Con un guion cojo pero con una magnífica interpretación de Michael Shannon, "Frank & Lola" se presenta como una película modesta pero que pretende tener ciertos aires de noir moderno. Falla en algunas cosas, pero la principal es ésta: no es para nada un noir moderno, ni un thriller. Es un drama romántico cuyas carencias en la trama son difícilmente remontables. La pareja protagonista, una Imogen Poots dando la talla y la réplica a un soberbio Michael Shannon, no es suficiente para que el espectador (como ha sido mi caso) mantenga el interés a medida que avanza la historia. Ni los papeles (algunos innecesarios) de Michael Nyqvist como némesis del protagonista ni un verborreico Justin Long como aporte simpático son alicientes para imprimir un interés que no existe. Lo de Rosanna Arquette es un mero cameo, sin más.

Y es que la historia, a pesar de empezar bien, se derrumba a consecuencia (o a pesar) de una trama desquiciada y/o mal contada. Un chef que comienza a salir con una chica mucho más joven que él se va perturbando poco a poco a causa del amor. Ésa sería la premisa. A partir de ahí, pasen y vean. Y de paso, cuentan...

La historia. Un poquito más de lo mismo, y con el agravante de tener algunos capítulos soporíferos que dejan al espectador con la sensación de no tener nada que echarse a la boca. Asesino en serie, grupo de policía-psicólogo-dibujante que se pone en su búsqueda, pandilla de policías corruptos cuya finalidad para entorpecer la investigación no queda en ningún momento resuelta... El contexto histórico no se explota casi nada (imagino que el presupuesto tiene parte de culpa) y sí que deja algún detalle de las innovaciones policiales de la época.

Elenco. El dúo Daniel Brühl-Luke Evans funciona a cuentagotas. La amistad que les une nunca consigue convertirse en un vínculo creíble. Todo lo contrario. Funcionan mejor cuando están por separado. Dakota Fanning desaprovecha un papel bastante apetecible, el de mujer pionera en la policía de Nueva York, y se reviste de caras contemplativas y de un simétrico asentimiento a todo cuanto va sucediendo en la trama. Los secundarios no están nada mal, tanto los niños como los policías que conforman el elenco.

Ambientación. Por otra parte, muy conseguida. A pesar de no ser una serie con un presupuesto excesivamente alto, el vestuario y el ambiente neoyorkino de finales de siglo XIX está plenamente logrado. Tal vez es el apartado en el que más puntuación pueda darle.

En resumen, una serie discreta que me hace pensar en lo que pudo haber sido. Una lástima por lo desaprovechada en muchos sentidos y con una recreación de época bastante notable. Se deja ver sobre todo en sus episodios finales y remata la historia con premura y prisas.

Entiendo que, carentes de referentes, nos aupemos al primer carro que brilla límpido y nos columpiemos con las críticas como ensoñadores y creyentes que somos. Entiendo, incluso, que batallemos en pos del dignísimo ejército de Raúl Arévalo, de su buen hacer con esta nueva obra suya que recién vio la luz deglutió 11 candidaturas a los premios Goya. Pero no entiendo la miríada de críticas complacientes que salvan al unísono el chusco minimalismo de la época, la carencia del hilo de una historia, la previsibilidad manifiesta, el torrente de tópicos (que tanto daño han hecho al cine español, sexo mediante) del que no podemos quitarnos de encima ni con agua hirviendo.

"Tarde para la ira" tiene dos lecturas: como ópera prima y como película en sí. En su primer apartado no hay duda que triunfa, y con méritos propios. La narración queda soslayada por el ambiente, el cual se encarga de llenar un inmenso Antonio de la Torre, actor conocido por no hacerle falta mucho diálogo para crear una atmósfera desasosegante. A su lado, cual "buddy movie", un Luis Callejo muy metido en el papel, que deambula entre la altanería del principio a la perplejidad final. Los secundarios también están de notable (especialmente Ruth Díaz), y lo de Manolo Solo es según opiniones. La mía es que su personaje desgasta, y mucho.

En su segundo apartado, considerando la película como tal, la cosa cambia. Y cambia principalmente por lo previsible de la historia, por la falta de contenido, por una ira que a veces se queda en esa cafetería tomándose un cortado mientras el protagonista recorre esos barrios de búsqueda. Aquí, en esta lectura neutral, es donde la nota no subiría tanto, y es aquí, repito, donde no deberíamos de dejar de ser imparciales y ver las cosas como son. La narración se detiene muchas veces y el hilo conductor que parece llevarnos a alguna parte se olvida o se detiene sin más. Por lo que como historia estaría sobre el suficiente alto.

Pero considero que una crítica debe impartir justicia, y teniendo en cuenta que es la primera película dirigida por Raúl Arévalo, vamos a darle el beneficio de la duda con respecto a posteriores películas, las cuales espero encantado. Lo que no haré es inflar una nota media desmesurada ya de por sí.

¿Pues qué quieren que les diga? No he encontrado en esta película nada que no se haya visto ya en las miles anteriores sobre la temática estudiantil estadounidense. Todo ese tema, harto utilizado, de la popularidad llega a ser cansino. Animadoras, fiestas, padres guays, la típica protagonista que posee un dominio de la metáfora y del sarcasmo impropio de su edad... Pesadísima y aburrida, sobre todo en el tramo final (que se hace interminable), nos intenta colar que esa chica (Emma Stone) no encuentra su sitio y que es marginada por la mayoría popular y "guapa" del instituto. ¿Pues qué quieren que les diga? Yo, personalmente, no me lo creo.

Joel Hopkins dirige esta comedia sin riesgos, con la seguridad que da tener a dos gigantes de la interpretación como son Pierce Brosnan y Emma Thompson, los cuales son amos y señores de la propia película. Después de perder todos sus ahorros por culpa de un tiburón de las finanzas francés, este matrimonio destruido decide ir a Francia y recuperar lo que, legítimamente, les pertenece: en forma de diamante. No es que tenga giros de guion llamativos, al contrario, es sumamente predecible, pero el carisma de la pareja protagonista hace que se salven estos escollos. Sencilla, sin riesgos, con la agradable sonrisa de la Thompson y con ese refinamiento inglés que tan característico ha hecho a Brosnan.