No será quizá el mejor director de la historia este Ed Wood, pero gracias a él y a su, en cierta manera triste historia, hemos podido contemplar una de las mejores películas de ese genial director que es Tim Burton.
De la mano de uno de sus actores fetiches, Johnny Depp, (que es a Tim Burton, lo que John Wayne era para John Ford), Burton nos ofrece una divertida, algo surrealista, delirante por momentos y muy interesante historia; de un tipo cuanto menos peculiar.
Capaz de rodar planos inconexos entre sí, con deficiente iluminación, con pésimos dialogos, absurdas secuencias fantásticas, y rodeado de una pandilla de "frikis", Ed Wood consiguió lo que ningún otro director de su estilo ha logrado jamás, convertirse en toda una leyenda después de su muerte.
Buena música, buena ambientación, interpretaciones sublimes, (sobretodo la de Depp y Landau con su consumido Lugosi), y un entrañable final, son los alicientes que nos ofrece esta gran pelicula.
Una pequeña joya del cine de los 90, que merece la pena tener presente en nuestras estanterías.

Una de esas series que ya han pasado a la historia de la televisión, no por sus méritos propios, sino por sus extravagancias.
La recuerdo con mucho cariño desde que era niño. La encontraba tan ridícula pero a la vez muy deliciosa. Con un uso de la violencia moderadísimo, al igual que El Equipo A o MacGyver, como bien apunta una de las críticas de arriba, un humor totalmente infantil, y unos dialogos más infantiles si cabe.
Y que decir de los actores secundarios. Memorables Burguess Meredith como el pingüino, César Romero como el Joker, Frank Gorshin como el acertijo, Vincent Price como cabeza de huevo, George Sanders como Mr frío, Cliff Robertson como Shame, o Shelley Winters como Ma Parker, entre otros, conformaban uno tras otro los villanos a los que se enfrentaban los protagonistas en todos y cada uno de los episodios de la serie.
Entrañablemente ridícula, completamente delirante, eternamente genial en su estilo.
Para que las nuevas generaciones la vean, y disfruten tanto o más de lo que yo la disfruté.

Siguiendo la estela de "Superagente K-9", y unas cuantas películas más de este estilo, se nos presenta este irregular película, donde un Tom Hanks muy alejado del estrellato que hoy contempla, ha de verselas con un baboso e incorregible perro, durante la investigación de un asesinato. Tiene algunos chistes buenos, y otros ridículos, pero se puede ver. Eso sí, a los más pequeños les encantará.

Seis años después del éxito conseguido por John Sturges en el clásico "Los siete magníficos", el mediocre realizador Burt Kennedy, (Los desbravadores, Ataque al carro blindado), volvió con la famosa historia de los siete pistoleros en este irregular western que no posee, ni por asomo, la genialidad del primero.
Del reparto original sólo está Yul Brynner, que, como siempre, cumple a la perfección con un papel bastante ajustado a su enorme talento. Su mano derecha, en sustitución del gran Steve McQueen es Robert Fuller, un actor no demasiado curtido en el medio, que se vió relegado a series televisivas y películas de escaso interés. El malogrado Warren Oates y el televisivo Claude Akins acompañan la expedición, y ya en nuestro país, nuestro internacional Fernando Rey, Julián Mateos y Elisa Montes entre otros, cierran este regular western, innecesaria continuación de todo un clásico.

Entretenida aunque en ocasiones ridícula película, en la que John Wayne interpreta el papel de un rudo policía, enfrentado a una férrrea organización mafiosa, papel que curiosamente, volvería a encarnar un año después en la apreciable "Brannigan".
El paso de los años se hace evidente, y pese al innegable carisma de Wayne, éste no logra convencer a los espectadores con su papel, relegando el protagonismo en actores menores pero de gran calidad como Eddie Albert, o John Agar.
Se agradece la dirección del gran John Sturges, en uno de sus trabajos menos logrados.