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España España · Vilafranca del Penedès
Críticas de SergiMerchan
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Críticas 21
Críticas ordenadas por utilidad
8
31 de mayo de 2017
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jonas Mekas, poeta visual nato y uno de los padres de la contracultura americana de los años 60, en ‘Walden’ vertebra lo que sería su lirismo, ese tipo de cine-poético que, antes de su aparición, en algunas ocasiones, muchos críticos usaron a modo de insulto y mofa.

Su visionado marea, confunde y empacha, pero no en el mal sentido de la palabra. ¿Sabes esa sensación de cuando vas a ver una exposición de arte y, a tu sorpresa, hay tanta obra que se te acaba por “atragantar”? Pero repito, no lo digo en un mal sentido, ‘Walden’ es una exposición de imágenes en movimiento por donde se pasean artistas de la talla de Andy Warhol, Carl Theodor Dreyer, Marie Menken, Michael Snow, Allen Ginsberg o John Lennon y eso, evidentemente, nunca podría ir a la contra de una obra, en todo caso la retroalimentará.

Hay exposiciones, como la no-temporal de el Louvre, que son imposibles de ver en un solo día, de ver y propiamente apreciar todo lo que haya ahí expuesto, sería el trabajo de toda una vida. De ahí el “mareo” o “atragantamiento” comentado, ‘Walden’ aguarda en sus 3 horas de metraje una belleza extrema, que rebosa vitalidad, hay tantas significaciones y pasmosas secuencias, que sería una falta de respeto considerar la película de Mekas, así como todo su cine, de “articulado”.

¿Qué quiero decir con “articulado”? Por articulado entiendo cualquier film que ha sido ideado y preparado al milímetro, ya antes de acudir a la fase de filmación. Mekas juega con lo que tiene, experimenta con la realidad, con aquello que no entiende de normas y emana una energía única y especial a la par.

Lo que se conoce como “mirada descentrada” es, a grandes rasgos, cuando la cámara se desvía del personaje a retratar, centrándose en aquello que se denomina “profílmico”, es decir, todo lo que está ya dispuesto para ser grabado, más allá de lo planeado. Sería erróneo tachar su cine de vago o impreciso, Mekas, simplemente, lo que hace es ir a buscar la película a fuera, su espacio rodado es, y siempre será, la vida misma.

La película adopta un ensayo de Henry David Thoreau, un experimento sin precedentes literarios en donde el autor norteamericano, tras pasar dos meses en una cabaña construida por él mismo, decidió ponerse a disposición de las palabras y no viceversa, lo cual habría sido lo normal. Me explico, Thoreau, en ese exilio voluntario de las nocivas grandes urbes, acabó creando un nuevo concepto de expresión artística, uno que, como todo soporte que es únicamente literario, no constaba de soporte visual, de pasarlo a imágenes ya se encargó el director lituano más de 100 años después.

Jonas Mekas ha declarado en varias ocasiones, que él ni siquiera hace películas, tan sólo filma lo que le apetece hasta que sus amigos le piden que comparta aquello que tenga entre manos en ése momento. Es un voyeurista nato, uno que dispone de una mirada tan refinada, que hace visualmente atractivo aquello que, para muchos de nosotros, sería imposible de percibir como bonito.

Destruye con lo convencional, con lo lineal, con los personajes claros a seguir y crea un nuevo significado de lo profílmico, ya sea perteneciente al mundo de la no-ficción como de la ficción propiamente, conectando sobretodo con, si realmente es toda obra documental necesariamente comparable a una de ficción, el subgénero/movimiento conocido como 'mumblecore’

Su manera de rodar se adelantó al cine del futuro, puede exasperar a quien no sea asiduo a las experiencias fílmicas no-comunes, él cambió hace tiempo del analógico al digital, como cualquier alumno en la primaria aprende a desprenderse del lápiz para coger el bolígrafo y no soltarlo jamás, el ser humano “muta”. Exuberante en cuanto a forma y abundante de belleza plano a plano, Mekas también hace mutar y desarrolla los principios del realismo psicológico que subyacen, tanto en ‘Walden’, como en cualquier otra de sus otras obras poético-visuales.

Estamos ante un film de un hombre curioso, con una mirada incansable, al que le interesan tantos temas, autores, sitios y cosas, que no puede –y menos mal-, centrarse en un solo tema o personaje a retratar. La película sólo hace que abrir cuestiones, dudas, situaciones y momentos, es complicado de cerrar algo que siempre seguirá allí, y aún más cuando es el tema que hace avanzar una trama: nuestro mundo.

Aturulla y fascina a partes iguales, da la impresión de haberse hecho sobre la marcha y concibe una forma de rodar tan particular y azarosa que es imposible de infravalorar, se podrá conectar más o menos con esta frescura, pero indiferente no podrá dejar a nadie.
SergiMerchan
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8
13 de septiembre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
David Lean se despidió a lo grande como el gran contador de películas clásicas con en éste LARGOmetraje que, con la excusa de una historia arquetípica como telón de fondo, criticó dura y abiertamente a los de su "raza" o "clase".

Adaptar el inadaptable libro de E. M. Forster parecía una tarea imposible que consiguió obtener un resultado bello -y a la vez- raramente hipnótico. La grandeza del espacio contrasta con la minutez y vulnerabilidad de todos los personajes del film. Todos ellos complicados, encerrados en sí mismos y aparentando algo que no son en una sociedad ambigua.

Nuestro pasaje a lo exótico y desconocido hace que vivamos el calor que dicen sentir los personajes atravesando ésos bastos parajes y no precisamente porqué la pantalla se esté recalentando. Quizá éste curioso efecto se deba a que cada parte del metraje ha sido captado sin supercherías ni VFX por enmedio, todo ha sido grabado pacientemente a la vieja usanza pese a ser una producción del '84.

Aquí los índios no son animales u esclavos (que también), son personas que todavía se encuentran buscando su identidad tras una injusta y no buscada conquista británica. Incluso la grandeza arquitectónica índia del pasado aquí sólo se nos es mostrada llena de mugre y medio abandonada, la verdadera protagonista de la India como personaje es la naturaleza en sí.

Otros directores como el gran Sjöström ya procuraron que la naturaleza fuera un personaje más de la película que hiciera avanzar la trama en películas como 'El viento', pero visto en 70mm todo cobra mucho más sentido.

Hay veces en que no sabemos el por qué ni el cómo pero el ecosistema de un sitio intenta comunicarnos algo o parece ir en comunión con nuestros sentimientos más intrínsecos. ¿A caso las flores no parecen más bellas cuando estamos enamorados?

La naturaleza de un sitio concreto también puede intentar atraparnos e incluso dañarnos -éste es el tema que más se trata en 'Pasaje a la India'-. ¿Cómo decirlo en palabras? "Normalmente el río más bello siempre tiene la corriente más fuerte y peligrosa". De explicar esto mismo en 24 fotogramas por segundo ya se encarga el bueno de Lean.

Es angustiante pensar que debemos enfrentarnos a la naturaleza como un ser que aguarda deseante una venganza para el ser humano, ella nos da la vida, la comida y el cobijo. Así mismo, ella puede arrebatarnos todo esto. Quizá en las grandes urbes no nos damos cuenta de ello, pero un pasaje a la India sí sirve para hacerlo.

La justícia o la injustícia impuesta por un poder mayor, los tratados políticos e incluso el amor pueden terminar así como así. Pero la naturaleza siempre estará allí como marco inamovible y redentor para hacernos recordar de donde venimos o hacia donde vamos siempre y cuando la preservemos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
SergiMerchan
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6
20 de diciembre de 2017
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cada vez hay más gente que ensalza la “americanización” de las cosas, como si el parecerse a aquello que salga de la eterna fábrica que es Norte América es algo por lo que enorgullecerse y sí, en efecto, lo es, en muchos aspectos deberíamos americanizarnos todos y vivir como ellos, pero tal vez no es algo aplicable a todo.

El cine español siempre ha sido considerado popularmente como ‘malo’ al compararse con el modelo americano que reina en las taquillas del mundo entero, pero no por la inventiva de sus guiones, la interpretación los yanquis o la calidad de su dirección fotográfica, sino por la factura que tienen.

Es cierto que si comparamos una producción española, al disponer de un presupuesto mucho más ajustado y reducido que el de cualquier otra que provenga de Estados Unidos, esta parecerá más, digámoslo banalmente, ‘mala’, pero no por ello debe ser castigada.

El cine español lleva ya décadas luchando para derribar esa eterna comparación, haciendo que cada vez sea más complicado diferenciar entre una película que venga de ese país o del nuestro propio.

Estamos librando una batalla por perder nuestra identidad cinematográfica y se han estrenado célebres rarezas donde nuestros rasgos nacionales se muestran a modo de burla como pasa en ‘Ocho apellidos vascos’ y su secuela.

Ahora nos queremos desprender tanto de quiénes somos que hemos olvidado que si películas hechas en nuestro país son referente en el mundo es gracias a autores como Pedro Almodóvar que elogia de forma exagerada aquello castizo.

Esto es todo lo que ha pasado, a grandes rasgos, en el campo del cine, pero es que en la cada vez menos conocida como pequeña pantalla también ha habido el mismo fenómeno.

En Televisión se pasan en prime-time remakes de exitosos programas anglosajones como ‘¿Quién quiere ser millonario?’ mientras en el horario de menos audiencia se emite nuestro ‘Saber y ganar’, es una realidad que lleva ya años implantada y no sorprende, ¿pero qué pasa en cuanto a las ficciones televisivas nacionales?

Si al cine español se le ha estado catalogando de nauseabundo por no tener la media del presupuesto americano, a la televisión española se la ha tenido en una consideración todavía más baja.

Hasta hace muy poco sólo la nostalgia se ha encargado de que programas como ‘Verano Azul’, ‘Farmacia de Guardia’ o ‘La huella del crimen’ sean considerados de calidad y tengan un lugar en el corazón de los espectadores de nuestro país sin ser boicoteados.

Pero, tal y como ha pasado en el mercado cinematográfico, la televisión ha tenido que estudiar, entender y reinventarse sin llegar a copiar. Y es en el medio de este proceso cambiante donde aparece la primera temporada de una serie que se titula ‘La Zona’.

Movistar+, que nace de la fusión de Movistat TV y Canal+, sabe qué funciona y gusta del modelo extranjero en el mundo entero y lo ha implementado con buen gusto y fajos de dinero en su paquete de contenido propio.

Jorge Sánchez-Cabezudo, quien ya demostró su buen saber hacer con la aclamada ‘Crematorio’ de Canal+, también comparada con ‘Los Soprano’ de HBO, y su hermano, que hasta ahora no había saltado a la dirección, han sacado la gema de la corona de la nueva plataforma de Streaming Services de España.

La premisa es interesantes, a lo largo de ocho capítulos veremos qué pasa cuando una central nuclear del norte de la península sufre un grave accidente llevándose con él a cientos de trabajadores. Hay una trama lo suficientemente grande como para asimilarla con otras ficciones estadounidenses, así que en principio debe gustar.

El elenco es conocido a nivel nacional, en él hay caras como Eduard Fernández, Emma Suárez o Alexandra Jiménez. Ninguno es Javier Bardem o Penélope Cruz que ya constan de un reconocimiento que va más allá de nuestras fronteras, pero, de nuevo, se supone que tiene muchos números para gustar al público mayoritario.

Daniel Sosa Segura ya se había encargado de la dirección fotográfica de ‘Crematorio’, de la de ‘Zipi y Zape y la Isla del Capitán’ y actualmente trabajaba para Netflix, así que también debía embarcarse en el proyecto, de bien seguro él haría que todo tuviera un look que, para nada, recordara a la Marca España.

¿Qué podía salir mal? La serie tenía todos los ingredientes para gustar, pero, tal vez por el resultado de esa “americanización” que se quiere ahora implementar a todo, cada capítulo te deja más frío y desenganchado que el anterior.

Es como si un sistema operativo estadounidense hubiera hecho esta tanda de episodios con el piloto automático, implementando todo lo que se supone que es sello de calidad y gusta.

En ‘La Zona’ ya no hay ni el rastro de las imperfecciones que tanto me gustaban de nuestra Televisión, es todo tan grande y cuidado que no deja espacio para que sintamos con los personajes, simplemente quieren que aplaudamos que tuvieran tan bien pensado donde iría cada céntimo al milímetro, que no olvidemos que había mucho en juego.

Por supuesto que hay cosas buenas en ‘La Zona’, las interpretaciones son, de hecho, lo más destacable, y siempre es difícil juzgar una serie sin final o saber si se va a renovar para una segunda temporada, pero a Movistar+ le queda mucho por aprender.

Deberíamos reflexionar hacia dónde vamos y qué estamos perdiendo al batallar contra un símil infinito, ya que por el camino nos estamos perdiendo a nosotros mismos como creadores únicos.
SergiMerchan
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10
16 de abril de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
He visto muchas de las grandes series de la HBO o de AMC, pero 'Lost' de la ABC sigue ocupando el primer puesto año tras año en la lista de series que más he amado.

Es una serie con la que te levantas pensando en ella y haces lo mismo yéndote a dormir rallado por todas las cosas que has visto y que te dan una pequeña pista en el inmenso tablero que se teje en sus más de 120 episodios.

Los personajes están muy bien construidos y los amas (o odias dependiendo del caso) a partes iguales, y es que entre tanto flashback y flashforward bien ejecutado; acabas sabiéndolo todo todito de cada uno de ellos.

Para mí el final (tranquilos que no voy a spoilear), es una obra maestra que aunque no resuelve todo lo que podría resolver cierra de manera perfecta el círculo de la serie y hace que al acabar la hora y media que dura quieras MÁS y MÁS. Además ¿con qué otro final de serie habitan tantos otros posibles finales y todos ellos magistrales?

Pasan los años y cada vez se unen más y más personas al fiel legado de fans (yo incluido) que ya tenía la serie, y eso es porqué 'Lost' de J.J. y Lindelof ya es un clásico entre los clásicos de la pequeña/gran pantalla.

¡ES UNA SERIE DE 10 EN TODOS LOS SENTIDOS!
(...aunque todos sabemos que tiene sus parones y pesadez en algunos momentos)
SergiMerchan
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8
4 de enero de 2012
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas raras y preciosas a la vez. ¡Pero "Funny Games" es imposible de clasificar!
A ratos parece una obra de arte digna de las mejores películas de entretenimiento del cine europeo de los noventa, otras veces parece un simple aunque fuerte documental y durante muchos minutos también es un filme insoportablemente pesado con sus planos largos y sus interpretaciones planas y normalitas excepto Susanne Lothar que está estupenda.

El realismo de las imágenes y la pesadez de algunas escenas te hace meter de lleno en la piel de los personajes y hace que el espectador se monte sus propias paranoias mentales y dejemos volar nuestra imaginación. Los planos están increíblemente bien pensados y hacen las delicias de la gente que verdaderamente entra en el realismo de las imágenes y escenas brillantemente montadas.

Una película BUENÍSIMA, BRUTAL y APASIONANTE.
Una mezcla de crimen, drama, horror y mucho suspense con dosis de buen cine europeo en cantidades industriales.
"Funny Games" es una de las pocas peliculas que he visto ATÍPICA y TÍPICA a la vez aún siendo un ejercicio visual muy digno que ver por lo menos una vez en la vida(nada que ver con su remake americano de 2007).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
SergiMerchan
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