Película eXcesivamente maniqueísta en su planteamiento, cercana en algunos tramos a la fábula o el cuento de hadas por su idealización de los personajes y su moraleja del mundo feliz; típico, por otra parte, de Ron Howard (de la escuela de Spielberg, resumiendo.) Esto ofrece como resultado dos vertientes antagónicas, la de cal, que uno se siente mejor consigo mismo y con el mundo tras verla, e incluso puede que haya interiorizado algún patrón de conducta del protagonista, y la de arena, que la veracidad del film queda en detrimento, por muy basada en hechos reales que sea. A propósito, se pueden ver en Internet fotografías de Braddcok (y Bauer) para comprobar que Crowe está bastante más fornido que el personaje que interpreta, lo que le reporta aún más merito al mismo. La última crítica está dirigida a su excesiva duración, (el último combate se hace interminable); no entiendo la correlación que parecen tener metida en la cabeza los directores entre el minutaje de una película y su calidad, ejemplo parosxístico de esta hipótesis son las 3 horas, infumables por cierto, de El retorno del Rey, que resulta ser más larga que un parto. Woody Allen, que nunca se extiende más allá de los 90 minutos realiza, generalmente, películas más loables que el 90% de las que transitan por la cartelera.