cómo escribes los guiones, cómo te llevas con el montador, qué consejos recibes del director de fotografía... ¿Algún actor te ha tocado mucho los cojones? Cosas así. Son cuestiones interesantes, pero no es quizá lo que esperábamos los abonados. Y que conste que yo no venía por el morbo -porque tengo bastante claro el “asuntillo” - pero sí para escuchar algún chiste coñón o alguna perla de sabiduría. Y la verdad es que, por ahí, poca cosecha.

Sólo cuando David y Woody rememoran las viejas películas y sale a la palestra el nombre de Mia Farrow uno se tensa un poco en el sofá. Pero nada: Allen la menciona como quien recuerda a la vecina del quinto. Una gran actriz y tal... Su autodominio es absoluto. Su pasotismo también. Yo echaría espumarajos por la boca.

Me pregunto, al final de la entrevista, si Woody Allen sabe que quien le está entrevistando es un director de prestigio en España y no cualquier interviewer de una revista especializada. El papel de Trueba es de absoluta subordinación... Su aspecto físico también es curioso. Al principio, ya que estamos en Nueva York, dirías que se da un aire a Andy Warhol, con esas gafas y ese pelazo canoso, pero luego, a medida que avanza la entrevista, puede observarse que David Trueba, de tanto admirar el cine de Woody Allen, está sufriendo una metamorfosis al más puro estilo de Leonard Zelig.

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Augusto Faroni
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7
1 de marzo de 2024
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que mediado el segundo episodio pensé en dimitir. Todo era muy raro. Pero raro de cojones, no raro de normal, de andar por casa. Yo me preguntaba: ¿es una parodia, un drama, una jodienda? ¿Ha nacido un nuevo género? ¿Es Supermán? Ni puta idea. Todo era muy raro, ya digo, inquietante pero indescifrable. ¿Una tomadura de pelo?: pues quizá. ¿Una obra maestra?: pues puede que también. A saber. Me acordé de aquella escena de “Fargo” -la película original- cuando la policía interrogaba a dos chicas por el aspecto de los asesinos y sólo acertaban a responder: “No sé... raros”.

Pero me quedé a esperar acontecimientos porque Emma Stone salía en mucho en las escenas y eso siempre es bueno para el espíritu. Da igual que no te enteres de nada o que lo malinterpretes, si ella comparece ante la cámara. Emma Stone es una espectáculo en sí misma. Un diamante en el charco. Un solete en la oscuridad. Para mí, como actriz, es un diez porque no hay un once. Tiene esa cara vamos a llamar... versátil, muy rara también, que le permite una plasticidad única de los sentimientos. Lo mismo te mira y te provoca una erección que te atraviesa con la mirada y te hiela la sangre en la punta de. Ella es capaz de alterarte el metabolismo con un golpe de ceja o con una sonrisa de sus labiazos. Lo mismo te hace de monja que de puta oficial del reino. Emma es un prodigio del arte y de la carne. Puede que no sea muy guapa -o no al menos una guapa canónica- pero es pelirroja y menudina, y Max, mi antropoide interior, bebe los vientos por ese tipo de mujeres. Unas pecas sobre la piel blanca lo dejan knockout como un hostiazo del Topuria.

Gracias a Emma Stone perseveré, aguanté la lluvia de episodios, y al final tengo que decir que mereció la pena el ejercicio. “The Curse” te crea una especie de adicción malsana. Flipas con su extraña droga de diseño. Quisieras irte pero no puedes. Te vence la curiosidad.
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Augusto Faroni
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4
10 de enero de 2023
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pensé que jamás lo diría, pero me he aburrido mucho con una película de Eric Rohmer. Estaba malcostumbrado a que sus películas siempre oscilaran entre lo interesante y lo muy interesante, según la enjundia de los diálogos y la belleza de las actrices. Rohmer, además de ser muy inteligente, era otro tunante como Bergman o como Polanski que jamás ponía una mujer fea delante de la cámara.

Es cierto que en alguna de sus películas veías crecer la hierba como dijo una vez el malvado de Gene Hackman. Pero nosotros, los adeptos del maestro, sabíamos que estos interludios vegetales tenían su función: repensar el último diálogo y tomar aire para afrontar el siguiente, con la mente despejada y la postura retomada. Y quizá, también, con un piscolabis en el regazo, para que el cerebro se reaprovisionara de fósforo y no se perdiera ni una sola de las agudezas verbales. En las películas de Rohmer no hay duelos de espada láser ni persecuciones de la policía, pero a veces se desencadenan batallas de raperos que escupen filosofías de apuntar incluso en el cuaderno, de lo listos que son ellos, y de lo agudas que son ellas, siempre gente leída, o cultivada, o con un sexto sentido para desenmascarar los disfraces del amor y del orgullo.

En esta película, sin embargo, Rohmer se va por los cerros de la política para dejar claro que él es apolítico pero de derechas, como decía Jaume Canivell en “La escopeta nacional”. Pues bueno... Algún defecto tenía que tener. Su alter ego en la película es el maestro del pueblo: un tipo feo, medio loco, que defiende los valores de la vida rural -el paisaje y la tranquilidad- y que se enfrenta al alcalde socialista que quiere construir una mediateca en mitad de un prado de vacas. Poca cosa para hacer altas ideologías, la verdad. Y menos ahora, treinta años después, cuando la vida rural y la vida urbana ya son prácticamente la misma. Los todoterrenos, las motos, las furgos, los quads, los bugas... Todos los cacharros atronadores han tomado posesión de los senderos y los bosques. Ya no existe el silencio en ningún lugar gracias al Mitsubishi Montero que llegó a Majaelrayo para visitar al abuelo y joderlo todo.

https://www.cinepasaje.es/
Augusto Faroni
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