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Polonia Polonia · Galitzia
Críticas de Valkiria
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Críticas 240
Críticas ordenadas por utilidad
8
30 de enero de 2009
20 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mendes se ha superado. Y por encima de él, su esposa Kate Winslet, dando vida, con crudo realismo, al personaje universal: al que cada mañana al despertar se pregunta ¿a dónde me conduce esta vida enfilada desde niña? A ese trabajo de oficinista, a la escrupulosa observancia de los horarios de las comidas, a las relaciones sexuales programadas para el sábado, a los diálogos contenidos, a los cumpleaños, a la renuncia a los sueños por los que hace unos años lo hubiera dado todo, a los cánones estéticos de según qué moda o estilo y a la frustración.

Betty Frieday escribió el ensayo probablemente más impactante, dentro de la tercera ola de la filosofía feminista (tras Wollstonecraft con "Vindicación" y las sufragistas de Seneca Falls en su "Declaración de sentimientos") y junto a Simone de Beavouir, autora de "El Segundo Sexo". Aquella obra de Frieday, "La mística de la feminidad", se convirtió en un revulsivo para las mujeres de clase acomodada. Poco después, la emancipación de la mujer, incorporada al trabajo y en disposición de controlar su ciclo reproductivo gracias a la liberación de la píldora anticonceptiva, hizo que se tambaleasen los cimientos del androcentrismo.

Winslet-April, se rebela contra esa vida "irremediablemente vacía" que le ha tocado en desgracia y en la que se diviniza a la mujer como esposa y madre, como hembra antes que como ser humano. Ser ama de casa en un barrio residencial era el sueño dorado de todas las jóvenes norteamericanas y la envidia de las mujeres del mundo. Las amas de casa liberadas gracias a los electrodomésticos de sus duras faenas, de los peligros del parto y de las enfermedades de sus abuelas, eran sanas, hermosas, organizaban clubes de lectura, talleres de cocina, reuniones del tupper ware, fantásticas fiestas de cumpleaños, ocupándose en exclusiva de sus casas, hijos y maridos... "Sé una buena esposa. Atiende a tu esposo cuando llegue a casa, cansado. Descálzale los zapatos, masajéale los pies, cálzale las zapatillas y arrópalo con la bata de casa. No le hagas esperar por la cena".

Habían encontrado la verdadera ocupación femenina. Millones de mujeres vivieron sus vidas según la imagen que sugerían aquellas fotografías de la esposa despidiendo con besos al marido desde el porche. Todo aquello, se divinizaba más aún con las portadas de la revista Life. ¿Cuál es el problema? Que April no lo acepta.

La película plantea una cuestión en verdad aterradora y que nos ha tocado vivir, a todos (él también es una víctima). Pero, ¿si pudieras? ¿qué elegirías? ¿Morir? ¿o perder la vida?

Ciertos toques con “Las Horas” e _infinitamente mejorada_ con “American Beauty”, esta última también de Mendes. Excelente guión, ritmo, musicalización y por encima de un notable registro de Di Caprio, una soberbia interpretación de Winslet. Otro gran acierto: la intervención del "loco" hijo de Kathy Bates, el único cuerdo en realidad, el único que grita verdades como puños.

Estupenda. Qué grata sorpresa...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Valkiria
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9
24 de febrero de 2010
19 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mirada perdida de Henry Fonda, atenazado por el miedo que le produce no poder alimentar a su familia y a su anciana madre es el testimonio cinematográfico más explícito que la Gran Depresión provocó entre millones de personas.

No los suicidios en Wall Street, anecdóticos y poco más.

Pero sí la mirada suplicante de Henry Fonda, en busca de un Dios que le de una respuesta. ¿Qué hacer? Ya sé que me repito: sus ojos están rezando, durante toda la película.

Su cuerpo, un saco de huesos recuerda al de un pobre desgraciado prisionero de un campo de concentración nazi. No dista mucho el prisionero de Auswichtz que el trabajador forzado, Henry Fonda, en los barracones que el New Deal instaló para condenar a millones de personas a partirse el lomo y recuperar un país que habían arruinado los especuladores multimillonarios de esa Florida que hizo que un país, y por ende el mundo entero, se desmoronase.

En fin, creo que es la mejor película referida al crack y a la Gran Depresión; mucho mejor que el "Resplandor en la Hierba" de Kazan, en la que sí, hay suicidios de los millonarios, rápida elección de esos cobardes que no se plantean empezar de nuevo proporcionando alimento y cama a sus hijos.

Los auténticos héroes de esos tiempos de ira, fueron los Henry Fonda que sacaron fuerza de flaqueza y siendo pobres de solemnidad, levantaron de nuevo a los gloriosos United States of America. Roosevelt debiera haberlos condecorado a todos. El cine, desde luego ya lo hizo, con un tal Fonda jovencísimo, que se va haciendo viejo, eso sí, por echarse a sus espaldas la desesperación de millones de norteamericanos que hierven ortigas para sobrevivir.

Esupenda película. Algo añeja. No es de extrañar, se rodó en 1940. Difícilmente puede dejar de pasar por "añeja". ¿Otro aval además de Fonda? Ahí tenéis a John Ford, el cronista de la historia americana.
Valkiria
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9
4 de octubre de 2008
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uff, qué difícil...

Estoy en un dilema. Me lo plantea el adalid de Alcohólicos Anónimos. La cizaña que malmete el abstemio que lleva 14 años sin probar gota cuando Kirsten se va al motel es perversa: "no te extrañes de que se busque otro compañero de juego". Y se lo dice a un Lemmon en proceso de rehabilitación. Me pareció la mejor forma de empotrarlo contra la licorería otra vez. Menudo tacto. Sí, hombre sí.

No lo veo claro. Aquí hay una moralina velada bastante cabroncilla y malsana. Por eso la película es tan desasosegante. No hay un punto equidistante entre alcoholismo y abstinencia. Hay una moral inquisidora que contrasta con el culo de la camarera que sostiene la bandeja y las copas, y ésta a su vez con la figura del padre, tan digno y recto como los áboles que planta.

Y dos escenas especiales. La del invernadero protagonizada por un Jack Lemmon poseído por no sé cuántos mil demonios me recuerda a la de McGregor engullido por el wáter en Trainspotting (y viceversa).

La de Kirsten en el motel es sobrecogedora: el papel de su vida (Lee Remick), no sólo porque parece que está mostrando su juego y chantaje para recuperar a su compañero de tajadas y volver a estar juntos en el paraíso, sino porque además es patético ver cómo se apaga, desde el principio, (cuando deslumbra y sólo sonríe), hacia ese final cada vez más gris, triste y decadente. ¿Quién no entiende a Kirsten al decir que el mundo le parece sucio cuando no está borracha?

Yo dudo muchas veces a lo largo de la película de que no ella no lo consiga. Es igual de duro para ambos pero por la actitud inicial de Reemick, con carácter y temple, hubiese apostado a que le resultaría menos traumático. Luego la deja ir. Y acierta.

¿Volverá? Creo que queda claro. Pero para mí les queda ese beso entre carcajadas, el momento más delicioso de la película (y el único) junto al capítulo histriónico de las cucarachas.
El resto es puro malestar, inquietud y desesperanza. Y el último plano triste, triste, triste. Adiós.

"Largos no son los días de vino y rosas, de un nebuloso sueño surge nuestro sendero y se pierde en otro sueño".

Un diez para Lee Remick y otro para Lemmon. Le quito dos puntos a Blake Edwards por tirar la piedra y esconder la mano (8).
Valkiria
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9
13 de agosto de 2011
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es imprevisible el final, es imprevisible la película cabo a rabo. Y además, el genio de Viena, acierta al regalarnos dos desenlaces en un último minuto hasta ese entonces inédito en el cine.

Escucho a Lang reirse burlonamente cuando más nos cabreamos ante el sinfín de torpezas de G. Robinson, empeñado en delatarse una vez tras otra hasta resultar irritante. También se habrá dicho, "¡pobres inocentes!" pensando en sus espectadores, que nos tragamos una buena dosis de desasosegante calma _personalmente la he sufrido y a la vez disfrutado como con pocas películas_, a medida que la trama se complica y el chantaje oprime hasta resultar insoportable.

Pero qué mal nos lo hace pasar el cabrón...

Huelga decir que en tales logros Edward G. Robinson tiene mucho que ver gracias a una interpretación a la altura de las circunstancias. Como por supuesto también a todo lo que atañe a los aspectos técnicos y puramente estéticos de una película de cuidada y fina ironía en sus diálogos y de belleza irreprochable en el plano de nuestro protagonista ante la imagen de la mujer que tanto le perturba.

Y lo mejor es que al final, sirviéndonos una magistral lección de cine no queda más remedio que reir con Lang, darnos por vencidos con la cabeza gacha y un poco avergonzados por morder el anzuelo durante toda la película y claro, sacarse el sombrero que es lo que toca, pues conseguirnos hacer pasar en cuestión de segundos del puro abatimiento a la sensación de alivio con más gracia de su cine es casi un milagro.

Qué cándidos que somos...
Valkiria
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4
21 de septiembre de 2008
29 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si pretende emular a Trainsppotting para mí desde luego, no lo consigue. El guión se precipita y se le escapa de las manos a Darren Aronofsky, lo fuerza demasiado, hasta convertir el drama en un dramón, sin sentido y fuera de órbita.
Toda la sucesión de inverosímiles situaciones que corren una detrás de otra provoca hartazgo pero sobre todo incredulidad.
A mitad de la película cualquiera de los personajes debería haber apostado por engrasar un revólver y metérselo en el cráneo porque si lo que les queda por delante, es más apetecible, apaga y vámonos.
Es el más difícil todavía. No es un sueño frustrado el que viven los personajes, es una pesadilla inagotable. Y cuando uno sufre esa sensación de estar ahogándose en una pesadilla se despierta bruscamente, sobresaltado. Aquí no se despierta ni dios.
A cada historia, más y más absurda.
Completamente inverosímil... tío, si se te está pudriendo un brazo, utiliza el otro para meterte un chute, porque digo yo que, lo de ir al médico a mirártelo debe sonarte a ciencia ficción.
Por favor Darren, déjanos respirar...
En fin, un fiasco, con buena banda sonora y mejor interpretación de la madre de Reagan en El Exorcista. ¿Es qué nadie se da cuenta del pozo por el que se arroja esta mujer al vacío, durante toda la película?
Valkiria
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