Flipped forma parte de ese tipo de películas que tienden a valorarse de forma muy distinta dependiendo el día que tengas. Si tu estado de humor es favorable verás en ella una película pequeña pero de gran corazón que te alegrará aún más el día. Si por el contrario hoy no has estado en tu mejor momento asistirás a una hora y media de romanticismo adolescente empalagoso que conseguirá que tu día siga cuesta abajo.

Yo, por ejemplo, vi esta película en verano, ante una cartelera plagada de Blockbusters de tres horas de duración, efectos especiales, actores famosos y trailers que no representan ni por asomo lo que después ves en pantalla, y agradecí que de vez en cuando se te aparezca una película como esta que permite que el camino hacia la próxima película de tu vida merezca la pena.

Siempre he valorado las películas según el guión. Es una costumbre que intento dejar, pero me resulta difícil. No soy de esos que salen del cine y empiezan a admirar la gran fotografía que demuestra la película que se acaba de ver. Si una película me aburre o su argumento simplemente no es mi estilo, el resto del trabajo que la rodea (dirección, fotografía, montaje, banda sonora, sonido…) sale perjudicado.

Siempre creí que el guión debía ser el alma de una película, lo principal. Incluso en el surrealismo más absoluto o la improvisación total se distingue una idea o una historia que el autor del film quiere transmitir. El cine son palabras contadas con imágenes, pero al fin y al cabo siguen siendo palabras, que transmiten o no según la afinidad que sienta el receptor con la historia.

Por eso esta película me ha sorprendido. Porque la historia no me ha gustado lo más mínimo. Nada en absoluto. Me ha parecido bastante artificiosa, incluso ñoña en algunos aspectos. Pero hay algo más, algo detrás de la película que no suelen tener otras, dirigidas por personas ya cansadas, a las que su oficio les ha empezado a resultar tedioso y monótono. Hay emoción, ganas al contar la historia. Se nota que Stephen Chbosky quería contar su libro al público utilizando otro formato.

Y no sólo la dirección, sino que las actuaciones no se quedan atrás. Grande Ezra Miller, que ya apuntaba maneras en “We need to talk about Kevin”. También hay que reconocer la labor de Logan Lerman, que consigue transmitir durante toda la cinta esa sensación de que hay algo oculto bajo el interior del personaje.

En resumen, se trata de una buena película que te atrapa por la forma más que por el fondo.

La vida es tránsito y ¡menudos problemas nos da eso! Porque cambiamos, y al cambiar nos damos cuenta de que hemos tomado decisiones. Decisiones que nunca llueven a gusto de todos y que por lo tanto incomodan. Aún más si se intentan esconder debajo de la alfombra, ya que la alfombra terminará por abombarse y todo el mundo se percatará de ello.

Y de eso va “Before Midnight”. De las decisiones que se han tomado a lo largo de 18 años y que han cambiado la vida de los personajes. Cada elección hecha cierra más puertas de las que abre, y si en “Before Sunrise” había multitud de posibilidades en la vida de ambos personajes, ahora todo eso se ha esfumado y nos encontramos con la vida de una pareja que recuerda los días por lo que a sus hijas les pasó o por lo que ellas hicieron. La persona como individuo ha quedado hundida y las conversaciones ya no tratan del amor platónico, sino de si una máquina podrá sentir más que un humano en un futuro cercano. Porque actualmente la tecnología con sus watsaps y sus skypes ha dejado obsoleta la historia de amor de la que forman parte Celine y Jesse. ¿Quién se creería ahora que estuvieran 9 años sin hablarse entre la primera y la segunda película?

No sólo son las decisiones las que mueven la película, sino también el cansancio. Las historias se han convertido en anécdotas con el paso del tiempo. Lo que antes eran miradas furtivas mientras el otro volteaba la cabeza ahora son amagos para desviar un beso inocente. El amor ha dado paso al sexo. Los libros que antes hablaban sobre el amor ahora hablan sobre grupos que padecen enfermedades mentales. Todas esas reflexiones llevan a esta película a su cenit porque hemos visto cómo los personajes han cambiado. Hemos asistido a su proceso de maduración. Esta película de manera aislada no nos conmovería ni parecería gran cosa. Sin embargo ahí están “Before Sunrise” y “Before Sunset”, alienadas con esta sobre la que escribo en una progresión perfecta que no entiende de terceras entregas malas.

Como últimas palabras he de admitir que si dentro de 9 años el señor Linklater se anima a continuar este periplo, que ha dejado aquí mejor atado que en las anteriores entregas, haría un gran favor a aquello que nos gusta llamar séptimo arte.

Ese primer plano, ligeramente desplazado a la izquierda (o hacia la derecha según se mire), que se puede apreciar en la imagen que figura en esta misma página, es el perfecto resumen de esta película. No verás Francia en ningún momento porque a Hooper se le puso entre ceja y ceja que el drama se transmite por primeros planos. Y ese es el error, ya que no todos los actores son aptos para esta técnica.
Un ejemplo: Anne Hathaway lo borda durante 5 minutos en los que la cámara la enfoca. Russell Crowe, por otro lado, no abandona su expresión ya este triste, alegre, enfadado, cantando, hablando, andando, luchando, corriendo, y un largo etcétera.

Aún así la película sigue siendo buena, pero ahí se queda.

La crítica prematura siempre es fácil con este tipo de películas. Al fin y al cabo, no nos engañemos, todas están cortadas con el mismo patrón. Aunque claro, con el patrón que ha encontrado marvel, para qué cambiar.

Y sí, Dr Strange es como el resto. Una historia de origen, con un malo malísimo y el fin del mundo como horizonte final. Todo sazonado con las pizcas de humor marca marvel y un prota con sus propios fantasmas internos. Sin embargo...

Sin embargo Dr Strange es todo un acierto. Cuando el universo cinematográfico de marvel corría el riesgo de colapsar sobre sí mismo, abre, con esta película, nuevos horizontes. Unas fronteras nuevas no solo en lo conceptual, sino también en lo visual. Porque, de nuevo, no nos engañemos, lo que de verdad mola de Dr Strange son esos efectos especiales/visuales nunca vistos por estos lares. Yo no vi la película en 3D, pero después de salir del cine me di cuenta de que las recomendaciones que se hacen a veces en filmaffinity son ciertas. Si tenéis la posibilidad, no lo dudéis, pagad por el 3D.

Pero la frescura que aporta esta película no se queda tan solo en la psicodelia que presenta, sino que el guion, pese a estar cortado por un patrón obvio, presenta los giros necesarios que muchas veces caen olvidados en este maltratado género (para saber a qué me refiero, dirigirse a la sección de spoilers en la que me veo forzado a hablar del final de esta película para compararla con el universo DC).

En resumen. Dr Strange es la película que marvel necesitaba justo en estos momentos, ni más, ni menos. Es un producto fríamente calculado, sí. ¿Y qué problema hay?