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Cinderella Man. El hombre que no se dejó tumbar

Drama Basada en una historia real. Después de haberse retirado del boxeo, James J. Braddock decidió volver al cuadrilátero, en la época de la Gran Depresión, para poder alimentar a su familia. No era un boxeador con talento, pero su coraje, sacrificio y dignidad lo llevaron hasta la cumbre. (FILMAFFINITY)
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Críticas 129
Críticas ordenadas por utilidad
25 de septiembre de 2010
86 de 89 usuarios han encontrado esta crítica útil
En las circunstancias actuales en que las productoras de cine nos ofrecen por una parte películas mediocres salvo honrosas excepciones, ú otras películas de ciencia-ficción realizadas con grandes medios, y que evidentemente tienen su público, pero que no consiguen llegar al corazón de otros muchos espectadores, es muy gratificante poder encontrar Films que no hace demasiado tiempo pudimos visionar. Y este es el caso de la excelente película sobre la vida de James J. Braddock, notabilísima película del denostado director Ron Howard, pero que en ésta ocasión si que acertó tanto en su planteamiento, como en la elección de los actores, con una inmejorable fotografía de Salvatore Totino, y una excelente música de Thomas Newman, así como en todo el desarrollo de la misma.

“Cinderella Man (el hombre que nunca se dejo tumbar)”, es una muy buena película, puede no ser un film redondo, no será una obra maestra, y quizás pueda pecar de demasiado blanda, elude el mundo del gimnasio (muchas veces fatigante para los que no son amantes del boxeo) y también huye de los reiterativos entrenos casi por completo, pero sus imágenes dejarán en el espectador un poso dramático y sentimental que no se olvidará fácilmente. En éstos momentos (como ya he dicho antes) en que los remakes y las secuelas indican el agotamiento creativo de la industria cinematográfica, resulta gratificante poder comprobar que todavía existen muchas historias por contar. Una de ellas es la de Jim Braddock, verdadera fuerza de la naturaleza, un boxeador que en pleno ascenso de su carrera profesional, sufre las graves consecuencias de la gran depresión de la década de los treinta y cae en un declive, que le hace abandonar el mundo del boxeo abocándole a una situación de extrema pobreza, pero como un luchador sabrá seguir adelante no importándole los trabajos duros que tenga que realizar para poder dar de comer a los suyos, y como siempre suele suceder le llegará una segunda oportunidad para relanzar su carrera, con la ayuda inestimable de su mánager y amigo Joe Gould, y la comprensión de su esposa. Desde entonces su carrera, contra todo pronóstico, será relanzada y poco a poco la prensa lo convertirá en un estandarte de los débiles y desfavorecidos por su ejemplo de superación y entrega.

Las claves de la película radican en el enorme trabajo de Russell Crowe (quizás en la mejor interpretación que se le pueda recordar), y por supuesto en el inmenso trabajo de Paul Giamatti (perfecto como en casi todas sus actuaciones), ese tándem interpretativo hace olvidar por otro lado, la discreta presencia de Renée Zelweger, y monopoliza por completo la pantalla con muchos momentos inolvidables. Salvando la blandenguería, la apología de la familia y el carácter hagiográfico del boxeador, “Cinderella Man” es una buena película que hasta a los no amates del boxeo les llegará a emocionar.
Vfoul
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16 de septiembre de 2005
62 de 76 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se han hecho muchas y muy buenas películas sobre la grave depresión norteamericana de los años 30 y sobre el mundo del boxeo. Los dos últimos grandes exponentes son la magnífica "Seabiscuit" y la obra maestra "Million dollar baby" por lo que llevar a cabo un proyecto que englobase ambos géneros suponía todo un reto. Por fortuna ha sido el gran Ron Howard el encargado de dirigir esta producción, probablemente su mejor trabajo, logrando una historia que a la vez emociona, entristece, genera tensión y divierte mediante un sobrio guión que mantiene firme el pulso narrativo, consiguiendo que el film no decaiga en ningún momento del metraje. Russell Crowe realiza, quizá, su mejor actuación hasta la fecha, con una interpretación extraordinaria con la que se mete al público en el bolsillo, de forma que el espectador sufre sus penas y celebra sus alegrías como si fueran propias. Lo mismo sucede en la película, con un pueblo desesperado por el hambre y la falta de trabajo, que necesita un héroe para poder olvidar su miseria aunque sea durante un breve instante. Por otra parte, el mundo del boxeo está fielmente retratado, cruel y despiadado, donde la memoria alcanza únicamente hasta el último combate celebrado, ya que sólo importa el dinero. Howard enlaza ambos mundos en el decisivo combate final que debe poseer toda película de boxeo que se precie. Éste resulta espectacular, primero por la perfecta filmación del mismo, secuencia por secuencia y segundo porque evita un error muy común en este tipo de films: el protagonista recibiendo golpes durante toda la pelea y al final, milagrosamente, cobra fuerza y acaba victorioso. Aquí la lucha es sin cuartel y está reñida de principio a fin, por lo que para saber quién gana tendréis que ver la película. Sólo dos lunares a esta maravilla: Renée Zellweger, con una mediocre actuación que nunca resulta creíble y el hecho de que Russell Crowe no reservase las palizas en exclusiva para el cine, ya que su pequeño "affaire" con un recepcionista de hotel va a malograr un Oscar que de otro modo hubiese sido incontestable. Aún así, "Cinderella man" tiene todas las papeletas para convertirse en la película del año.
Edgar
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4 de julio de 2009
39 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cada persona saca fuerzas de algún lugar. Un lugar impreciso, que no es cuerpo ni tampoco es alma, o que tiene un poco de los dos.
Cuando se avecinan tiempos adversos, cuando se camina en precario equilibrio, o cuando uno tiene que saltar al cuadrilátero de la vida y pelear por lo que importa, hay que sacar fuerzas de ese lugar que no sabemos muy bien dónde está.
A veces el mayor entrenamiento, la mayor experiencia y el mayor coraje los proporciona la dureza misma de esta vida. Y el amor. Sobre todo el amor.
Un hombre que parece acabado, que llega a la mendicidad, que debe dinero en las tiendas del barrio, que no puede pagar las facturas y el hambre y el frío se ciernen tras la puerta; que se desloma trabajando en algún empleo esporádico (y eso si tiene suerte, porque en plena Gran Depresión las colas de los desempleados desesperados son deprimentemente largas), que nunca lleva a casa lo suficiente para cubrir los gastos, que cuando no puede más y lo ve todo negro suplica como último recurso por unos dólares, y llora.
Pero él sabe cuál es su fuerza. Es Mae. Son sus hijos, Jay, Howard y Rosie.
Por ellos dará hasta su último aliento.
Hay personas que tienen en casa todas las riquezas del mundo, y no consisten en dinero.
Cuando a Braddock, zozobrante pero en pie, se le concede una segunda oportunidad en lo que él destacó algunos años atrás, el boxeo, lo que ve es el rostro de su mujer mirándolo con valiente orgullo, y las caritas de sus pequeños transfiguradas de adoración. Ve cómo el terrible fantasma de la pobreza se aleja y deja de acosar a los seres a los que más quiere.
En el momento en que, en su renacimiento como boxeador, regresa al ring para seguir peleando como lo ha hecho siempre, tanto dentro como fuera de ese espacio, lo que hace latir su corazón y circular su sangre, lo que despeja su cerebro y mueve sus miembros, lo que lo sostiene con una determinación que va más allá de toda resistencia, de todo límite, es el amor.
Es esa botella de leche vacía en el umbral. Son las facturas impagadas de la electricidad, del gas, del agua y de la calefacción. Es Mae resistiendo los temporales con una inagotable entereza. Son sus hijos enfermos por el frío y por la carencia de buenos alimentos.
Todo eso está en su mente mientras se entrega hasta la última partícula sobre el cuadrilátero.
La antigua gloria renace de sus cenizas, para asombro del país entero.
Por todas partes, el pueblo lo aclama como su esperanza, como el sueño que todos quieren alcanzar.
Su ejemplo de coraje inspira a la gente en unos tiempos muy crudos. La Gran Depresión ha arrasado el país como una plaga de peste. La población necesita creer.
Y cree en Braddock, que de la nada sube a lo más alto.
El amor hace milagros… Y un ser que ama de verdad es capaz de lo increíble.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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7 de septiembre de 2008
34 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde que el mundo es mundo me ha gustado siempre ver un ratito de cine después de la cena. Cuando era más joven, si es que aún puedo decir que soy joven, ese ratito de cine lo disfrutaba en la casa de mi madre y con mi hermano. Ahora me toca disfrutarlo solo, porque la gente de la que me he rodeado no ha desarrollado todavía la capacidad de alborotarse hasta las lágrimas con el Séptimo Arte. Es por ello, más por lo primero que por lo segundo, que en mi casa se acumulan cintas de VHS con películas de todos los tiempos y una cantidad importante de DVD con casi todos los "filmes" que me han dicho algo o que me han dicho mucho. Uno de esos DVD, por supuesto, es el de CINDERELLA MAN.
La semana pasada, una noche, durante el proceso de selección de la película a revisar, reparé en que CINDERELLA MAN, pese a haberme emocionado en grado sumo cuando la vi en la pantalla grande, la tenía poco repasada. Al terminar de verla de nuevo supe por qué: y es que es CINDERELLA MAN, en cierta medida, una película desasosegadora. Si no hay ser humano en el mundo a quien no conmueva la bondad, tampoco debe haber ser humano en el mundo capaz de no desasosegarse cuando la desgracia se ceba con alguien a quien se da a conocer como un ser extremadamente bondadoso. En una vicisitud semejante se basa CINDERELLA MAN.
CINDERELLA MAN tiene escenas pavorosas, agónicas, tristísimas. Quizá exageradas un punto en ocasiones, pero en exceso lastimosas al fin y al cabo. Y es posible que sea por eso por lo que a CINDERELLA MAN, pese a haberme emocionado en grado sumo cuando la vi en la pantalla grande, la tenía poco analizada.
Rene Zellweger, con su voz de dibujo animado, está muy chula como Mae, la sufrida y leal esposa de Jimmy Braddock. Russell Crowe anda más que bien como el boxeador protagonista y Paul Giamatti aparece perfecto como el manager del otrora gladiador Crowe. La ambientación es fantástica y el montaje extraordinario, y la banda sonora de Thomas Newman, acuosa y divina como todas las suyas, se adapta a la obra como un guante milagroso.
Es una historia de superación bonita la de El Hombre Cenicienta. Tan bonita que le voy a pasar por alto a Ron Howard la mala presentación del púgil Baer, según todas las crónicas una de las personas más simpáticas, educadas y generosas en el universo del Boxeo; y esa exageración anotada con anterioridad para con ciertas escenas. Es tan bonita CINDERELLA MAN que debo acordarme de verla más a menudo. Y es que los ejemplos de bondad y superación son más necesarios que nunca en este mundo en que vivimos.
PROT
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20 de junio de 2009
34 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cinderella es una estupenda película, estamos?!
Me empiezo a cansar del negacionismo gratuíto de no sé cuántos usuarios que por tocar los huevos adjudican bajas puntuaciones a películas objetiva y razonablemente BUENAS, como es el caso.

Evidentemente no me refiero a Grandine, que le habrá cascado un 4 a la película de referencia por criterios que escapan a nuestras limitadas entendederas. Su cinefilia es ya de cátedra y todos lo sabemos. Ni a Sinescrupulos, que le ha puesto una buenísima nota para tratarse de quien se trata: un 3. Ni a Neathara, que le adjudica un 4 porque Crowe viene engordando en los últimos años como un porquiño y porque además, su alopecia es incontenible.

Me gusta Ceniciento, me gusta el actor, me gusta la actriz, me gusta la historia. Es cruda, pero es real. Trillada... trilladísima. Pero convincente, solvente. Con una puesta en escena muy gangster... con guiños a "Érase una vez en América", con excelentes interpretaciones por parte de la pareja protagonista, con mensaje, con lucha, con ganas de ponerle pecho a la vida.

Emotiva y magistralmente interpretada por un excelente Crowe. Cruda y dura, pero optimista (happy hollywood end).

Es cierto. La filmografía de Howard es extrañísima. Del "1,2,3 Splahs", a las chorradas en las que habitualmente se prostituye junto a su chulo, Tom Hanks ("El Código da Vinci", "Ángeles y Demonios" y la lamentable "Apolo XIII") o junto al cienciólogo más odioso y gañán que parió madre (Tom Cruise y ex consorte, la inBOTOxicada Nicole Kidman en "Un horizonte muy lejano"), Ronny, regala, de vez en cuando, películas de altos vuelos como "Cinderella", "Frost contra Nixon", "Una mente maravillosa", "Llamaradas" o la genial "Willow".

Será que se deja chulear por los usureros, Tom y Tom, (para fabricar películas engendro) que luego financian sus buenas cintas. Esas en las que acierta de lleno con guión y grandes intérpretes: Crowe, Ed Harris, Robert Duvall, Glenn Close, Robert de Niro y Kurt Russell o Donald Sutherland.

Crowe ya lo tiene más que demostrado y la Renée, aunque sea una vendida e incomprensiblemente elija participar en un sinfín de despropósitos que comenzaron cuando se convirtió en la estúpida "Brigdet Jones" y, que no acabaron, por lo visto, con su nueva entrega de otra estúpida "Ejecutiva en apuros", es una actriz de los pies a la cabeza.

De acuerdo con lo que dice uno de los críticos del Chicago Sun, es una excelente película. Pero también es cierto que sobre boxeo, no necesitábamos otra...

Entre "Marcado por el odio" de Newman, "Toro Salvaje" de Roberto, la joya de la coroña: "Fat City"; la triste, triste, triste "Campeón" de Zeffireli, nuestros "Rocky" I y II, el "Hurricane Carter" - Denzel Washington; la estereotipadísima "Million Dollar Baby" y la de "Ali" del príncipe de Bel air, es cierto que NO necesitábamo otra película sobre boxeo. Uno de sus pecados, por el cual no le subo la nota y por el cual, intuyo, se la bajáis tanto.
Valkiria
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