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Polonia Polonia · Galitzia
Voto de Valkiria:
9
Drama. Romance Joe Clay, jefe de relaciones públicas de una empresa de San Francisco, conoce durante una fiesta a la bella Kirsten Arnesen. La muchacha se muestra cautelosa al principio, debido a la afición de Joe a la bebida, pero después sucumbe ante su simpatía y se casa con él. (FILMAFFINITY)
4 de octubre de 2008
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uff, qué difícil...

Estoy en un dilema. Me lo plantea el adalid de Alcohólicos Anónimos. La cizaña que malmete el abstemio que lleva 14 años sin probar gota cuando Kirsten se va al motel es perversa: "no te extrañes de que se busque otro compañero de juego". Y se lo dice a un Lemmon en proceso de rehabilitación. Me pareció la mejor forma de empotrarlo contra la licorería otra vez. Menudo tacto. Sí, hombre sí.

No lo veo claro. Aquí hay una moralina velada bastante cabroncilla y malsana. Por eso la película es tan desasosegante. No hay un punto equidistante entre alcoholismo y abstinencia. Hay una moral inquisidora que contrasta con el culo de la camarera que sostiene la bandeja y las copas, y ésta a su vez con la figura del padre, tan digno y recto como los áboles que planta.

Y dos escenas especiales. La del invernadero protagonizada por un Jack Lemmon poseído por no sé cuántos mil demonios me recuerda a la de McGregor engullido por el wáter en Trainspotting (y viceversa).

La de Kirsten en el motel es sobrecogedora: el papel de su vida (Lee Remick), no sólo porque parece que está mostrando su juego y chantaje para recuperar a su compañero de tajadas y volver a estar juntos en el paraíso, sino porque además es patético ver cómo se apaga, desde el principio, (cuando deslumbra y sólo sonríe), hacia ese final cada vez más gris, triste y decadente. ¿Quién no entiende a Kirsten al decir que el mundo le parece sucio cuando no está borracha?

Yo dudo muchas veces a lo largo de la película de que no ella no lo consiga. Es igual de duro para ambos pero por la actitud inicial de Reemick, con carácter y temple, hubiese apostado a que le resultaría menos traumático. Luego la deja ir. Y acierta.

¿Volverá? Creo que queda claro. Pero para mí les queda ese beso entre carcajadas, el momento más delicioso de la película (y el único) junto al capítulo histriónico de las cucarachas.
El resto es puro malestar, inquietud y desesperanza. Y el último plano triste, triste, triste. Adiós.

"Largos no son los días de vino y rosas, de un nebuloso sueño surge nuestro sendero y se pierde en otro sueño".

Un diez para Lee Remick y otro para Lemmon. Le quito dos puntos a Blake Edwards por tirar la piedra y esconder la mano (8).
Valkiria
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