Bonito entramado de historias que van encajando mejor que las piezas de un puzle, conforme avanza la película. Quizá el ritmo pausado de la historia haga pesada la primera mitad, pero como si de un auténtico puzle se tratase, conforme avanza la historia y van encajando las piezas, te entra ese gusanillo que te pide colocar otra más y otra. De modo, que casi te vas incorporando en tu asiento para asistir al final, a la última pieza que da sentido a toda la composición y que no defrauda al espectador. Al contrario, el espectador se siente reconfortado con la vida sencilla de sus personajes, en los que la ausencia de malicia es una constante. Lejos de la realidad actual, donde las sospechas se ciernen sobre los que nos rodean y sobre los que pueblan las páginas de los periódicos y de los informativos.
Me gusta el enfoque, la forma de contarlo, la serenidad de los personajes, el estilo de vida, la timidez, las ganas de retomar la alegría de vivir, la ilusión del aire que te hace volar, el cariño de los que te rodean.

Me ha dejado un poco vacío esta historia a medio camino entre las relaciones personales y el documental sobre el procedimiento judicial francés. No acaba de ahondar en ninguna de las facetas y te deja tantos frentes abiertos a la imaginación, que acabas perdiendo el interés por la película. Parece que los primeros noventa minutos de metraje apenas fueran el prólogo de la película, el introito de un relato inacabado.
Me gustan las historias con personas maduras como protagonistas. La vida no sólo pertenece a la adolescencia y a la juventud. Existen las personas mayores con su idiosincrasia particular. Esto es lo mejor de la película: el retrato de los personajes, absolutamente reales y creíbles.
Me faltaba comprobar la edad del director mientras veía la película. Efectivamente tiene 60 años, como puede tener el presidente del tribunal. De esta manera, el director consigue transmitir toda su personalidad al personaje principal, sus manías, sus achaques, sus egoísmos, etc. Este dibujo del protagonista se ve refrendado por la magnífica interpretación de Fabrice Luchini, que está enorme.
Personalmente me hubiese gustado profundizar más en la historia potencialmente amorosa de los protagonistas, que en las formas judiciales de un caso con poco interés, por muy grave que resulte el infanticidio que plantean.

La película ha conseguido que me sienta en primera línea de fuego, involucrándome en una decisión de ataque dirigida por el Ejército Británico sobre unos presuntos terroristas en el momento en que son descubiertos por un dron. Hasta ahora las operaciones especiales del ejército se desarrollaban por un comando altamente entrenado que nos ofrecían su pericia y organización al servicio de todo tipo de intervenciones, tanto de salvamento, como de ataque.
Mas todo cambia y las operaciones del servicio de inteligencia y del ejército se confían actualmente a aparatos dirigidos a distancia, mientras que un conjunto de responsables toman todo tipo de decisiones a distancia, sin mancharse las manos de sangre ni de pólvora, completamente inocuas.
Nada más lejos. La distancia se convierte en presencia real y en directo cuando las cámaras nos acercan a la acción como si estuviésemos allí mismo. La coordinación ya no se produce entre compañeros de un comando, si no entre políticos y militares y asesores y servicios jurídicos y ministros de diferentes países implicados.
Me ha gustado mucho la presencia de diferentes personalidades entre los implicados en la acción: el que se atreve, el que reclama acción, el que se opone, el que se acobarda, el que se somete a los que mandan, el que exige, el que se pone digno, el que actúa, el que se llena de reparos morales, el que evita todo tipo de moralidad, etc.
Buena e incómoda cinta para los que nada sabemos de operaciones especiales actuales.

Cada escena resulta estimulante y repulsiva al mismo tiempo. Cada escena está llena de color y de amargos grises. Cada escena rezuma amor y odio visceral hacia el comportamiento de los hombres. Cada escena contiene risas y llantos. Cada escena presenta un elemento para la esperanza y otro para el hartazgo de la clase humana hecha hombre. En cada escena palpitan pasiones encontradas.
Esta continua confrontación de sentimientos entremezclados es lo que te mantiene pegado a la pantalla, demandando la continuidad de la historia con la esperanza de que triunfen los buenos sentimientos sobre el azogue machista que persigue a las mujeres en cualquier parte del mundo.
Dónde encuentran la satisfacción los hombres en someter a las mujeres. Por qué creen que son más hombres si esclavizan, maltratan, humillan y desprecian a las mujeres. Resulta tan repugnante a los sentidos, que te hace renegar de la condición de hombre.
Cómo es posible que las mujeres consigan divertirse sin molestar ni ofender. Cómo es posible que las mujeres asuman la responsabilidad de la casa y de la familia de modo natural. Cómo es posible que las mujeres estén dispuestas a darlo todo por unos hombres que no valen nada. Cómo es posible que los hombres para divertirse necesiten humillar y someter. Cómo es posible que los hombres anteponga su testosterona a su responsabilidad como personas y miembros de una sociedad. Cómo es posible que los hombres sean incapaces de reconocer a las mujeres que les dan todo.
Algo no funciona a lo largo y ancho de este mundo, cuando desde el oriente hasta el occidente, desde el norte hasta el sur, las mujeres tratan de alcanzar derechos que les son negados y los hombres abusan de unas tradiciones injustas que les favorecen y de una fuerza que les embrutece la mente.
Me avergüenzo y abomino de mi condición de hombre cuando compruebo los atropellos que se comenten sobre las mujeres y sobre los hombres que intentan defender a las mujeres.
Un último detalle, la sala estaba llena de mujeres y apenas había 4-5 hombres viendo la película. Así resulta difícil progresar!

Esta película narra una historia de superación bastante normal. Aunque está situada en un escenario nada normal: Palestina. Me ha movido la curiosidad por conocer Palestina por dentro, más allá de los telediarios y de las noticias de los periódicos que no siempre ofrecen una visión amplia del país ni de su población. El resultado es muy satisfactorio. Te permite conocer una realidad a medio camino entre la falta de medios general de la población y los despampanantes aparatos electrónicos: móviles, equipos médicos, ordenadores portátiles y televisiones de última tecnología.
El director de nacionalidad israelí hace un buen retrato de la sociedad árabe encerrada en su propia nación. No oculta su espíritu religioso ni el machismo imperante ni su alma latina y belicosa ni sus ganas de mejorar su vida dentro y fuera de Palestina. Me apetece destacar la escena de parkour entre cascotes de edificios derruidos que se convierten en un improvisado circuito de altos y bajos propicios para los saltos y para los desplazamientos en vertical o en horizontal.
Una película bien narrada, con unos personajes creíbles, que componen una historia increíble, basada en hechos reales. Una vez más la realidad supera la ficción de largo.