González Iñárritu demuestra aquí que tiene alma como director. Que sus películas no son un producto lanzada como tantos, antes bien una cuestión meditada y madurada. Aquí usa al amigo más fiel del hombre para narrar una historia coral bien contada, con un vaivén de personajes que no impide seguir de manera clara lo que está sucediendo.

El cineasta mexicano nos arrastra por diferentes peripecias vitales, hablándonos, como bien escribió Marco Aurelio siglos atrás, de que solemos envidiar lo el vecino antes que lo lejano. Odios cainitas, esposas sufridas, insatisfechas y perdidas, modelos sin otro aval que su gran belleza física para subsistir, padres que quieren recuperar malas decisiones de pasado, etc.

Y todo ello con originalidad y sin que el metraje se haga pesado. Las distintas peripecias se van cruzando y llevando al público justo por donde el film pretende, sin que en ningún momento se haga reiterativo. No es poco mérito, se trata de una experiencia cinematográfica de primer orden.

Una pequeña joya.

"Infiltrado" no es una película que vaya a revolucionar su género, aunque está bien contada y bebe del carisma de un actor muy de moda, Bryan Cranston, quien ha sido, con justicia, elevado a los altares por su transformación para ser el protagonista de la mítica "Breaking Bad".

Brad Furman dirige a la manera clásica de contar una historia de infiltración en la boca del lobo, produciéndose una de esas pequeñas paradojas. Naturalmente, en la vida real solamente cabe quitarse el sombrero ante esos agentes de la ley y el orden que se introducen en organizaciones criminales para debilitarlas desde dentro. En la ficción, a veces, se produce la extraña sensación de cogerle más aprecio a los "malos" que al "bueno" que les está utilizando. Así sucede en "Reservoir Dogs" y un poquito aquí también.

Fundamentalmente destacan para ello los personajes muy bien interpretados por Benjamin Bratt y Elena Anaya, los cuales logran generar simpatía en el público a diferencia de muchos otros de sus camaradas. En el casting cabe destacarse también al siempre camaleónico John Leguizamo y a una Diane Kruger que con los años va sabiendo cada vez mejor elegir qué papeles le vienen bien.

Se ve con interés aunque se puede olvidar con facilidad, más allá de contar con un excelente reparto.

Atrevida y valiente serie que se adentra en un territorio aparentemente vetado para la televisión española. "Crematoria" es una serie compleja, bien hecha y con un gran respecto por su público, al cual le presupone inteligencia para seguir los hilos tejidos por un ambicioso arquitecto y constructor en su escalada al poder.

Con un amplio bagaje actoral a sus espaldas, José Sancho enganchó a una generación a la que no le correspondía conocerle como el trapalero don Pablo, el amigo-enemigo de la familia Alcántara en "Cuéntame". Aquí, este magnífico intérprete hace otro personaje rufianesco, aunque a una mayor escala y con un contexto que pega muchísimo en nuestra actual día a día de corrupción y escándalos.

La serie fue visionaria en muchos sentidos, además de descubrir jóvenes talentos como Aura Garrido. Se presenta una mini-dinastía familiar que apuesta muy fuerte por conseguir atajos e influencia, pagando un alto precio por dicha ascensión.

El programa deja una sensación amarga y dolorosa en una sociedad donde está en venta.

El mejor piropo que se le puede dar a Herbert Ross es decir que "Sueños de un seductor" no habría sido distinta de haberse dirigido por el propio Woody Allen. Adaptación a la gran pantalla de la pieza teatral del mismo título, donde el genial Allen empieza a encontrar el estilo que le dará su sello propio, sin renunciar por ello a constantes guiños a sus ídolos.

Y, encima de todo, estaba Diane. Ninguna actriz como Keaton para tener ese toque de sensualidad, inteligencia y ternura. Además, hay un tercer vértice del triángulo que está a la altura un Tony Roberts que casa muy con esta pareja, repletos todos de diálogos de gran comicidad.

Hay muchísimos guiños a la película "Casablanca", especialmente a la mítica actuación de Bogart. Esta historia se narra con ritmo y buena letra, no haciéndose empalagosa en ningún momento y con algunos gags que Woody volvería a utilizar con éxito en futuras andaduras independientes en la industria.

Realmente, había empezado toda una época...

Interesante film de un incipiente Woody Allen que aquí comparte galones en el guión. Repleto de homenajes a uno de sus ídolos humorísticos, Buster Keaton, nos encontramos todavía ante un Allen que no ha terminado de encontrar su forma más personal. Igual que en "Bananas" hallamos gags muy inspirados y diálogos brillantes, pero falta un hilo conductor claro.

Hay mucho humor absurdo en esta especie de parodia de "1984". Nuevamente, comparte aquí protagonismo con Diane Keaton, personalmente, la mejor compañera que ha tenido nunca Allen en gran pantalla, aquí muy divertida haciendo de una especie de aspirante a poetisa de horribles versos.

"El Dormilón", inexplicablemente titulada en Alemania "Woody y los robots", plantea una sociedad deshumanizada y recurrente a las máquinas incluso para obtener placer sexual (en ese sentido, la podrían haber filmado ayer mismo).

Hay veces que su ritmo flojea y no llega a desarrollar algunas de las muy buenas ideas que le rondan. Por supuesto, dentro del género resistiría cualquier duelo con muchas compañeras de generación. Por fortuna, lo mejor con Woody Allen estaba por llegar.