La esquizofrenia exponencial y disparatada de los nuevos tiempos, muy superadas numéricamente las blasfemas teorías de San Agustín: "Soy dos y estoy en cada uno de los dos por completo"; y la certeza del doctor Jekill (Stevenson): "El hombre no es realmente uno, sino plenamente dos"... Decía yo, que esta locura de las nuevas posibilidades tecnológicas, nos situa también en el centro de una estampida descerebrada a lo largo de un mundo en el que el discernimiento de lo elemental se está tornando misión imposible.

Los Daniels, con este caleidoscopio repleto de acción, sentimiento, filosofía contemporánea..., más una ensalada de géneros muy diversos y unas gotas bien esparcidas de humor, humanidad y malabarismo, consiguen un increible resultado y un aprecio que no parecía factible al conocer la heterogénea propuesta.

Las vicisitudes de Evelyn, inmigrante china devorada por el frenesí del capital y la burocracia, pudieran ser las de cualquier persona víctima de las situaciones desiguales, que se ve obligada a defenderse, huir hacia adelante, convertirse en superhéroe..., aunque para ello tenga que convocar a todos los avatares que pululan por el ciberespacio.

Curiosa y sorprendente.

Lore es la hija mayor de una aristocrática familia cuyos padres son miembros de las SS. La caída de Hitler convierte su vida de ensueño, y la de sus cuatro hermanos, en un auténtico infierno que la obligará a tomar contacto con la realidad, y a compartir mendrugos de pan y casas sin techo con plebeyos y judíos.

El forzoso conocimiento de todo lo necesario para sobrevivir hará que la jovencita madure con tal rapidez que pasará de la infancia a la edad adulta en pocas semanas, saltándose el proceso adolescente. Esta adaptación camaleónica servirá para que se cuestione una serie de principios que se tambalearán, destrozando las teorías que con tanto empeño habían implantado en su cabeza los padres y el entorno nacional-socialista.

Aunque no es la película al uso del holocausto, los judíos no desaprovechan la oportunidad e insisten en hablar de lo suyo; imagino que será la película veintisiete que trata el tema esta temporada, y aunque estoy de acuerdo que no debemos olvidar semejante barbaridad, estaría bien que al menos la mitad del dinero (ya que ellos pueden) la destinaran a condenar otros genocidios...Sí, ese en el que ellos ejercen de verdugos, por ejemplo.

Tras ver Ciutat morta, yo, que bien podría ser padre de las víctimas y de los torturadores, me agarro con angustia, pero con esperanza, a ese cabo que conduce a la verdad que me lanzan tanto los directores del documental como aquellos que no han tenido inconveniente en aparecer, venciendo al miedo e incluso a la muerte, ya que Patricia Heras nunca estuvo tan viva.

Una vez escuchados los testimonios y la falta de ellos, una vez que los hechos se instalan en nuestra cabeza y conocemos a algunos de los protagonistas de esta atroz pesadilla, es cuando comenzamos a dudar de que estemos en el buen camino; de que la calidad democrática supere la mínima nota, la que la población da, por cierto, a la mayoría de nuestros líderes políticos; y de que el pueblo tenga algo más que decir, el resto de los días de los cuatro años que siguen a la jornada electoral que toque (general, autonómica o municipal).

Cuando aquellos a quienes aupamos a puestos de dirección se convierten en insensibles y sordos tiranos; cuando aquellos a quienes pagamos para que nos defiendan (todos hijos del pueblo) nos muelen a palos; cuando las versiones oficiales huyen de la verdad metódicamente, a sabiendas de que la propaganda de Goebbels era efectiva, convirtiendo por repetición la mentira en cierta; cuando la justicia es patrimonio de seres con peluca, que viven en nubes, alejados de los mortales; cuando llevar corbata es tener buena pinta y lucir pendientes y un galgo te coloca a la sombra de la sospecha......... Entonces, cuando todo esto sucede, cuando las cosas se hacen así de mal, consideraos zombies trastabillando en busca de la libertad; viváis en Barcelona o en Torremenga de la Vera.