Es seguramente la gran pregunta que me ronda la cabeza al ver esta serie. Úrsula Corberó pasa por el filtro y se la cree uno bastante rápidamente como psicópata malévola, como femme fatal, como viuda negra, como desalmada y como la reencarnación de Belcebú. Pero ¿y Quim? Le hemos visto en La gran familia española, le hemos visto en Tres bodas de más, le hemos visto en la maldita Anacleto y en la infumable Te quiero imbécil. Está más atado a la comedia que Leo Harlem. Quizá a su pesar, quizá porque de alguna manera se tiene que llenar el frigorífico, quizá porque los guiones de la comedia española de medio pelo es lo que le llega al buzón de su casa. Pero así es. Es oírle hablar y aparecérsele a uno, de manera automática, una media sonrisa en el rostro. Era la decisión más arriesgada del casting. ¿Por qué no un Maxi Iglesias?, ¿un Jaime Lorente?, un verraco salvaje, un destripaterrones. Coño, que a Quim le hemos visto en Primos danzando al son de los Backstreet Boys. Y sin embargo, para mí, no hay disquisición hegeliana donde ahondar. Este hombre me gusta, le tengo aprecio, me parece un buen actor. Y siempre he pensado, precisamente, que se le ha sepultado bajo kilos de palomitas en demerito de sus casi desconocidas capacidades dramáticas. Este era su momento. Una maldita serie mainstream de Netflix que la va a ver todo Cristo. No esperamos que pegue el giro copernicano en su carrera como Tom Hanks a partir de Philadelphia pero al menos que algún menda con carné de director se acuerde de él en el futuro para hacer algo más perdurable que la comedia del verano. No va a ser Javier Bardem, lo saben los osos, pero que tampoco se nos quede en un limitadísimo Ernesto Sevilla.

Y ya para otro día hablamos de por qué a Rosa Peral se le ha escamoteado una hija en la serie. ¿No alcanzaba la pecunia?, ¿sincretismo cinematográfico?...

Pd: Y perdona Quim, que ya sé que tienes un Goya por tu papel dramático en AzulOscuroCasiNegro, pero no quería recordarlo mucho ya que me hundía el leit motiv del texto.

Hay tipos por ahí que se dedican a buscar los (terribles) fallos argumentales que tiene esta película, las incoherencias, los vacios, etcetera...no hace falta hilar tan fino, este film trata de un virus que vuelve a las personas vampiros, o algo bastante semejante a fin de cuentas; creo que con eso es suficiente para desmontar todo rastro de sinceridad que pueda aportar Soy leyenda, sin embargo no se puede ser tan reduccionista a la hora de calibrar una película, y mucho menos una película de ciencia-ficción como es esta; ¿que sucedería si nos parasemos a analizar La guerra de las galaxias, Matrix, el propio Indiana Jones o Alien? obtendríamos como resultado que no se pueden decir más mentiras en menos tiempo; si hasta el propio Michel Moore tergiversa la realidad de una manera pasmosa en sus documentales y sin embargo pasa por ser un director respetable. No se puede ser tan maniqueista; la acción, los sobresaltos, las persecuciones, las luchas, y cierto tratamiento de la soledad estilo Naufrago también pesan en la balanza; Soy leyenda es un entretenimiento fantástico con momentos admirables y la presentación de la ciudad fantasma, ya vista en Abre los ojos o 12 monos, siempre es fascinante.

La mas lamentable, vil y penosa manera de destrozar una saga teniendo en cuenta que tenía la paradojica intención de revivirla; mejor nos hubieramos quedado en el retorno del jedi porque esta película y sus lamentables continuaciones claman al cielo. Nunca he sido un fan enloquecido de star wars pero me he criado con ellas como la mitad de la humanidad, y se las tiene cariño y, de año en año, se vuelven a ver; hacer esto es matar una pequeña ilusión de lo que podría haber sido el inicio de la historia...cuando dentro de "x" años al anciano George Lucas le de por hacer la trilogía restante espero que se acuerde de Chewbacca y nos haga olvidar al innombrable jar jar bin.

Obra monumental, compleja e incluso confusa; es necesario verla más de una vez para apreciar el entramado y la grandiosidad del film. Es mi experencia,en cada nuevo visionado te parece mejor. Tiene una de las escenas iniciales más hermosas e impactantes del cine moderno, enfrentando a los dos talentos más grandes del cine actual; Nesson y Day-Lewis, actor que se prodiga excesivamente poco para la maestria que demuestra y cada nueva aparición suya es garantía de calidad; Bill se encuentra sin duda entre sus grandes creaciones. Con DiCaprio y sobre todo con Cameron Diaz se podía temer que no encajaran suficientemente bien en sus papeles pero se puede decir que no minan el desarrollo del film. De la historia en sí, es evidente que a pesar de su larga duración ésta se le queda pequeña, y necesitaría alargarse algo más para explicar mejor el periodo final del reclutamiento obligatorio y las revueltas callejeras porque se nota que Scorsese mete el turbo, corta y pega por aquí y allá y todo queda algo denso y forzado. En todo caso, una obra subestimada que algunos consideramos una obra de arte.

Película eXcesivamente maniqueísta en su planteamiento, cercana en algunos tramos a la fábula o el cuento de hadas por su idealización de los personajes y su moraleja del mundo feliz; típico, por otra parte, de Ron Howard (de la escuela de Spielberg, resumiendo.) Esto ofrece como resultado dos vertientes antagónicas, la de cal, que uno se siente mejor consigo mismo y con el mundo tras verla, e incluso puede que haya interiorizado algún patrón de conducta del protagonista, y la de arena, que la veracidad del film queda en detrimento, por muy basada en hechos reales que sea. A propósito, se pueden ver en Internet fotografías de Braddcok (y Bauer) para comprobar que Crowe está bastante más fornido que el personaje que interpreta, lo que le reporta aún más merito al mismo. La última crítica está dirigida a su excesiva duración, (el último combate se hace interminable); no entiendo la correlación que parecen tener metida en la cabeza los directores entre el minutaje de una película y su calidad, ejemplo parosxístico de esta hipótesis son las 3 horas, infumables por cierto, de El retorno del Rey, que resulta ser más larga que un parto. Woody Allen, que nunca se extiende más allá de los 90 minutos realiza, generalmente, películas más loables que el 90% de las que transitan por la cartelera.