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España España · Palma de Mallorca
Críticas de Innisfree
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Críticas 100
Críticas ordenadas por utilidad
7
13 de noviembre de 2021
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me enorgullece decir que mi relación con esta película ha ido progresando adecuadamente.

El principio no es, per se, malo. Ni mucho menos. Tiene una cierta energía que le da una inercia peculiar, muy al estilo de la película quintaesencia británica, solo que sin llegar a la diabetes cómica de casos como The Personal History of David Copperfield, de Iannucci. A esto debe sumársele el hecho de tener en plantilla actores del tamaño de Cumberbatch, Foy o Colman, que sirve de narradora para esta historia.

Sin embargo, el estilo visual, a pesar de ser lo más interesante de todo el conjunto, me tenía algo contrariado. Ahora que he terminado de ver toda la película, puedo concluir (y, de hecho, concluyo) que Sharpe ha sabido crear algo propio que sabe mostrar sus influencias, pero en esos comienzos, las primeras tomas de contacto que he mantenido con la película, me resultaba algo redundante. La mención obligatoria es Wes Anderson, aunque tampoco quedaría desubicada en la filmografía de otros tantos como Bruno Dumont o Julian Schnabel, en especial si la comparamos con la excelente At Eternity's Gate que, curiosamente, tiene ciertas hebras que pueden hilarse con lo que sucede en la película de Sharpe.

Y ya no es solo que me resultara, en cierta forma, cacofónica, es que me parecía excesiva. Cada plano es una maravilla, en eso no hay tutía, pero la velocidad en la que un plano dejaba irse para convertirse en otro, y así ad infinitum, durante todo el metraje me saturaba. Hay escenas con una construcción preciosa, cuidada, relevante y profundamente estética, solo que en el esquema planteado en la película se me antoja más como un gangbang de obras exquisitas que no una verdadera consistencia estética que verdaderamente aporte a la obra.

Tampoco me parecía lo más maravilloso del mundo esa poco conveniente sinergia existente entre los excesos visuales y lo estrictamente narrativo. Hay escenas que contienen demasiada información. Tal vez pueda entenderse esto desde el punto de vista de que estamos observando a un señor que no está ya de forma natural en sus cabales progresar hacia una situación de locura aguda, pero tampoco tenemos que negar que eso es un caramelito para el guionista avispado que puede aprovechar esta idea para meter tantos datos como uno quiera y justificarlo tras una fachada de conveniente locura.

Así avanzaba la película, con cierta contrariedad por mi parte, pero todavía motivado por esa "inercia eléctrica" que parece recorrer la película de cabo a rabo. Eso y la maravillosa actuación de Benedict Cumberbatch, claro, que está teniendo un año maravilloso con este filme y la francamente interesante The Power of the Dog. Y no perderé la oportunidad de decir lo maravillosos que me han parecido los cameos de Richard Ayoade y Nick Cave, y lo poco que me ha convencido la aparición de Waititi en ese minuto. Me da que le estoy cogiendo manía.

Decía que así seguía, en un cierto estado de hipnosis ante una película que hasta ese momento no me parecía la gran cosa, hasta que por alguna razón todo ha comenzado a evolucionar y volverse algo severo e intrigante, un viraje que aprovecha los cambios de la vida de nuestro protagonista para llevar la película por derroteros distintos, aunque siempre manteniendo esa fascinación por lo estético.

No es un cambio especialmente grande, y debo decir que adolece de lo que podría llamarse un problema tonal ante el que no sé muy bien cómo reaccionar, si soy sincero, pero supone una diferencia lo suficientemente notable como para que mi impresión de la película comience a inclinarse hacia espacios más positivos. La vida de Louis Wain, pobre hombre, trastabilla hasta encontrarse en los más recónditos espacios del infierno emocional de aquellas personas que cuando creen que lo han perdido todo, la vida muestra de nuevo sus garras y les enseña que no existen verdaderos extremos: siempre habrá algo peor. Aunque puede tener mis más y mis menos con la clásica teoría aristotélica del autor/artista como alguien que, necesariamente, tiene que verse profundamente herido por la existencia, no me termina de chirriar dentro del contexto de The Electrical Life of Louis Wain, porque, como dice la máxima filosófica, "shit happens". Se traza una relación intrínseca entre la obra y el artista en la que se van retroalimentando y formando un tándem que impide que nuestro protagonista pierda el último surco de sanidad mental. Aquí el empuje que determinaba el porvenir de la película se convierte en fuerza emocional que (y consideradme sorprendido) me emociona. Evidentemente tira del viejo truco de la música orquestal para que la hostia duela más, ¡claro! Y también es cristalino el hecho de que esto denota una preocupante falta de confianza del creador en su obra, pero lo cierto es que me ha llegado. Ya sea por la construcción del personaje de Wain en manos de Cumberbatch, el stendhalazo que me ha pegado al ver el paisaje o que me he acabado creyendo el viaje que ha realizado este personaje (en especial en la última parte del segundo acto y el tercero), he acabado convencido de lo que he visto.

Tiene algunos problemas con los que no sé si puedo reconciliarme, como todo lo comentado o el simple hecho de que se enmarca en este subgénero tan moderno cuyas películas suelen comenzar con la infernal frase "esto es una historia verídica" y todas sus igualmente diabólica variantes, pero The Electrical Life of Louis Wain me ha absorbido. Me he sentido acompañado por un estilo vibrante, que evoluciona para bien, durante estos 111 minutos de cinta. He quedado impresionado por el trabajo de Cumberbatch. He sonreído con algunos de los cameos y me he dejado llevar por el fluir magnético de las cosas. Sin ser perfecta, la película de Sharpe cumple uno de los principales y más honrosos cometidos del séptimo arte: emocionarte entreteniéndote.
Innisfree
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5
11 de abril de 2023
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el breve tributo al comienzo de la cinta, Villaronga menciona su deseo de hacer una comedia, algo que todavía no había conseguido del todo —EL REY DE LA HABANA tiene algunos elementos cómicos, pero se entremezclan en un 'ethos' mucho más trágico que otra cosa—. Con LOLI TORMENTA, su última película, parece enmendar ese vacío y configura una comedia alrededor de una ex-corredora de maratones con dos nietos en situación precaria al ser incapaz de pagar ni las deudas de su difunta hija, ni las facturas de la luz. Para más inri, a esta mujer comienza a padecer los principios de un alzheimer galopante que la sumirá en momentos de desconocimiento e inconsciencia.

Sí, extraño argumento a partir del que sacar una comedia, pero Villaronga ha querido seguir adelante. Quizás fuera su deseo el reírse de la muerte y de las enfermedades —al fin y al cabo, él murió de cáncer—, manifestando una postura estoica ante unas dolencias que vienen con la fuerza de un vendaval y dejan los páramos desolados. Mirándolo desde este punto de vista, hay mucho que admirar de la postura que acoge el director.

Sin embargo, si miramos LOLI TORMENTA estrictamente desde el contenido, la reacción que tendremos probablemente sea mucho menos entusiasta. Quitando a Susi Sánchez —que tampoco está divina de la muerte, pero defiende su papel con cierta dignidad— y, quizás, a Esteso, el resto de trabajo actoral deja bastante que desear. Hubo una época en la que Villaronga sabía dirigir a niños/adolescentes con muy buena mano —pienso en TRAS EL CRISTAL, o incluso EL NIÑO DE LA LUNA—, pero viejos tiempos atrás quedaron. Los tres chavales que actúan están a cada cual más verde, dándonos actuaciones que poco hacen para la credibilidad.

La historia es bastante manipuladora y el ritmo está bastante descompensado. Decíamos que era una comedia, pero en ocasiones —y en un momento en particular de forma bastante descarado— que lo cómico se corta para una lectura más dramática del asunto. Y es que otra cosa que asedia LOLI TORMENTA es lo poco concentrada que está en un tema en concreto. Se delinean perfiles temáticos que van desde el abuso de los bancos con su jerga excesivamente burocrática hasta el amor materno-filial entre una abuela y sus nietos, pasando debidamente por la precariedad, la inmigración y la falta de responsabilización por parte de las autoridades competentes. De lo poco que saco en claro de la película resulta ser un mensaje bastante manido, llevado de forma no del todo competente, que se queda a nivel de superficie y que en ningún momento pretende profundizar.

Me da que Villaronga se ha bloqueado a sí mismo con su propia creación. Es una lástima que la última película que tendremos del director mallorquín sea algo tan derivativo y poco memorable. Un adiós algo agridulce.
Innisfree
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6
13 de noviembre de 2021
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lamb es una bizarrada cuyo extraño concepto parece esconder un mensaje complejo acerca de la relación del ser humano con la naturaleza. La pertenencia, el cómo nos adueñamos del espacio y de los seres que lo habitan sin ningún miramiento más allá de nuestros propios intereses. La naturaleza personificada contra el ser humano devorador. ¿Es esto una revenge movie ecológica?

Conceptualmente me fascina y esa última idea que plantearía un twist en el género me obsesiona, pero lo cierto es que el camino para llegar al final de este viaje que resulta ser Lamb es algo tortuoso. La monotonía característica de las cintas A24 -pienso en A Ghost Story- aquí pesa de forma algo negativa y no parece ofrecernos nada verdaderamente tangible. A esto hay que sumarle toda una serie de situaciones extrañas -como la aparición del hermano de Ingvar- que no se terminan de explicar. Supongo que han ido a por un concepto que no se tenga que comprender necesariamente desde un punto de vista particularmente argumentativo, sino que se dejan llevar por una suerte de realismo mágico en el que apenas nada se condiciona.
Innisfree
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6
13 de noviembre de 2021
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Almodóvar viene más melodramático que de costumbre y nos ofrece una película que pone en paralelo, ya no solo la experiencia de la maternidad de estas dos protagonistas, sino su pérdida y confusión con la de los familiares de las víctimas del franquismo que yacen en cunetas.

Las actrices están todas bastante bien. Interpretan sus papeles con el tono teatral -en ocasiones, de forma excesiva- que suelen tener las protagonistas de las películas de Almodóvar. Crean esa sororidad a la que tan acostumbrada nos tiene el director. Penélope Cruz ofrece un buen papel, aunque a las órdenes de este director, Volver siempre será su mejor actuación para un servidor. Rossy de Palma también muy bien y Aitana Sánchez-Gijón, en especial en ese fragmento teatral de Doña Rosita la soltera, es un fenómeno.

Algunos toques de humor le quedan la mar de bien. Lejos quedan los tiempos de Kika donde la Forqué siendo violada, supuestamente, era algo graciosísimo para el director. Uno de los problemas que he visto es que algunos momentos eran involuntariamente cómicos. Tal vez sea por la influencia de la sala de cine o algo por el estilo, pero cuando Ana revela ese dato importante sobre su pasado y se cambia el foco de atención al móvil, el asunto acoge un tono cómico que incomoda y no estoy del todo seguro que deba estar ahí.

Pero, probablemente, el problema principal que he tenido es que no me ha acabado de llegar. Tal vez sea por forzar ese paralelismo entre la experiencia de estas madres y las víctimas del franquismo, pero llega ese final y el símbolo del reencuentro con el pasado y no siento nada particularmente extraordinario. No llego al punto de ser Carlos Boyero y estar "en plan iceberg" -hay que quererlo-, pero algo de la experiencia comparto. Si lo pienso, es algo que siempre ha estado ahí con Almodóvar, planteando un caso muy similar al de François Ozon. Siempre he visto una pared que me ha impedido conectar al 100% con sus películas. A menos, claro está, que estemos hablando de el cacho pedazo de trozo de peliculón que me parece Dolor y gloria, evidentemente.

A esto hay que sumarle toda una serie de conveniencias de guion de las que tampoco soy muy fan y que le facilitan la vida a Almodóvar, pero que le ha restado a mi experiencia. No es la historia más inspirada del director, digamos.

Pero bueno, algo hay de su línea introspectiva, aunque aquí acoge un cariz más histórico y revisionista. Los colores siguen estando allí, el melodrama brilla como siempre, hace uso de sus actrices fetiche y se nota que hay confianza y conocimiento. No es su película más memorable, pero es bienvenida.
Innisfree
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6
30 de abril de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Empecemos por el principio. Tenemos un planteamiento primariamente simple: nos hallamos en una aparente realidad utópica, o distópica según se mire, en la que un doctor llega a un edificio que parece ser la panacea utópica del populacho en la sociedad. Fácil de entender, ¿verdad? Bien, pues estas dos líneas de sinopsis casera están satinadas con un cúmulo caótico de imágenes y cambios de modalidad de fotografía no aptos para cinéfilos de andar por casa. E ahí el problema.

Recuerda al maravilloso planteamiento que se hizo en la notable película de Joon-ho, "Rompenieves", en el que la muchedumbre se hallaba en la parte trasera del tren y, a medida que ibas avanzando vagones, veías como los excesos, la riqueza y la pomposidad aumentaban proporcionalmente. Algo así pasa en "High-Rise", solo que de manera vertical: en la parte de abajo del edificio, te encuentras con el populacho, la llamada "clase baja": trabajadores, familias numerosas que les cuesta llegar a fin de mes... Vas subiendo, y el nivel va aumentando. Te encuentras con doctores, empresarios, jóvenes que han chupado del bote por que papá y mamá trabajaron para ser ricos y ellos lo han heredado y viven la vida sin trabajar presumiendo de arrogancia y no exentos de mostrar cuadros psicológicos en los que la prepotencia ocupa la, prácticamente, totalidad de éste... Lo típico. Pero la manera en que se presenta éste planteamiento es donde chirría la película. Ben Wheatley peca de esnob y nos ofrece un producto obtuso y poco accesible, con ciertos toques de genialidad que se ven menguados por tomas y tomas de pura paja visual que pretende crear una impresión estética sobre el espectador sin un éxito abrumador.

De manera que, a fin de cuentas, ¿con qué nos encontramos? Con un producto interesante y aparentemente fresco, que se va oxidando a medida que avanza el metraje. Con una fotografía genial y caótica a partes iguales, que nos enmarcan en un ambiente utópicamente distópico (o viceversa). Con un interesante Tom Hiddlestone, un sorprendente Luke Evans y un ya más que requeteconocido Jeremy Irons. Y, finalmente, con un guión que, más que guiar al espectador para entender el mensaje de la película, lo ahonda más en un paradigma de incertidumbre y en una estampa de incognoscencia.

Si te gustan los resultados obtusos, caóticos, entramados, liados y, a primera vista, complejos, te la recomiendo. Si no, vete escogiendo otra película para ver.
Innisfree
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